12 de octubre de 2009

DIÓDORO Y LÓPEZ OBRADOR. CACIQUES POLÍTICOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de octubre de 2009.

En la sucesión de Oaxaca, por parte de la oposición local, se juegan fundamentalmente los intereses de los caciques políticos: Andrés Manuel López Obrador y Diódoro Carrasco Altamirano. Solo mirando, se quedan los electores y los dirigentes partidistas.

En primerísimo lugar, tenemos la ambición del tabasqueño López Obrador por contar con una caja chica, para sortear con éxito las demandas económicas de la próxima campaña presidencial. Sin la Tesorería del Distrito Federal, porque obviamente Marcelo Ebrard será el candidato del PRD, Andrés Manuel necesitará otra fuente de financiamiento para su campaña, porque sabe que carismático no es, liderazgo tampoco tiene y, cuando le quiten las redes sociales de los programas asistenciales del Distrito Federal, sólo quedará el cascarón vacío del autoritario mesías tropical. Por eso le urge la caja chica oaxaqueña y, por eso, su insistencia para que Gabino Cué Monteagudo, sea el candidato a gobernador.

En segundo término, por cierto también en importancia, se encuentra el deseo manifiesto de Diódoro Carrasco Altamirano por volver a recuperar los privilegios del poder, que absurdamente dejó escurrir de las manos. Sin cargo político alguno, sin reconocimiento entre las filas del panismo, porque es un militante vergonzante, el ex gobernador oaxaqueño sueña con que su siempre protegido pudiera encabezar una coalición donde se incluyera al PAN. Ganar Oaxaca es su necesidad, para alcanzar la siempre negada notoriedad política nacional por el triste papel que le asignó Ernesto Zedillo: el de traidor al partido que lo llevó a la cúspide del poder local, al amarrar a los gobernadores priistas para permitir el triunfo del panista Vicente Fox en la presidencia de la República.

Su gran problema es que este Gabino no es aquel a quien le creó la Secretaría Técnica del Poder Ejecutivo cuando era gobernador, ni siquiera es el que le manejó el presupuesto de la Secretaría de Gobernación para acercar, cooptar e inducir a los periodistas de los medios del Distrito Federal, cuando lo hizo subsecretario encargado de los medios de comunicación. Éste es otro Gabino, jugando en otros carriles y con otras fuerzas. El panismo, desde el presidente de la República, hasta el presidente del Comité Directivo Estatal en Oaxaca, saben que el senador Cué responderá a los intereses de López Obrador en lo inmediato y, en su momento, jugará su propia alternativa política en la perspectiva de un priismo con opciones de triunfo en 2012. A fin de cuentas, Gabino no tiene ni ideología, ni lealtades. Como Diódoro, para ellos, la traición es un simple cambio de chaquetas y… nada más.

Ése, también, es el dilema del PAN. Saben que perder Oaxaca será la continuación del tobogán que concluirá en el 2012, cuando entreguen la presidencia de la República con la detestable marca de ineptos, incapaces y corruptos. A diferencia del PRI, su fugaz paso por Los Pinos será la mortaja del partido que nunca se pudo asumir de “centro-derecha liberal”, como pomposamente se quiere autodefinir Diódoro Carrasco. Por eso, también, la poca resistencia panista a sumarse a una coalición sin condiciones de por medio. Quieren triunfar, pero no para beneficio de otros. Quieren ganar, pero posiciones de poder. Lo demás, es lo de menos, incluyendo las aspiraciones populares, que a la derecha siempre le han importado muy poco.

También por eso, el PRD se ha sumado con entusiasmo a la coalición. En Oaxaca no representan ninguna alternativa ideológica, política o de masas. Tampoco tienen cartas para jugar. La única aspiración de sus dirigentes es contar con espacios políticos para darle chamba a sus amantes, esposas, primos, hermanos y toda la parentela habida y por haber. Ni siquiera es la búsqueda del poder, sino el simple arrebato por los cargos y el dinero.

Al final del día, estoy convencido que la oposición ya tiene candidato. Irán juntos, como en el 2004. Parafraseando a Marx, para repetir la tragedia, ahora como comedia. Por cierto, en ese teatro de la risa, quedará indemne el orgullo familiar del autodenominado filántropo oaxaqueño, para seguir financiando los guiños del poder.