El gran problema de Oaxaca ha sido la incapacidad de los gobiernos para entender que no hay desarrollo, si no hay participación de la sociedad. Tampoco han comprendido que Oaxaca es una sociedad dual. Aquí conviven dos tipos societales: uno, las comunidades basadas en la solidaridad y la reciprocidad, que han generado sistemas de propiedad comunal o ejidal y ven a sus gobiernos administrativos como un servicio a la comunidad; dos, las sociedades urbanas basadas en el esquema del lucro y la ganancia generadas a partir de la propiedad privada de la tierra y los medios de producción. Buena parte de la población oaxaqueña vive en las sociedades urbanas, pero la mayor parte del territorio estatal está en manos de las comunidades. El 87 por ciento de las tierras oaxaqueñas es propiedad comunal o ejidal; ahí se encuentra casi la totalidad de la riqueza forestal y la toda la mineral, metálica y no metálica. 3 cada 5 municipios ven a sus autoridades como servidores públicos y no como gobernantes, a pesar de todos los esfuerzos de los partidos políticos por meterlos al esquema del servicio pagado en lugar del servicio comunitario.
Los últimos cinco sexenios priistas lucharon, con mayor o menor insistencia dependiendo del gobernador en turno, por inculcar a las comunidades la mentalidad del lucro, la avaricia y el egoísmo. No avanzaron mucho, como tampoco lo pudieron hacer los españoles durante los casi trescientos años de Colonia y dominación. Con todos los enredos que la actual administración gubernamental está teniendo con su proceso de planeación estatal, dudo mucho que logren entender que el desarrollo no es un proceso abstracto, ni tiene como finalidad última crear magnates nadando en un mar de pobres y miserables.
Espero que, en algún momento, algún gobierno logre entender que los sujetos sociales del proceso de desarrollo oaxaqueño son los entes colectivos y su capital económico es social, comunitario; todas sus relaciones económicas están tamizadas por las relaciones sociales comunitarias. Actualmente, todos los servicios en sus pueblos son comunitarios: el policial, los cargos religiosos, los administrativos municipales y comunales, entre otros; comunitaria también es la mano de obra para concretar obras de infraestructura social en beneficio de la comunidad. El gran problema en todas estas comunidades, ha sido la dificultad para traspasar esta experiencia colectiva comunitaria a las estructuras productivas, para generar excedentes y hacer sus proyectos exitosos y redituables.
Hasta hoy, se ha partido del impulso de proyectos de desarrollo económicos basados en la solidaridad social, pero sólo en la parte inicial, porque en las subsiguientes etapas se mantienen e impulsan los rasgos característicos de la empresa privada, destacados por Keynes como la avaricia, la usura y el egoísmo como puntales productivos y método de apropiación del excedente, cuando de lo que se trata es exactamente lo contrario: partir de la solidaridad y concluir en la distribución equitativa y colectiva. En realidad, se trata sólo de continuar el esquema organizativo comunitario y no romperlo para imponer un esquema desconocido para los pobladores y que ha dado al traste con todos los proyectos de desarrollo comunitario.
En la mayoría de los pueblos oaxaqueños, el capital social, el económico social y su concreción en los sujetos sociales, está matizado y tejido por los actores sociales, cuyas interrelaciones individuales logran generar las redes sociales para concretar el capital político y cultural que les ha permitido sobrevivir en el marco del territorio municipal o la localidad donde se desenvuelven. De ahí la importancia de partir del conocimiento de las características de las localidades y los municipios y, en un segundo momento de las microrregiones y regiones, para plantear las alternativas de desarrollo a partir de las especificidades de los pueblos.
Convertir a los actores sociales en sujetos sociales del desarrollo, sumergiéndolos en ese proceso de apropiación personal de la conciencia comunitaria de solidaridad y reciprocidad, en lugar de inducirlos a la individualidad egoísta; dejar a un lado el reiterado y equivocado proceso de conversión que intenta transformarlos de individuos de jure a individualidades de facto, mediante su conversión a la ideología del triunfo por sobre los demás, a quienes se identifica como perdedores o débiles, según describe Zygmunt Bauman, debían ser los grandes retos de cualquier gobierno que quisiera erradicar verdaderamente la pobreza y marginación en Oaxaca. Es un proceso difícil, pero no imposible; pero, también, el esquema gubernamental seguido hasta hoy, ha demostrado reiteradamente que sólo genera pobreza y miseria, y algunos exitosos comerciantes, pero no generosos industriales.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de febrero de 2011.