2 de noviembre de 2009

LÓPEZ OBRADOR. DOBLE MORAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 2 de noviembre de 2009.

La noticia de la semana fue la confirmación de la doble moral de Andrés Manuel López Obrador. Ese político tabasqueño que intentó mostrar una cara de austeridad republicana, cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, pero en la realidad vive en el lujo y el derroche.

En ese entonces, comenzó su fama porque usaba un modesto tsuru para su transportación, pero después nos enteramos que solo dos meses de sueldo de su chofer, el ahora famoso Nico, podrían comprar fácilmente ese coche, porque ganaba 62 mil 997 pesos al mes. Poco tiempo después, supimos que uno de sus hijos había chocado en las calles de la ciudad de México; el carro no era uno cualquiera, sino un Jeep Liberty. Así empecé a considerar una farsa la moral republica de Andrés Manuel, porque viajaba modestamente, mientras su familia y sus amigos vivían con lujos y ostentación.

Hoy sabemos buena parte de la faramalla del autodenominado “presidente legítimo” y todo por la ostentación de los vástagos y las tropelías de los familiares. Hace unos días, Andrés Manuel Junior se dignó asistir a un mítin, calzando cómodos tenis Louis Vuitton, con un costo aproximado de 12 mil pesos. Un poquito más caro de lo que en un mes gana un Jefe de Departamento del gobierno del estado de Oaxaca. Pero también nos enteramos que al joven le fascina vacacionar en yates y vivir la “vida loca”, como cualquier junior de una familia de potentados. Hace dos años, en julio de 2007, su otro hijo, José Ramón López, fue duramente cuestionado en los medios, porque aparecía en la nómina de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, ostentando un cargo donde nunca nadie lo vio ejercer. Ni siquiera llegaba a cobrar, porque le depositaban su sueldo en su cuenta bancaria. Por cierto, viaja en una Hummer, la camioneta más lujosa y cara hoy día.

Esa forma de actuar la replicó el Peje López Obrador con unos de sus hermanos. El pasado lunes 26, el diario Reforma publicó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos había girado cheques por “pago de nomina” a Pío Lorenzo López Obrador, sin que sepamos que tenga algún antecedente laboral en la ya de por sí desprestigiada institución a cargo de José Luis Soberanes.

Una de las grandes dudas sobre la ética de este político de oposición es su fuente de financiamiento. En una de sus declaraciones informó que el PRD le pagaba un sueldo de 60 mil pesos mensuales, pero con esa cantidad, difícilmente sus hijos pueden vivir con esos lujos, porque, también, sus gastos personales superan a los de cualquier ciudadano normal.

Según Jorge Fernández Menéndez, periodista del Excélsior, al menos mantiene cuatro casas. En una viven los hijos de su primer matrimonio; en otra vive él; su actual esposa y su otro hijo viven en La Toscana, una bonita residencia con todos los lujos y comodidades de cualquier rico a quines tanto critica; y, con las inundaciones de Tabasco, salió a la luz pública la propiedad de un condominio horizontal de lujo en Villahermosa. También tiene un rancho, en Macuspana, Tabasco.

Hasta donde sabemos, en la actualidad no tiene ningún sueldo, porque el PRD ya no es su concesión. Si embargo, el tren de vida continúa igual. Quizá estas cavilaciones no tuvieran sentido si fuera un hombre común y corriente. El problema surge cuando se asume como representante del “pueblo bueno” y “desfacedor” de entuertos de los pobres.

Desde hace por lo menos dos meses recorre los municipios más pobres de Oaxaca. Lleva un mensaje de esperanza y de convocatoria para la transformación política de Oaxaca. Ahí comienzan las dudas. ¿Cómo un hombre, con esta doble moral, puede asumirse como garante de una nueva sociedad, más igualitaria y más justa? O ¿acaso el mensaje es cambiar, para que lleguen los suyos? Esos que vimos llenando portafolios con dólares y se llevaban hasta las ligas de los envoltorios, como René Bejarano o como Carlos Imaz; pero también están aquellas que autorizaron y ejecutaron los periféricos de dos pisos, sin que nadie supiera del presupuesto autorizado, como Claudia Sheinbaum, ministra de su gabinete trashumante, pero también esposa de Carlos Imaz. Como se ve, los ejemplos no son dignos de imitar.