La dificultad de entender un proceso de desarrollo, basado en la dinámica social, está en el colonialismo intelectual de la mayoría de nuestros técnicos e intelectuales. La gran mayoría de ellos, incluyéndonos a nosotros, leyeron textos escritos originalmente en inglés y pensados para desarrollar sociedades diferentes a las nuestras. En Estados Unidos, Inglaterra y Europa hubo una apropiación originaria de vastos territorios, que llevó a la configuración de una propiedad privada, clara y bien definida. A eso debemos agregar el espíritu del protestantismo y el sentido estamental militar que consolidaron las persistentes guerras europeas. Ese proceso generó lo que hemos conocido como el capitalismo clásico y es el origen del pensamiento económico que importaron nuestras universidades y leyeron nuestros letrados. Nada de ello ocurrió en las tierras mesoamericanas, donde se encuentra enclavado el estado de Oaxaca.
Por eso, un principio básico es considerar al desarrollo como un proceso y no sólo como meta y fin por alcanzar. Así, debía ser definido como una sucesión de acontecimientos, planeada por los participantes, para alcanzar las metas que escogen progresivamente. Los acontecimientos señalan cambios en un grupo y en los individuos que lo componen. La esencia del proceso no consiste en ninguna sucesión fija de acontecimientos, los que pueden variar grandemente de un grupo a otro y de una ocasión a otra, sino en los cambios que ocurren en los individuos, los grupos y las comunidades. El fin no es la empresa privada, pero el método sí es el empresarial.
Actualmente, hay cuatro grandes corrientes de pensamiento sobre el encauzamiento para impulsar el desarrollo. Las agrupo en dos tendencias: a) el desarrollo humano y el sustentable son visiones conceptuales establecidas a partir de índices, como bases para establecer el diagnóstico y como metas a lograr; son consideraciones genéricas, planteadas en términos de objetivos susceptibles de ser obtenidas en un futuro posterior; b) el desarrollo regional y el local, son consideraciones basadas en términos geográficos, en donde se contienen e integran los demás aspectos del concepto por desarrollar; sin embargo, estas dos últimas corrientes, en la práctica, sólo son metodologías para alcanzar la idea propuesta como desarrollo.
Las cuatro grandes corrientes de pensamiento no son excluyentes entre sí. Por el contrario, son complementarias y cada una de ellas matiza y mejora el concepto y la forma de impulsar el desarrollo. Precisamente ahí estriba la gran dificultad para concretar el escurridizo concepto. En la medida en que todas las aproximaciones se refieren a la misma cuestión, con diferentes especificaciones y puntos de prioridad, se han olvidado que la razón fundamental es el hombre, porque el proceso parte precisamente del hombre. Es el ser humano el centro, la razón primera y última, de todo este proceso. Además, es el único que puede desencadenarlo, siempre y cuando el proceso parta de las propias especificidades en que se desenvuelve.
No hay ningún individuo que se desarrolle solo, incluso en las novelas más imaginativas, como el Robinson Crusoe, por ejemplo, el autor debió buscar a otro acompañante humano para hilar la trama ahí contada. La sociedad humana se basa en relaciones sociales, establecidas a partir del tejido social organizado para sobrevivir a las inclemencias de la naturaleza y para aprovechar el entorno ambiental de las sociedades. Son esas relaciones sociales las que permiten ese aprovechamiento. La organización productiva tiene como base esas relaciones sociales; no se inventa de la nada, ni se importa. Las relaciones sociales son difíciles de modificar, cuando se copian estructuras foráneas y se pretenden calcar de una comunidad foránea a otra organizada históricamente de manera diferente.
En términos estrictos, la fórmula debía ser partir de las relaciones sociales, para impulsar un proceso de desarrollo basado en esas estructuras organizativas. En la medida en que los procesos se complementan, se entra a una espiral virtuosa y creciente de desarrollo. La fórmula debía ser: a mayor apropiación y aprovechamiento de las relaciones sociales, mayor es la sinergia del proceso de desarrollo. La relación entre los miembros de esta ecuación es directamente proporcional. Así, las relaciones sociales basadas en el individuo y sus intereses personales, inducirán necesariamente a un desarrollo con apropiación privada del excedente y los emprendedores privados serán el pivote vital para el take off del proceso económico; aquí, la empresa privada es el motor del proceso de desarrollo. Por el contrario, en las sociedades con relaciones sociales solidarias, deben concluir en procesos de desarrollo con apropiación comunitaria del excedente; su contraparte son los emprendedores comunitarios, enmarcados en empresas colectivas o cooperativas, con apropiación colectiva del excedente. Aquí, la empresa social debe ser el pivote esencial para el proceso de desarrollo.
De encauzar el proceso de esta forma, consolidaríamos una sociedad dual, donde seguramente las cooperativas serían las formas predominantes de acumulación de capital. A fin de cuentas, el capitalismo global no es más que un conglomerado de capitales sindicados, dirigidos por gerentes ávidos de ganancias y que se reparten entre los accionistas financieros de las transnacionales.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de febrero de 2011.