26 de enero de 2011

FRAUDES GUBERNAMENTALES OAXAQUEÑOS

Los fraudes del sexenio anterior son colosales. Hoy sabemos que la consigna era enriquecerse; no servir al pueblo de Oaxaca. Los discursos gubernamentales eran frases huecas, dichas solamente para justificar el mando administrativo, porque gobernar sólo pudieron hasta mayo del 2006; después, sólo fue el negocio y el cínico saqueo de las arcas públicas.

Por el momento, al menos en dos grandes obras se puede documentar la mecánica de la corrupción. En la construcción de la Ciudad Administrativa y el techado del Auditorio Guelaguetza nos queda claro que el objetivo era inflar los costos, para obtener inmensas ganancias ilícitas. En los complejos administrativos, además, nos mostraron que la perversión llegó a grado de lo extraordinario, porque encadenaron al pueblo de Oaxaca a un pago obligatorio durante los siguientes 15 años. El problema, para los oaxaqueños, es que, siendo tan lucrativo el negocio, da para que nuevos socios entren al esquema.

La Ciudad Administrativa tenía un presupuesto inicial de no más de 355 millones de pesos, incluyendo los beneficios para una posible empresa constructora privada. Quizá por la ambición o por la necesidad de dinero fresco, el contratista, Alberto Neptalí García Arango, solicitó otro crédito por 185 millones de pesos. Eso implicaría que la obra quizá haya costado alrededor de 540 millones de pesos. Sin embargo, el último dato oficial que conocemos nos habla de un contrato basado en un costo final de la obra por 1 mil 800 millones de pesos, pagaderos en 15 años. Si sumamos los intereses que se generarán en ese tiempo, el costo total puede llegar a los 3 mil 400 millones de pesos. Un verdadero negocio para los beneficiarios del régimen anterior, pero un verdadero atraco en despoblado para Oaxaca, donde casi el 80% de su población vive en la miseria y la pobreza.

Otro gran filón, lo dio el techado del Auditorio Guelaguetza. Según lo ha reportado el periódico Tiempo, la obra fue inflada al triple de su costo real. Lázaro García Saavedra, dirigente de la Agrupación de Profesionales del Desarrollo Urbano del Estado, estima que su costo es de aproximadamente 35 millones de pesos, pero fue contratada en casi 106 millones de pesos. Los datos son claros y contundentes. Ahí podemos ver montadas 450 toneladas de acero; al precio actual de 14 mil pesos por tonelada, la estructura observable valdría 6.3 millones de pesos. A ello hay que agregarle el costo de la velaria, que terminó siendo una lona común y corriente, cuando originalmente se había anunciado como una “membrana sintética de alta resistencia, capaz de tolerar cualquier inclemencia del tiempo”. El fraude del techado del auditorio habría reportado una ganancia aproximada de 131 millones de pesos.

Estas son las obras observables y documentadas, pero quedan en la penumbra los negocios de la Ciudad Judicial –más grande aún que la Ciudad Administrativa-; las carreteras y caminos pagados, pero nunca ejecutados o hechos con dinero de los municipios; las obras de infraestructura básica que aparecen en los informes gubernamentales, pero que los periódicos denunciaron como inexistentes el año pasado.

Tela donde cortar, hay más que suficiente. Por el bien de Oaxaca, esperemos que el nuevo sastre, que se ganó el cargo denunciando la corrupción, la opacidad y el cinismo, tenga la voluntad política y la honradez necesaria para castigar a los culpables de tantos delitos administrativos.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de enero de 2011.