28 de mayo de 2009

COMUNICACIÓN ELECTORAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 24 de mayo de 2009.

Cuando se revisan los resultados de las encuestas electorales y los niveles de interés de participación ciudadana, inmediatamente llama la atención la crisis de credibilidad de los partidos y los operadores políticos. Sus planteamientos, propuestas y su forma de actuar, están muy alejados de la gente y de las causas ciudadanas. Los electores y los ciudadanos se dan cuenta de esta situación y, por eso, las tasas de participación ciudadana no llegan al 40% y las encuestas electorales refieren que, sólo entre el 35 y el 45% del electorado va a definir las próximas elecciones.

Este problema de legitimidad política se ha creado por la incapacidad de los políticos y los partidos para comunicarse con el electorado y los ciudadanos. Hasta hoy, lo que vemos es una diálogo cerrado entre la clase política nacional o estatal. Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Germán Martínez, Jesús Ortega, Andrés Manuel López Obrador, están enfrascados en un diálogo entre ellos. En Oaxaca, el diálogo es entre el gobierno del Estado y los dirigentes de las organizaciones de presión. No hay ningún canal de comunicación con la ciudadanía y con los electores. Esa ha sido la principal causa de la debacle de los partidos de oposición y fue la causa del arrollador triunfo priista en las pasadas elecciones locales.

A nivel nacional, el PRI lleva ventaja sobre los demás partidos en la intención del voto. Por eso, el PAN debió echar mano a la estrategia de ataque clara y contundente, una variante de la “guerra sucia” que se le puede revertir, si no muestra pruebas palpables de sus declaraciones; mientras que el PRI habla de sus éxitos, de su capacidad de gobernar, del diálogo, la tolerancia, en fin, tratan de establecer la imagen del “nuevo PRI”. Por su parte el PRD impulsa una campaña para cambiar su imagen de conflictivos, corruptos y pendencieros: quieren dejar "un nuevo sabor de boca", ante el cochinero de sus elecciones internas y el permanente conflicto de sus tribus.

En ese entorno, la crisis de salud del virus de la influenza humana vino a complicar el arranque de las campañas electorales. Sumidos en la crisis de legitimidad política, los partidos quedaron pasmados ante un verdadero arraigo domiciliario que tuvieron los mexicanos a principios del mes de mayo. Salir de este impasse les está costando, porque tampoco entienden las nuevas dinámicas de la comunicación de masas.

En el país, como en Oaxaca, los candidatos y sus partidos se han quedado en el esquema de las campañas políticas tradicionales, basados en la mercadotecnia tradicional del modelo de atención a la demandas. Los funcionarios del partido detectan una necesidad y la convierten en El Discurso y buscan transformar al candidato en un satisfactor de esa necesidad, “venden” al candidato. Hasta hoy, en México, como en Oaxaca, este modelo impulsa la idea de que "las elecciones se ganan prometiendo", que tantos problemas ha generado para la credibilidad política. El mejor ejemplo es el caso de la promesa de Felipe Calderón de abrogar el pago de la tenencia vehicular. Una promesa incumplida, porque, a pesar de haber sido derogada, se sigue y seguirá cobrando en el territorio nacional.

Otro modelo de comunicación lo ha practicado el PAN: es el de la "guerra sucia" y de las campañas “de ataque", que tan buen resultado le dieron en la contienda presidencial pasada, pero se estrelló en la elección estatal yucateca. Parece ser que el modelo funciona, cuando va dirigido a grandes conglomerados, que no tienen la posibilidad de exigir ni comprobar las aseveraciones, pero fracasa cuando los electores pueden corroborar o rechazar las afirmaciones.

Hay otra estrategia que casi no se ha aplicado, porque implica más trabajo y dedicación de los candidatos y las estructuras partidistas. Es el esquema de invertir la lógica de la oferta y la demanda, para hacer de las campañas, verdaderas políticas de acercamiento con la gente, es el modelo de la agregación de demandas: en vez de vender al candidato, se intenta hacer del electorado parte del proyecto partidista y del proyecto de los candidatos. Esta estrategia impulsa las consultas ciudadanas, los asambleas y reuniones, donde, a diferencia del mítin tradicional de apáticos acarreados, se puede dialogar con los asistentes, para hablar de sus necesidades y construir, juntos, una propuesta de gobierno o de legislación.

En realidad, si los partidos tuvieran la intención de rehacer su legitimidad ciudadana, debían reformar su forma de hacer política, buscando los mejores medios para que los candidatos y los partidos puedan ser aceptados por la población que no quiere participar en los procesos electorales, porque creen que son un engaño y desconfían de los políticos y las instituciones de gobierno. Con el modelo de "agregación de demandas", enfocado a devolverle al elector el protagonismo sobre los procesos electorales, se puede intentar darle a los electores el poder para que elijan y construyan un programa, junto con sus candidatos. El siguiente paso es el cumplimiento de los programas establecidos, pero de eso escribiré a partir de noviembre.

24 de mayo de 2009

NEGOCIOS DE DIPUTADOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 23 de mayo de 2009.

Yo siempre había escrito que una caterva de becarios han estado cobrando como diputados federales de Oaxaca, sin hacer prácticamente nada. Debo hacer una rectificación. Los diputados federales del PRD si han hecho y mucho, pero para su beneficio personal.

Hasta donde recuerdo, los candidatos perredistas nunca hicieron campaña electoral. Acostumbrados a una dinámica de derrotas y desastres electorales, mantuvieron el esquema tradicional de la oposición durante las campañas: tomar el dinero de las prerrogativas de su partido y meterlos a su cuenta bancaria, como pago por prestar su nombre para rellenar las listas electorales que la ley les exige a los partidos políticos. Lo que muchos de ellos no previeron, fue el arrastre de las campañas televisivas y el impulso de la consigna magisterial del voto de castigo contra el PRI y el PAN.

Visto así, los diputados del PRD -por cierto, algunos están reacomodados en otras bancadas partidistas- no sintieron y no sienten ninguna responsabilidad con sus electores, y, en la práctica, no son sus representantes. Quizá por ello, esta legislatura fue una de las más grises en la historia de las diputaciones federales oaxaqueñas y, también por eso, el momento clímax de esta diputación fue durante la toma de la tribuna de la cámara federal, en aquellos aciagos días cuando se discutía el tema petrolero y a uno de los diputados perredistas se le ocurrió echar una cascarita, con su hijo, en la cancha imaginaria sembrada de curules vacías o puestas como barricadas.

También destacan los préstamos, con intereses casi nulos, solicitados por el diputado José Luis Varela Lagunas para financiar su restaurante oaxaqueño o el tráfico de influencias y los préstamos de Humberto López Lena para modernizar sus radiodifusoras de amplitud modulada. Nada propusieron en bien de los oaxaqueños, pero mucho dinero obtuvieron, además de las suculentas dietas que por ley perciben.

En esos asuntos de tráfico de influencias, destacó la diputada de Juxtlahuaca, Rosa Elia Romero Guzmán, denunciada por miembros disidentes del PT por haber obtenido casi 15 millones de pesos de la Sedesol, supuestamente para establecer 2 CENDIS, uno en Juxtlahuaca y otro en Oaxaca, pero amparada en organizaciones fantasmas y cuyas obras nunca se conocieron.

Otro negociante más es el diputado de Zimatlán, Othón Cuevas Córdova, quien dirige la asociación civil Centéotl. Si bien, hasta donde sabemos, no solicitó préstamos a la cámara, sí supo utilizar su fuero para financiar proyectos fantasmas que en realidad fueron a parar a sus bolsillos. Por lo menos, esa fue su mecánica para que la Sedesol le autorizara 2 millones 565 mil pesos, durante los años 2007 y 2008, supuestamente para financiar campañas de concienciación, organización y difusión en el municipio de Santa Inés del Monte. Ningún proyecto productivo gestionó su organización durante los últimos tres años en beneficio de los habitantes de ese municipio, pero sí obtuvieron recursos federales para financiar a su organización, en otras palabras, para auto pagarse los servicios que supuestamente presta.

Muchos me dirán que estas prácticas son legales y que, en realidad, la mayoría de estas organizaciones se financian con ese esquema. Lo cierto es que éticamente es inmoral. Es el reflejo de la conciencia ciudadana de los nueve personajes que están pasando de noche por el Honorable Congreso de la Unión.

18 de mayo de 2009

PRONÓSTICOS ELECTORALES

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 17 de mayo de 2009.

Las próximas elecciones federales ya tienen a sus presuntos ganadores: el PRI y el abstencionismo. Con otras palabras, así casi lo afirmó el presidente del Consejo General del IFE, Leonardo Valdés Zurita, al pronosticar un abstencionismo entre 65 y el 69% el próximo 5 de julio. Antes que él, Roy Campos, de Consulta Mitofsky, concluía que al 62.6% de los ciudadanos no le interesaba la política, el 27.5 la sigue de lejos y sólo 9 % mostraban interés.

La alta abstención pronostica el casi seguro triunfo de los candidatos priistas. Así lo aseguraban las encuestadoras serias, salvo una, cercana a la presidencia de la República, que quiso repetir su gracia de anticipar el triunfo de Felipe Calderón en las pasadas elecciones federales y le permitió a Fox intervenir en el proceso para quebrar lo que parecía el imparable triunfó de López Obrador.

Según una encuesta de María de las Heras, el PRI alcanzaría una votación de 40%, contra 34% de PAN, con lo que tendría la mayor cantidad de diputados, pero sin conseguir la tan deseada mayoría absoluta. La misma encuestadora apuntaba la razón del triunfo: “Según nuestros cálculos, los partidos apenas conseguirían el voto de sus electores estables, aquellos cuya preferencia electoral no se ve alterada por las circunstancias de una elección, sino que tienen que ver con factores de más largo alcance.” (Milenio, 27/04/2009). Unos días después, la encuestadora Berumen calculaba que, con los “votos efectivos” de votantes probables, el PRI tenía el 44.7% de las intenciones, seguido por el PAN con 36.8% y el 13% del PRD (El Universal, 11/05/2009).

Estas encuestas se efectuaron cuando el PAN ya había encontrado el camino para evadir la nueva ley electoral, esa que prohíbe a los partidos y a los particulares contratar espacios mediáticos para difusión política, pero no dice nada sobre el manejo de Internet. Y ese fue el punto débil que aprovecharon los panistas. Dinero para las campañas, el panismo tiene. Su caja chica, o caja fuerte, como se quiera ver, está en las dependencias públicas. La mejor prueba la tuvimos hace unas semanas, cuando el director de la Lotería Nacional renunció porque quiso financiar la campaña del candidato panista a gobernador del estado de Campeche. Su renuncia no fue por su delito –que debía conducirlo a la cárcel-, sino por ser militante del PANAL: era un funcionario desechable. El esquema es claro. El gobierno federal paga a las televisoras y las estaciones de radio, y ellos lo único que hacen es recoger las videograbaciones que el PAN cuelga en la Internet.

El gran problema de los panistas es que estas elecciones intermedias no las van ganar las televisoras, ni hay carisma publicitaria en campaña, como en las presidenciales. Las próximas elecciones las van a ganar los votos duros de los partidos políticos. Esos votantes que acuden a la urna, aun sin campañas televisivas ni radiales o aunque los candidatos no lleguen a las casas o a las comunidades de los votantes, porque van impulsados por el recuerdo de las siglas del partido, por el rencor contra algún otro o por un difuso sentido de agradecimiento.

En la historia política del país, el partido con mayores posibilidades de movilizar amplias masas ciudadanas bajo este esquema, sigue siendo el PRI, porque es el único que tiene presencia organizativa o en la memoria colectiva, en cada una de las localidades del territorio nacional. Ningún otro partido, incluido el PAN, ha logrado penetrar en estas inmensas redes del localismo geográfico. El PRI lo hizo, no por una actitud consciente de organización política, sino como resultado indirecto de la época en que fue la Secretaría de Asuntos Electorales de los gobiernos priistas en el poder.

Esa es la gran virtud del priismo y su próxima llave de triunfo. No van a ganar los candidatos priistas, por el contrario, quienes van a perder son los candidatos de la oposición, que no es lo mismo, aunque suene casi igual. Las razones son muy claras. Tanto el PAN, como esa rara coalición en torno al cacicazgo de López Obrador, se atiborraron de candidatos desconocidos y tránsfugas del PRI; el PRD, con sus pleitos internos y sus listas familiares de candidatos, no tienen visos de triunfo. Con esos candidatos, más la amenaza del abstencionismo, queda un camino pavimentado para el triunfo de los candidatos priistas, que no son los mejores, pero sí los menos peores de la caterva de suspirantes a la beca de la cámara federal.

Por eso la molestia del gobernador Ulises Ruiz con los candidatos priistas que no levantan el vuelo y no efectúan una campaña seria. La actitud también era de esperarse. Casi ninguno de los candidatos priistas oaxaqueños tiene una historia de vínculo personal con las regiones donde fueron asignados; tampoco, durante su desempeño personal en las dependencias donde cobraron, tuvieron visos de genialidad o, por lo menos, de intentar servir a los pueblos más atrasados y necesitados del estado. Su característica fundamental es la de ser amigo del gobernante o seguidor del presidente del partido. Con esas características, van a la campaña montados en la estructura gubernamental, pero no aportan ni carisma, ni prestigio, mucho menos liderazgo. Tiene la gran fortuna de no haberles tocado una campaña presidencial. Dentro de tres años, los actuales candidatos del PRI tendrían asegurada una clara y contundente derrota en sus distritos electorales.

15 de mayo de 2009

HONORIS CAUSA

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de mayo de 2009.

Para no variar su libreto, el nunca suficientemente bien ponderado ex presidente Vicente Fox volvió a hacer su numerito, para reclamar las virtudes que ninguna persona en su sano juicio le puede otorgar. En esta ocasión, recibió un doctorado honoris causa que, en su caso, más que prestigio le debe acarrear pesares.

El título honorífico lo otorga normalmente una universidad, para reconocer los aportes científicos o acciones de una persona en bien de la humanidad. Es un acto y un título sin valor académico, pero con alta carga de prestigio. Al menos así ocurre, cuando se entrega por méritos propios y no bajo la sospecha de la dádiva y la consigna, como en el caso de Fox.

Hasta donde sabemos, el ex presidente no hizo ningún aporte al mundo, ni siquiera a la nación mexicana. Toda su enjundia para alcanzar la democracia, se estrelló en el eslogan de “sacar de Los Pinos al PRI” y lo dejó en la mera alternancia política, sin modificar ni una sola de las reglas del presidencialismo priista. Es más, retomó lo más nefasto de las facultades metaconstitucionales del presidencialismo, para beneficiar a su cónyuge, permitir el inmoral enriquecimiento de sus hijos políticos y, de paso, del adoptado con su nombre y apellido.

Como hombre de saber, siempre dejó mucho que desear. Al periodista Félix Cortés Camarillo, en sus oficinas gerenciales de la Coca Cola en Guanajuato, le respondió: “A mí no me pregunte de libros. A mí pregúnteme cuántas rejas de refrescos vendo al día y le daré la respuesta”. Después supimos que nunca leyó un libro completo y concluir su carrera profesional fue parte de su farsa personal, porque sólo se pudo titular, muchas décadas después de concluir sus estudios, cuando su universidad privada le aceptó el Plan Estatal de Desarrollo del estado de Guanajuato, como si fuera el documento de su tesis profesional. Fue, como ahora, un maridaje de intereses y un acto de desprestigio, donde se amarró el lucro de la Universidad Iberoamericana y el ansia de reconocimiento que solo produce la ignorancia y la inseguridad personal.

Ese afán de obtener lo que, por medio legítimos, difícilmente ni siquiera se puede soñar, no es nuevo entre los extravagantes de la política. Hace muchos años, otro hombre inmoral lo hizo. Fue el tristemente célebre “Negro” Durazo, quien haciendo gala de los privilegios de la amistad presidencial se fabricó y se hizo autorizar la ostentación del grado de General de División; aunque nunca estuvo en el ejército, portó el águila de perfil y las tres estrellas del grado militar. Pero no solo eso, en las alturas de la locura de las alabanzas, otro Sahagún, pero Vaca, consiguió que una, ahora olvidada, asociación de abogados lo vistiera de toga y le entregara el doctorado honoris causa, que publicitó por todos los medios.

Por eso, cuando los políticos se suben al ficticio ladrillo del honorífico título, solo causan conmiseración y pena. Muchos de ellos no saben que no es un grado académico, tampoco es un título personal para portar. No es como los documentos que avalan la conclusión de los estudios profesionales, aunque se haya traído de lejanas y desconocidas instituciones, presuntamente académicas.

También en Oaxaca soplan esos vientos de falsos oropeles, aunque a la directora del Instituto de la Mujer Oaxaqueña no le haya entregado el honoris causa la universidad que fundaron los dueños de la Coca Cola en Atlanta, la empresa donde fue empleado Vicente Fox y cuya universidad ahora lo reconoce.

9 de mayo de 2009

SUSPIRANTES

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 9 de mayo de 2009.

A principio de la semana dio comienzo la campaña política que llevará a, por lo menos, once oaxaqueños a disfrutar una opípara beca en la Cámara de Diputados federal. Ese privilegio ya lo tuvieron nueve perredistas, quienes, sin sudar ni acongojarse, de repente tuvieron la gran oportunidad de su vida; desgraciadamente la desperdiciaron y transcurrió, con más penas que gloria, su fugaz paso por los asientos más cómodos de la burocracia mexicana.

La legislatura federal que ahora concluye, se caracterizó por dar acceso a la estructura del poder de la nación, a un grupo de anodinos que, sin hacer campaña política, recibieron el título de diputados federales. Cuenta la leyenda que, incluso, un candidato perredista de la Mixteca debió recibir un telefonema de la dirigencia de su partido para enterarse de su triunfo. Era tanta la seguridad en la inercia derrotista de los años anteriores, que ni siquiera se tomó la molestia de estar al pendiente de los resultados electorales. Para algunos, fue el “efecto Peje López Obrador”, aunque yo lo atribuyó a la falta de una estructura organizativa real del partido gobernante en Oaxaca.

Sobre la base de esa experiencia triunfal, muchos suspirantes de la vida fácil, la leyenda de los grandes sobresueldos y los viajes de placer alrededor del mundo, se anotaron en las tan traídas y llevadas listas de candidatos uninominales que disputarán el voto de los electores el próximo julio. Algunos nombres nos trajeron recuerdos, porque fueron resultados de los acomodos personales en el ánimo de ex gobernadores oaxaqueños.

Ahí reapareció la ya no tan nueva “Tortolita cantadora”, Emilia García Guzmán, quien dejó la vocación magisterial en la conflictiva Huautla de Jiménez, para convertirse en la política de las cuotas de género del hacendado cuicateco, Diódoro Carrasco Altamirano. Ahora deja las filas del PRI, que la condujeron a la diputación local oaxaqueña, donde supo la facilidad de ganar buen dinero, sin casi hacer nada, salvo asistir a las sesiones semanales para levantar la mano y aprobar todas las propuestas que el Ejecutivo de la época les hacía llegar. Va como candidata del PAN, no por méritos propios, sino por la orfandad de liderazgos locales de ese partido y para que se sienta la mano del neopanista presidente de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados federal.

Pero también están tres hombres de la camada del ex gobernador José Murat. Se anotó el compadre más que cómodo, José Soto Martínez, quien se hizo rico controlando el dinero y las cuotas de los cañeros de la región de Tuxtepec y durante mucho tiempo controló parte del corporativismo priista en esa región; ahora compite por esa rara alianza, “Salvemos México”, que le está apostando al ya viejo “efecto López Obrador”. También logró la inclusión el ex fiscal de asuntos electorales, ex dirigente municipal priista y derrotado candidato a presidente municipal priista de Juchitán, Francisco Vázquez Rasgado, pero ahora compite bajo las azules alas del panismo santiguado. Otro candidato, pero mecido en las sandungueras notas del perredismo tehuano, es Froylán Cruz Toledo, el ex director del IEEEPO, quien intentará revivir las glorias de no hacer nada para ganar holgadamente. En las oficinas educativas fue su estrategia, frente a un sindicato avasallador, que le permitió ensanchar sus alforjas personales con el dinero mal controlado de las nóminas magisteriales, pero también engrandecer sus ranchos con recursos destinados a los campesinos pobres, pero desviados por las amistades supuestamente priistas, de un gobierno que hizo del dinero la mercancía para ganar lealtades y complicidades.
Son los ex priistas que intentarán pasar por el pantano, sin manchar sus alas con el lodo de los tránsfugas y los chaqueteros. Sus únicos problemas es que estas campañas comenzaron muy desangeladas y, como muchos prevemos, el escaso entusiasmo de los ciudadanos puede llevar a un arrollador triunfo de los candidatos priistas, no porque sean los mejores, sino porque son los menos peores y, en esta campaña, triunfarán los votos duros de los partidos tradicionales.