FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 23 de mayo de 2009.
Yo siempre había escrito que una caterva de becarios han estado cobrando como diputados federales de Oaxaca, sin hacer prácticamente nada. Debo hacer una rectificación. Los diputados federales del PRD si han hecho y mucho, pero para su beneficio personal.
Hasta donde recuerdo, los candidatos perredistas nunca hicieron campaña electoral. Acostumbrados a una dinámica de derrotas y desastres electorales, mantuvieron el esquema tradicional de la oposición durante las campañas: tomar el dinero de las prerrogativas de su partido y meterlos a su cuenta bancaria, como pago por prestar su nombre para rellenar las listas electorales que la ley les exige a los partidos políticos. Lo que muchos de ellos no previeron, fue el arrastre de las campañas televisivas y el impulso de la consigna magisterial del voto de castigo contra el PRI y el PAN.
Visto así, los diputados del PRD -por cierto, algunos están reacomodados en otras bancadas partidistas- no sintieron y no sienten ninguna responsabilidad con sus electores, y, en la práctica, no son sus representantes. Quizá por ello, esta legislatura fue una de las más grises en la historia de las diputaciones federales oaxaqueñas y, también por eso, el momento clímax de esta diputación fue durante la toma de la tribuna de la cámara federal, en aquellos aciagos días cuando se discutía el tema petrolero y a uno de los diputados perredistas se le ocurrió echar una cascarita, con su hijo, en la cancha imaginaria sembrada de curules vacías o puestas como barricadas.
También destacan los préstamos, con intereses casi nulos, solicitados por el diputado José Luis Varela Lagunas para financiar su restaurante oaxaqueño o el tráfico de influencias y los préstamos de Humberto López Lena para modernizar sus radiodifusoras de amplitud modulada. Nada propusieron en bien de los oaxaqueños, pero mucho dinero obtuvieron, además de las suculentas dietas que por ley perciben.
En esos asuntos de tráfico de influencias, destacó la diputada de Juxtlahuaca, Rosa Elia Romero Guzmán, denunciada por miembros disidentes del PT por haber obtenido casi 15 millones de pesos de la Sedesol, supuestamente para establecer 2 CENDIS, uno en Juxtlahuaca y otro en Oaxaca, pero amparada en organizaciones fantasmas y cuyas obras nunca se conocieron.
Otro negociante más es el diputado de Zimatlán, Othón Cuevas Córdova, quien dirige la asociación civil Centéotl. Si bien, hasta donde sabemos, no solicitó préstamos a la cámara, sí supo utilizar su fuero para financiar proyectos fantasmas que en realidad fueron a parar a sus bolsillos. Por lo menos, esa fue su mecánica para que la Sedesol le autorizara 2 millones 565 mil pesos, durante los años 2007 y 2008, supuestamente para financiar campañas de concienciación, organización y difusión en el municipio de Santa Inés del Monte. Ningún proyecto productivo gestionó su organización durante los últimos tres años en beneficio de los habitantes de ese municipio, pero sí obtuvieron recursos federales para financiar a su organización, en otras palabras, para auto pagarse los servicios que supuestamente presta.
Muchos me dirán que estas prácticas son legales y que, en realidad, la mayoría de estas organizaciones se financian con ese esquema. Lo cierto es que éticamente es inmoral. Es el reflejo de la conciencia ciudadana de los nueve personajes que están pasando de noche por el Honorable Congreso de la Unión.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 23 de mayo de 2009.
Yo siempre había escrito que una caterva de becarios han estado cobrando como diputados federales de Oaxaca, sin hacer prácticamente nada. Debo hacer una rectificación. Los diputados federales del PRD si han hecho y mucho, pero para su beneficio personal.
Hasta donde recuerdo, los candidatos perredistas nunca hicieron campaña electoral. Acostumbrados a una dinámica de derrotas y desastres electorales, mantuvieron el esquema tradicional de la oposición durante las campañas: tomar el dinero de las prerrogativas de su partido y meterlos a su cuenta bancaria, como pago por prestar su nombre para rellenar las listas electorales que la ley les exige a los partidos políticos. Lo que muchos de ellos no previeron, fue el arrastre de las campañas televisivas y el impulso de la consigna magisterial del voto de castigo contra el PRI y el PAN.
Visto así, los diputados del PRD -por cierto, algunos están reacomodados en otras bancadas partidistas- no sintieron y no sienten ninguna responsabilidad con sus electores, y, en la práctica, no son sus representantes. Quizá por ello, esta legislatura fue una de las más grises en la historia de las diputaciones federales oaxaqueñas y, también por eso, el momento clímax de esta diputación fue durante la toma de la tribuna de la cámara federal, en aquellos aciagos días cuando se discutía el tema petrolero y a uno de los diputados perredistas se le ocurrió echar una cascarita, con su hijo, en la cancha imaginaria sembrada de curules vacías o puestas como barricadas.
También destacan los préstamos, con intereses casi nulos, solicitados por el diputado José Luis Varela Lagunas para financiar su restaurante oaxaqueño o el tráfico de influencias y los préstamos de Humberto López Lena para modernizar sus radiodifusoras de amplitud modulada. Nada propusieron en bien de los oaxaqueños, pero mucho dinero obtuvieron, además de las suculentas dietas que por ley perciben.
En esos asuntos de tráfico de influencias, destacó la diputada de Juxtlahuaca, Rosa Elia Romero Guzmán, denunciada por miembros disidentes del PT por haber obtenido casi 15 millones de pesos de la Sedesol, supuestamente para establecer 2 CENDIS, uno en Juxtlahuaca y otro en Oaxaca, pero amparada en organizaciones fantasmas y cuyas obras nunca se conocieron.
Otro negociante más es el diputado de Zimatlán, Othón Cuevas Córdova, quien dirige la asociación civil Centéotl. Si bien, hasta donde sabemos, no solicitó préstamos a la cámara, sí supo utilizar su fuero para financiar proyectos fantasmas que en realidad fueron a parar a sus bolsillos. Por lo menos, esa fue su mecánica para que la Sedesol le autorizara 2 millones 565 mil pesos, durante los años 2007 y 2008, supuestamente para financiar campañas de concienciación, organización y difusión en el municipio de Santa Inés del Monte. Ningún proyecto productivo gestionó su organización durante los últimos tres años en beneficio de los habitantes de ese municipio, pero sí obtuvieron recursos federales para financiar a su organización, en otras palabras, para auto pagarse los servicios que supuestamente presta.
Muchos me dirán que estas prácticas son legales y que, en realidad, la mayoría de estas organizaciones se financian con ese esquema. Lo cierto es que éticamente es inmoral. Es el reflejo de la conciencia ciudadana de los nueve personajes que están pasando de noche por el Honorable Congreso de la Unión.