17 de enero de 2010

INTELIGENCIA PROSPECTIVA

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 16 de enero de 2010.

Dos de los problemas de nuestros gobernantes son: su escasa preparación académica y, cuando lo tienen, es en la lógica formal. Sus pensamientos van de lo general a lo particular o, viceversa, de lo particular a lo general. Cualquier razonamiento fuera de este marco lógico, es incomprendido y denostado. Ahí radica parte de la incapacidad gubernamental para avanzar en el desarrollo estatal.

El adiestramiento en el pensamiento lógico formal impide, muchas veces, encontrar soluciones alternativas a problemas aparentemente irresolubles, solo porque no se encuadran en la lógica aprendida. El adiestramiento en lo rutinario es resultado de un aprendizaje basado en la memorización, en el recabado mecánico de datos y en la copia de pensamientos y teorías de otras culturas, para tratar de aplicarlas en el entorno local, sin cuestionar su lógica creativa, sus premisas sociales constructivas y la viabilidad cultural para aplicarlas en las culturas nativas.

La dinámica de lo rutinario es el obstáculo más difícil de salvar en la posibilidad de pensar el futuro. Por el contrario, la lógica prospectiva debe basarse en otro tipo de imaginación creativa, diferente a la rutinaria y tendencial. Por ejemplo, si en la década de los 70, del siglo pasado, nos preguntaran cuál sería el futuro de las ciencias sociales en la década de los 20, del siglo XXI, muchos científicos sociales mexicanos responderíamos que estaría basado en el pensamiento marxista con origen en el Instituto de Ciencias Soviético, porque el futuro de la humanidad parecía caminar irremediablemente hacia la revolución social. Si nos hubieran preguntado en qué terminaría la "guerra fría" y el equilibrio nuclear, muchos responderíamos que el equilibrio político mundial inestable se mantendría casi hasta mediados del siglo XXI, con grandes ventajas para el bloque soviético. Sin embargo, sólo 44 años después de la creación del imperio más fugaz en la historia mundial, el soviético, la situación cambió radicalmente.

La caída del Muro de Berlín en 1989, fue el derrumbe estrepitoso de toda una ideología -destruida, aniquilada- sin disparar un solo balazo, sin masacres tumultuarias, ni resistencias heroicas de masas desbordadas por delirios de inmolación colectivas. Fue el final inesperado de una tendencia histórica y la más clara enseñanza de que en las sociedades y en la historia, lo inesperado, lo absurdo, lo improbable, tienen carta de naturalización.

Por eso, es necesario el reaprendizaje, el readiestramiento en otro esquema de pensamiento. Una lógica abierta a todas las posibilidades. Un pensamiento que vaya de la visión de conjunto para regresar al análisis de las particularidades y de ahí seguir el camino inverso, reconstruyendo la mecánica de integración de la totalidad, buscando captar su esencia y todas las posibilidades que encierra. Sólo esa lógica, en espiral creciente, nos permitirá asimilar la esencia de los fenómenos sociales y su aplicación en la práctica cotidiana, para encontrar alternativas de solución que pueden parecer absurdas e incongruentes, fantasiosas o irrealizables, pero terminan siendo las alternativas viables para las imaginaciones creativas y las voluntades constructivas.

La imaginación prospectiva, en tanto técnica de construcción de futuros debe ser muy audaz, pero sin caer en la fantasías imposibles; lo cual no impide plantear las utopías, en tanto posibilidades de futuro, no necesariamente realizables, pero sí como metas deseables de alcanzar, algún día y en aproximaciones sucesivas. La utopía prospectiva no es el lugar de "Nunca Jamás" (Neverland), sino el pensamiento de lo deseable, un impulso hacia el futuro, un acicate para alcanzar una meta, un objetivo alcanzable por aproximaciones sucesivas, que no necesariamente conducen a la primera visión utópica, sino a muchas posibilidades cercanas al objetivo deseado, aunque sin alcanzarlo nunca. Ésa es también la virtud del pensamiento utópico: es una posibilidad nunca realizada, que permite ser un oscuro objeto del deseo humano y, como tal, deseable y perseguible.

La construcción de los futuros posibles exige dejar atrás el marco de lo rutinario, dar varios pasos delante de la lógica formal, para abrir nuestra percepción a todas las posibilidades del futuro. Ninguna alternativa puede quedar fuera, so riesgo de que lo inesperado, que es lo cotidiano en el futuro, nos alcance de sorpresa.

Por eso, también, el pensamiento prospectivo debe ser holístico, multidimensional. Capaz de aceptar lo inesperado y lo extraño, para integrarlo en las posibilidades del futuro. Solo jugando con todas las posibilidades, con todas las capacidades, con todos los saberes, podremos imaginarnos los momentos del futuro, el mundo de la prospectiva.