FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 17 de abril de 2010.
La idea de la crisis ambiental se introdujo en la arena política a principios de los setenta, a través de los informes elaborados entonces y presentados en la Conferencia sobre el Medio Humano, de la ONU, en Estocolmo, Suecia, en 1972. Planteaban una grave crisis ambiental que podrían conducir a un colapso mundial, porque se había llegado a los límites físicos del crecimiento, por lo que debía impulsarse el crecimiento cero de la economía y la población. A partir de ahí, se dieron dos respuestas paralelas: a) la expansión del movimiento ambientalista, a través de ONGs nacionales e internacionales y, b) la respuesta institucional, mediante conferencias y convenciones, para establecer instituciones internacionales que, con los gobiernos nacionales, plantearan políticas públicas para detener el peligro.
En esta primera gran conferencia internacional se intentó conciliar los objetivos tradicionales del desarrollo con la protección de la naturaleza, se creó el Programa para las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con sede en Nairobi y se recomendó declarar el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Humano.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 17 de abril de 2010.
La idea de la crisis ambiental se introdujo en la arena política a principios de los setenta, a través de los informes elaborados entonces y presentados en la Conferencia sobre el Medio Humano, de la ONU, en Estocolmo, Suecia, en 1972. Planteaban una grave crisis ambiental que podrían conducir a un colapso mundial, porque se había llegado a los límites físicos del crecimiento, por lo que debía impulsarse el crecimiento cero de la economía y la población. A partir de ahí, se dieron dos respuestas paralelas: a) la expansión del movimiento ambientalista, a través de ONGs nacionales e internacionales y, b) la respuesta institucional, mediante conferencias y convenciones, para establecer instituciones internacionales que, con los gobiernos nacionales, plantearan políticas públicas para detener el peligro.
En esta primera gran conferencia internacional se intentó conciliar los objetivos tradicionales del desarrollo con la protección de la naturaleza, se creó el Programa para las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con sede en Nairobi y se recomendó declarar el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Humano.
Las corrientes del pensamiento ambientalista en los setenta.
A principios de esa década, había tres grandes corrientes de pensamiento sobre el tema: a) la ecologista conservacionista, que termina proponiendo el crecimiento cero, paradigmáticamente formulada en el Primer Informe al Club de Roma; b) la desarrollista o de ambientalismo moderado, expresada en la Declaración sobre el Medio Humano de la ONU, en Estocolmo; y, c) la corriente crítica humanista con una alternativa al orden dominante, expresada, por un lado, en la propuesta de ecodesarrollo y, por el otro, por el Modelo Mundial Latinoamericano elaborado por la Fundación Bariloche.
La tesis de los límites físicos y la propuesta de crecimiento cero.
La propuesta tiene su origen en la teoría económica clásica, especialmente en las tesis de Thomas Robert Malthus, quien defendía que, mientras la población se desarrollaba en progresión geométrica o exponencial, la producción de alimentos tendía a hacerlo en progresión aritmética o lineal, por lo que, en un momento determinado, los alimentos resultarían insuficientes, y los salarios llegarían a niveles por debajo de la subsistencia. La única solución –decía- sería reducir la natalidad mediante casamiento tardío y abstinencia o, más efectivamente, por el hambre, las epidemias, pestes y guerras. Por su parte, David Ricardo, en los Principios de Economía Política y Tributación, partía del carácter limitado de la tierra y de la ley de rendimientos decrecientes, que llevarían a la necesidad de más cantidad de trabajo y capital para mantener la tasa de beneficio, lo que conduciría a una menor retribución del trabajo, llevándola a niveles de subsistencia. Como Malthus, proponía reducir la población.
La propuesta actual del crecimiento cero fue impulsada por los trabajos de varios autores, entre ellos, Kenneth E. Boulding, Paul y Anne Ehrlich, y por lo expresado en El Manifiesto por la Superviviencia de Edward Goldsmith y Los Límites del Crecimiento de Dennis Meadows.
De todas las investigaciones efectuadas y publicadas, fue la divulgada por el Club de Roma, Los Límites del Crecimiento, la que mayor impacto tuvo para impulsar el debate ambiental a nivel mundial y a darle un sentido político. El primer informe partió del trabajo del profesor Jay Forrester, del Tecnológico de Massachusetts, presentando un modelo global; después lo retomó en un modelo de la dinámica mundial y, más tarde, un equipo dirigido por Meadows elaboró un tercer modelo que condujo al informe del Club de Roma.
El modelo de la dinámica mundial relacionaba la evolución de cinco variables: población, inversión de capital, recursos naturales, contaminación y producción de alimentos, para concluir que el equilibrio supondría un crecimiento cero en todas las variables básicas del sistema, excepto en los recursos naturales, que seguirían decreciendo lentamente.
Dennis Meadows y su equipo desarrollaron otro modelo, a partir de cinco tendencias: industrialización acelerada, rápido crecimiento demográfico, escasez general de alimentos, agotamiento de recursos no renovables y deterioro del medio ambiente. Al final concluía que, de continuar las tendencias actuales, los límites planetarios se alcanzarían en un periodo de 100 años, produciendo una catástrofe general por el declive súbito de la capacidad industrial, y la hambruna, en un contexto de caos social.
Esta visión está basada en muchas consideraciones biológicas y ecológicas, muy influenciadas por el maltusianismo de la presión poblacional sobre el uso de los recursos naturales.
En mis dos siguientes artículos explicaré las otras dos corrientes teóricas del pensamiento de la sustentabilidad ambiental.