FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de septiembre de 2008
La rebelión magisterial contra la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), comenzó en Morelos. Durante casi un mes, los profesores morelenses han aplicado todas las tácticas practicadas por los oaxaqueños cotidianamente. Después de dos semanas de paro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se reunió en ese estado, para definir sus próximas estrategias. Ahora sabemos que suspenderán sus labores durante 24 horas después del 15 de septiembre y, en días posteriores, pararán 48 y 72 horas. Los de Oaxaca, además, dejarán de dar clases el 25 y 26 de septiembre para elegir a su nueva directiva sindical.
En lo general, la disidencia magisterial se ha inconformado contra el acuerdo signado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la SEP, buscando promover un nuevo sistema de reclutamiento para otorgar plazas a los maestros de educación básica mediante exámenes de oposición, intensificar la capacitación y promover la evaluación y promoción a partir del desempeño profesional de los docentes.
El problema surgió cuando los disidentes se percataron que el ACE atacaba dos temas medulares del control corporativo de los profesores sindicalizados. Para empezar, la contratación de los nuevos profesores no quedó en manos de las comisiones magisteriales que entregaban plazas a los egresados normalistas y contrataban a nuevo personal mediante un intrincado mecanismo burocrático sujeto a la más rampante corrupción por venta de plazas, incluyendo el cohecho sexual. En segundo lugar, la mecánica del examen dejó de lado otra de las grandes tropelías de la que se vanaglorian los dirigentes sindicales magisteriales: la herencia de las plazas de los jubilados a los familiares que ellos designan, sin importar su capacidad ni la formación profesional con que cuenten los beneficiarios.
Junto con esas situaciones, se da la posibilidad de transformar las escuelas normales en instituciones de educación técnica o universitaria y detener la contratación automática de sus egresados en el sistema educativo nacional. Esta postura ha desatado una gran controversia. Los simpatizantes de la disidencia argumentan que es un golpe a las expectativas educativas de las clases más desprotegidos. En la realidad, las escuelas normales, como mecanismos de capilaridad social, dejaron de funcionar cuando se instituyó la licenciatura en ese nivel. En términos educativos y de tiempo, no hay gran diferencia entre la capacitación que otorgan las universidades en las áreas de ciencias de la educación y pedagogía, con la obtenida en las normales. El problema es que, muchas de las normales, se convirtieron en la cantera de formación para los cuadros jóvenes más radicales de la disidencia magisterial y en una masa cautiva para las movilizaciones políticas. Ésa, y no otra, es la verdadera razón de la defensa a ultranza de un normalismo que hace mucho tiempo dejó de ser la vanguardia de la escuela rural mexicana.
El gobierno federal enfrenta así la grave responsabilidad de buscar incrementar la calidad de la educación pública en México o ceder ante la presión de quienes utilizan el pretexto, para socavar las bases de legitimidad de la indefendible dirigente nacional del SNTE, Elba Esther Gordillo. Creo que la decisión a tomar, pasará por la experiencia oaxaqueña. Para desgracia de la disidencia magisterial, Lino Celaya dirige la CNC estatal en Oaxaca y no despacha en el Centro Histórico de la ciudad de México, así que no habrá entrega de la administración educativa, para posicionarse como candidato a algún cargo de elección popular.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de septiembre de 2008
La rebelión magisterial contra la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), comenzó en Morelos. Durante casi un mes, los profesores morelenses han aplicado todas las tácticas practicadas por los oaxaqueños cotidianamente. Después de dos semanas de paro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se reunió en ese estado, para definir sus próximas estrategias. Ahora sabemos que suspenderán sus labores durante 24 horas después del 15 de septiembre y, en días posteriores, pararán 48 y 72 horas. Los de Oaxaca, además, dejarán de dar clases el 25 y 26 de septiembre para elegir a su nueva directiva sindical.
En lo general, la disidencia magisterial se ha inconformado contra el acuerdo signado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la SEP, buscando promover un nuevo sistema de reclutamiento para otorgar plazas a los maestros de educación básica mediante exámenes de oposición, intensificar la capacitación y promover la evaluación y promoción a partir del desempeño profesional de los docentes.
El problema surgió cuando los disidentes se percataron que el ACE atacaba dos temas medulares del control corporativo de los profesores sindicalizados. Para empezar, la contratación de los nuevos profesores no quedó en manos de las comisiones magisteriales que entregaban plazas a los egresados normalistas y contrataban a nuevo personal mediante un intrincado mecanismo burocrático sujeto a la más rampante corrupción por venta de plazas, incluyendo el cohecho sexual. En segundo lugar, la mecánica del examen dejó de lado otra de las grandes tropelías de la que se vanaglorian los dirigentes sindicales magisteriales: la herencia de las plazas de los jubilados a los familiares que ellos designan, sin importar su capacidad ni la formación profesional con que cuenten los beneficiarios.
Junto con esas situaciones, se da la posibilidad de transformar las escuelas normales en instituciones de educación técnica o universitaria y detener la contratación automática de sus egresados en el sistema educativo nacional. Esta postura ha desatado una gran controversia. Los simpatizantes de la disidencia argumentan que es un golpe a las expectativas educativas de las clases más desprotegidos. En la realidad, las escuelas normales, como mecanismos de capilaridad social, dejaron de funcionar cuando se instituyó la licenciatura en ese nivel. En términos educativos y de tiempo, no hay gran diferencia entre la capacitación que otorgan las universidades en las áreas de ciencias de la educación y pedagogía, con la obtenida en las normales. El problema es que, muchas de las normales, se convirtieron en la cantera de formación para los cuadros jóvenes más radicales de la disidencia magisterial y en una masa cautiva para las movilizaciones políticas. Ésa, y no otra, es la verdadera razón de la defensa a ultranza de un normalismo que hace mucho tiempo dejó de ser la vanguardia de la escuela rural mexicana.
El gobierno federal enfrenta así la grave responsabilidad de buscar incrementar la calidad de la educación pública en México o ceder ante la presión de quienes utilizan el pretexto, para socavar las bases de legitimidad de la indefendible dirigente nacional del SNTE, Elba Esther Gordillo. Creo que la decisión a tomar, pasará por la experiencia oaxaqueña. Para desgracia de la disidencia magisterial, Lino Celaya dirige la CNC estatal en Oaxaca y no despacha en el Centro Histórico de la ciudad de México, así que no habrá entrega de la administración educativa, para posicionarse como candidato a algún cargo de elección popular.