17 de agosto de 2011

JESÚS MARTÍNEZ ÁLVAREZ: EL RETORNO.


En la memoria política oaxaqueña, dos cosas marcan la vida política de don Jesús Martínez Álvarez: cuando el juchiteco Teodoro “el Rojo” Altamirano llegó a la Secretaría General del Despacho, subió al escritorio del titular y se meó allí, además de decir palabras altisonantes sobre la maternidad del jefe; en segundo lugar, fue el primer alto funcionario -era gobernador interino- del que supimos se tituló casi a escondidas y en forma express, generando la escuela que cuajó en el “gobierno del cambio y la transición”.
Poco más de 25 años después, el popularmente conocido como “Chuchín” regresa al cargo donde lo encumbró don Pedro Vásquez Colmenares. Casi en las mismas circunstancias, pero con muchos años más a cuestas y después de haber transitado por dos partidos, varios grupos políticos y una lealtad a toda prueba a sus amigos de siempre. Llega al cargo más conflictivo del momento, no por sus implicaciones constitucionales, sino por el enredijo de las cuotas partidistas.
La edad del nuevo secretario me recuerda una vieja anécdota. Diódoro Carrasco nombró a don Agustín Márquez Uribe secretario general de Gobierno, pensando utilizar su prestigio de viejo abogado y su envidiable historial político. Un día, el secretario atravesó el salón de gobernadores del palacio de gobierno, diez minutos antes de las tres de la tarde. Entró a la antesala del gobernador y pidió hablar con él. Le pidieron esperar, porque atendía a una comisión. A las tres de la tarde en punto, don Agustín vio su reloj y dijo: “Jorgito, ya es la hora de la comida; le dices al gobernador que vine a buscarlo, pero yo como a mis horas” y se fue. El secretario general de Gobierno no comprendió que los tiempos habían cambiado y los horarios no eran los mismos, los grupos tampoco y sus intereses ya no respondían a la usanza de los años sesenta y los setenta, y que los mariscos ya no eran iguales a los de antaño. Duró poco más de seis meses en el cargo, antes de regresar a la tranquilidad del hogar.
Don Jesús llega en la ola de la revancha, ésa que encalló en las arenas del salinismo, a mediados de los ochenta y fue anunciada como el inicio de la negra noche sobre Oaxaca en un periódico local. Su fuerza ya la vivió el primer damnificado del régimen: don Benjamín Robles Montoya dejó el cargo de secretario particular del gobernador, para asumir las funciones de coordinador de los Módulo de Desarrollo Social. Como secretario particular fue el dique y el ariete que contuvo y demolió a doña Irma Piñeiro Arias y sus afanes de construir una plataforma para aspirar a una senaduría de la república. El historial lo identificaba como el enemigo inmediato de los nostálgicos que ganaron la Secretaría General de Gobierno.
En su camino por regresar las agujas del reloj de la historia, queda otro grupo por destruir: el de Diódoro Carrasco Altamirano y deben poner sus barbas a remojar el nuevo secretario de Desarrollo Social, el procurador general de Justicia, el secretario de Seguridad Pública, el coordinador de Proyectos Estratégicos y el secretario de Finanzas, entre otros. La chiquillada –PRD y PT-puede durar hasta principios de 2013; el PAN es de casa.
Hace poco más de 25 años, los nostálgicos del poder aprendieron una dura lección: el camino a la titularidad del Ejecutivo no admite competencia política y no hay candidato opositor pequeño; también comprendieron que en el exilio no hay amigos, sino aliados de ocasión.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de agosto de 2011.

6 de agosto de 2011

OAXACA: SUBEJERCICIOS Y REFRENDOS


Que alguien le ayude, debía ser el clamor de los oaxaqueños para con el gobernador oaxaqueño. No hay política pública que impulse, que no se vea obstaculizado por la incapacidad y la impericia de quienes nombró en su gabinete. Por desgracia, ya no es sólo su actuación cotidiana lo que demuestra indolencia, sino sus palabras reflejan desconocimiento de la mecánica administrativa gubernamental.
 
No sólo los diputados federales denuncian el subejercicio de los fondos federales. Cotidianamente leemos la queja de las asociaciones de profesionales, constructores, empresarios, comerciantes y ahora el gremio de los mercados, por la falta de liquidez en la economía. Todos coinciden en la ausencia de obras públicas. También los presidentes municipales, de todos los partidos, se quejan por la no autorización para la mezcla de recursos y en las obras concurrentes. Van y vienen por las oficinas gubernamentales estatales y nadie les hace caso; cuando los escuchan, siempre terminan diciendo que no hay dinero, porque la federación no ha enviado los recursos para obras.

Hasta donde sabemos, la Cámara de Diputados federal asignó a Oaxaca poco más de 58 mil millones de pesos. Un presupuesto que rebasó con creces lo asignado hasta entonces. El problema radica en la mayor parte de ese dinero debe ser licitado en concursos nacionales y concertado con las delegaciones federales. Ahí empezaron los problemas, porque las delegaciones federales están en manos de militantes del PAN y las principales dependencias gubernamentales en manos de perredistas, ex priistas y sedicentes priistas. Con el distanciamiento de los delegados federales y el desconocimiento administrativo de los nuevos funcionarios, era de esperarse el subjercicio. Para mediados de año, el cálculo de algunos dirigentes empresariales era de 20 mil millones de pesos. En los peores momentos de los gobiernos priistas, cuando los gobernadores sabían de “polaca”, pero nada de administración, los subejercicios llegaron como límite a un mil quinientos millones pesos.

Lo grave del asunto es que el gobernador Cué se escapa por la tangente, acusando al adelanto del año electoral por la reciente denuncia priista del subejercicio. En lugar de citar a la instancia de planeación para revisar los enredos administrativos de sus empleados, convoca al castigo del mensajero opositor. Pero también demuestra su incompetencia, porque desconoce qué es el refrendo administrativo.

Ojala alguien le pueda explica que nadie le va a quitar el dinero asignado al estado, sólo que lo no ejercido, hasta mediados de diciembre, se queda en los fideicomisos bipartitos y las líneas financieras federales y se aplicará como base en el presupuesto del año próximo. Con palos y bolitas, para ver si le entienden. Si este año les dieron 58 mil millones de pesos y sólo ejercen 38 mil millones, van a refrendar 20 mil millones; si el próximo año les autorizan 60 mil millones, en realidad el gobierno federal sólo desembolsará 40 mil millones, porque los otros 20 mil millones saldrán del refrendo de 2011. Eso querrá decir que, entre 2011 y 2012, los oaxaqueños habrán perdido 40 mil millones de pesos, tan necesarios para sacar a nuestros pueblos y a nuestra gente del atraso y la marginación. Ése es el tamaño del drama del subejercicio y de la incompetencia e inconciencia de nuestro gobernador y su gabinete de improvisados.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de agosto de 2011.

LA VELARIA DEL AUDITORIO GUELAGUETZA


La velaria del Auditorio Guelaguetza es la magna obra póstuma de Ulises Ruiz. Es, también, es un verdadero monumento a la corrupción de ayer y a la simulación de hoy. Nadie, en su sano juicio, puede negar la necesidad de la techumbre. Sólo la necedad del radicalismo ideológico y el costumbrismo de los conservadores puede insistir en mantener el tendido al sol. Por lo demás, el dinero estaba puesto, pero etiquetado. Si no se concretaba la obra, el recurso retornaría a la federación.
 
Hoy, ya concluida la obra en su totalidad, propios y extraños se darán cuenta de sus beneficios. A partir de mañana veremos a los funcionarios del gobierno ponderar sobre las virtudes del enlonado y no dudo que el secretario de las Infraestructuras incluso pensará en un PPS para poner un techado permanente y un poco más grande, en superficie y en costo, porque si los que se fueron saquearon, los que entraron piensan en negocios y no precisamente en pequeñeces. Las virtudes de la velaria también echarán abajo la simulación de la consulta anunciada. Supuestamente sería la apertura de las consultas ciudadanas, tan vanagloriadas en la pasada reforma constitucional. El problema es que no hay ley secundaria para operar los ordenamientos y, pronto, tampoco habrá voluntad política. La techumbre será otra prueba más de la simulación hecha gobierno en la entidad oaxaqueña.

Nadie pone en duda la necesidad de la cubierta del auditorio. La crítica siempre provino de la administración poco clara del presupuesto. Como se manejó la obra, fue sentando los cimientos para convertirse en otro monumento a la corrupción del sexenio anterior.

Como recordaremos, se asignó, para no variar en la nacionalidad de los amigos de los gobiernos, a la empresa española Isolux Corsan Construcción. El proyecto original estimaba un costo de 40 millones de pesos, pero, con los estiras y aflojes, el contrato se fijó en 65 millones 932 mil 950 pesos, para cubrir un total de 12 mil 500 metros cuadrados. Todo caminó bien hasta que el perverso interés económico trastocó la arquitectura. Entonces se percataron que habían materiales susceptibles de ser sustituidos por otros de menor calidad, pero cobrados como los mejores; encontraron, también, conceptos no planeados y, como en todo el sexenio anterior, se revisó el contrató hasta en tres ocasiones; en la última, el gobierno se comprometió a pagar otros 40 millones de pesos más. La techumbre tendría una cubierta a base de membrana sintética de alta resistencia, capaz de tolerar cualquier inclemencia del tiempo.

A un costo de 106 millones de pesos, construyeron una obra con el peor material posible. El anterior constructor, Octavio Pastrana, culpó a la empresa Toldomatic de la mala calidad del material de las lonas. La “membrana sintética de alta resistencia” terminó siendo una lona común, que se rasgó con los primeros aires de fines del otoño pasado. Ahí comenzó la mala suerte de la empresa constructora.

Llegó el nuevo gobierno y las caras largas, pero el nuevo secretario de las Infraestructuras, en lugar de revisar las tropelías contractuales, comenzó haciendo política. Siete meses después tenemos velaria. La corrupción quedará enterrada bajo los escombros y las nuevas alabanzas a la capota. Aquí no ha pasado nada, salvo la visualización de una nueva obra que habrá de renovarse constantemente y cada sexenio requerirá remoción total. El negocio perfecto, como la Ciudad Administrativa y Judicial.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de julio de 2011.