Durante los gobiernos priistas observamos que existía una planeación psicótica del desarrollo. Sobre una base de sociedades mayoritariamente solidarias y de reciprocidad, planteaban una economía basada en la usura, el interés y el egoísmo como forma de acumulación de capital. El nuevo gobierno nos está dando una verdadera sorpresa: están instaurando la era de la planeación esquizofrénica. En menos de un año, han anunciado tres procesos de planeación y no han concretado una sola propuesta seria, organizada y oficial.
Durante la pasada campaña para gobernador del estado, un equipo, supuestamente muy profesional, se dedicó a organizar los foros de consulta para conocer la demanda de las comunidades y los sectores sociales. Fueron muy publicitados, sobre todo porque acudían allá las organizaciones no gubernamentales y los estudiosos universitarios opositores al gobierno priista. Incluso, uno de los coordinadores publicaba frecuentemente en el periódico vocero de la campaña los resultados obtenidos y los compromisos asumidos por el entonces candidato opositor. Parecía ser un buen proceso para integrar después el Plan Estatal de Desarrollo que la ley exige, ya con los datos oficiales que proporcionan las oficinas públicas para efectuar el diagnóstico requerido.
Con el triunfo de la Coalición por la Paz y el Progreso, se dio un caso desconocido para los especialistas en planeación gubernamental. A alguien del gobierno electo se le ocurrió que debían continuar los foros de consulta popular, me imagino que con el pretexto de mantener cierta presencia mediática ante el conflicto suscitado entre el gobierno saliente y el entrante. El hecho es que, al parecer, uno de los primeros acuerdos entre ambos gobiernos fue precisamente el financiamiento de estos eventos y la presencia de algunos funcionarios gubernamentales para legitimar las reuniones. Fueron foros amplios, muy publicitados y con buena concurrencia. Quienes se resistieron a acudir a los foros de campaña, ahora, materialmente se disputaban la invitación. No era para menos, los encabezaba el próximo gobernador y todos pensaban que los coordinaban los futuros responsables del proceso de planeación del desarrollo estatal en los siguientes seis años. Parecía una buena llave para ingresar al gobierno entrante.
Unos días antes de la toma de posesión, un pequeño portal electrónico de noticias dio la primicia de la presentación de un Programa Preliminar de Gobierno, basado en dos temas fundamentales. Primero, la necesidad de una Reforma de Estado para garantizar la gobernabilidad política. Segundo, sobre la consideración de la existencia de un déficit de gobernabilidad, a partir de una metodología del Banco Mundial, consideraban necesario evaluar el desempeño gubernamental por medio de indicadores que impactan en la vida cotidiana del ciudadano, dando incluso el nombre en inglés del método: Worldwide Governance Indicators, y los seis grandes rubros a atender eran: voz y rendición de cuentas, eficacia gubernamental, estabilidad política, Estado de Derecho, calidad del marco regulatorio y combate a la corrupción. Sobre el tipo de desarrollo requerido por el estado y las demandas centrales recogidas en los foros, no se decía ninguna palabra.
Tres días después, el gobernador electo recibió de manos de los coordinadores de Planeación Democrática y Participativa del gobierno electo, Fausto Díaz Montes y Víctor Raúl Martínez Vázquez, el Programa Preliminar de Gobierno. Entonces supimos que se efectuaron 10 foros regionales y más de 70 mesas de trabajo “donde se dio amplia participación a la sociedad en general, con la intención de que esos resultados sean integrados en el Plan Estatal de Desarrollo del gobierno estatal”. Ahí, el gobernador electo aseguró que serviría “como instrumento guía del Plan Estatal de Desarrollo y el plan para los primeros 111 días de gobierno que culminarán el 2 de marzo” (Tiempo, 2010-11-23).
Dos problemas observamos en ese momento: primero, que no podía ser un programa, porque no existía un plan y ni siquiera un avance aceptado; segundo, un programa exige un listado de acciones a concretar y el presentado era solamente un catálogo de buenas intenciones que ni definía un plan ni se concretaba en un programa de acción inmediata. Nunca más se volvió a hablar del tema y los responsables fueron ubicados en áreas totalmente diferentes a la planeación del desarrollo.
Hace unos días, conocimos una nueva oficina gubernamental, la Coordinación de Planeación, que presentó a los diputados locales una propuesta de nuevos foros y mesas de trabajo, para recabar los requerimientos y las propuestas de la sociedad oaxaqueña para elaborar el Plan Estatal de Desarrollo. A través de los medios de comunicación masiva, han invitado a todos los oaxaqueños a participar en los actos. Una de dos: o los responsables de este nuevo proceso desconocen lo hecho anteriormente o los trabajos precedentes fueron efectuados por irresponsables desconocedores del tema y sus resultados fueron irrelevantes. Lo cierto es que vivimos en un verdadero desconcierto en la planeación gubernamental oaxaqueña.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de enero de 2011.