7 de agosto de 2009

ESQUIZOFRENIA POLÍTICA

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 7 de agosto de 2009.

Verdaderamente, los panistas y su dirigencia, la real y la formal, viven en el limbo de la esquizofrenia política. Al parecer, hasta hoy no se han percatado que perdieron el control del poder legislativo, tienen a la población descontenta y en la mayoría de los estados del país ya no gobiernan, ni tienen la más remota posibilidad de recuperar lo perdido.

El desapego con la realidad política ha inducido al dirigente real del PAN, el presidente Felipe Calderón, al triunfo pírrico de imponer a su ex secretario particular en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PAN. Quizá si su equipo de campaña, encabezado por el fracasado Germán Martínez, hubieran triunfado en las pasada contienda electoral, el Presidente tuviera la justificación moral y ética para asumirse como jefe del partido en el poder; sin embargo, su derrota debía plantarlo en la realidad de su fracaso político. Probablemente, el error presidencial provenga de la magnificación de su triunfo contra Vicente Fox y López Obrador, sin terminar de entender que, el primero, es un pobre discapacitado intelectual, político y de lenguaje, encumbrado por oscuras negociaciones con Ernesto Zedillo y, contra el segundo, triunfó por el voto empresarial y de los priistas, espantados ante la posibilidad de ser gobernados por un aprendiz de dictador mesiánico de opereta.

Por otra parte, los dirigentes formales del PAN planean, como si nada hubiera pasado, impulsar las viejas reformas económicas y políticas, tan caras a los conservadores mexicanos. Para comenzar, se regodean con la idea de alcanzar la tan buscada reelección inmediata de legisladores y presidentes municipales, sin comprender que el PRI ha hecho de la no reelección su modo de operación, porque lo contrario limitaría la capilaridad política entre sus filas.

También persisten en la necesidad de la generalización del IVA en alimentos y medicinas. Amarrados de la mano con los principales empresarios del país, insisten en la necesidad de que la población pague los platos rotos del desbarajuste económico que ellos mismos generaron, por su incapacidad administrativa y su ambición por conseguir las más altas cuotas de ganancias. Los panistas también creen que ahora podrán impulsar las reformas a las leyes laborales, para desaparecer a los sindicatos y hacer trabajar por horas a los mexicanos y con los sueldos miserables pagados por las empresas mexicanas. Pero donde verdaderamente están fuera de la realidad, es en su deseo manifiesto para obtener la segunda generación de las reformas energéticas, un eufemismo para encubrir su disposición de privatizar Pemex.

A nivel nacional, los panistas viven en una total irrealidad y planean sus próximos pasos políticos, como si su derrumbe electoral fuera ficticio. Como si el PRI no tuviera como meta el retorno a Los Pinos y como si México aún tuviera la necesidad de revivir el amasiato salinista y el panismo de Fernández de Cevallos.

Por su parte, en Oaxaca, la dirigencia panista clama por una oposición unida, donde ellos lleven la batuta, sin darse cuenta que los minipartidos y la dirigencia política opositora subsisten en función de las dádivas económicas del gobierno estatal, del mismo que dicen combatir y al que no le conviene su posible unión. Sin estructura organizativa, desconocedores de la doctrina y sin liderazgo social ni político, los panistas de Oaxaca viven en la misma irrealidad política de sus correligionarios en el país. Así, muy poco podrán hacer en el próximo proceso electoral y ni siquiera servirán para legitimar el ya tan cantado próximo triunfo priista.