FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de junio de 2010.
“Este arroz ya se coció”, dice el dicho popular. Así parecen estar las doce elecciones estatales, donde el PRI va a obtener la mayoría y ¡carro completo!, como lo vaticinó recientemente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, los antaño gurúes de los “espurios” y los “legítimos”. Era un asunto anunciado desde fines del año pasado, a partir de la incapacidad administrativa de los panistas para gobernar al país y la crisis económica que no quisieron sortear beneficiando a las mayorías.
Ante la crisis política de la toma de protesta presidencial, los panistas resolvieron meter al país en una cruenta guerra contra el narcotráfico, sin un diagnóstico previo que les permitiera desenredar la madeja y golpear los puntos estratégicos. Quizá nadie supo explicarle a Felipe Calderón algo que todos los clásicos de la guerra, desde Sun Tzu hasta Napoleón, sabían: las guerras se ganan antes de comenzar las batallas, con el servicio de Inteligencia. Sin capacidad, el presidente se metió al zarzal de las bajas civiles, que demerita la imagen de las fuerzas armadas de todos los mexicanos.
Poco antes, el gobierno entró en la crisis económica, que si bien se originó en Estados Unidos, los neoliberales panistas demostraron incapacidad para enfrentarla como debía ser: sacando dinero de la bolsa de quienes lo tienen. Lo hicieron al revés, incrementando todos los impuestos posibles. Sacaron dinero de la bolsa de los trabajadores, para salvaguardar las cajas fuertes de los dueños de las empresas y los bancos. Quisieron tener un gobierno rico, a costa de un pueblo pobre, pensando, quizá, que con el reparto de las limosnas de Oportunidades, los pobres les iban a responder con votos. Jugaron mal. Quienes trabajan y los sin empleo, les van a cobrar caro la factura de los impuestos y los réditos, al parecer, van a llegar hasta el año 2012.
Por eso, los panistas se aventuraron a la alianza con sus tradicionales contrincantes. Unidos, “espurios” y “legítimos” quisieron revertir el probable triunfo priista de este año. Sin embargo, los resultados de las encuestas finales del proceso electoral nos están mostrando las verdaderas causas de la desesperación de la dirigencia panista, pero también del tamaño de los destrozos que pueden causar. Los resultados de las encuestas dados a conocer por dos de los principales medios de comunicación, el periódico Milenio y Televisa, hechos, a su vez, por Gabinete de Comunicación Estratégica y Consulta Mitofski, dan un claro y contundente triunfo al PRI en todas las elecciones estatales. Todas las estrellas de la derecha, desde Gabino Cué hasta Xóchitl Gálvez, se van a quedar con la frustración de la derrota. Todos los tránsfugas del PRI, de Rosas Aispuro hasta Mario López, van a saber que el cuento del dinosaurio está basado en la realidad del “voto duro” priista.
En Oaxaca, la tendencia electoral es cada vez más clara. Según las encuestas del periódico Milenio, en abril, al inicio de la campaña, Eviel Pérez Magaña tenía una ventaja de 5.3% sobre su competidor que llevaba 6 años de campaña por el gobierno estatal. La encuesta intermedia, de mayo, redujo la ventaja a 4.7%. La última encuesta, de ayer, muestra una ventaja del PRI de 8.3% de los votos. Si las elecciones fueran este domingo, Eviel obtendría 42.5% de los votos y Gabino el 34.2%. Otra encuesta, la de Consulta Mitofsky-Televisa, le da al PRI el 44% de los votos, contra 35% de la coalición panista-perredista.
Oaxaca, la cereza del pastel electoral, va a quedar en manos del PRI y, por los números de las encuestas, no va a dar pie para que César Nava y Jesús Ortega puedan litigar los resultados en el Tribunal Federal Electoral. El único problema es que, cerrada la posibilidad del triunfo por la estructura electoral y ante la imposibilidad de incidir en los resultados con la propaganda negra, los panistas suelten las riendas a las jaurías radicales de sus coyunturales aliados electorales. En estos días y los primeros después de las elecciones, los radicales contrarios al gobierno estatal van a intentar convencer a la derecha pragmática y a la “izquierda” institucionalizada que el único camino es ahogar, nuevamente, en llamas a la sociedad oaxaqueña. Para ellos, la derrota electoral será muestra palpable que al PRI sólo se le puede vencer con la violencia y la revuelta social.
Ése es el verdadero riesgo que los priistas deben enfrentar con serenidad, trabajo organizativo e imaginación creadora. Viene ahora el reto más difícil. ¿Cómo aterrizar los compromisos de la campaña política? ¿Qué políticas pública instrumentar para evitar, de nueva cuenta, la frustración social? Oaxaca requiere gobernanza, no solo gobernabilidad. Eso requiere de una visión de futuro, que unifique a todos en la búsqueda de una meta común. Es el siguiente reto de los priistas y los oaxaqueños en general.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de junio de 2010.
“Este arroz ya se coció”, dice el dicho popular. Así parecen estar las doce elecciones estatales, donde el PRI va a obtener la mayoría y ¡carro completo!, como lo vaticinó recientemente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, los antaño gurúes de los “espurios” y los “legítimos”. Era un asunto anunciado desde fines del año pasado, a partir de la incapacidad administrativa de los panistas para gobernar al país y la crisis económica que no quisieron sortear beneficiando a las mayorías.
Ante la crisis política de la toma de protesta presidencial, los panistas resolvieron meter al país en una cruenta guerra contra el narcotráfico, sin un diagnóstico previo que les permitiera desenredar la madeja y golpear los puntos estratégicos. Quizá nadie supo explicarle a Felipe Calderón algo que todos los clásicos de la guerra, desde Sun Tzu hasta Napoleón, sabían: las guerras se ganan antes de comenzar las batallas, con el servicio de Inteligencia. Sin capacidad, el presidente se metió al zarzal de las bajas civiles, que demerita la imagen de las fuerzas armadas de todos los mexicanos.
Poco antes, el gobierno entró en la crisis económica, que si bien se originó en Estados Unidos, los neoliberales panistas demostraron incapacidad para enfrentarla como debía ser: sacando dinero de la bolsa de quienes lo tienen. Lo hicieron al revés, incrementando todos los impuestos posibles. Sacaron dinero de la bolsa de los trabajadores, para salvaguardar las cajas fuertes de los dueños de las empresas y los bancos. Quisieron tener un gobierno rico, a costa de un pueblo pobre, pensando, quizá, que con el reparto de las limosnas de Oportunidades, los pobres les iban a responder con votos. Jugaron mal. Quienes trabajan y los sin empleo, les van a cobrar caro la factura de los impuestos y los réditos, al parecer, van a llegar hasta el año 2012.
Por eso, los panistas se aventuraron a la alianza con sus tradicionales contrincantes. Unidos, “espurios” y “legítimos” quisieron revertir el probable triunfo priista de este año. Sin embargo, los resultados de las encuestas finales del proceso electoral nos están mostrando las verdaderas causas de la desesperación de la dirigencia panista, pero también del tamaño de los destrozos que pueden causar. Los resultados de las encuestas dados a conocer por dos de los principales medios de comunicación, el periódico Milenio y Televisa, hechos, a su vez, por Gabinete de Comunicación Estratégica y Consulta Mitofski, dan un claro y contundente triunfo al PRI en todas las elecciones estatales. Todas las estrellas de la derecha, desde Gabino Cué hasta Xóchitl Gálvez, se van a quedar con la frustración de la derrota. Todos los tránsfugas del PRI, de Rosas Aispuro hasta Mario López, van a saber que el cuento del dinosaurio está basado en la realidad del “voto duro” priista.
En Oaxaca, la tendencia electoral es cada vez más clara. Según las encuestas del periódico Milenio, en abril, al inicio de la campaña, Eviel Pérez Magaña tenía una ventaja de 5.3% sobre su competidor que llevaba 6 años de campaña por el gobierno estatal. La encuesta intermedia, de mayo, redujo la ventaja a 4.7%. La última encuesta, de ayer, muestra una ventaja del PRI de 8.3% de los votos. Si las elecciones fueran este domingo, Eviel obtendría 42.5% de los votos y Gabino el 34.2%. Otra encuesta, la de Consulta Mitofsky-Televisa, le da al PRI el 44% de los votos, contra 35% de la coalición panista-perredista.
Oaxaca, la cereza del pastel electoral, va a quedar en manos del PRI y, por los números de las encuestas, no va a dar pie para que César Nava y Jesús Ortega puedan litigar los resultados en el Tribunal Federal Electoral. El único problema es que, cerrada la posibilidad del triunfo por la estructura electoral y ante la imposibilidad de incidir en los resultados con la propaganda negra, los panistas suelten las riendas a las jaurías radicales de sus coyunturales aliados electorales. En estos días y los primeros después de las elecciones, los radicales contrarios al gobierno estatal van a intentar convencer a la derecha pragmática y a la “izquierda” institucionalizada que el único camino es ahogar, nuevamente, en llamas a la sociedad oaxaqueña. Para ellos, la derrota electoral será muestra palpable que al PRI sólo se le puede vencer con la violencia y la revuelta social.
Ése es el verdadero riesgo que los priistas deben enfrentar con serenidad, trabajo organizativo e imaginación creadora. Viene ahora el reto más difícil. ¿Cómo aterrizar los compromisos de la campaña política? ¿Qué políticas pública instrumentar para evitar, de nueva cuenta, la frustración social? Oaxaca requiere gobernanza, no solo gobernabilidad. Eso requiere de una visión de futuro, que unifique a todos en la búsqueda de una meta común. Es el siguiente reto de los priistas y los oaxaqueños en general.