FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de enero de 2009.
Desde 1981 hasta hoy, los gobiernos estatales han elaborado los planes de desarrollo estatal correspondientes. En todos sus diagnósticos podemos encontrar como constante el reconocimiento de la entidad como uno de los más atrasados, más pobres y con los más bajos índices de desarrollo de la nación. Desde entonces, todos los planes insisten en la necesidad de impulsar el crecimiento económico para producir e incrementar la riqueza, dar empleos a los oaxaqueños y elevar los niveles de bienestar de la población.
Para ello, los documentos insisten reiteradamente en la necesidad de crear más empresas, especialmente del sector privado, porque consideran que es el único medio que puede generar la mayor cantidad de empleos que la creciente población estatal requiere. Visto desde esa perspectiva, la meta fundamental de los gobiernos ha sido la búsqueda de la industrialización del estado, especialmente la vinculada al sector manufacturero, considerando a la industria de transformación como la única con posibilidad de dar mayor valor agregado a la materia prima local. Por ejemplo, en el plan presentado por Pedro Vásquez Colmenares, se insistían en capitalizar al agro, para "incrementar la producción y productividad y lograr mejores términos de intercambio en la comercialización", para ello planteaba impulsar la producción de pequeños rancheros productivos, una perspectiva manifiestamente fuera de lugar en un estado donde la mayor parte de las propiedades eran minifundios y estaban manos de las comunidades agrarias y los ejidos.
Por otra parte, en esos planes también ha sido una constante la identificación del concepto de desarrollo con la idea del crecimiento económico. Nadie más claro para establecer su proyecto de desarrollo que el gobernador Diódoro Carrasco Altamirano. Parte con la mayor precisión de que "los esfuerzos de mejoría serán ociosos si antes no se logran crear las condiciones materiales que permitan generar riqueza. Necesitamos crecer económicamente, con estabilidad y de manera sostenida, a un ritmo mayor al índice nacional." Para ello, se proponía usar "adecuada y racionalmente los recursos naturales y humanos, aprovechar las ventajas comparativas, elevar los niveles de producción y productividad y generar más y mejores empleos en todas las regiones del estado."
Para los gobiernos estatales, pues, la industrialización incrementaría la producción de artículos manufacturados, con lo que crecería el Producto Interno Bruto estatal y, obviamente, se incrementaría el producto per cápita de cada uno de los oaxaqueños. Sin embargo, la terca realidad era diferente.
Si bien, a Pedro Vázquez Colmenares, Gobernador de 1981 al 1986, le tocó administrar con el esquema de los tres sectores de la economía mixta -privado, social y paraestatal-, el siguiente período gobernó en medio del desmantelamiento del Estado empresario, para dar paso a las políticas neoliberales que planteaban la necesidad del Estado gendarme, vendiendo paulatinamente todas las industrias paraestatales. A partir del sexenio de Carlos Salinas, el énfasis fundamental de las políticas propuestas por el gobierno federal fue el impulso a la empresa privada, como única posibilidad viable de generar riqueza, para, supuestamente, después distribuir los excedentes entre una población que se empobrecía cada vez más.
Esta visión del desarrollo empresarial privado se manifiesta fundamentalmente en los apartados de la planificación del desarrollo de los planes estatales, porque, en el apartado del diagnóstico, todos los documentos son muy precisos en demostrar que sólo el 13% del territorio estatal se encuentra en manos de propietarios privados. La mayor parte de las tierras del estado, el 87% del total, se encuentran en manos de las comunidades y los ejidos. Además, especialmente en los tres últimos gobiernos, se establece con claridad que 418 municipios, de los 570 del total, eligen a sus autoridades con el sistema de usos y costumbres; es decir, quienes administran los municipios son electos mediante votaciones directas, a mano alzada, en una asamblea de ciudadanos, de acuerdo a un sistema de cargos que tiene rasgos precolombinos y muchas características conformadas durante la época colonial. En lo general, se puede observar una relación casi directa entre aquellos municipios que eligen a sus autoridades por el sistema de usos y costumbres y la propiedad colectiva de la tierra, a través de los bienes comunales. Estos municipios se gobiernan mediante administraciones vistas como instituciones de servicio gratuito a la comunidad y como parte de las responsabilidades que conlleva el ser miembro de la comuna y tener tierras en propiedad comunal.
En esos diagnósticos, también se puede observar la casi nula existencia de una industria mediana en el territorio estatal, pero especialmente la grande –donde laboran más de 200 personas. Por ejemplo, en el plan de Pedro Vázquez Colmenares, se reconocen 14 grandes empresas, pero 10 de ellas eran empresas paraestatales y sólo 4 eran privadas. 25 años después, Ulises Ruiz Ortiz registra sólo 5 grandes empresas, la más grande es la refinería de PEMEX en Salina Cruz, de propiedad estatal; además, muestra que, de 1981 a la fecha, sólo se habían creado 2 empresas grandes más. La mayor parte de las unidades económicas eran y son microempresas, y de ellas, casi la mitad tortillerías y panaderías.
¿De dónde, pues, sacaban los burócratas de la planeación del desarrollo oaxaqueño, la peregrina idea de que la empresa privada era y es la única solución para alcanzar el crecimiento económico estatal?