FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 21 de julio de 2010.
El país, como Oaxaca, parece vivir en un verdadero desbarajuste. No hay seriedad en la política ni en la administración, donde la carpa y la desfachatez han sembrado sus reales.
A nivel nacional, lo impensable se ha vuelto cotidiano y los supuestos antiguos adversarios ideológicos son ahora mozos de estoque de los señores. Al menos es la actuación de la dirigencia del PRD nacional. Desde el pasado febrero, casi cuando se anunciaba la alianza política, el jefe de la diputación federal de los Chuchos informaba sobre la intención de concretar una alianza legislativa entre el PRD y el PAN. En ese entonces, Guadalupe Acosta reconoció que sostenían reuniones “en lo oscurito” con los panistas para discutir temas de impuesto al consumo, los regímenes especiales, transparencia y rendición de cuentas, y una política de austeridad efectiva (Milenio, 12/II/2010).
Cinco meses después, el mismo Acosta anunció muchos avances con el PAN para impulsar las reformas política y la fiscal. La segunda es la mejor configurada y tiene como meta primordial la aplicación del IVA a alimentos y medicinas, aunque con una canasta básica sin el incremento. La propuesta es la misma que el PAN manejó desde el año pasado y ha sido reiteradamente rechazada por los priistas. Por cierto, el diputado Guadalupe Acosta es el más firme prospecto de los Chuchos perredistas para contender, el próximo año, por la gubernatura del estado de Nayarit. Quizá de ahí su deseo de congraciarse con el presidente Calderón y obtener su anuencia para formar una coalición PAN-PRD en ese estado, que lo haga competitivo y le dé recursos federales.
EN OAXACA
Si en la política nacional los Chuchos perredistas exhiben su cooptación política e ideológica, en Oaxaca, los actuales funcionarios estatales hacen ostensible su incapacidad y falta de voluntad para hacer bien las cosas. No contentos con rebajarse al mismo nivel de las hordas sindicales magisteriales al hacer la guelaguetza en una cancha deportiva, también se entramparon en el litigio comercial entre particulares por la propiedad del Bani Stui Gulal. En lugar de aprovechar el conflicto de intereses para regresar al pueblo de Oaxaca la propiedad de una obra colectiva, los funcionarios inventaron otra, al vapor y en medio de la improvisación.
Pomposamente le llamaron en zapoteco del Istmo “Cayuya uca chiqée”, cuya traducción es: “Viendo ocurrió antaño”. La traducción me recuerda a la construcción lingüística de cualquier aprendiz de una lengua extranjera. En mucho tienen razón los autores del desaguisado. Los actuales funcionarios gubernamentales no hablan el zapoteco del Istmo y quienes sí lo hacen, ni los toman en cuenta. La mayoría conoce lo rudimentario, así como buena parte de los mexicanos conocen el inglés y hablan espanglish. Quienes le pusieron el nombre a la nueva presentación olvidaron agregarle a la frase el equivalente al complemento directo del español, la palabra “ni” en zapoteco. La frase correcta debía ser “Cayuya ni uca chiquée”, cuya traducción es “Viendo lo que ocurrió antaño”, en un buen zapoteco que no se aprende en las tertulias ocasionales, ni se improvisa en el paso temporal por las oficinas públicas. Ojala enmienden este error gramatical, por respeto a la principal lengua estatal y a la inteligencia de quienes ven, oyen y leen las improvisaciones gubernamentales.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 21 de julio de 2010.
El país, como Oaxaca, parece vivir en un verdadero desbarajuste. No hay seriedad en la política ni en la administración, donde la carpa y la desfachatez han sembrado sus reales.
A nivel nacional, lo impensable se ha vuelto cotidiano y los supuestos antiguos adversarios ideológicos son ahora mozos de estoque de los señores. Al menos es la actuación de la dirigencia del PRD nacional. Desde el pasado febrero, casi cuando se anunciaba la alianza política, el jefe de la diputación federal de los Chuchos informaba sobre la intención de concretar una alianza legislativa entre el PRD y el PAN. En ese entonces, Guadalupe Acosta reconoció que sostenían reuniones “en lo oscurito” con los panistas para discutir temas de impuesto al consumo, los regímenes especiales, transparencia y rendición de cuentas, y una política de austeridad efectiva (Milenio, 12/II/2010).
Cinco meses después, el mismo Acosta anunció muchos avances con el PAN para impulsar las reformas política y la fiscal. La segunda es la mejor configurada y tiene como meta primordial la aplicación del IVA a alimentos y medicinas, aunque con una canasta básica sin el incremento. La propuesta es la misma que el PAN manejó desde el año pasado y ha sido reiteradamente rechazada por los priistas. Por cierto, el diputado Guadalupe Acosta es el más firme prospecto de los Chuchos perredistas para contender, el próximo año, por la gubernatura del estado de Nayarit. Quizá de ahí su deseo de congraciarse con el presidente Calderón y obtener su anuencia para formar una coalición PAN-PRD en ese estado, que lo haga competitivo y le dé recursos federales.
EN OAXACA
Si en la política nacional los Chuchos perredistas exhiben su cooptación política e ideológica, en Oaxaca, los actuales funcionarios estatales hacen ostensible su incapacidad y falta de voluntad para hacer bien las cosas. No contentos con rebajarse al mismo nivel de las hordas sindicales magisteriales al hacer la guelaguetza en una cancha deportiva, también se entramparon en el litigio comercial entre particulares por la propiedad del Bani Stui Gulal. En lugar de aprovechar el conflicto de intereses para regresar al pueblo de Oaxaca la propiedad de una obra colectiva, los funcionarios inventaron otra, al vapor y en medio de la improvisación.
Pomposamente le llamaron en zapoteco del Istmo “Cayuya uca chiqée”, cuya traducción es: “Viendo ocurrió antaño”. La traducción me recuerda a la construcción lingüística de cualquier aprendiz de una lengua extranjera. En mucho tienen razón los autores del desaguisado. Los actuales funcionarios gubernamentales no hablan el zapoteco del Istmo y quienes sí lo hacen, ni los toman en cuenta. La mayoría conoce lo rudimentario, así como buena parte de los mexicanos conocen el inglés y hablan espanglish. Quienes le pusieron el nombre a la nueva presentación olvidaron agregarle a la frase el equivalente al complemento directo del español, la palabra “ni” en zapoteco. La frase correcta debía ser “Cayuya ni uca chiquée”, cuya traducción es “Viendo lo que ocurrió antaño”, en un buen zapoteco que no se aprende en las tertulias ocasionales, ni se improvisa en el paso temporal por las oficinas públicas. Ojala enmienden este error gramatical, por respeto a la principal lengua estatal y a la inteligencia de quienes ven, oyen y leen las improvisaciones gubernamentales.