FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 19 de diciembre de 2008.
Cuánta razón tiene el senador Adolfo Toledo Infanzón al solicitar que los programas que desarrollo rural, especialmente el Procampo, sean depurados y modificados. Hasta hoy, los recursos dedicados al campo no han servido más que para enriquecer a unos pocos funcionarios gubernamentales, a los muchos contratistas que pululan por las oficinas públicas y para que sobrevivan millones de campesinos pobres.
Hace unos meses, el Centro de Análisis e Investigación Fundar denunció que, en los 15 años de vigencia del Procampo, sólo 10 por ciento de los 2.4 millones de beneficiarios recibieron 16 mil pesos anuales, mientras el 80 por ciento obtuvieron menos de mil pesos al año (La Jornada, 14 de octubre de 2008). Entre los que reciben más dinero está el papá de Vicente Fox ¡después de muerto!, el mismo ex presidente y varios de los más renombrados cabecillas de las mafias del narcotráfico.
Es su origen, los programas de asistencia fueron establecidos por los gobiernos priistas para paliar la pobreza. En los regimenes panistas se han convertido en arcones de negocios familiares, donde lo mismo meten la mano los funcionarios y los delegados federales panistas, para impulsar sueños de grandeza y futuras candidaturas políticas, como también son utilizados por los pro hombres del panismo para aprovecharse del escaso recurso público. En el Procampo, los verdaderos beneficiarios son los latifundistas y los políticos metidos agricultores. Por eso, mientras un comunero oaxaqueño recibe menos de mil pesos ¡al año!, los familiares y hasta el ex presidente Vicente Fox cobran miles de pesos. Es la desvergüenza total: un supuesto rico empresario metido a político, esquilmando el presupuesto federal destinado a los más necesitados del país.
Pero no sólo es eso. Los recursos del Programa Adquisición de Activos Productivos fondeados en Oaxaca se dividen en dos. A una parte se le denomina "municipalizados" y distribuye entre 100 mil y 150 mil pesos a cada municipio de la entidad; una verdadera miseria para satisfacer las miles de solicitudes recibidas cada año en las dependencias gubernamentales. El otro monto, el mayor, denominado "federalizados”, queda en manos de los delegados federales. Con ese dinero se autorizan los proyectos de grandes montos, los que rebasan el millón de pesos para una sola persona o un pequeño grupo. Son los proyectos impulsados por los contratistas amigos de los funcionarios públicos y que, la mayor parte de las veces, tienen los costos sobrevaluados y se presupuestan entre dos o tres veces lo que realmente valen. De ahí sale el dinero para armar el supuesto "cochinito" para las próximas campañas electorales y, por qué no decirlo, también para el ahorro particular de los funcionarios públicos.
Ojalá que la demanda de la Comisión de Desarrollo Rural en el Senado de la República sea escuchada y atendida por la presidencia de la República. En realidad, a los Fox no les hará ningún daño perder la bicoca con que sangran el presupuesto federal; con los ahorros de Martita Sahagún en la Fundación Vamos México, los negocios privados de los Sahagún Bribiesca y los de Fox con los contratistas privados, la familia ex presidencial tiene lo suficiente para que vivan bien sus próximas generaciones. Pero también es necesario ordenar la operatividad de los programas, ahí se desangra más el presupuesto y es una de las causas de la persistencia de la pobreza mexicana y oaxaqueña.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 19 de diciembre de 2008.
Cuánta razón tiene el senador Adolfo Toledo Infanzón al solicitar que los programas que desarrollo rural, especialmente el Procampo, sean depurados y modificados. Hasta hoy, los recursos dedicados al campo no han servido más que para enriquecer a unos pocos funcionarios gubernamentales, a los muchos contratistas que pululan por las oficinas públicas y para que sobrevivan millones de campesinos pobres.
Hace unos meses, el Centro de Análisis e Investigación Fundar denunció que, en los 15 años de vigencia del Procampo, sólo 10 por ciento de los 2.4 millones de beneficiarios recibieron 16 mil pesos anuales, mientras el 80 por ciento obtuvieron menos de mil pesos al año (La Jornada, 14 de octubre de 2008). Entre los que reciben más dinero está el papá de Vicente Fox ¡después de muerto!, el mismo ex presidente y varios de los más renombrados cabecillas de las mafias del narcotráfico.
Es su origen, los programas de asistencia fueron establecidos por los gobiernos priistas para paliar la pobreza. En los regimenes panistas se han convertido en arcones de negocios familiares, donde lo mismo meten la mano los funcionarios y los delegados federales panistas, para impulsar sueños de grandeza y futuras candidaturas políticas, como también son utilizados por los pro hombres del panismo para aprovecharse del escaso recurso público. En el Procampo, los verdaderos beneficiarios son los latifundistas y los políticos metidos agricultores. Por eso, mientras un comunero oaxaqueño recibe menos de mil pesos ¡al año!, los familiares y hasta el ex presidente Vicente Fox cobran miles de pesos. Es la desvergüenza total: un supuesto rico empresario metido a político, esquilmando el presupuesto federal destinado a los más necesitados del país.
Pero no sólo es eso. Los recursos del Programa Adquisición de Activos Productivos fondeados en Oaxaca se dividen en dos. A una parte se le denomina "municipalizados" y distribuye entre 100 mil y 150 mil pesos a cada municipio de la entidad; una verdadera miseria para satisfacer las miles de solicitudes recibidas cada año en las dependencias gubernamentales. El otro monto, el mayor, denominado "federalizados”, queda en manos de los delegados federales. Con ese dinero se autorizan los proyectos de grandes montos, los que rebasan el millón de pesos para una sola persona o un pequeño grupo. Son los proyectos impulsados por los contratistas amigos de los funcionarios públicos y que, la mayor parte de las veces, tienen los costos sobrevaluados y se presupuestan entre dos o tres veces lo que realmente valen. De ahí sale el dinero para armar el supuesto "cochinito" para las próximas campañas electorales y, por qué no decirlo, también para el ahorro particular de los funcionarios públicos.
Ojalá que la demanda de la Comisión de Desarrollo Rural en el Senado de la República sea escuchada y atendida por la presidencia de la República. En realidad, a los Fox no les hará ningún daño perder la bicoca con que sangran el presupuesto federal; con los ahorros de Martita Sahagún en la Fundación Vamos México, los negocios privados de los Sahagún Bribiesca y los de Fox con los contratistas privados, la familia ex presidencial tiene lo suficiente para que vivan bien sus próximas generaciones. Pero también es necesario ordenar la operatividad de los programas, ahí se desangra más el presupuesto y es una de las causas de la persistencia de la pobreza mexicana y oaxaqueña.