FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de marzo de 2009.
En realidad, en la vida social práctica, los grandes movimientos comienzan por pequeñas cosas. Por ejemplo, la revolución bolchevique rusa comenzó cuando un oscuro sacerdote, Rasputín, se adueño de la voluntad de la Zarina y trastocó el sentido de la vida de la aristocracia rusa. La Revolución Francesa tuvo su origen en algunas acciones de la Reina, como cuando declaró que si los franceses pobres no tenían pan para comer, pues que comieran pasteles; una verdadera actitud de incomprensión social ante la negativa del tesorero del reino para comprarle las joyas que pedía y que a la postre le costaron, no solo el reino, sino también la testa coronada.
Al parecer, los dos últimos conflictos políticos que vivió el estado de Oaxaca tienen también orígenes oscuros y nimios. En el caso del movimiento universitario de 1975, comenzó cuando Manuel Zárate Aquino dio indicaciones para que retiraran las dádivas económicas a los dirigentes estudiantiles universitarios. Algo parecido dio origen a la Trifulca Política del 2006. Durante el sexenio anterior, todos los liderazgos políticos y sociales estuvieron en una nómina especial que se cubría en la Unidad Jurídica de la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal. Según algunos analistas, el monto llegaba a los cuarenta millones de pesos mensuales. A la llegada del nuevo gobierno, la nómina de asesores fue suspendida. Todos los beneficiarios políticos del régimen anterior quedaron en el abandono; por eso, cuando los profesores de la Sección 22 y sus titiriteros los convocaron a formar la APPO, corrieron inmediatamente a formar el frente contra el gobernante que los dejó en la indefensión económica.
En el caso de Zárate Aquino, la decisión económica la tomó porque los grupos económicos más retardatarios -aquellos que consideraban que la función del gobierno del Estado era garantizarles a perpetuidad el esquema de explotación, basado en obligar a sus trabajadores a laborar el máximo de la jornada laboral, pagarles sueldos miserables y negarles cualquier prestación económica- lo obligaron a encarar a un grupo de jóvenes que veían en la sindicalización de los empleados universitarios y gubernamentales la posibilidad de ampliar el horizonte de su fuerza política, para avanzar en la organización sindical en las empresas privadas y la recuperación de tierras de algunas comunidades agrarias.
En términos estrictos, no estaban planteando nada ilegal. El problema era que, para los autonombrados caudillos de la iniciativa privada, como Juan José Gutiérrez, era la rebelión de la chusma contra el control de los hombres blancos y privilegiados del régimen. Junto con ellos, se levantó la voz de los dirigentes políticos que veían perder su poder caciquil: la CNC, CCI, CTM y el propio PRI, porque la gente creía más en los “agitadores” que en los salvaguardas del régimen. A decir verdad, los dirigentes del Bufete Popular Universitario no estaban atentando contra el régimen; solo querían su parte del pastel, pero bajo sus propias condiciones. Su esquema político lo concretó la COCEI en el Istmo de Tehuantepec y el gobierno estatal lo comprendió un sexenio después, con la llegada de Heladio Ramírez al gobierno estatal.
En los dos conflictos, sobresalió la incapacidad de los funcionarios públicos para reencauzar las relaciones sociales que se estaban deteriorando. En el caso de Zárate Aquino, fue la incapacidad del Secretario General de Gobierno, quien creyó seguir gobernando al Oaxaca de los años 50, lo que desencadenó el torrente social que terminó destruyendo su vida política y la de su gobernador. Cuando Enrique Pacheco Álvarez asume la responsabilidad de la represión del movimiento estudiantil y los conflictos agrarios, estaba cavando la tumba del gobernador, quizá pensando en la posibilidad de heredar el cargo.
Lo mismo ocurre en el 2006. La trifulca política se descarriló, por la incapacidad táctica de los funcionarios gubernamentales para comprender la mínima magnitud del problema, aunado a su soberbia de creer que el gobierno se consolida con la aplicación de la ley –a secas- y la fuerza pública. Si los famosos 12 millones, que Coplade negó para concluir la negociación, se les hubieran otorgado, el gobierno federal no tuviera la necesidad de desembolsar casi 32 mil millones de pesos para nivelar a nivel nacional a los profesores y el gobierno estatal tampoco estaría en el brete de su deslegitimación con tantos impuestos que ha establecido, para pagar las deudas y certificados bursátiles que contrajo a partir de ese movimiento. (Reforma, 6/03/2009)
Como en 1977, si en el 2006 los funcionarios estatales hubieran dejado de lado las cuestiones sentimentales y de vanidad, otro sería su futuro y el de Oaxaca. La desorganización administrativa y el descontrol político los llevó a un desalojo de profesores hecho a la carrera. Nunca comprendieron que la violencia es el último momento de la acción operativa y que antes hay una serie de procesos que concluyen precisamente con ese operativo. Les faltó coordinación y visión estratégica. Ese ha sido el gran problema de los gobiernos estatales y federal, precisamente porque diluyen las responsabilidades y crean instancias paralelas de control, para garantizar el predominio de las “burbujas” y camarillas, pero no se percatan que esa es una forma de administrar, pero no es el método para gobernar.
El equipo político de Zárate Aquino no tuvo tiempo de aprender, a la actual administración se le está terminando el periodo constitucional.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de marzo de 2009.
En realidad, en la vida social práctica, los grandes movimientos comienzan por pequeñas cosas. Por ejemplo, la revolución bolchevique rusa comenzó cuando un oscuro sacerdote, Rasputín, se adueño de la voluntad de la Zarina y trastocó el sentido de la vida de la aristocracia rusa. La Revolución Francesa tuvo su origen en algunas acciones de la Reina, como cuando declaró que si los franceses pobres no tenían pan para comer, pues que comieran pasteles; una verdadera actitud de incomprensión social ante la negativa del tesorero del reino para comprarle las joyas que pedía y que a la postre le costaron, no solo el reino, sino también la testa coronada.
Al parecer, los dos últimos conflictos políticos que vivió el estado de Oaxaca tienen también orígenes oscuros y nimios. En el caso del movimiento universitario de 1975, comenzó cuando Manuel Zárate Aquino dio indicaciones para que retiraran las dádivas económicas a los dirigentes estudiantiles universitarios. Algo parecido dio origen a la Trifulca Política del 2006. Durante el sexenio anterior, todos los liderazgos políticos y sociales estuvieron en una nómina especial que se cubría en la Unidad Jurídica de la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal. Según algunos analistas, el monto llegaba a los cuarenta millones de pesos mensuales. A la llegada del nuevo gobierno, la nómina de asesores fue suspendida. Todos los beneficiarios políticos del régimen anterior quedaron en el abandono; por eso, cuando los profesores de la Sección 22 y sus titiriteros los convocaron a formar la APPO, corrieron inmediatamente a formar el frente contra el gobernante que los dejó en la indefensión económica.
En el caso de Zárate Aquino, la decisión económica la tomó porque los grupos económicos más retardatarios -aquellos que consideraban que la función del gobierno del Estado era garantizarles a perpetuidad el esquema de explotación, basado en obligar a sus trabajadores a laborar el máximo de la jornada laboral, pagarles sueldos miserables y negarles cualquier prestación económica- lo obligaron a encarar a un grupo de jóvenes que veían en la sindicalización de los empleados universitarios y gubernamentales la posibilidad de ampliar el horizonte de su fuerza política, para avanzar en la organización sindical en las empresas privadas y la recuperación de tierras de algunas comunidades agrarias.
En términos estrictos, no estaban planteando nada ilegal. El problema era que, para los autonombrados caudillos de la iniciativa privada, como Juan José Gutiérrez, era la rebelión de la chusma contra el control de los hombres blancos y privilegiados del régimen. Junto con ellos, se levantó la voz de los dirigentes políticos que veían perder su poder caciquil: la CNC, CCI, CTM y el propio PRI, porque la gente creía más en los “agitadores” que en los salvaguardas del régimen. A decir verdad, los dirigentes del Bufete Popular Universitario no estaban atentando contra el régimen; solo querían su parte del pastel, pero bajo sus propias condiciones. Su esquema político lo concretó la COCEI en el Istmo de Tehuantepec y el gobierno estatal lo comprendió un sexenio después, con la llegada de Heladio Ramírez al gobierno estatal.
En los dos conflictos, sobresalió la incapacidad de los funcionarios públicos para reencauzar las relaciones sociales que se estaban deteriorando. En el caso de Zárate Aquino, fue la incapacidad del Secretario General de Gobierno, quien creyó seguir gobernando al Oaxaca de los años 50, lo que desencadenó el torrente social que terminó destruyendo su vida política y la de su gobernador. Cuando Enrique Pacheco Álvarez asume la responsabilidad de la represión del movimiento estudiantil y los conflictos agrarios, estaba cavando la tumba del gobernador, quizá pensando en la posibilidad de heredar el cargo.
Lo mismo ocurre en el 2006. La trifulca política se descarriló, por la incapacidad táctica de los funcionarios gubernamentales para comprender la mínima magnitud del problema, aunado a su soberbia de creer que el gobierno se consolida con la aplicación de la ley –a secas- y la fuerza pública. Si los famosos 12 millones, que Coplade negó para concluir la negociación, se les hubieran otorgado, el gobierno federal no tuviera la necesidad de desembolsar casi 32 mil millones de pesos para nivelar a nivel nacional a los profesores y el gobierno estatal tampoco estaría en el brete de su deslegitimación con tantos impuestos que ha establecido, para pagar las deudas y certificados bursátiles que contrajo a partir de ese movimiento. (Reforma, 6/03/2009)
Como en 1977, si en el 2006 los funcionarios estatales hubieran dejado de lado las cuestiones sentimentales y de vanidad, otro sería su futuro y el de Oaxaca. La desorganización administrativa y el descontrol político los llevó a un desalojo de profesores hecho a la carrera. Nunca comprendieron que la violencia es el último momento de la acción operativa y que antes hay una serie de procesos que concluyen precisamente con ese operativo. Les faltó coordinación y visión estratégica. Ese ha sido el gran problema de los gobiernos estatales y federal, precisamente porque diluyen las responsabilidades y crean instancias paralelas de control, para garantizar el predominio de las “burbujas” y camarillas, pero no se percatan que esa es una forma de administrar, pero no es el método para gobernar.
El equipo político de Zárate Aquino no tuvo tiempo de aprender, a la actual administración se le está terminando el periodo constitucional.