20 de febrero de 2010

CONCEPTUAR EL DESARROLLO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 20 de febrero de 2010.

Algunos de nuestros problemas, al inicio del siglo XXI, son la persistencia de la inequidad, el desequilibrio regional y la desigual distribución de la riqueza. Al interior del estado coexisten áreas desarrolladas, rodeadas de un mar de comunidades muy marginadas, atrasadas y empobrecidas. Por ejemplo, en los Valles Centrales de Oaxaca, junto a un centro metropolitano con todo el confort de los países desarrollados, sobreviven los habitantes de las colonias marginadas y, desde los cerros de la periferia, los vecinos de los municipios colindantes observan, hechizados por la magia de la ilusión, las engañosas luces del desarrollo turístico y de servicios de la ciudad de Oaxaca.

Cómo avanzar si, desde el mismo proceso de conceptuar la realidad, su explicación, hasta la mecánica para superar las dificultades, han generado enredos conceptuales y equivocaciones administrativas.

Hace muchísimos años, cuando en Oaxaca se iniciaba el proceso de la planificación para el desarrollo, el ingeniero Sergio de la Peña abrió un seminario sobre desarrollo de la comunidad diciendo: “Yo propondría que se entendiese por desarrollo, el lograr que existan igualdad de oportunidades para todas las personas de una comunidad, de una sociedad… Muy frecuentemente se hace referencia al desarrollo, como un problema de aumento o aceleración del crecimiento del ingreso por persona, por habitante, por habitante ocupado, etc. Bueno, esos son en realidad indicadores, no es obviamente el desarrollo”.

A pesar que, en 1968, quienes comenzaban el Plan Oaxaca para la planificación del desarrollo estatal tenían muy claro que los datos económicos no eran el desarrollo tan buscado, esa claridad se perdió con el tiempo. Después, el principal problema fue el enfoque: se partió de la base de la economía y las abstracciones de esta ciencia, cuando de lo que se trataba era observar a quienes viven en el mundo concreto, entender sus relaciones y, a partir de su realidad, plantear las alternativas de transformación. “Primero la gente”, dice Michael Cernea, en su libro con ese título, y aclara que el fin último de todo proyecto era y es el bienestar de la gente, a partir de sus propias formas organizativas.

Entender el proceso que ha permitido a la gente de las pequeñas comunidades y a los marginados de las ciudades vivir y reproducirse durante milenios y sobrevivir a la posmodernización del mercado mundial, es el gran reto de las ciencias sociales; pero, también, aplicar las experiencias para la producción teórica y para retroalimentar el saber social de nuestras ciencias.

En realidad, la capacidad de resistencia de las sociedades ha sido subvalorada. En la práctica, muchos de los esfuerzos de los grupos y las ideas dominantes por cambiar sus estilos, hábitos de vida y formas de organización social se han estrellado en el muro callado de una resistencia mal entendida como sumisión, cuando, cotidianamente, los oprimidos continúan practicando los modos de acción y desarrollando las relaciones que los estratos dominantes pretenden modificar o cambiar. Ése es el sentido de la resiliencia que debemos aprovechar.

Reconocer, analizar, sintetizar y generalizar lo propio, buscando encontrar sus características universales, es el gran reto de las ciencias sociales y de los cientistas sociales de América Latina y de México, especialmente. En nuestro caso, acercarnos a las comunidades y abrevar de su experiencia para crear y recrear el conocimiento científico social, exige el paso por lo concreto del territorio, para hablar de la dimensión regional del conocimiento y del desarrollo regional, como punto de partida para comprender el espacio como base de los planteamientos. Sin embargo, a pesar de todos los avances de la perspectiva regional, queda suelto el factor humano, el factor social del análisis y nos conduce de nueva cuenta a la sistematización abstracta de las fórmulas y las estadísticas.

Por eso, me inclino más a la particularidad del planteamiento de lo local, de las relaciones sociales ahí concentradas, como punto de partida para el análisis y la acción. Desde esa perspectiva, el planteamiento de lo local, del desarrollo local, con énfasis en la participación colectiva como característica preponderante en Oaxaca, nos debe llevar a la construcción de una teoría basada en lo social, a partir de actores sociales con posibilidades de convertirse en sujetos sociales, viviendo en sistemas sociales solidarios, con altísimas tasas de capital social que les han permitido enfrentar con relativo éxito los embates del capitalismo y debe servir como base para una alternativa de desarrollo, a partir de una concepción basada en lo social, de todas sus relaciones, tanto económicas, políticas, culturales y ambientales.

Así, estaremos hablando de la sociología del desarrollo, ésa que, según Cernea : “ofrece el argumento teórico para elaborar un modelo diferente de proyectos en el cual los protagonistas sociales constituyen el elemento central, el núcleo alrededor del cual todos los demás recursos deben ordenarse para la acción…”