4 de agosto de 2008

EL PARTIDO DE ACCIÓN NACIONAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 3 de agosto de 2008.

Hoy, que el panismo tiene el poder federal en sus manos, se empeñan cotidianamente en desmentir su ideología conservadora y de derecha. Los militantes que llegaron en las últimas horas del triunfo quizá desconozcan el origen faccioso de su fuente de recursos y reconocimiento personal. Valga entonces un pequeño recordatorio del origen del PAN.

Con el triunfo de los revolucionarios norteños, el país entró a una etapa de combate al fanatismo religioso, el reconocimiento de los pueblos en la defensa de sus tierras y la defensa de los derechos de los trabajadores. El enfoque no fue gratuito, sino resultado de los compromisos adquiridos por Álvaro Obregón con los diversos grupos revolucionarios movilizados, para vencer a los radicales de Francisco Villa y Emiliano Zapata.

La constitución de 1917 fue la llamada de atención para los grupos económicos privilegiados que habían sobrevivido al porfiriato. Fue el toque de arranque de la sangrienta guerra cristera, pero también el inicio de la formación del sinarquismo nacional. Estos dos proyectos organizativos se encaminaban a combatir el laicismo gubernamental y la reforma agraria que permeaba en las leyes revolucionarias. Sin embargo, ninguno tuvo posibilidad alguna de éxito.

El golpe de gracia para los grupos pudientes fue el régimen del presidente Lázaro Cárdenas, quien llevó a la practica varias promesas de la Revolución Mexicana y los principales afectados fueron la jerarquía eclesiástica católica, los terratenientes, los empresarios y el gobierno de Estados Unidos. A esos sectores nunca les gustaron las masivas expropiaciones de tierra y su reparto en ejidos colectivos o la restitución de los bienes comunales; tampoco se entusiasmaban por la inauguración de la Universidad de Chapingo; mucho menos con el impulso de la organización de los campesinos en sus ejidos y comunidades, y su posterior integración a la Confederación Nacional Campesina del partido proclamado heredero de la Revolución; tampoco les gustaba el establecimiento de las escuelas rurales y las misiones culturales. Pero la exasperación crispó sus ánimos con la expropiación petrolera.

Después del asunto agrario, el principal problema era la educación. Liberar a la gente del fanatismo religioso y darles una cultura científica era la meta de Lázaro Cárdenas. Por eso legisló para quitarle al clero el monopolio de la educación; es más, durante su gobierno no se abrió ninguna escuela clerical y sí se cerraron muchas. Junto con las escuelas rurales, se fundaron escuelas nocturnas y gratuitas para obreros y soldados; fundó, también, el Instituto Politécnico Nacional, para vincular la ciencia con el nacionalismo revolucionario y modificó la Constitución para impulsar la educación socialista, buscando propagar una educación científica y laica.

Todas las acciones y las instituciones creadas por el presidente Cárdenas estaban enfocadas al beneficio de los más pobres y necesitados del país: así se crearon la ley de cooperativas, los códigos fiscales, el código agrario, el código de procedimientos civiles, la ley de seguros; pero también se instituyeron el Banco Nacional Obrero de Fomento Industrial, el antecedente de la Comisión Federal de Electricidad y del Instituto Nacional Indigenista, se fundó Nacional Financiera y el Departamento Forestal, de Caza y Pesca. Pero, además, se impulsó la organización de los obreros en la Confederación de Trabajadores de México.

Los actos del gobierno tenían alarmados los pudientes del país. Según ellos, el presidente Cárdenas estaba gobernando para los indios, para la plebe. Pero además, estaban asustados por la violencia y la sinrazón del movimiento sinarquista, fundada originalmente para la defensa del status quo, pero cuya base de sustentación se encontraba entre los campesinos más pobres y los más ignorantes, manejados por el bajo clero. Era cierto, en esos círculos de miserables no podían moverse los abogados, los médicos, los banqueros ni los obispos. Ellos necesitaban otro partido, conservador y religioso, de preferencia.

Los sectores más afectados por el cardenismo fueron el clero católico y los hombres de empresa: los industriales, banqueros y comerciantes. Los mismos que tenían tiempo y dinero para embarcarse en el nuevo proyecto del partido conservador, de un partido contrario a los gobernantes de la Revolución. Por eso, en la lista de los fundadores del PAN aparecen en total 42 abogados, dos ingenieros, dos arquitectos, trece médicos, ocho empresarios, dos filósofos, un geógrafo, dos profesores y un general.

Concomitante con su origen ideológico, el PAN –que en su origen era el Partido de Acción Nacional- fue fundado en la sede del Banco de Londres y México, un banco que todos señalan fue creado con dinero de la jerarquía católica mexicana. Su principal dirigente era el licenciado Manuel Gómez Morín, un nombre que aparecía en varios de los consejos de administración de las negociaciones bancarias del país representando los intereses del capital extranjero, pero, además, era presidente del Consejo de Administración del Banco de Londres y México.

Todos los investigadores serios coinciden en señalar como principales fuentes de financiamiento del nuevo partido al ahora famosísimo Grupo Monterrey, a la jerarquía de la Iglesia Católica y al Banco de Londres y México. Por cierto, Gómez Morín, también era abogado del grupo Monterrey y nunca desmintió el origen de los recursos financieros del PAN.

Hoy que la historia ha dado un giro, valga recordar el origen histórico del partido que gobierna el país, porque, a diferencia de la famosa frase de Francis Fukuyama: ¡Éste no es el fin de la historia!