FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 3 de febrero de 2010.
No tengo ninguna duda de que el gobernador Ulises Ruiz Ortiz es un hombre de buena fe, trabajador y con mucha, muchísima suerte. Su gran problema es que nunca supo rodearse de un equipo profesional, con visión de Estado y constancia en el trabajo gubernamental. Tampoco tengo duda alguna de que su plan político y personal también estaba muy definido. Cuando andaba en campaña para gobernador del estado, en todas sus charlas había dos constantes: primero, el senador de mayoría por el PRI saldría de las oficinas del Coplade y ya despachaba ahí, desde entonces; y, segundo, quienes lo enfrentaron, del equipo gubernamental saliente, no tenían futuro político en Oaxaca. Las peripecias de la política nos demostraron que no siempre la voluntad del hombre se impone, sino las circunstancias que permite lo condicionan.
Ninguno de sus proyectos cuajó a cabalidad. El gobernador saliente le impuso a dos de sus más connotados aliados, socios y rivales militantes. El precio para deshacerse de ellos, posteriormente, fue muy caro: le costo la gobernanza, a partir de 2006. Por otra parte, el proyecto del futuro político oaxaqueño se enmarañó con el “efecto López Obrador”, la pésima campaña de Roberto Madrazo y los tambores de guerra de la Sección 22 magisterial. El fatal resultado fue que el PRI perdió Oaxaca: 9 irresponsables, buenos para nada, llegaron a la Cámara de Diputados con las siglas del PRD y sus aliados, los dos senadores de mayoría también fueron para esa alianza. El PRI se quedó con el senador de la primera minoría: Adolfo Toledo infanzón, ex titular del Coplade. El proyecto político oaxaqueño estaba fracturado y hacía agua por todos lados.
Para desgracia, los amigos del gobernador quisieron aprovechar el golpe, pero en su propio beneficio. Sabedores que el proyecto político de la siguiente sucesión era el senador Adolfo Toledo, un aciago día de la Trifulca Política del 2006, el entonces presidente de la Cámara de Diputados local, Bulmaro Rito, interrumpió una reunión de trabajo del Gobernador para anunciarle que la Cámara de Senadores había dado entrada a la solicitud de juicio político y que el senador priista oaxaqueño de primera minoría había votado a favor. Era un verdadero infundio, pero dejó sembrada la duda, al menos ese día. Inmediatamente, el Coordinador de Comunicación Social, Héctor Pablo Ramírez Leyva, se encargó de divulgar la patraña entre los comentaristas y reporteros de prensa. Lo que inició como un chisme, adquirió visos de publicidad. Inmediatamente después, “La Burbuja”, se encargó de hacerle el vacío al senador oaxaqueño de primera minoría.
Con el paso del tiempo, sabemos que, en la Cámara de Senadores, los priistas detuvieron todo intento por enjuiciar o desconocer al gobernador oaxaqueño; también sabemos que la investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se debió a la vacilación de Emilio Gamboa, en la Cámara de Diputados; pero el veneno en el proyecto político oaxaqueño estaba echado. Siguiendo a Goebbels, secretario de Propaganda nazi: una gran mentira que le da la vuelta al mundo, se convierte en una pequeña verdad.
Ése fue el origen del actual entrampamiento político del priismo oaxaqueño. Hoy, el derrumbe del pedestal del supuesto beneficiario de la “Burbuja”, por el pésimo manejo del conflicto magisterial de 2006, le dio pie a las vanas ilusiones y los fuegos artificiales del actual Coordinador de los diputados federales priistas, quien le ha dado ya la cuarta vuelta al estado para anunciar las bondades de un presupuesto que está desangrando la economía de las familias oaxaqueñas, haciendo realidad la terrible frase: gobierno rico, pueblo pobre.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 3 de febrero de 2010.
No tengo ninguna duda de que el gobernador Ulises Ruiz Ortiz es un hombre de buena fe, trabajador y con mucha, muchísima suerte. Su gran problema es que nunca supo rodearse de un equipo profesional, con visión de Estado y constancia en el trabajo gubernamental. Tampoco tengo duda alguna de que su plan político y personal también estaba muy definido. Cuando andaba en campaña para gobernador del estado, en todas sus charlas había dos constantes: primero, el senador de mayoría por el PRI saldría de las oficinas del Coplade y ya despachaba ahí, desde entonces; y, segundo, quienes lo enfrentaron, del equipo gubernamental saliente, no tenían futuro político en Oaxaca. Las peripecias de la política nos demostraron que no siempre la voluntad del hombre se impone, sino las circunstancias que permite lo condicionan.
Ninguno de sus proyectos cuajó a cabalidad. El gobernador saliente le impuso a dos de sus más connotados aliados, socios y rivales militantes. El precio para deshacerse de ellos, posteriormente, fue muy caro: le costo la gobernanza, a partir de 2006. Por otra parte, el proyecto del futuro político oaxaqueño se enmarañó con el “efecto López Obrador”, la pésima campaña de Roberto Madrazo y los tambores de guerra de la Sección 22 magisterial. El fatal resultado fue que el PRI perdió Oaxaca: 9 irresponsables, buenos para nada, llegaron a la Cámara de Diputados con las siglas del PRD y sus aliados, los dos senadores de mayoría también fueron para esa alianza. El PRI se quedó con el senador de la primera minoría: Adolfo Toledo infanzón, ex titular del Coplade. El proyecto político oaxaqueño estaba fracturado y hacía agua por todos lados.
Para desgracia, los amigos del gobernador quisieron aprovechar el golpe, pero en su propio beneficio. Sabedores que el proyecto político de la siguiente sucesión era el senador Adolfo Toledo, un aciago día de la Trifulca Política del 2006, el entonces presidente de la Cámara de Diputados local, Bulmaro Rito, interrumpió una reunión de trabajo del Gobernador para anunciarle que la Cámara de Senadores había dado entrada a la solicitud de juicio político y que el senador priista oaxaqueño de primera minoría había votado a favor. Era un verdadero infundio, pero dejó sembrada la duda, al menos ese día. Inmediatamente, el Coordinador de Comunicación Social, Héctor Pablo Ramírez Leyva, se encargó de divulgar la patraña entre los comentaristas y reporteros de prensa. Lo que inició como un chisme, adquirió visos de publicidad. Inmediatamente después, “La Burbuja”, se encargó de hacerle el vacío al senador oaxaqueño de primera minoría.
Con el paso del tiempo, sabemos que, en la Cámara de Senadores, los priistas detuvieron todo intento por enjuiciar o desconocer al gobernador oaxaqueño; también sabemos que la investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se debió a la vacilación de Emilio Gamboa, en la Cámara de Diputados; pero el veneno en el proyecto político oaxaqueño estaba echado. Siguiendo a Goebbels, secretario de Propaganda nazi: una gran mentira que le da la vuelta al mundo, se convierte en una pequeña verdad.
Ése fue el origen del actual entrampamiento político del priismo oaxaqueño. Hoy, el derrumbe del pedestal del supuesto beneficiario de la “Burbuja”, por el pésimo manejo del conflicto magisterial de 2006, le dio pie a las vanas ilusiones y los fuegos artificiales del actual Coordinador de los diputados federales priistas, quien le ha dado ya la cuarta vuelta al estado para anunciar las bondades de un presupuesto que está desangrando la economía de las familias oaxaqueñas, haciendo realidad la terrible frase: gobierno rico, pueblo pobre.
A pesar de todos sus intentos, hoy, los beneficiarios del poder están en la indefinición política de la sucesión, pero el Gobernador sigue teniendo candidato y los priistas también. Por cierto, en todas las encuestas serias levantadas el senador Adolfo Toledo Infanzón sigue a la cabeza de los precandidatos priistas.