FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 9 de enero de 2009.
La semana pasada, el sacerdote Romualdo Mayrén, el Padre Ubi, tocó la flauta. Al manifestar: "La posición radicaloide del todo o nada llevó al fracaso al movimiento social gestado en Oaxaca en 2006, ya que en octubre de ese año los representantes de la Secretaría de Gobernación aceptaron resolver todas las peticiones de manera favorable" (La Jornada, 2/01/1009), dejaba en claro la incapacidad de los dirigentes de la Trifulca Política para adaptarse a las circunstancias y salir ganando.
Como lo he manifestado, el gobierno estatal tuvo la gran fortuna de enfrentar a una caterva de sindicalistas ineptos, académicos busca chambas, ambiciosos dedicados a la política y desempleados metidos a organizar grupos y comunidades sociales, pero sin ninguna capacidad política u organizativa para inducir un movimiento a escala estatal. Flavio Sosa no era el dirigente de la APPO, solo fue el títere que sirvió a otros propósitos por ser un hombre sin ideología, compromisos o capacidad política. Junto con él, quisieron destacar un grupo de académicos que cobran un tiempo completo en la UABJO, pero además ordeñan otro tiempo completo en la UPN o el IEEPO, y tienen otro sueldo en el municipio y otras oficinas estatales. Enmarañados en la necesidad de checar tarjetas, corrían de un lugar a otro y no tuvieron el tiempo suficiente para analizar el suceso político que se desarrollaba en algunas calles del centro de la ciudad de Oaxaca. Por eso se lanzaron al todo o nada, quedándose obviamente con el vacío político y administrativo.
Lo que quizá no sepa el sacerdote Mayrén, o no lo quiera decir, es que, presionado por la Secretaría de Gobernación, valga decir por el gobierno de Vicente Fox, el Gobernador de Oaxaca estuvo dispuesto a ceder a los grupos disidentes todas las secretarías y las instancias paraestatales del gobierno estatal. El Gobernador sólo quería quedarse con tres áreas de gobierno: la Secretaría de Finanzas, la Secretaría de la Contraloría y la Secretaría de Obras Públicas, las demás estuvieron puestas en la mesa de la negociación.
Los opositores de Ulises Ruiz no pudieron comprender que, con ese movimiento, no consolidaban la presencia del Gobernador, sino creaban la estructura que les permitiría, en algún momento no muy lejano, obtener el desafuero constitucional o la posibilidad de ganar las próximas elecciones para gobernador del Estado. Sin embargo, el acuerdo implicaba trabajo cotidiano y responsabilidad, a diferencia de su militancia política, donde pueden despertar tarde, ir y venir por todos lados, llegar de repente a sus sedes, presionar al gobierno para obtener recursos y gastarlos como quieran, sin ninguna responsabilidad ni supervisión de nadie.
Tiene razón Mayrén. Los dirigentes del movimiento político de esos años jugaron al todo o nada, pero además hicieron perder a la sociedad civil oaxaqueña la oportunidad de conformar una organización que realmente defendiera sus intereses.
Por eso, Flavio Sosa hoy vuelve a ser el mismo gordo, barbón y desaliñado, que busca al partido que lo postule o desde donde pueda sangrar las finanzas estatales y los académicos de las mil chambas siguen rumiando el fracaso y soñando con la entelequia de “la APPO vive, la lucha sigue”, para buscar arañar nuevamente la gran oportunidad que dejaron escapar en la mesa de negociación de la Secretaría de Gobernación, en octubre de 2006. No comprendieron que la política es el arte de lo posible y no un juego de voluntariosos. No es apta para ineptos.