22 de diciembre de 2010

ÉTICA Y PROFESIÓN

La renuncia de dos secretarios del gobierno está generando una breve, pero sustanciosa discusión. En el siglo XIX y principios del XX, un mexicano y un alemán creyeron haber cerrado la polémica, pero, como algunos oaxaqueños no leen historia y mucho menos de la ciencia, desconocen sus propuestas. En México, el indio zapoteco, Benito Juárez, comprendió que su fortaleza no estaba en ser pastor de ovejas toda su vida y arribó a Oaxaca, una noche oscura, para estudiar castellano y ser uno de los primeros alumnos en titularse como abogado. Por su parte, Max Weber definió, como característica esencial de la administración pública occidental, la existencia de una burocracia altamente profesionalizada y con conocimientos técnicos.

Weber nunca adujo, como Leopoldo de Gyves, el privilegio del “compromiso social y la trayectoria política” como norma para formar parte de la burocracia. Por el contrario, privilegió el conocimiento y la preparación académica universitaria, como rasgo distintivo de la racionalidad política. Es uno de los padres fundadores de la sociología política y la económica. Sí estudió y se tituló, eso lo distancia de los oaxaqueños que hoy opinan que un título no hace la diferencia.

Retomo el caso de De Gyves, para ejemplificar el caso específico del privilegio del interés personal, por sobre el interés colectivo. Un título profesional, cuando se tienen las mismas oportunidades, muestra el interés, la voluntad y el compromiso personal para superar obstáculos, adquirir conocimientos y una ética de congruencia personal. Lo contrario: faltar a clases, desobligarse del estudio, no concluir con el compromiso escolar, implica molicie, inconstancia, anteponer la astucia por sobre la inteligencia y privilegiar el egoísmo por sobre la Ética de la integridad. De Gyves ha aplicado lo segundo. Cuando perdió una elección, allá por 1981, encabezó protestas y marchas, hasta lograr torcer la legalidad electoral; en una clara componenda política, le entregaron la presidencia municipal. Veinte años después, volvió a aplicar la fórmula. La cámara de diputados, de entonces, lo acusó de no comprobar poco más de sesenta millones de pesos. Nunca intentó hacerlo. Con una huelga de hambre, logró el archivo de su caso.

Por su parte, un mixe, ex asesor del EZLN, Adelfo Regino, se propone componerle la plana al Gran Mexicano, Benito Juárez. Aduce que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo discrimina a los indígenas, porque ellos no tienen oportunidades de titularse. Me permito ponerle mi caso, sólo porque es el que mejor conozco. Hasta los seis años, fui monolingüe de zapoteco. Comencé a hablar español en la primaria. Desde los quince años estudié con una beca gubernamental. Me titulé como profesor, después como licenciado en sociología, luego maestro en planificación del desarrollo y, hace poco, obtuve el doctorado en ciencias políticas por la UNAM. Nunca he pagado un centavo para estudiar, siempre he concursado por una beca. Soy orgullosamente zapoteco del Istmo y creo que tenemos la misma capacidad para producir ciencia, tecnología, arte y cultura, como los demás pueblos del mundo. No somos menos, ni minusválidos mentales. Pedir un mundo aparte, por razón de lengua, es considerarnos, en la práctica, seres inferiores. En el fondo, la propuesta de Regino es parte de la colonización ideológica, contra la que dice luchar.

De Gyves y Regino quieren el mundo al revés, donde los astutos manden y la moral, la que da moras, prevalezca sobre la Ética.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de diciembre de 2010.