5 de enero de 2011

CONTINUISMO GUBERNAMENTAL

A principio del segundo mes de gobierno, el de Oaxaca pinta para ser igual al de todos los tiempos. Cambiar un poco, para que todo siga igual, recomendaba el Gatopardo para sobrellevar los vaivenes de las épocas. Parece ser la consigna del momento. Tocaré dos vicios de los gobiernos anteriores y, al parecer, también del actual.

Cinismo: La buena voluntad del gobernador del estado, para profesionalizar la administración pública, se ha estrellado contra el cinismo de los falzatis oaxaqueños. No se trataba solo de títulos y cédulas, sino de concretar la propuesta de contar con los más capaces y capacitados en la administración pública. El título implicaba voluntad, conocimiento y un pensamiento lógico formal. La realidad nos está demostrando que no fueron los mejores quienes abrazaron la política opositora al PRI, sino los taimados y los astutos, quienes hicieron de la oposición una forma de vida.

Ahora se entiende su esquema mental cuando exigían “voluntad política”, como argumento para torcer la ley. Para ellos, la ley no existe para normar la vida cotidiana, sino para ser trastocada a voluntad de los más audaces. La falta de un pensamiento lógico formal lo suplen con el voluntarismo y la transgresión, como normas de convivencia diaria. Viven en el momento y con base en las emociones, menospreciando la existencia ordenada, planificada con metas objetivas y predominio del raciocinio sobre los sentimientos. Los falzatis le apuestan al cansancio y al olvido, para legitimar la ilegalidad de su permanencia en los cargos públicos.

Por otra parte, no hay gran diferencia entre el amiguismo y las cuotas para las camarillas políticas de los gobiernos priistas, en el reparto de los cargos públicos, con el amiguismo y las cuotas para los partidos coaligados, para integrar el gabinete del “gobierno del cambio”. Quitaron a un partido, para mantener los mismos vicios, pero ahora para beneficio de otros partidos. En ese sentido, la alternancia se ha concretado en el cambio de siglas, partidos y personas, pero manteniendo los mismos esquemas de control, abuso de la credibilidad ciudadana y menosprecio del deseo de cambio de los votantes.

Encubrimiento. Como en los viejos tiempos, la corrupción y el desvío de recursos se enmascaran tras las declaraciones rimbombantes, pero sin ningún sustento para ejercer acciones legales. Los grandes fraudes del pasado inmediato quedarán sin dilucidar, porque la nueva administración no parece tener voluntad, ni capacidad, para desenredar el embrollo; pero, también, porque las tropelías fueron encubiertas con una pátina de legalidad. La Ciudad Administrativa y Judicial son estafas amparadas en contratos legales, para otorgarles una renta permanente a los malhechores, durante 15 años. Los fiats notariales, otorgados a discreción a amigos, cómplices y compradores también tuvieron el contubernio de notarios establecidos y de la dirigencia de su asociación; por eso, el escándalo poco a poco va cayendo en el olvido. Ni qué decir de los negocios en caminos, carreteras y obras, con su dádiva del 10 por ciento, la adjudicación a empresas de prestanombres o familiares de los titulares del ramo. Tampoco se ven visos de revisión a las obras fantasmas, denunciadas en medios nacionales. Mucho menos se plantean auditorías a los administradores municipales, que eran hombres de paja de los funcionarios gubernamentales.

Sin voluntad de cambio, las cosas van a continuar igual, pero con nombres nuevos, y a veces reciclados, en los cargos públicos. No hay cambio, sino el viejo ciclo del eterno retorno.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de enero de 2011.