FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 28 de agosto de 2009.
Nada mejor para ejemplificar el absurdo concepto del gobierno federal y el estatal sobre el desarrollo de la entidad, como el caso de las empresas aerogeneradoras de electricidad con las que se han vanagloriado, desde el presidente de la República hasta el gobernador del Estado, pero sólo están dejando verdaderas miserias entre los dueños de las tierras donde están establecidas.
Hace unos días, un grupo de comuneros de la agencia municipal de La Ventosa, del municipio de Juchitán, denunciaron a la empresa española Iberranova por pagarles, en total, 5 mil 257 pesos anuales por hectárea de tierra donde tienen montados sus aerogeneradores. El representante de los comuneros destacó que la empresa obtiene alrededor de 707 millones 370 mil pesos al vender los aproximadamente 20 mil 400 kilowatts de electricidad generados anualmente. Como se puede observar, la empresa obtiene una ganancia de 701 millones 850 mil pesos anuales, mientras los dueños de las tierras siguen viendo pasar los vientos huracanados del Istmo de Tehuantepec y reciben verdaderas migajas del supuesto negocio del siglo XXI.
A principios de este año, el presidente Felipe Calderón lanzó una memorable frase para los medios de comunicación. Dijo, en ese entonces: “Hay viento favorable para Oaxaca”, para inmediatamente agregar que la inauguración de las centrales de energía eólica “es una muestra de que con trabajo y unidad, se pueden consolidar proyectos de rentabilidad y sustentables para las familias pobres del país” (Tiempo, 23/01/2009). Lo cierto es que las empresas aerogeneradoras de electricidad son un verdadero negocio, pero para las empresas españolas y algunos inversionistas privados mexicanos, y casi no dejan ningún beneficio para los habitantes de la región donde se establecen; tampoco para las arcas estatales, porque los impuestos producidos se pagan en el Distrito Federal o en las ciudades matrices de estas empresas. Ninguna de ellas tiene sus oficinas centrales establecidas en Oaxaca.
Las empresas aerogeneradoras de electricidad tienen el mismo esquema de funcionamiento de las transnacionales, que tanto daño le han hecho a todos los países pobres donde se establecen. Su lógica productiva es muy sencilla: utilizan la mano de obra barata y todos los implementos tecnológicos los importan de sus países matrices; incluso, la materia prima la traen de los lugares donde les garantizan precios más bajos y no consumen los del país donde se establecen. Por lo general, sólo pagan verdaderas miserias en sueldos y salarios, mientras dejan polución y rompen las estructuras sociales de las comunidades donde se establecen. No por nada, las empresas aerogeneradoras de electricidad son empresas transnacionales implantadas en el Istmo de Tehuantepec.
Ése es el esquema tan difundido y defendido por nuestros gobiernos federal y estatal. Es el esquema que los incapacitados funcionarios gubernamentales han peleado por establecer como la panacea para impulsar el desarrollo de la entidad, sin percatarse que sólo están siguiendo la dinámica nacional impuesta por las instituciones financieras internacionales, a partir del supuesto Consenso de Washington que definió, entre otras cosas, la supuesta inefabilidad del libre mercado, el monetarismo y la reducción de las funciones del Estado.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 28 de agosto de 2009.
Nada mejor para ejemplificar el absurdo concepto del gobierno federal y el estatal sobre el desarrollo de la entidad, como el caso de las empresas aerogeneradoras de electricidad con las que se han vanagloriado, desde el presidente de la República hasta el gobernador del Estado, pero sólo están dejando verdaderas miserias entre los dueños de las tierras donde están establecidas.
Hace unos días, un grupo de comuneros de la agencia municipal de La Ventosa, del municipio de Juchitán, denunciaron a la empresa española Iberranova por pagarles, en total, 5 mil 257 pesos anuales por hectárea de tierra donde tienen montados sus aerogeneradores. El representante de los comuneros destacó que la empresa obtiene alrededor de 707 millones 370 mil pesos al vender los aproximadamente 20 mil 400 kilowatts de electricidad generados anualmente. Como se puede observar, la empresa obtiene una ganancia de 701 millones 850 mil pesos anuales, mientras los dueños de las tierras siguen viendo pasar los vientos huracanados del Istmo de Tehuantepec y reciben verdaderas migajas del supuesto negocio del siglo XXI.
A principios de este año, el presidente Felipe Calderón lanzó una memorable frase para los medios de comunicación. Dijo, en ese entonces: “Hay viento favorable para Oaxaca”, para inmediatamente agregar que la inauguración de las centrales de energía eólica “es una muestra de que con trabajo y unidad, se pueden consolidar proyectos de rentabilidad y sustentables para las familias pobres del país” (Tiempo, 23/01/2009). Lo cierto es que las empresas aerogeneradoras de electricidad son un verdadero negocio, pero para las empresas españolas y algunos inversionistas privados mexicanos, y casi no dejan ningún beneficio para los habitantes de la región donde se establecen; tampoco para las arcas estatales, porque los impuestos producidos se pagan en el Distrito Federal o en las ciudades matrices de estas empresas. Ninguna de ellas tiene sus oficinas centrales establecidas en Oaxaca.
Las empresas aerogeneradoras de electricidad tienen el mismo esquema de funcionamiento de las transnacionales, que tanto daño le han hecho a todos los países pobres donde se establecen. Su lógica productiva es muy sencilla: utilizan la mano de obra barata y todos los implementos tecnológicos los importan de sus países matrices; incluso, la materia prima la traen de los lugares donde les garantizan precios más bajos y no consumen los del país donde se establecen. Por lo general, sólo pagan verdaderas miserias en sueldos y salarios, mientras dejan polución y rompen las estructuras sociales de las comunidades donde se establecen. No por nada, las empresas aerogeneradoras de electricidad son empresas transnacionales implantadas en el Istmo de Tehuantepec.
Ése es el esquema tan difundido y defendido por nuestros gobiernos federal y estatal. Es el esquema que los incapacitados funcionarios gubernamentales han peleado por establecer como la panacea para impulsar el desarrollo de la entidad, sin percatarse que sólo están siguiendo la dinámica nacional impuesta por las instituciones financieras internacionales, a partir del supuesto Consenso de Washington que definió, entre otras cosas, la supuesta inefabilidad del libre mercado, el monetarismo y la reducción de las funciones del Estado.
Casi sin saberlo, nuestros neoliberales gobernantes son los mayordomos del dinero y los verdugos de sus pueblos.