Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 28 de julio de 2010.
En Oaxaca ha terminado la fiesta y ahora comienza el tiempo del pago de las facturas. Las cuentas del gobierno saliente no son nada halagüeñas, el entrante sólo observa una tolvanera, sin pies ni cabeza. Eso induce a muchos a acelerar la transición, como si fuera sólo un acto de voluntad. Quien sí tiene clara la película es el gobierno saliente. La ley es clara. El gobernador saliente es el responsable legal del estado, hasta las 12 de la noche del día 30 de noviembre del año en curso. A partir de esa hora, el nuevo gobierno se hace cargo de la institución. Ni un minuto antes, ni uno después.
Lo que sí es cierto es que ha habido gobernadores y equipos emergentes muy broncos y nerviosos; gente que se sentía desplazada y se desesperaba por asumir la estafeta. Así lo observamos al concluir el gobierno de Diódoro Carrasco. Los asesores y la camarilla del gobernador entrante lo empujaban al enfrentamiento con el saliente, porque exigían su inmediata participación en los asuntos gubernamentales. Quienes estuvieron en los equipos de los gobernadores cuentan que las relaciones se tensaron tanto, que llegaron incluso a las mentadas de madres entre los titulares. Nada de eso es necesario, ni siquiera por la rendición de cuentas. La responsabilidad de los titulares salientes no termina el último día de su gestión; al contrario, a partir de entonces comienzan a correr los días de las aclaraciones y reposiciones. La responsabilidad sobre los recursos administrados no fenece, sino hasta diez años después de haber entregado el mando.
Por cierto, es responsabilidad del gobierno saliente entregar las propuestas para el ejercicio administrativo del año siguiente, ante las instancias del gobierno federal. Para estas alturas, la secretaría de Hacienda tiene ya definido los montos, por programa y proyecto, que le corresponde a cada estado y lo entregarán en estos días, para su discusión en la Cámara de Diputados federal. Lo poco que el gobierno estatal puede lograr incrementar es el “asignable”, donde entren las obras regateadas al gobierno priista saliente: la presa y las supercarreteras a la Costa y el Istmo. En realidad, la parte más cuantiosa del presupuesto estatal son los programas y las obras en proceso, pero esos ya tienen cobertura presupuestal, así como los Ramos administrativos.
Administrativamente, no hay pierde. La transición será tersa y, en la práctica, se circunscribe a la entrega de los libros y la firma de las actas de entrega-recepción. Los problemas van a surgir un día después, cuando comiencen las dudas sobre la ubicación de algunos bienes muebles. Lo otro, lo grande, ahí donde se hicieron ricos muchos funcionarios salientes, le costará trabajo a la nueva administración entender el proceso del saqueo, porque pruebas visibles, difícilmente las encontrarán, salvo el caso de las tropelías menores. Eso lo saben los nuevos funcionarios, porque muchos ya pasaron por el mismo proceso.
Los acelerados de hoy, son quienes en realidad no conocen del tema y especulan con la frase “no hay perdón, ni olvido”; en el mismo saco están quienes quieren venganza, pero, sobre todo, quienes se sienten el “poder tras el trono” y mañana querrán dispensar cargos, honras y dádivas. Son los verdaderos causantes de las disputas por el poder en Oaxaca. En realidad, no hay prisas. Todo tiene su tiempo y, como dicen en los pueblos: “a cada santo le llega su día.”