19 de octubre de 2008

PROYECTO ECONÓMICO NACIONAL.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 19 de octubre de 2008.

Una de las características más reiteradas de la política del desarrollo mexicano ha sido el marcado y persistente apoyo a la empresa privada, mediante privilegios y concesiones a los sectores económicos más poderosos del país. Sus resultados no han sido en beneficio de la mayoría de los habitantes del país.

Tres han sido las grandes etapas político-económicas para consolidar el capitalismo mexicano. Una primera va de la década de 1940 a 1970. Durante el período presidencial de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) se reorganizó Nacional Financiera y se revitalizó el aparato productivo del gobierno, con el fin de favorecer a la iniciativa privada del país. Esa misma política siguió Miguel Alemán en el sexenio posterior, impulsando a las empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras. En general, los siguientes periodos presidenciales mantuvieron el esquema, sin tener más objetivos que la acumulación privada de capital.

Si bien el periodo de 1940 a 1970 se caracterizó por altos porcentajes de crecimiento del Producto Interno Bruto nacional, no se observó ninguna mejora en la calidad de vida de la población. Por ejemplo, de 1940 a 1946, el crecimiento económico fue de 9.7% anual, con Ruiz Cortines llegó a 10% y con Adolfo López Mateos a 11.7%; sin embargo, en 1970 vivían en condiciones de pobreza extrema el 39.2% de la población y el 23.3% en la pobreza. El 62.5% de los mexicanos eran pobres. Para ese mismo año, el Banco de México informaba que el 20% de las familias concentraban el 56% del ingreso nacional y 10 años después concentraban el 60%. Con estos datos, se puede observar la falacia del supuesto de que el crecimiento sostenido garantiza un incremento de los niveles de bienestar de la población en general, pues el esquema seguido, de la sustitución de importaciones o de industrialización del país, lo único que impulsó fue la tendencia a la concentración del ingreso en el país.

La segunda etapa va de 1970 a 1995. En los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo se produjo un proceso de crecimiento monopólico estatal y privado, a pesar de la crisis y recesión económica con que tomó el gobierno el segundo, por la devaluación del peso y por los convenios firmados con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, el descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros, el incremento de la plataforma de extracción y el aumento del precio del petróleo, le permitieron al gobierno de López Portillo impulsar una política de creciente endeudamiento para acelerar la industrialización del país. Los resultados obtenidos fueron una elevada inflación, el aumento de la deuda externa, el desempleo y el agudizamiento de la concentración del ingreso. Al finalizar el sexenio, junto con América Latina, México entró en “la década perdida” en materia económica, registrando tasas negativas de crecimiento (-4. 2% en 1983, -3.8% en 1986), la fuga de capitales por la devaluación del peso y la caída de los precios del petróleo.

La tercera etapa comienza a partir del sexenio del presidente Miguel de la Madrid, cuando se intentó reencauzar al país en un nuevo proceso, buscando abrir la economía al exterior. Este proceso se consolidó con la llegada a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, en 1998, cuando se encontró con una economía en recesión, la disminución de las actividades productivas y el mercado interno deprimido por los bajos ingresos de la población.

Salinas impulsó medidas económicas de corte abiertamente neoliberal, para orientar el crecimiento hacia la apertura comercial del mercado externo, lo que, si bien propició el aumento de la producción manufacturera, disminuyó la actividad del sector primario. A pesar de las promesas discursivas, la política económica impulsó el incremento de las diferencias regionales y el decrecimiento de las actividades del sector agropecuario. Así, en 1989, el crecimiento promedio anual del sector primario registró tasas negativas de -3.1 %, y la pérdida de 2.4 millones de empleos. A su vez, 14.3 millones de mexicanos cayeron en la pobreza extrema. Durante todo este periodo, el ingreso de la población se pulverizó y el salario mínimo sufrió un deterioro de 32%, debido a las políticas de contención salarial que no iban a la par con los montos de la inflación.

El siguiente gobierno comenzó con la devaluación del peso debido al llamado "error de diciembre" de Ernesto Zedillo, que obligó a mantener el impulsó al sector exportador y la búsqueda de inversión privada, tanto nacional como extranjera. A partir de 2000, la mayoría de los votantes mexicanos depositaron su confianza en el Partido Acción Nacional, que abrazó y extendió el neoliberalismo y la visión empresarial como medio y fin del gobierno mexicano; incluso, el panista Vicente Fox llegó a definirse como un empresario haciendo funciones de presidente.

Los resultados obtenidos no han sido de ninguna manera halagüeños. En esta etapa, si bien la economía mexicana ha mostrado periodos de bajo crecimiento, se han marcado aun más claramente los desequilibrios regionales, se incrementaron las corrientes migratorias de las áreas rurales a las ciudades y se vive un constante deterioro de las condiciones laborales. Las características de la economía mexicana son: 1) incapacidad para absorber la mano de obra disponible; 2) no generar fuentes de empleo, debido a la falta de crecimiento constante de los sectores económicos, principalmente el manufacturero; 3) imposibilidad de mejorar las deterioradas condiciones de trabajo, permitiendo la existencia de jornada de más de 48 horas e ingresos mensuales menores a dos salarios mínimos para casi el 50% de la población con empleo; y, 4) incapacidad para aumentar la seguridad laboral y las prestaciones de ley de los mexicanos.

17 de octubre de 2008

LECCIONES MAGISTERIALES.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 17 de octubre de 2008.

En el problema magisterial del estado de Morelos se enfrentan dos fuerzas, con la que ningún mexicano se puede identificar plenamente: por un lado, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cuyo emblema es la salvaje y silvestre Sección 22 de Oaxaca y, por otro, el cacicazgo magisterial de Elba Esther Gordillo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). En medio, atrapados y molidos por la barbarie, está la educación de miles de niños morelenses, quienes durante dos meses no han podido acudir a clases, pero, también, el destino de un proyecto para profesionalizar la enseñanza y darle calidad a los contenidos educativos de los niños y jóvenes del país.

El 13 de agosto, dos días después de la firma de la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) en Cuernavaca, Morelos, comenzaron los paros magisteriales. Una semana después se constituyó la Comisión Negociadora del Movimiento de Bases Magisteriales de Morelos, para desconocer al comité seccional del SNTE.

Quienes retomaron la experiencia oaxaqueña —abandono de las aulas, bloqueo de carreteras, plantones y marchas— son un variopinto de actores: ex dirigentes seccionales desplazados, profesores que no aceptan perder los “derechos” para vender y heredar las plazas, y funcionarios del instituto de educación estatal (inspectores de preescolar y primarias, directores de secundarias y jefes de sector) con sus propios rencores contra el titular. También están ahí los activistas de la CNTE de Michoacán y Oaxaca, buscando reemplazar el liderazgo del SNTE; movimientos sociales como el de Los 13 Pueblos de Morelos y el Movimiento Tepozteco, así como militantes de la APPO oaxaqueña. Además, algunos legisladores y autoridades municipales del PRD.

Así, el movimiento morelense no reivindica las mejores causas de la educación, sino es una mezcla de intereses y complicidades para hacer fracasar la ACE y lograr el control sindical magisterial.

Ojalá las autoridades educativas oaxaqueñas observen este humeante espejo, para prepararse al conflicto que se desencadenará aquí dentro de unos meses. Si bien no se repetirá la Trifulca Política del 2006, el dirigente magisterial, Azael Santiago Chepe, trae en su agenda las líneas del perredismo más silvestre del país, las alianzas con los grupos más radicales del magisterio y, también, por qué no decirlo, los vínculos con los grupos periféricos de la guerrilla local. Quienes lo vean como un líder cooptable, pueden sufrir una desagradable decepción. Quienes lo vean sólo como un ariete contra Elba Esther Gordillo, convendría que recordaran la experiencia de Felipe Martínez Soriano en el conflicto de la UABJO, hace 30 años.

Si bien, aquí la ACE aún no tensa las relaciones gobierno-magisterio, a partir de enero debe ponerse en marcha en la entidad; de lo contrario, disminuirán los apoyos educativos federales y será el gobierno estatal quien desembolse los grandes costos económicos del sometimiento a los dictados de la Sección 22. Aún así, nadie garantiza que la dirigencia sindical se someta al yugo de las alianzas políticas personales. Quienes juegan a la alquimia electoral, tampoco deben olvidar que en el 2006, los únicos distritos electorales federales ganados, fueron precisamente aquellos donde el perredismo magisterial estaba escindido o los padres de familia les arrebataron las escuelas, como en el Istmo de Tehuantepec y la Sierra Mazateca.

12 de octubre de 2008

LAS BARBAS DEL VECINO.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de octubre de 2008.

Bill Clinton fue uno de los presidentes más ocurrentes de nuestro vecino país del norte. De las prácticas de la Lewinsky, pasando por el rescate más rápido ante el desastre financiero de México en 1995, a él se debe una de las más famosas y lapidarias frases de la historia norteamericana: “Es la economía, idiota”, dijo, para criticar al presidente George Bush Sr. y rescatar del marasmo a Estados Unidos.

Ése fue uno de sus puntos fuertes para derrotarlo y es la misma fórmula que los ciudadanos norteamericanos le van a recetar a George Bush Jr., en su intento por mantener al Partido Republicano en la presidencia imperial norteamericana. Hasta ahora, cuando la crisis financiera de Estados Unidos está comenzando apenas, el candidato demócrata, Barak Obama, le lleva al republicano una ventaja de entre 5 y 8 puntos porcentuales en las encuestas aplicadas recientemente; también le está ganando a John McCain en los estados tradicionalmente cautivos de la derecha republicana. De acuerdo con estas tendencias, el próximo año, por primera vez, un negro se sentará a despachar en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

Contra todos los pronósticos y las dudas de quienes pensaban que los blancos norteamericanos, en el último momento, iban a voltear a ver el color de la piel de los dos candidatos y se iban a inclinar por su tradición europea y protestante, los beneficiarios del poderío norteamericano, los grandes financieros y los jugadores de la fortuna de Wall Street, han volteado los papeles, gracias a su soberbia, su avaricia y su irresponsabilidad. Hoy, muy pocos norteamericanos le tienen confianza al Partido Republicano que enarboló las banderas de la libre empresa, de la libertad absoluta para el libre albedrío de los empresarios y financieros, y condujo el mito ideológico de la mano invisible del mercado como bandera de conquista por sobre todos los pueblos del mundo.

La mayor parte de los votantes achaca el desastre financiero norteamericano a un gobierno que no pudo y no quiso poner control al aventurerismo de los apostadores financieros. Los mismos que ahora, con el dinero de los contribuyentes, se pagan millonarios sueldos y bonos, casi como premio por el desastre económico que propiciaron. Estos son los nuevos aires que hacen ondear la bandera triunfante del candidato del Partido Demócrata.

Así, la crisis financiera mundial le va a dar el primer rebote al gobierno norteamericano que le explotó en las manos. La segunda escena de esta deflagración financiera la vamos a vivir en México.

A principio de este año, todas las encuestas y opiniones apuntaban al reverdecimiento de las esperanzas del PRI. Se basaban en la corroboración de las corruptelas del PAN y de sus fracaso como opción de gobierno, porque los funcionarios de la derecha jamás pudieron aprender a gobernar con base en los intereses de la nación, sino respondiendo solamente a intereses facciosos y partidistas. Pero, también, porque en el manejo económico, el PAN en el gobierno se enredó en la macroeconomía y propició una escalada de precios, buscando inducir a la opinión pública a aceptar la ley para la privatización petrolera.

En ese esquema -de cumplimiento de los compromisos contraídos con los financieros internacionales que apoyaron la alternancia como definición de la democratización mexicana y el triunfo de Felipe Calderón como propuesta de cambio-, el gobierno redujo subsidios e impulsó la escalada inflacionaria que afecta principalmente a los más pobres del país. Lo que nunca esperó este gobierno neoliberal, fue el desfondamiento de la supuesta economía más sólida del mundo. El desbarrancamiento financiero de Estados Unidos tomó por sorpresa al gobierno mexicano, como lo declaró el miércoles pasado el secretario de Hacienda, Agustín Casterns.

Es la gota que va a derramar el vaso de los mexicanos. Con un Partido de la Revolución Democrática enredado en las luchas tribales y en su ilegitimidad fundacional como partido de izquierda, muchos votantes han perdido al sol amarillo como faro de su lucha política. Entre la barbarie mesiánica de López obrador y el pragmatismo comercial de Los Chuchos, el militante perredista se va a perder en la maraña de siglas que las nuevas boletas electorales de 2009 le presentarán. Del naranja convergente, pasando por el rojo petistas, hasta llegar al amarillo perredista, muchos votos se van a volatilizar por la falta de consistencia ideológica de sus líderes políticos y, otros, por la ambición y la corrupción marcada de los más radicales del perredismo silvestre.

La primera muestra del futuro inmediato lo acabamos de observar en las pasadas elecciones de Guerrero. Ciertamente, ganó el PRI, pero las causas fundamentales estuvieron en las pugnas internas de los partidos autonombrados de izquierda y en la abulia y el marasmo del panismo derechista.

Pero también, como en Estados Unidos, la anticipada derrota del PAN y el PRD, el próximo año, va a tener en su base la ya clásica expresión de Bill Clinton. La economía va a ser el martillo del ataúd político de los aprendices de magos panistas y también del radicalismo tropical perredista.

DOBLE DISCURSO MAGISTERIAL.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 10 de octubre de 2008.

En su primera reunión con funcionarios del gobierno estatal, la nueva dirigencia del magisterio pidió dejar de lado simulaciones, imposiciones y autoritarismo para atender las demandas de los mentores con voluntad política (Tiempo, 8/X/2008). El Gobierno del Estado debía preocuparse por ese llamado a la voluntad política, porque implica una convocatoria a transgredir las leyes, para cumplir los caprichos del sindicato magisterial.

Si no mal recuerdo, uno de los primeros en utilizar el término fue el presidente municipal de Juchitán, Leopoldo de Gyves de la Cruz, cuando se puso en huelga de hambre para no comprobar más de 42 millones de pesos. Con el absurdo argumento de no contar en Juchitán con profesionales para llevar una cuenta pública ordenada, exigió la voluntad política gubernamental para solucionar su problema. A su entender, la voluntad política implicaba hacerse de la “vista gorda” y/o, en su caso, el propio gobierno estatal debía justificar los recursos reclamados. La voluntad política se aplicó y, hasta el día de hoy, Leopoldo de Gyves vive al amparo de la total impunidad.

A esa misma voluntad política convoca la Sección 22, para resolver sus dos principales demandas. Primero, el Gobierno debe recuperar las escuelas, entregadas por los padres de familia de la región mazateca y valles centrales a los profesores que sí daban clases, mientras la Sección 22 holgazaneaba en el zócalo oaxaqueño o estaba en plantones y marchas. Segundo, reclaman el castigo inmediato de sus agresores, en aquellos conflictivos días de 2006. Exigen soluciones no conflictivas, porque de lo contrario, el sindicato se verá obligado a mostrar su fuerza.

Como puede observarse, en esta primera reunión no hubo una sola propuesta de cómo elevar el nivel educativo de los niños y jóvenes de Oaxaca; tampoco se habló de cómo recuperar los días perdidos en las marchas y reuniones sindicales para elegir a sus dirigente y, mucho menos, se planteó posibilidad alguna de cursos de actualización y capacitación pedagógica para mejor atender al alumnado. Para concluir, el Gobierno, en voz de su Secretario General, ya adelantó su mejor voluntad para que las normales del estado no se cierren; puntual ofrecimiento que los profesores ni siquiera se dignaron a considerar, porque aún no está en la agenda nacional educativa.

Sin embargo, lo que sí dejó claro Azael Santiago Chepe, nuevo dirigente sindical, es que, siguiendo al Peje legítimo, no reconoce la legalidad y legitimidad del actual gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Ya en Morelos, el mismo personaje gritaba la consigna “¡No a la privatización de la educación!”. Aquí en Oaxaca, frente a las autoridades que el Gobernador nombró y tomó la protesta, les restregó en la cara el mismo discurso pejista: ni la mano, ni el saludo al Gobernador de Oaxaca; pero eso sí, exige que el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz le solucione sus problemas. No sé si sea un problema de psicosis política o sólo una pose circense. El problema estriba en que los grandes conflictos empiezan por las pequeñas incomprensiones verbales y estallan en medio de los conflictos de pasiones.

He insistido que en Morelos se está decidiendo el destino de la educación mexicana. Ojalá los funcionarios oaxaqueños se miren en ese espejo y no sigan cometiendo los mismos errores que han llevado a la Sección 22 a ser portavoz de la oscuridad educativa de todo el país.

5 de octubre de 2008

ANDANZAS MAGISTERIALES.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de octubre de 2008.

Para fortuna de los oaxaqueños y para desgracia de los morelenses, el destino de la educación pública nacional se está decidiendo en el estado de Morelos. La disidencia de la Sección 19 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), aprovechando el cambio de su dirigencia estatal y la novatada de los recién llegados, inició un movimiento que terminó en la confrontación con la recién firmada Alianza por la Calidad de la Educación.

Como argumento para la movilización, que comenzó como una lucha por el control de la dirigencia, utilizaron un tema clave para cualquier profesor sindicalizado: el gobierno federal quería arrebatarles el derecho de heredar las plazas a los familiares que decidieran. En una ahora famosa nota televisiva, una profesora de Morelos declaró públicamente que estaban luchando para conservar los usos y costumbres de la herencia de las plazas magisteriales.

Obviamente, el argumento era el más endeble y el más susceptible de repudio por la opinión publica. Cuando la dirigencia de la disidencia nacional se percató del hecho, modificaron el formato de las declaraciones y convocaron la ayuda de sus seguidores y defensores en la prensa del Distrito Federal. A partir de entonces, el movimiento magisterial morelense y sus portaplumas manejaron la lucha como defensa contra la privatización de la educación pública. Siguiendo el eslogan de la lucha por el petróleo, la consigna fue ¡no a la privatización de la educación en México!

En el proceso, el magisterio disidente morelense abrevó de lo más nefasto de la Sección 22 oaxaqueña. Cerraron las escuelas y bloquearon las carreteras; en las casetas de pago, dejaban pasar los vehículos, pero antes, los automovilistas tenían que “cooperar para la causa”. No le pagaban al gobierno federal, pero el sindicato magisterial sí cobraba el peaje. El mismo esquema de la toma de la caseta de la supercarretera en la desviación a Telixtlahuaca, donde, año con año, los profesores oaxaqueños se forran los bolsillos con los ingresos federales.
La siguiente etapa fue el bloqueo al Palacio de Gobierno y las calles de Cuernavaca. La semana pasada, la disidencia magisterial morelense dio un paso más en la copia del modelo oaxaqueño, al convocar a las organizaciones sociales y políticas para integrarse en una coordinadora de lucha: estaban convocando al fantasma de la APPO morelense.

Para su desgracia, en Morelos gobierna el PAN y en Los Pinos despacha ahora Felipe Calderón. Por eso, tuvieron una respuesta pronta. Los padres de familia de Morelos y la Asociación Nacional de Padres de Familia inmediatamente se movilizaron, convocaron a recuperar las escuelas y llamaron al gobierno estatal para impartir clases por la televisión estatal. Por su parte, la secretaria de Educación Pública también dio una respuesta contundente: las plazas son del Estado mexicano y no de ningún particular, dijo.

Con estos hechos, todo la mesa de negociación se encontró con la barrera de la necesidad de profesionalizar el proceso educativo y de evaluar sus resultados, tanto el trabajo de los profesores, como el conocimiento adquirido por los estudiantes. Precisamente las causas reales de la revuelta magisterial. Mientras las dirigencias sindicales consideran la plaza como patrimonio personal, la SEP plantea la permanencia en las plazas, pero con la consiguiente actualización en los procesos pedagógicos y en las modificaciones curriculares; a los de nuevo ingreso, también se plantea su evaluación, como paso previo para su contratación.

En contraparte, los defensores de la disidencia argumentan las disparidades regionales. Es decir, que un profesor de Oaxaca no sabe lo mismo que uno del Distrito Federal o uno de Nuevo León; que un niño oaxaqueño tiene capacidades diferentes a los otros niños de otras entidades. En síntesis, la defensa argumenta que los usos y costumbres regionales deben prevalecer por sobre la media nacional; pero también defienden que cada estado otorgue las plazas de acuerdo a los usos y costumbres establecidos entre los institutos estatales de educación y las secciones sindicales: la venta de plazas, su asignación mediante el puntaje por asistencia a marchas y plantones, entre otras linduras de la irracionalidad sindical.

Mientras en Morelos se disputa el destino de la educación nacional, los profesores oaxaqueños mantienen su misma línea. Eligieron un nuevo líder, sobre la base del activismo y la virulencia radical. Por eso, su primer acto fue dirigirse al estado de Morelos y enviar, a partir de esta semana, un contingente de profesores oaxaqueños para engrosar las desfortalecidas filas de la disidencia morelense.

No conformes con el paro de labores durante la semana de la elección de su dirigencia, los profesores volvieron a dejar sin clases a los niños oaxaqueños el jueves pasado. El pretexto era lo de menos: festejar el “¡2 de octubre, no se olvida!” o el apoyo solidario a la lucha morelense, de lo que se trata es dejar vacías las aulas, para manifestar la combatividad del supuesto magisterio democrático oaxaqueño. Y luego denuncian que quien quiere privatizar la educación en México es el gobierno federal, sin terminar de entender que, con sus largas ausencias de las aulas, han hecho más por la privatización de la educación en el estado, al impulsar el auge a las escuelas privadas, donde incluso asisten los hijos de los propios líderes magisteriales oaxaqueños.

4 de octubre de 2008

PIFIAS DE LA CNDH.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 3 de octubre de 2008.

Nunca he creído que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sirva realmente para algo, que no sea para pagar sueldos estratosféricos a un grupo de personas que se sienten funcionarios públicos, y para enredar la convivencia político-social del país.

La Comisión nació, según el modelo europeo, para tutelar los derechos de las personas contra el autoritarismo e ilegalidad del gobierno constituido. Sin embargo, su misión se extravió, cuando su personal comprendió que sólo podía actuar contra las decisiones administrativas del Poder Ejecutivo. El camino más fácil fue tutelar a la delincuencia contra los abusos policíacos.

Por eso, hasta hoy, no hemos visto un caso trascendental, donde la CNDH haya tenido intervención decisiva, para tutelar el derecho ciudadano nacional. Independientemente de la filiación política de los gobiernos de la República, la Comisión ha brillado porque sus intervenciones buscan los reflectores de la política, pero jamás en la defensa del interés ciudadano nacional.

Esto se pudo observar notoriamente durante la Trifulca Política Oaxaqueña del 2006. Había claramente una sociedad secuestrada por un grupo de vándalos y un sindicato magisterial, dirigidos por políticos que dirimían sus conflictos de grupo; estaba un gobierno estatal atado de manos por la incapacidad de sus funcionarios; y, el gobierno nacional se solazaba dejando a los oaxaqueños despedazarse entre sí, sin dar respuesta a los llamados de intervención de los poderes legalmente constituidos.

Cuando la CNDH acudió a Oaxaca, fue para corroborar si los derechos de los vándalos y el sindicato magisterial eran respetados o no. Sin embargo, al llegar a la ciudad, se encontraron a los oaxaqueños enardecidos y solicitando ser escuchados por una instancia institucional; entonces la Comisión montó una farsa para recibir las quejas. Hasta hoy, no conozco una sola respuesta dada a las miles de quejas presentadas en el Paseo El Llano.

Hace poco, la CNDH cometió el peor desaguisado de su existencia. Impulsado por los grupos de ultraderecha, su presidente se inconformó, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por la ley permitiendo el aborto en el Distrito Federal. La respuesta de la Corte fue clara y contundente. Muchos esperamos que por pudor y un mínimo de vergüenza, el presidente de la Comisión renunciara o, por lo menos, pidiera una disculpa pública.

Su última pifia es la recomendación emitida contra los resultados de las investigaciones por la muerte del norteamericano Brad Will. Es tan absurda la recomendación que, por ejemplo, reclama a la Procuraduría General de Justicia del estado su ausencia en el lugar de los hechos, inmediatamente después del asesinato. Como si el vandalismo de los APPOs hubiera permitido la presencia de una autoridad estatal, en medio de la balacera que provocaron. También establece que los disparos se efectuaron a una distancia de 50 metros, más o menos, sin ponerse a pensar que acusa a unos policías municipales de ser expertos tiradores, como para acertar con la misma arma, en dos ocasiones seguidas, casi en el mismo lugar, a una persona delgada y en constante movimiento.

Pero no se trata de resolver el caso, más bien de estar en el centro de la atención mediática, porque la mayoría de los mexicanos y de los analistas de los derechos humanos, están convencidos que la Comisión ha dejado de cumplir su papel y su presidente ha perdido la brújula de la misión originaria de esa institución.