FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 6 de febrero de 2010.
Cada vez que hablamos de la administración pública estatal, irremediablemente reconocemos la buena voluntad del Gobernador del estado, pero también reiteramos la gran incapacidad e insensibilidad de los funcionarios que le rodean. Los trabajos de remodelación de las calles del Centro Histórico nos están demostrando, fehacientemente, que los administradores confunden la administración con el negocio y el servicio público con la soberbia. Además de que el Centro Histórico es totalmente infuncional, en términos de vialidad, como resultado de todos los parches y cortes a la circulación, para hacer calles peatonales, que los sucesivos gobiernos han hecho en la ciudad de Oaxaca de Juárez.
Es verdaderamente lamentable que los funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas del gobierno del estado, no se hayan puesto de acuerdo con sus contrapartes de la administración municipal, para planear la ejecución de proyectos que afectan la vida municipal. Esto habla de un conflicto de intereses o, en el peor de los casos, de impedir que las ganancias se repartan entre más manos y se amplíe el círculo de conocedores del intríngulis de los negocios. De buena fe, prefiero creer en una rivalidad entre las áreas administrativas estatal y municipal.
El otro gran problema es la soberbia de los funcionarios de Obras Públicas estatal para reconocer su incapacidad profesional y de organización administrativa. Si el responsable de la Secretaría tuviera conciencia de sus limitaciones, lo más fácil para resolver el nudo, sería contratar la asesoría de expertos en desarrollo urbano, para que le ayudaran a planear la ejecución de las obras, sin afectar la vialidad citadina ni molestar a la ciudadanía.
Nadie pide que los responsables de las secretarías sean expertos conocedores de sus áreas. Una de las virtudes de la administración pública, es la posibilidad de responsabilizar áreas específicas a personas que le garanticen lealtad y honorabilidad al gobernante; sin embargo, en todo el mundo, los titulares de las dependencias tienen la posibilidad de contratar asesores y consultores, para paliar su desconocimiento en temas específicos. El problema de la política silvestre oaxaqueña es que los titulares de las dependencias contratan a sus amigos, amigas o socios como asesores y sólo terminan enredándose en la maraña de la ignorancia y la adulación.
El gran problema de nuestros funcionarios es que se creen todólogos y, en su desconocimiento, creen que están capacitados para efectuar todas las actividades permisibles. Si no tuvieran este gravísimo defecto, comprenderían que escuchar a los especialistas en desarrollo urbano les ayudaría a servir a la ciudadanía, haciendo las obras de arreglo de calles, tan necesarias en una ciudad que vive del turismo, pero también obteniendo el reconocimiento ciudadano hacia sus labores. Todo lo contrario de lo que hoy ocurre, cuando algo indispensable es visto como un mero negocio y sólo para irritar a los ciudadanos.
Estoy convencido que en este asunto únicamente se trata de aplicar un poco de lógica común. Es tan sencillo como abrir una calle, arreglarla, cerrarla y, entonces abrir otro frente. En su defecto, tomar una manzana, arreglar las calles, concluir los trabajos y, entonces, abrir la siguiente. Incluso, se podría abrir un bloque de manzanas, pero buscando no afectar los ejes de vialidad neurálgicos de la ciudad, concluir los trabajos y, entonces, abrir nuevas áreas. Con la desorganización aplicada en los trabajos de remodelación de calles actuales, sólo arreglar dos ha desquiciado totalmente el tráfico de Sur a Norte y de Oriente a Poniente del Centro Histórico. Al bloquear las calles de Morelos y García Vigil, nuestros “brillantes” funcionarios taparon las principales entradas al centro citadino, viviendo del Norte y el Oriente. Si a eso le agregamos que, además, bloquearon las calles de Matamoros e Independencia, una lateral del parque El Llano y las laterales del Jardín Conzatti, tendremos la imagen exacta del caos vial que han generado.
Si a nuestros funcionarios de Obras Públicas del gobierno estatal los hubieran puesto a revivir el mítico laberinto griego, estoy seguro que no hubieran hecho una reconstrucción tan perfecta, como la lograda actualmente en nuestra ciudad.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 6 de febrero de 2010.
Cada vez que hablamos de la administración pública estatal, irremediablemente reconocemos la buena voluntad del Gobernador del estado, pero también reiteramos la gran incapacidad e insensibilidad de los funcionarios que le rodean. Los trabajos de remodelación de las calles del Centro Histórico nos están demostrando, fehacientemente, que los administradores confunden la administración con el negocio y el servicio público con la soberbia. Además de que el Centro Histórico es totalmente infuncional, en términos de vialidad, como resultado de todos los parches y cortes a la circulación, para hacer calles peatonales, que los sucesivos gobiernos han hecho en la ciudad de Oaxaca de Juárez.
Es verdaderamente lamentable que los funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas del gobierno del estado, no se hayan puesto de acuerdo con sus contrapartes de la administración municipal, para planear la ejecución de proyectos que afectan la vida municipal. Esto habla de un conflicto de intereses o, en el peor de los casos, de impedir que las ganancias se repartan entre más manos y se amplíe el círculo de conocedores del intríngulis de los negocios. De buena fe, prefiero creer en una rivalidad entre las áreas administrativas estatal y municipal.
El otro gran problema es la soberbia de los funcionarios de Obras Públicas estatal para reconocer su incapacidad profesional y de organización administrativa. Si el responsable de la Secretaría tuviera conciencia de sus limitaciones, lo más fácil para resolver el nudo, sería contratar la asesoría de expertos en desarrollo urbano, para que le ayudaran a planear la ejecución de las obras, sin afectar la vialidad citadina ni molestar a la ciudadanía.
Nadie pide que los responsables de las secretarías sean expertos conocedores de sus áreas. Una de las virtudes de la administración pública, es la posibilidad de responsabilizar áreas específicas a personas que le garanticen lealtad y honorabilidad al gobernante; sin embargo, en todo el mundo, los titulares de las dependencias tienen la posibilidad de contratar asesores y consultores, para paliar su desconocimiento en temas específicos. El problema de la política silvestre oaxaqueña es que los titulares de las dependencias contratan a sus amigos, amigas o socios como asesores y sólo terminan enredándose en la maraña de la ignorancia y la adulación.
El gran problema de nuestros funcionarios es que se creen todólogos y, en su desconocimiento, creen que están capacitados para efectuar todas las actividades permisibles. Si no tuvieran este gravísimo defecto, comprenderían que escuchar a los especialistas en desarrollo urbano les ayudaría a servir a la ciudadanía, haciendo las obras de arreglo de calles, tan necesarias en una ciudad que vive del turismo, pero también obteniendo el reconocimiento ciudadano hacia sus labores. Todo lo contrario de lo que hoy ocurre, cuando algo indispensable es visto como un mero negocio y sólo para irritar a los ciudadanos.
Estoy convencido que en este asunto únicamente se trata de aplicar un poco de lógica común. Es tan sencillo como abrir una calle, arreglarla, cerrarla y, entonces abrir otro frente. En su defecto, tomar una manzana, arreglar las calles, concluir los trabajos y, entonces, abrir la siguiente. Incluso, se podría abrir un bloque de manzanas, pero buscando no afectar los ejes de vialidad neurálgicos de la ciudad, concluir los trabajos y, entonces, abrir nuevas áreas. Con la desorganización aplicada en los trabajos de remodelación de calles actuales, sólo arreglar dos ha desquiciado totalmente el tráfico de Sur a Norte y de Oriente a Poniente del Centro Histórico. Al bloquear las calles de Morelos y García Vigil, nuestros “brillantes” funcionarios taparon las principales entradas al centro citadino, viviendo del Norte y el Oriente. Si a eso le agregamos que, además, bloquearon las calles de Matamoros e Independencia, una lateral del parque El Llano y las laterales del Jardín Conzatti, tendremos la imagen exacta del caos vial que han generado.
Si a nuestros funcionarios de Obras Públicas del gobierno estatal los hubieran puesto a revivir el mítico laberinto griego, estoy seguro que no hubieran hecho una reconstrucción tan perfecta, como la lograda actualmente en nuestra ciudad.
Este es el problema de no tener la menor idea de lo que es el desarrollo urbano No me cuesta trabajo comprenderlo, en el caso del Secretario de Obras Públicas estatal, porque, hasta donde conozco, es ingeniero civil y su especialidad es construir puentes y caminos, no hacer desarrollo urbano, ni vivienda. Que lástima para la ciudad de Oaxaca, porque pudo haber dedicado su talento a concluir la ya interminable supercarretera al Istmo o la recién iniciada, y ya inconclusa, a la Costa.