FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
(Publicado en el periódico TIEMPO de Oaxaca, el 13 de julio de 2008)
Espero que con la visita del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, al estado de Oaxaca, los delegados federales del gobierno panista cambien un poco su actitud de perdona vidas y se dediquen más a su trabajo.
Para nadie es desconocido que, cuando Mouriño fungía como coordinador de la Oficina de la Presidencia, una de sus funciones fue retomar el control de las delegaciones federales en los estados y designar a los encargados de esas oficinas, porque el presidente del PAN, Manuel Espino, no tenía la confianza de Los Pinos.
Por eso confío que estos administradores de último momento, puedan comprender la señal del gobierno federal al enviar aquí a la misma persona que palomeó los nombres de los aspirantes a ocupar las delegaciones federales y, en un afán de fortalecer la estructura partidista del PAN, optó por apoyar a quienes habían ocupado cargos administrativos en los gobiernos municipales.
Para la desgracia de los panistas oaxaqueños y de los habitantes de esta sufrida entidad, los aspirantes oaxaqueños con posibilidades de ocupar las delegaciones federales no siempre brillaron por su capacidad administrativa o por su visión estratégica del desarrollo, lo más que podrían aducir era su triunfo en unas elecciones municipales marcadas por el encono entre las organizaciones sociales identificadas con el PRD y el PRI, donde los votantes terminaban por marcar las boletas a favor del menos peor. Los triunfadores en las campañas electorales polarizadas, no siempre son los mejores y los más capaces, sino a veces los más perversos y sin la más mínima ética ideológica.
El resultado de estos desaguisados es la politización de los programas federales ejercidos en el estado, a partir de su centralización y la burocratización con afanes de proselitismo y la supuesta acumulación de capital político personal de quienes cobran como delegados federales.
Por eso no causa ninguna extrañeza que los supuestamente beneficiarios de los programas de asistencia social se quejen en contra del delegado de la Sedesol. Así lo hizo el presidente municipal de Sola de Vega, Alberto León Saucedo García, quien acusó a Ernesto Altamirano Lagunas de retrasar la autorización de recursos económicos para las comunidades más pobres de Oaxaca. Esta autoridad municipal se lamentó que, casi un mes después del primer semestre del ejercicio anual del presupuesto federal, la Sedesol no haya validado los proyectos de obras o programas y, a estas alturas, los burócratas de la dependencia insisten en que en unos días más darán a conocer las obras autorizadas.
La Sedesol es la dependencia federal que tiene más recursos autorizados para ejercer en un estado tan pobre como Oaxaca. Es dinero asignado para combatir la pobreza extrema y para ayudar a los más necesitados. Por eso, es absurdo que una dependencia con las mejores finalidades entorpezca su administración, sólo porque el responsable asume la equivocada posición de que a mayor retraso del ejercicio presupuestal mayor será la exasperación de los beneficiarios contra el gobierno estatal.
Con la misma actitud funciona la Gerencia Regional de la Comisión Nacional del Agua. Sin entender cuál es su función, el gerente se dedica a todo menos a resolver la problemática hídrica del estado. Por eso, el Gobernador debió dirigirse directamente a la dirección nacional de la Conagua para solicitar recursos para construir una presa en los límites de los Valles Centrales, con la finalidad de canalizar el agua retenida a los programas de abastecimiento de agua potable a la ciudad Oaxaca y los municipios conurbados. El gerente regional de la Conagua ni siquiera se dio por enterado de la solicitud estatal y mucho menos estuvo presente en la reunión de evaluación del proyecto. Lo más seguro es que estuviera en Miahuatlán resolviendo algún problema personal o familiar, en el mejor de los casos.
Este abandono de las funciones gubernamentales es la característica de los funcionarios federales panistas. Por eso a nadie nos sorprendió que en la Jornada Nacional de Reforestación, uno de los programas más publicitados del presidente Calderón, los dos delegados federales vinculados con el asunto forestal brillaron por su ausencia. Ni Esteban Ortiz Rodea, delegado de la Semarnat, ni Salvador Anta Fonseca, delegado de la Conafor, estuvieron presentes en los trabajos inaugurales del Programa Nacional de Reforestación en el estado.
Quizá su ausencia se deba a que sus dependencias no tienen ningún programa para dotar de árboles a los vecinos que quisieran participar en el proyecto calderonista. Por eso, precisamente, los pobladores de San Juan Suyaltepec, Nochixtlán, se manifestaron ante la Conafor, para exigir recursos del programa ProÁrbol. Ahí, la gente de la Mixteca, la más necesitada del programa, reclamó el hecho de que antes se les otorgaba un mayor apoyo económico, reducidos en este año en un 20 por ciento; sin embargo, manifestaron que aún sin dinero, ojalá les dieran las plantas que tanto necesitan en su región.
Estos son algunos de los ejemplos del abandono y la falta de dedicación que los delegados federales panistas. Oaxaca no se merece esta actitud de desapego y negligencia. Un bono de acuerdo al monto de los recursos retornados a la Tesorería de la Federación no debía ser el aliciente para detener el lento avance del progreso estatal. A fin de cuentas, toda esta desidia es la causa real de la imposibilidad de convertir las truculencias administrativas en votos para los candidatos panistas.