20 de julio de 2008

MOURIÑO, AVE DE TEMPESTADES.

(Publicado en el periódico Tiempo de Oaxaca, Oax., el 20 de julio de 2008).

Cuando Juan Camilo Mouriño asumió el cargo de Secretario de Gobernación, el mundo parecía sonreírle. No solo a él, sino también a su impulsor, padrino y probable socio y cómplice. Felipe Calderón sentía que tenía asegurada su sucesión presidencial, porque Mouriño no solo era el nuevo secretario, sino también el Delfín designado para la continuidad del panismo neoliberal en el poder.
Lo que nadie previó era que el país había cambiado. El gobierno ya no era el monolítico aparato priista de la segunda mitad del siglo XX, sino se había convertido en un queso gruyere por donde transitan intereses, opiniones, grupos de presión, opinión y multitud de grupos políticos que llevan agua a sus propios molinos. Los secretos de los políticos, en el México de hoy, pueden estar en el molde de cristal de los intereses afectados.
Así, de buenas a primeras nos amanecimos con la denuncia de que Iván el Terrible -apodo con el que también se le conoce- había ocupado sus cargos como Asesor, después Subsecretario de la Secretaría de Energía y presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados federal, no para legislar a favor de los mexicanos ni para hacer más productivo a Pemex, sino para obtener contratos que hicieron de su familia, en menos de tres quinquenios, una de las más ricas del sureste del país.
Con el apalancamiento del poder, las empresas familiares pasaron de ser simples transportistas de Pemex para convertirse en verdaderos monopolistas del transporte del petróleo, pero además recibieron concesiones que los convirtieron en dueños de la mayoría de las gasolineras ubicadas en el sureste del país; ya encarrerados, brincaron a los negocios de las franquicias de empresas restauranteras y negocios afines.
Por cierto, la defensa del Secretario de Gobernación a las acusaciones de influyentismo político para obtener contratos con una empresa paraestatal, rayó en el absurdo. En un primer momento quedó anonadado y casi fulminado por el shock que implicaba pasar de ser el niño mimado de panismo, amparado en el poder del presidente y otorgador de las ínsulas de las delegaciones federales a los panistas desempleados, para convertirse en el sparring de la política real. Su siguiente paso también fue un fracaso mediático. Quiso utilizar a la mayor empresa televisiva del país para defenderse y sólo mostró el rostro de un joven político descarado, pero nervioso ante el hecho real.
A partir de ahí, su salvaguardia fue la del cinismo y la certeza de contar con el aval presidencial. Hasta hoy, Iván o Juan Camilo no niega haber obtenido los contratos al amparo del poder, su única defensa es que ya no funge como socio de las empresas beneficiarias. Ni siquiera justificó su propia falsedad de que ya no era apoderado legal de su empresa, IVANCAR S. A. de C. V., al momento de la firma de los primeros contratos conocidos.
Como siempre ocurre con estos gobiernos panistas neoliberales, vino en su defensa el aparato priista. El primero que le lanzó un salvavidas fue el ahora espiado por el CISEN de Gobernación, el senador Manlio Fabio Beltrones; después, los legisladores panistas, priistas y sus aliados se encargaron de crearle una comisión ad hoc para exculparlo de cualquier investigación legislativa, pero en ningún momento manifestaron su inocencia.
En días pasados nos enteramos, a través del periódico Tiempo, que no solo estaban en la laguna de la corrupción los 16 contratos firmados con la empresa Ivancar, S. A. de C. V., sino que también existen firmados otros 108 contratos con ESGES, otra de las empresas de la familia Mouriño Terrazos. Interesa destacar el dato de que los contratos corresponden a 37 franquicias de gasolineras, otros 37 contratos de suministro y 34 contratos más de crédito.
Ante la opinión del público queda muy clara la idea de que conforme se escarbe más sobre las empresas familiares y las del propio secretario, poco a poco iremos conociendo la cantidad de negocios que se han hecho al amparo del poder. También nos queda muy claro cuál era el proyecto económico y político que buscaba la supuesta modernización panista de Pemex y el esquema empresarial impulsado, donde los principales beneficiarios iban a ser las empresas transnacionales, porque no olvidemos que el Secretario de Gobernación tiene doble nacionalidad, aunque los más interesados en el tema del petróleo sean las empresas norteamericanas, seguidas por los inversionistas españoles.
Por cierto, en la difusión de los datos de los últimos contratos obtenidos ha jugado un importante papel el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), quien ha insistido en la necesidad de transparentar la información gubernamental y ha logrado maximizar los beneficios del criterio de la suplencia en el caso de desconocimiento de los peticionarios. Creo que estos ejemplos son los que tienen en suspenso de previsión al flamante presidente del Instituto Estatal de Acceso a la Información (IEAI). Su padrino y los amigos de éste se han de estar observando en las barbas del vecino, el ave de las tempestades que, a pesar de las denuncias, seguirá un tiempo más en la Secretaría de Gobernación, aunque dudo mucho que llegue a las alturas de la candidatura presidencial.