Aunque la psicosis es un término genérico utilizado en psicología, bien puede utilizarse para referirse al proceso de planeación efectuado en el estado de Oaxaca, desde principio de la década de los 80. En esa rama de la ciencia, se utiliza para referirse a un estado mental descrito como una pérdida de contacto con la realidad. Es ésa, precisamente, la situación de los gobiernos estatales, pues en sus planes de desarrollo elaboran un diagnóstico muy realista, mostrando el grado de atraso y marginación de la entidad en sus diferentes áreas, y, sin embargo, cuando se plantean los objetivos, las estrategias, políticas y líneas de acción, dejan de referirse a esa realidad, para plantear otra totalmente diferente. En la práctica, aquí se repite esa vieja costumbre de no ver la realidad social, con tal de intentar aplicar las recetas y las reglas de las teorías importadas de sociedades diferentes.
Según los expertos, los sicóticos pueden presentar alucinaciones o delirios y pueden exhibir cambios en su personalidad y pensamiento desorganizado. Nada mejor para describir la actuación gubernamental oaxaqueña, al plantear como objetivo y fin un proceso de crecimiento económico basado en la empresa privada y su vinculación con todas las áreas de la sociedad para impulsar un desarrollo económico basado en la apropiación privada de los excedentes, a partir del incremento de la productividad y la competitividad en el mercado de esas empresas privadas, cuando ellos mismos, en sus diagnósticos, reconocen la inexistencia de las estructuras de propiedad y de organización necesarias para impulsar el proceso de acumulación y desarrollo clásico del capitalismo. Esta situación ha llevado a un choque cultural y económico donde, ni se consolida la forma tradicional de organización, ni logran aclimatar la propuesta nacional del desarrollo empresarial privado, impulsada desde las instancias del gobierno federal.
En la mayor parte del territorio estatal, la gente vive en un entorno de comunidades solidarias, pero el gobierno no asume esa realidad social y propone un desarrollo basado en una completa irrealidad social. En lugar de considerar las condiciones reales en que se desenvuelven los oaxaqueños, consolidar e impulsar las fortalezas de esas sociedad solidarias y comunitarias, inyectar recursos a sus proyectos y procesos de desarrollo económico, fortificar la cultura de solidaridad social, promover la visión de la administración pública como servicio comunitario e impulsar el manejo y el conocimiento de las técnicas empresariales para el incremento de la productividad y el crecimiento económico, los gobiernos estatales impulsan y promueven una visión de desarrollo basada en la empresa privada, a partir de los planteamientos y las estrategias de desarrollo marcados por el gobierno federal, cuyos planes de desarrollo están basados en organizaciones y entornos sociales diferentes a los oaxaqueños.
Ésa es la causa y razón fundamental por la que, durante casi 30 años, los gobiernos estatales de Oaxaca han invertido multimillonarias sumas de dinero en procesos que identifican como desarrollo y cuyos únicos resultados han sido el mantenimiento y el incremento de la desigualdad, la pobreza, la miseria y la marginación social.
En la realidad, con este proceso de planificación psicótica, los gobiernos estatales han metido a las comunidades locales en un proceso de choque cultural. Mientras los habitantes de las localidades se desempeñan en entornos solidarios, en propiedades colectivas y basan sus relaciones cotidianas en la cooperación y la solidaridad, los gobiernos estatales los inducen a tener un comportamiento totalmente diferente, en mucho basado a lo que J. M. Keynes alguna vez sintetizaba como el egoísmo, la avaricia y la usura, esa triada base del sistema de la apropiación privada de los excedentes.
Los gobiernos estatal y federal, ni permiten la consolidación de las bases comunitarias de la organización económica y social de las comunidades, ni tampoco ha logrado hacer que estos pueblos se apropien de la ideología del interés, como medio de convivencia cotidiana. En ese choque de culturas, los oaxaqueños han caído en el círculo vicioso de la falta de apoyos y recursos, improductividad de sus tierras y empresas, pérdida de empleos, constante y creciente migración, pobreza y marginación, cerrazón ante el cambio y la innovación, retiro de apoyos y falta de recursos económicos.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 27 de noviembre de 2010.
Según los expertos, los sicóticos pueden presentar alucinaciones o delirios y pueden exhibir cambios en su personalidad y pensamiento desorganizado. Nada mejor para describir la actuación gubernamental oaxaqueña, al plantear como objetivo y fin un proceso de crecimiento económico basado en la empresa privada y su vinculación con todas las áreas de la sociedad para impulsar un desarrollo económico basado en la apropiación privada de los excedentes, a partir del incremento de la productividad y la competitividad en el mercado de esas empresas privadas, cuando ellos mismos, en sus diagnósticos, reconocen la inexistencia de las estructuras de propiedad y de organización necesarias para impulsar el proceso de acumulación y desarrollo clásico del capitalismo. Esta situación ha llevado a un choque cultural y económico donde, ni se consolida la forma tradicional de organización, ni logran aclimatar la propuesta nacional del desarrollo empresarial privado, impulsada desde las instancias del gobierno federal.
En la mayor parte del territorio estatal, la gente vive en un entorno de comunidades solidarias, pero el gobierno no asume esa realidad social y propone un desarrollo basado en una completa irrealidad social. En lugar de considerar las condiciones reales en que se desenvuelven los oaxaqueños, consolidar e impulsar las fortalezas de esas sociedad solidarias y comunitarias, inyectar recursos a sus proyectos y procesos de desarrollo económico, fortificar la cultura de solidaridad social, promover la visión de la administración pública como servicio comunitario e impulsar el manejo y el conocimiento de las técnicas empresariales para el incremento de la productividad y el crecimiento económico, los gobiernos estatales impulsan y promueven una visión de desarrollo basada en la empresa privada, a partir de los planteamientos y las estrategias de desarrollo marcados por el gobierno federal, cuyos planes de desarrollo están basados en organizaciones y entornos sociales diferentes a los oaxaqueños.
Ésa es la causa y razón fundamental por la que, durante casi 30 años, los gobiernos estatales de Oaxaca han invertido multimillonarias sumas de dinero en procesos que identifican como desarrollo y cuyos únicos resultados han sido el mantenimiento y el incremento de la desigualdad, la pobreza, la miseria y la marginación social.
En la realidad, con este proceso de planificación psicótica, los gobiernos estatales han metido a las comunidades locales en un proceso de choque cultural. Mientras los habitantes de las localidades se desempeñan en entornos solidarios, en propiedades colectivas y basan sus relaciones cotidianas en la cooperación y la solidaridad, los gobiernos estatales los inducen a tener un comportamiento totalmente diferente, en mucho basado a lo que J. M. Keynes alguna vez sintetizaba como el egoísmo, la avaricia y la usura, esa triada base del sistema de la apropiación privada de los excedentes.
Los gobiernos estatal y federal, ni permiten la consolidación de las bases comunitarias de la organización económica y social de las comunidades, ni tampoco ha logrado hacer que estos pueblos se apropien de la ideología del interés, como medio de convivencia cotidiana. En ese choque de culturas, los oaxaqueños han caído en el círculo vicioso de la falta de apoyos y recursos, improductividad de sus tierras y empresas, pérdida de empleos, constante y creciente migración, pobreza y marginación, cerrazón ante el cambio y la innovación, retiro de apoyos y falta de recursos económicos.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 27 de noviembre de 2010.