13 de noviembre de 2009

PRECANDIDATOS PRIISTAS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 13 de noviembre de 2009.

Tiene toda la razón el magistrado Raúl Bolaños Cacho, al afirmar que los precandidatos reconocidos por el delegado del CEN del PRI se dividen en dos grupos: por un lado, los amigos y, por el otro, los achichincles del Gobernador. Los seis distinguidos –entre la masa, por el delegado- priistas, no son los únicos con merecimientos y capacidad necesarios para encabezar la candidatura por el gobierno del Estado el próximo año. Ésa ha sido la ventaja y la desventaja priista: su gran capacidad para generar candidatos, pero también para insuflar resentimientos en los no bien correspondidos.

Hasta donde sabemos, los precandidatos priistas lo son por su cercanía al titular del Ejecutivo, pero también por su probada lealtad a su persona. Muchos de sus amigos quedaron fuera del ejercicio sucesorio, precisamente por las deslealtades con anteriores gobernadores o por su propensión a los negocios, lícitos aunque no éticos, al amparo del poder; algunos otros se descartaron por su presunta autonomía, una garantía de futura confrontación con el actual titular del Ejecutivo.

En la lista hay, también, por lo menos tres personajes de relleno. Son los empleados que sirven para distraer la atención. Los destellos de la fama son en pago a sus servicios a la causa electoral, por hacer posible el “cochinito” para financiar los procesos electorales. Con su inclusión en la lista garantizan, por lo menos, un cargo público durante los dos primeros años del sexenio siguiente, salvo quienes vayan al Cementerio de los Elefantes, el Tribunal Superior de Justicia, como su presidente o magistrados, para tener asegurado un sueldo y su pensión de por vida, incluyendo la de su cónyuge y algunos de sus hijos. Bondades del sistema político oaxaqueño, de los que ha gozado, hasta ahora, el reclamante magistrado y ex presidente del Tribunal, Raúl Bolaños Cacho.

De aquí, hasta finales del próximo año, muchos de los suspirantes harán declaraciones argumentando la inequidad política en los procesos internos del PRI, sin embargo, ninguno de ellos lo hará en aras de la democratización del partido o por la defensa de los derechos ciudadanos, sino solamente por la salvaguarda de sus intereses personales, para ser considerados en el reparto administrativo del próximo sexenio. No hay, pues, lucha por la democracia, sólo intereses particulares. Los reclamos son porque asumen la vieja máxima política: “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.


Por otra parte, mal haría el titular del poder Ejecutivo en mantener el corsé al proceso interno priista, cuando empezaron a surgir las primeras voces disidentes. Mal servicio le va a prestar a su escogido, porque hoy tenemos a un gobierno federal panista y la posibilidad de una coalición opositora enfrente. El problema del árbitro es que abrir la cancha puede desencadenar una avalancha que asfixie el juego electoral interno. Su otro problema es la ausencia de operadores políticos inteligentes y eficaces en su gobierno, y sus asesores tampoco brillan por su capacidad y agudeza. Le toca, pues, la difícil decisión de desbrozar el camino con decisiones bien ponderadas y actitudes conciliadoras para hacer terso el proceso electoral y no tenso, como hasta ahora ha sido. Por cierto, en ningún juego civilizado se puede ser juez y parte de las acciones, so riesgo de deslegitimar los resultados.