FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 30 de octubre de 2009.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 30 de octubre de 2009.
Como van las cosas, para el fin de mes el Congreso de la Unión ratificará el alza generalizada de impuestos. Al parecer, los senadores dieron marcha atrás. No habrá corrección a la plana de la desvergüenza diputadil. Todo fue una falsa alarma y los intereses creados van a terminar venciendo al olfato político de los senadores que aún guardan cierto decoro público.
La semana pasada, los diputados no se quebraron mucho la cabeza. Lo más fácil fue pegarle a quienes menos tienen y menos gritan -o, al menos, nadie los oye. Por eso le apostaron al incremento del IVA al 16%. Para salvar la cara, tanto los diputados priistas como los perredistas, exentaron del impuesto a las medicinas y los alimentos. En el caso del PRI, no se podía esperar más, porque el actual coordinador de su bancada, hace dos trienios era el más entusiasta defensor de un incremento generalizado del IVA, incluyendo medicinas y alimentos, cuando la nefasta Elba Esther Gordillo dirigía a los diputados priistas. La cabecita de Francisco Rojas no dio para más y el interés de los gobernadores veló por su santo y por sus aspiraciones futuras.
El gran problema del PRI es que va a cargar con la losa de haber avalado un impuesto que le va a pesar a todos los mexicanos, pero también de haber afectado a los intereses de quienes más tienen: los empresarios y las clases medias, a quienes les subieron el ISR de 28 a 30%. Aunque la mayoría de los empresarios se desgañitan porque les afecta nominalmente su tasa de ganancia, los verdaderamente importantes callan, porque se mantuvo la exención de impuestos a los regímenes especiales. Ahí están metidos los gallones empresariales, esos que pudieran haber desatado un tsunami político al régimen panista y sus aliados priistas. Sin embargo, el PRI queda como el cohetero: le silban todos, incluso los panistas.
Lo vergonzoso del caso es que, quienes llegaron a la cámara con el argumento de servir a los más necesitados, se quedaron callados a la hora de la verdad. Solo un diputado oaxaqueño votó en contra del alza indiscriminada de impuestos: Manuel García Corpus, según lo ha dicho Rosy Ramales en este periódico. Todos los demás se hundieron en la ignominia del silencio y el voto favorable a un impuesto que lesiona gravemente la economía de quienes les dieron su confianza. Atrás quedó el espíritu de Bronx y nos demostró que solo sirve para la chunga y el vodevil político.
Por el momento, ninguno de los diputados priistas oaxaqueños ha dado una explicación coherente sobre su desfachatez. Quizá, antes de fin de año, el Coordinador de la bancada oaxaqueña salga a cacarear las minucias del tercio del incremento al IVA destinado a los mandatarios estatales. Nos intentará dorar la píldora, pero jamás podrá justificar como un golpe tan grande a la economía familiar, sólo servirá para seguir despanzurrando las calles del Centro Histórico y entregando pavimentos de ostentación en calles ya pavimentadas, mientras los automovilistas caen en los baches y hoyancos en casi todas las calles de la ciudad.
El próximo año, cuando el candidato priista a gobernador recorra los pueblos para pedir votos para el partido, difícilmente un diputado federal priista podrá hacer uso de la palabra como representante popular, porque los futuros votantes estarán trinando por la exprimida a sus bolsillos y cuyos efectos más palpables se verán, precisamente, durante la siguiente campaña electoral.
La semana pasada, los diputados no se quebraron mucho la cabeza. Lo más fácil fue pegarle a quienes menos tienen y menos gritan -o, al menos, nadie los oye. Por eso le apostaron al incremento del IVA al 16%. Para salvar la cara, tanto los diputados priistas como los perredistas, exentaron del impuesto a las medicinas y los alimentos. En el caso del PRI, no se podía esperar más, porque el actual coordinador de su bancada, hace dos trienios era el más entusiasta defensor de un incremento generalizado del IVA, incluyendo medicinas y alimentos, cuando la nefasta Elba Esther Gordillo dirigía a los diputados priistas. La cabecita de Francisco Rojas no dio para más y el interés de los gobernadores veló por su santo y por sus aspiraciones futuras.
El gran problema del PRI es que va a cargar con la losa de haber avalado un impuesto que le va a pesar a todos los mexicanos, pero también de haber afectado a los intereses de quienes más tienen: los empresarios y las clases medias, a quienes les subieron el ISR de 28 a 30%. Aunque la mayoría de los empresarios se desgañitan porque les afecta nominalmente su tasa de ganancia, los verdaderamente importantes callan, porque se mantuvo la exención de impuestos a los regímenes especiales. Ahí están metidos los gallones empresariales, esos que pudieran haber desatado un tsunami político al régimen panista y sus aliados priistas. Sin embargo, el PRI queda como el cohetero: le silban todos, incluso los panistas.
Lo vergonzoso del caso es que, quienes llegaron a la cámara con el argumento de servir a los más necesitados, se quedaron callados a la hora de la verdad. Solo un diputado oaxaqueño votó en contra del alza indiscriminada de impuestos: Manuel García Corpus, según lo ha dicho Rosy Ramales en este periódico. Todos los demás se hundieron en la ignominia del silencio y el voto favorable a un impuesto que lesiona gravemente la economía de quienes les dieron su confianza. Atrás quedó el espíritu de Bronx y nos demostró que solo sirve para la chunga y el vodevil político.
Por el momento, ninguno de los diputados priistas oaxaqueños ha dado una explicación coherente sobre su desfachatez. Quizá, antes de fin de año, el Coordinador de la bancada oaxaqueña salga a cacarear las minucias del tercio del incremento al IVA destinado a los mandatarios estatales. Nos intentará dorar la píldora, pero jamás podrá justificar como un golpe tan grande a la economía familiar, sólo servirá para seguir despanzurrando las calles del Centro Histórico y entregando pavimentos de ostentación en calles ya pavimentadas, mientras los automovilistas caen en los baches y hoyancos en casi todas las calles de la ciudad.
El próximo año, cuando el candidato priista a gobernador recorra los pueblos para pedir votos para el partido, difícilmente un diputado federal priista podrá hacer uso de la palabra como representante popular, porque los futuros votantes estarán trinando por la exprimida a sus bolsillos y cuyos efectos más palpables se verán, precisamente, durante la siguiente campaña electoral.