FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de mayo de 2010.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo definió el concepto “desarrollo humano” como el proceso de ampliación de las posibilidades de elegir de los individuos y tiene como objetivo expandir la gama de oportunidades abiertas a las personas para vivir una vida saludable, creativa y con los medios adecuados para desenvolverse en su entorno social. Poco después, su principal teórico, Amartya Sen, colaboró en el diseño del Índice de Desarrollo Humano, junto con Mahbub ul Haq, responsable de los informes iniciales sobre el Desarrollo Humano.
El primer Informe sobre Desarrollo Humano fue publicado en 1990, desde entonces, el PNUD ha modificado su procedimiento de cálculo en siete ocasiones. En 1991, se agregó la medición de la escolaridad promedio, para producir una medida sintética del logro educativo y se estableció una nueva fórmula para ponderar distintos niveles de ingreso. En 1994 se abandonan los valores mínimos y máximos encontrados en la muestra de países utilizada. En 1995 se reemplazó la escolaridad promedio por la tasa de matriculación combinada de primaria, secundaria y media superior; se modificó el valor mínimo del ingreso a 100 dólares PPC, porque era el valor mínimo observado para las mujeres. En 1999 se sustituyó la fórmula para ponderar el PIB per cápita, de manera que se descuenta en toda la distribución y no sólo por encima de cierto nivel.
En México, el Consejo Nacional de Población retomó el concepto y estableció tres variables de funcionamiento para medirlo: a) la esperanza de vida o el funcionamiento básico de vivir larga y saludablemente (dimensión de salud), b) la alfabetización y la matriculación escolar o la habilidad de leer, escribir y adquirir conocimientos (dimensión de educación) y, c) el ingreso (Producto Interno Bruto) per capita, ajustado por paridad y poder de compra. A partir de estos indicadores de bienestar se construyen tres nuevas variables, definidas como la brecha entre cada una y sus valores mínimos, expresada como una fracción de la brecha máxima. Esta normalización permite que los valores de cada una de estas variables estén acotados entre O y 1. Finalmente, el IDH se calcula como el promedio aritmético simple de las tres brechas porcentuales anteriores.
Las críticas al método del índice de desarrollo humano.
Las críticas son en torno a lo conceptual y su operación. Las conceptua1es se basan en la discusión sobre dimensiones relevantes consideradas y su forma de agregación. Autores como Rodrigo García Verdú igualan la aportación del índice con la contenida en un índice de PIB per capita. En el caso de la operación, se critica la definición de las cotas basadas en valores "ideales" de las variables consideradas o utilizadas para construir los índices de cada componente.
Otro tema relevante es su insensibilidad para medir la desigualdad. El índice no puede distinguir si todos los estratos de la población están siendo beneficiados o hay una concentración sólo en una parte de ella. Por eso, Gerardo Esquivel Hernández dice que el proceso de convergencia en salud y educación se ha mantenido durante la segunda mitad del siglo XX en México; sin embargo, la convergencia en niveles de ingreso, dimensión que presenta mayor desigualdad regional, ha sufrido una desaceleración y posteriormente se ha revertido hasta alcanzar un patrón divergente durante las décadas de los ochenta y noventa, situación no observada en la medición del índice.
Otra de las principales críticas es el alto grado de sustitución entre dimensiones, dado el promedio simple entre los componentes utilizados. Los resultados de los diferentes trabajos de medición o índices relacionados, para el caso de México, muestran que la posición relativa de las entidades federativas es sensible al tipo de variables utilizadas, al uso de métodos de corrección y a la selección de distintos valores máximos y mínimos de referencia. El IDH genera un ordenamiento de los estados sensible, sobre todo, al rango de edad en que se mide la tasa de matriculación escolar. Cuando se considera el rango de 6 a 19 años en lugar de 6 a 24 años, hay 11 estados que varían su posición relativa. Lo mismo ocurre cuando se hace el ajuste por componente petrolero en el PIB.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de mayo de 2010.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo definió el concepto “desarrollo humano” como el proceso de ampliación de las posibilidades de elegir de los individuos y tiene como objetivo expandir la gama de oportunidades abiertas a las personas para vivir una vida saludable, creativa y con los medios adecuados para desenvolverse en su entorno social. Poco después, su principal teórico, Amartya Sen, colaboró en el diseño del Índice de Desarrollo Humano, junto con Mahbub ul Haq, responsable de los informes iniciales sobre el Desarrollo Humano.
El primer Informe sobre Desarrollo Humano fue publicado en 1990, desde entonces, el PNUD ha modificado su procedimiento de cálculo en siete ocasiones. En 1991, se agregó la medición de la escolaridad promedio, para producir una medida sintética del logro educativo y se estableció una nueva fórmula para ponderar distintos niveles de ingreso. En 1994 se abandonan los valores mínimos y máximos encontrados en la muestra de países utilizada. En 1995 se reemplazó la escolaridad promedio por la tasa de matriculación combinada de primaria, secundaria y media superior; se modificó el valor mínimo del ingreso a 100 dólares PPC, porque era el valor mínimo observado para las mujeres. En 1999 se sustituyó la fórmula para ponderar el PIB per cápita, de manera que se descuenta en toda la distribución y no sólo por encima de cierto nivel.
En México, el Consejo Nacional de Población retomó el concepto y estableció tres variables de funcionamiento para medirlo: a) la esperanza de vida o el funcionamiento básico de vivir larga y saludablemente (dimensión de salud), b) la alfabetización y la matriculación escolar o la habilidad de leer, escribir y adquirir conocimientos (dimensión de educación) y, c) el ingreso (Producto Interno Bruto) per capita, ajustado por paridad y poder de compra. A partir de estos indicadores de bienestar se construyen tres nuevas variables, definidas como la brecha entre cada una y sus valores mínimos, expresada como una fracción de la brecha máxima. Esta normalización permite que los valores de cada una de estas variables estén acotados entre O y 1. Finalmente, el IDH se calcula como el promedio aritmético simple de las tres brechas porcentuales anteriores.
Las críticas al método del índice de desarrollo humano.
Las críticas son en torno a lo conceptual y su operación. Las conceptua1es se basan en la discusión sobre dimensiones relevantes consideradas y su forma de agregación. Autores como Rodrigo García Verdú igualan la aportación del índice con la contenida en un índice de PIB per capita. En el caso de la operación, se critica la definición de las cotas basadas en valores "ideales" de las variables consideradas o utilizadas para construir los índices de cada componente.
Otro tema relevante es su insensibilidad para medir la desigualdad. El índice no puede distinguir si todos los estratos de la población están siendo beneficiados o hay una concentración sólo en una parte de ella. Por eso, Gerardo Esquivel Hernández dice que el proceso de convergencia en salud y educación se ha mantenido durante la segunda mitad del siglo XX en México; sin embargo, la convergencia en niveles de ingreso, dimensión que presenta mayor desigualdad regional, ha sufrido una desaceleración y posteriormente se ha revertido hasta alcanzar un patrón divergente durante las décadas de los ochenta y noventa, situación no observada en la medición del índice.
Otra de las principales críticas es el alto grado de sustitución entre dimensiones, dado el promedio simple entre los componentes utilizados. Los resultados de los diferentes trabajos de medición o índices relacionados, para el caso de México, muestran que la posición relativa de las entidades federativas es sensible al tipo de variables utilizadas, al uso de métodos de corrección y a la selección de distintos valores máximos y mínimos de referencia. El IDH genera un ordenamiento de los estados sensible, sobre todo, al rango de edad en que se mide la tasa de matriculación escolar. Cuando se considera el rango de 6 a 19 años en lugar de 6 a 24 años, hay 11 estados que varían su posición relativa. Lo mismo ocurre cuando se hace el ajuste por componente petrolero en el PIB.
A pesar de ser una propuesta de medida más completa para analizar el desarrollo, la metodología utilizada para construir el IDH tiene problemas de ponderación de las variables. Las principales deficiencias del IDH son: i) la forma arbitraria como se agregan o ponderan los tres componentes del índice, y ii) la considerable arbitrariedad involucrada al transformar al PIB per capita utilizando la función de logaritmo natural, lo cual implica suponer una utilidad marginal del ingreso decreciente.