FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 16 de noviembre de 2009.
Cuando la cámara federal está en el proceso de asignación de recursos para las dependencias federales, y el gobierno estatal solicita al menos los poco más de 44 mil millones de pesos ejercidos este año, convendría aclarar para qué se solicita ese dinero. Aunque ya sabemos que casi la mitad se destina para pagar el salario y prestaciones del magisterio, y algún cañonazo a sus dirigentes, sería bueno saber si sólo se van a seguir dedicando a seguir despanzurrando las calles de la ciudad de Oaxaca, para pavimentar lo ya pavimentado y reenbanquetar lo ya embanquetado, entre otras pequeñas obras que se pierden en el desconcierto de la nimiedad. Por cierto, en menos de 6 años, el Jardín Labastida se ha remodelado en tres ocasiones, la penúltima vez fue parte del escándalo por la supuesta desviación de recursos del entonces presidente municipal, Manuel de Esesarte; menos de dos años después, el jardín lucirá una completa nueva cara. Como diría la canción: “Que no queden huellas…”
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 16 de noviembre de 2009.
Cuando la cámara federal está en el proceso de asignación de recursos para las dependencias federales, y el gobierno estatal solicita al menos los poco más de 44 mil millones de pesos ejercidos este año, convendría aclarar para qué se solicita ese dinero. Aunque ya sabemos que casi la mitad se destina para pagar el salario y prestaciones del magisterio, y algún cañonazo a sus dirigentes, sería bueno saber si sólo se van a seguir dedicando a seguir despanzurrando las calles de la ciudad de Oaxaca, para pavimentar lo ya pavimentado y reenbanquetar lo ya embanquetado, entre otras pequeñas obras que se pierden en el desconcierto de la nimiedad. Por cierto, en menos de 6 años, el Jardín Labastida se ha remodelado en tres ocasiones, la penúltima vez fue parte del escándalo por la supuesta desviación de recursos del entonces presidente municipal, Manuel de Esesarte; menos de dos años después, el jardín lucirá una completa nueva cara. Como diría la canción: “Que no queden huellas…”
Por eso retomo el camino de la planeación seguido por los gobiernos estatales, en este caso el del actual sexenio.
Este gobierno retorna a la consideración de las ocho regiones geoeconómicas, dejando de lado las 75 microrregiones del sexenio anterior. Para el plan, el papel del gobierno es fundamental, por ser quien establece las políticas públicas para crear las condiciones adecuadas para impulsar los proyectos estratégicos detonadores del desarrollo regional; en términos sectoriales, estableció al turismo y la cultura como los ejes detonadores estatales. Para alcanzar ese proceso, planteaba fomentar la participación ciudadana; también instauraba la necesidad de la participación del gobierno para definir con precisión, y financiar, aquellos proyectos viables o los necesarios. Es, pues, una doble vía entre la participación de la sociedad y el impulso gubernamental.
Como en los sexenios de Heladio Ramírez y Diódoro Carrasco, esta administración observa y remarca la existencia y la fortaleza de las organizaciones productivas sociales; sin embargo, les presta atención en tanto organizaciones económicas establecidas en las diferentes localidades de la entidad y no como organizaciones sociales y comunitarias. Observa el aspecto económico, pero no el social. Por eso, el énfasis no está puesto en el impulso a la infraestructura social, el desarrollo cultural o político de las comunidades, sino, por el contrario, en su función de organizaciones productivas, necesitadas de apoyo para coadyuvar en el crecimiento económico.
Junto con estas organizaciones, el diagnóstico del plan observa la existencia de un empresario pujante y deseoso de impulsar el desarrollo estatal. Por eso, es papel del gobierno estatal crear las condiciones y dar los apoyos necesarios para que este grupo empresarial puedan fructificar sus empeños para crear nuevas empresas y consolidar las existentes, para poder generar más empleos, otorgar mejores salarios y mejorar las condiciones de vida de los oaxaqueños.
El crecimiento económico, a su vez, debería impulsar el desarrollo regional sustentable, entendido como un proceso para lograr una mayor participación, en igualdad de condiciones, de cada una de las regiones del estado; pero, también, el crecimiento debe generar excedentes económicos suficientes para combatir eficazmente a la pobreza y la marginación de los oaxaqueños. Así, el plan enfoca y propone atacar dos vertientes con el desarrollo: por un lado, alcanzar el desarrollo económico en términos territoriales y, por otra parte, desde la perspectiva social, mejorar los niveles de bienestar.
Todo este proceso de creación de empresas para alcanzar el crecimiento económico, debía conducir a la meta del desarrollo integral sustentable, concepto que diferencia este plan de los demás, porque ahora se retoma el aspecto ambiental en las políticas públicas, para aprovechar racionalmente, mejorar y conservar el entorno ambiental.
En realidad, todo quedó en los meros buenos deseos a partir del conflicto político del 2006, donde el magisterio y su APPO torpedearon la gobernanza oaxaqueña y deshilacharon la estructura administrativa del gobierno estatal. Nada de lo planeado quedó en pie, no solo por la falta de sustentación empírica del plan, sino por la soberbia de quienes se creyeron ungidos para mandar. Ni los opositores ni el gobierno hicieron algo para salvar lo que pudo servir a la sociedad, por ejemplo, las propuestas de revocación de mandato, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto y la asamblea ciudadana, establecidas en la página 122 del Plan Estatal de Desarrollo Sustentable.