FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 20 de octubre de 2010.
Especialmente en Oaxaca, muy poca gente cree en los partidos políticos y están descreyendo en los políticos. La repulsa la han ganado a pulso, “golpe a golpe”, diría el poeta Antonio Machado. El PRI por los desfiguros de las últimas elecciones, donde los candidatos fueron impuestos sólo por la amistad y la fuerza del mandante. El PRD y el PAN por una alianza ideológicamente absurda, que sólo denota la ambición por el dinero y los cargos públicos. Los demás partidos, por su incapacidad de presentar posiciones coherentes y en beneficio de la gente. Todos los partidos y los políticos –incluyendo a los administradores- en activo, han caído, de una u otra forma, en la incoherencia ética o en la deshonestidad profesional.
En el ámbito nacional las cosas van por los peores caminos. Hace unas semanas, los diputados priistas anunciaron la reducción del 1% del IVA. Se dijeron engañados por el presidente Calderón con un falso hoyo fiscal. Adujeron la falta de ejercicio de lo presupuestado. Comentaron el gasto exorbitante en sueldos, viáticos y nuevas contrataciones. Como gobierno ineficiente y caro tacharon al federal. Parecía que iban por el camino del reencuentro con la militancia empobrecida del priismo popular, hasta que aparecieron los gobernadores, con su lógica pragmática. Querían más dinero y lo van a obtener. El único problema, que no meditan los priistas, es que buena parte de esos recursos serán manejados por gobernadores opuestos al PRI. Por si no lo recuerdan, en las pasadas elecciones estatales el PRI perdió el control de casi 8 millones de mexicanos, que ahora serán administrados por gobernadores variopintos. Oaxaca, Puebla y Sinaloa serán gobernados con la influencia panista, aunque con intervención pejista el primero, de Elba Esther el segundo y Manlio Fabio Beltrones el tercero.
El PRD está peor. Junto a su extraña alianza con el PAN, se han destacado por la defensa a ultranza de personas acusadas de delincuencia. Gregorio Sánchez, de Quintana Roo, está encarcelado en Nayarit acusado de tráfico de indocumentados y delincuencia organizada vinculada al narcotráfico. Jesús Ortega, presidente Nacional del PRD insiste en su inocencia, todo porque le entregó la Tesorería y la regiduría de Obras Públicas cuando fue presidente municipal de Benito Juárez-Cancún. Los perredistas también arroparon al michoacano Julio César Godoy Toscano y lo hicieron diputado federal, a pesar de estar acusado de vínculos con La Familia michoacana. Las últimas grabaciones dadas a conocer muestran a un hombre metido hasta el cuello en actividades delincuenciales. Si bien no son prueba plena, son indicios claros de la degradación de la política.
Ni que decir del PAN. Los campeones contra la corrupción mostraron el lodazal económico de sus dirigentes. Con motivo de su boda, el presidente del CEN panista compró un departamento, valuado en 22 millones de pesos, en un supuesto remate por 7 millones de pesos. Al ridículo encubrimiento del precio real del departamento, queda la duda del origen del dinero. Juan Diego decía que su sueldo anual declarado, cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia, era de 2 millones 300 mil pesos anuales. ¿De dónde, pues, salió lo demás? Claro, cuando se recuerda que César Nava era el responsable del departamento jurídico de PEMEX, cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y Juan Camilo Mouriño se volvió empresario petrolero, podemos entender el origen de la riqueza del líder panista nacional
Así, ¿alguien puede creer en la política y los políticos?
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 20 de octubre de 2010.
Especialmente en Oaxaca, muy poca gente cree en los partidos políticos y están descreyendo en los políticos. La repulsa la han ganado a pulso, “golpe a golpe”, diría el poeta Antonio Machado. El PRI por los desfiguros de las últimas elecciones, donde los candidatos fueron impuestos sólo por la amistad y la fuerza del mandante. El PRD y el PAN por una alianza ideológicamente absurda, que sólo denota la ambición por el dinero y los cargos públicos. Los demás partidos, por su incapacidad de presentar posiciones coherentes y en beneficio de la gente. Todos los partidos y los políticos –incluyendo a los administradores- en activo, han caído, de una u otra forma, en la incoherencia ética o en la deshonestidad profesional.
En el ámbito nacional las cosas van por los peores caminos. Hace unas semanas, los diputados priistas anunciaron la reducción del 1% del IVA. Se dijeron engañados por el presidente Calderón con un falso hoyo fiscal. Adujeron la falta de ejercicio de lo presupuestado. Comentaron el gasto exorbitante en sueldos, viáticos y nuevas contrataciones. Como gobierno ineficiente y caro tacharon al federal. Parecía que iban por el camino del reencuentro con la militancia empobrecida del priismo popular, hasta que aparecieron los gobernadores, con su lógica pragmática. Querían más dinero y lo van a obtener. El único problema, que no meditan los priistas, es que buena parte de esos recursos serán manejados por gobernadores opuestos al PRI. Por si no lo recuerdan, en las pasadas elecciones estatales el PRI perdió el control de casi 8 millones de mexicanos, que ahora serán administrados por gobernadores variopintos. Oaxaca, Puebla y Sinaloa serán gobernados con la influencia panista, aunque con intervención pejista el primero, de Elba Esther el segundo y Manlio Fabio Beltrones el tercero.
El PRD está peor. Junto a su extraña alianza con el PAN, se han destacado por la defensa a ultranza de personas acusadas de delincuencia. Gregorio Sánchez, de Quintana Roo, está encarcelado en Nayarit acusado de tráfico de indocumentados y delincuencia organizada vinculada al narcotráfico. Jesús Ortega, presidente Nacional del PRD insiste en su inocencia, todo porque le entregó la Tesorería y la regiduría de Obras Públicas cuando fue presidente municipal de Benito Juárez-Cancún. Los perredistas también arroparon al michoacano Julio César Godoy Toscano y lo hicieron diputado federal, a pesar de estar acusado de vínculos con La Familia michoacana. Las últimas grabaciones dadas a conocer muestran a un hombre metido hasta el cuello en actividades delincuenciales. Si bien no son prueba plena, son indicios claros de la degradación de la política.
Ni que decir del PAN. Los campeones contra la corrupción mostraron el lodazal económico de sus dirigentes. Con motivo de su boda, el presidente del CEN panista compró un departamento, valuado en 22 millones de pesos, en un supuesto remate por 7 millones de pesos. Al ridículo encubrimiento del precio real del departamento, queda la duda del origen del dinero. Juan Diego decía que su sueldo anual declarado, cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia, era de 2 millones 300 mil pesos anuales. ¿De dónde, pues, salió lo demás? Claro, cuando se recuerda que César Nava era el responsable del departamento jurídico de PEMEX, cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y Juan Camilo Mouriño se volvió empresario petrolero, podemos entender el origen de la riqueza del líder panista nacional
Así, ¿alguien puede creer en la política y los políticos?