FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 19 de mayo de 2010.
La primera de las derrotas anunciadas del PAN, aconteció el domingo pasado en el estado de Yucatán. Es una derrota aplastante, por su simbolismo y las reacciones panistas. Ahora viene la cadena del dominó: plaza tras plaza, los fracasos irán construyendo la renuncia sin gloria de César Nava, un pequeño hombrecito (por cierto, el PAN se está caracterizando por los pequeños hombrecitos: Germán Martínez, Santiago Creel, César Nava y su máximo representante: Felipe Calderón), cuya único triunfo en la presidencia panista será su boda con la cantante infantil Patilu.
Como sabemos, en Yucatán el PRI obtuvo 13 de las 15 diputaciones de mayoría. El PAN se quedó con dos en la capital emeritense. Ni el PRD, ni el PT se acercaron siquiera a la posibilidad de representar a una parte del electorado. Pero fue la capital, Mérida, donde se disputó la verdadera elección. Ahí, durante los últimos 19 años ha gobernado el PAN. Es, pues, una capital mayoritariamente conservadora, cuyos votantes se ha decantado por el rechazo al control estatal priista. En estas elecciones, la tendencia dio un vuelco. Según las encuestas previas, Mérida era “territorio priista”. Parecía que la candidata priista iba a ganar por casi 2 votos contra 1 del PAN. Sin embargo, al final les salieron las castas a los panistas. Quienes pensaban quedarse en casa, ese domingo de elecciones, optaron por tratar de revertir el triunfo pregonado. El resultado es una victoria priista, pero sólo por alrededor de 12 mil votos, poco más de 3.5% arriba de la votación panista.
Con ese escaso margen, era de esperarse el descontento y la airada réplica de la dirigencia nacional panista. Hasta hoy, César Nava y su candidata están enfocados a tratar de revertir en los juzgados, lo que perdieron en las urnas y están intentando demostrar un supuesto fraude electoral de Estado. Como siempre, el PAN y la dirigencia panista están demostrando que nunca han podido asimilar el hecho de ser el partido en el poder federal y siguen actuando como partido opositor. Diez años en el gobierno, no les ha quitado el síndrome de nacidos para perder.
Lo interesante de Yucatán, es que nos muestra lo que serán las próximas elecciones oaxaqueñas: un proceso reñido, donde Eviel Pérez Magaña triunfará por un reducido margen de votos. Es casi seguro que, a la una de la mañana del 5 de julio, Gabino Cué y César Nava declaren su inconformidad ante una supuesta elección de Estado y anuncien que irán al Tribunal Federal Electoral, acompañados por el PRD, el mismo partido que le sigue negando, hasta hoy, el triunfo presidencial a Felipe Calderón.
CRECIÓ
Jorge Franco ha dado, a los viejos políticos oaxaqueños, una lección de pundonor y congruencia político partidista. En una entrevista concedida a Jaime Guerrero en el portal E-consulta, el 14 de mayo pasado, el ex presidente priista dijo, entre otras cosas: "Creo en la política de ideales, de valores y principios…”, para agregar que seguirá “siendo priista. Mi convicción sigue intacta y firme. Creo en lo que estoy convencido.” También se manifestó contrario a cualquier “vínculo o apoyo alguno a la oposición antipriista”. “Siempre he sido priista”. Concluyó diciendo.
Ha de ser terrible para Diódoro Carrasco, Raúl Bolaños (Cacho) Guzmán o Fernando Barrita, leer esta lección de congruencia política, cuando ellos, por menos de la desilusión de Franco, optaron por cambiar de bando, para ser candidatos a diputados de partidos antipriistas.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 19 de mayo de 2010.
La primera de las derrotas anunciadas del PAN, aconteció el domingo pasado en el estado de Yucatán. Es una derrota aplastante, por su simbolismo y las reacciones panistas. Ahora viene la cadena del dominó: plaza tras plaza, los fracasos irán construyendo la renuncia sin gloria de César Nava, un pequeño hombrecito (por cierto, el PAN se está caracterizando por los pequeños hombrecitos: Germán Martínez, Santiago Creel, César Nava y su máximo representante: Felipe Calderón), cuya único triunfo en la presidencia panista será su boda con la cantante infantil Patilu.
Como sabemos, en Yucatán el PRI obtuvo 13 de las 15 diputaciones de mayoría. El PAN se quedó con dos en la capital emeritense. Ni el PRD, ni el PT se acercaron siquiera a la posibilidad de representar a una parte del electorado. Pero fue la capital, Mérida, donde se disputó la verdadera elección. Ahí, durante los últimos 19 años ha gobernado el PAN. Es, pues, una capital mayoritariamente conservadora, cuyos votantes se ha decantado por el rechazo al control estatal priista. En estas elecciones, la tendencia dio un vuelco. Según las encuestas previas, Mérida era “territorio priista”. Parecía que la candidata priista iba a ganar por casi 2 votos contra 1 del PAN. Sin embargo, al final les salieron las castas a los panistas. Quienes pensaban quedarse en casa, ese domingo de elecciones, optaron por tratar de revertir el triunfo pregonado. El resultado es una victoria priista, pero sólo por alrededor de 12 mil votos, poco más de 3.5% arriba de la votación panista.
Con ese escaso margen, era de esperarse el descontento y la airada réplica de la dirigencia nacional panista. Hasta hoy, César Nava y su candidata están enfocados a tratar de revertir en los juzgados, lo que perdieron en las urnas y están intentando demostrar un supuesto fraude electoral de Estado. Como siempre, el PAN y la dirigencia panista están demostrando que nunca han podido asimilar el hecho de ser el partido en el poder federal y siguen actuando como partido opositor. Diez años en el gobierno, no les ha quitado el síndrome de nacidos para perder.
Lo interesante de Yucatán, es que nos muestra lo que serán las próximas elecciones oaxaqueñas: un proceso reñido, donde Eviel Pérez Magaña triunfará por un reducido margen de votos. Es casi seguro que, a la una de la mañana del 5 de julio, Gabino Cué y César Nava declaren su inconformidad ante una supuesta elección de Estado y anuncien que irán al Tribunal Federal Electoral, acompañados por el PRD, el mismo partido que le sigue negando, hasta hoy, el triunfo presidencial a Felipe Calderón.
CRECIÓ
Jorge Franco ha dado, a los viejos políticos oaxaqueños, una lección de pundonor y congruencia político partidista. En una entrevista concedida a Jaime Guerrero en el portal E-consulta, el 14 de mayo pasado, el ex presidente priista dijo, entre otras cosas: "Creo en la política de ideales, de valores y principios…”, para agregar que seguirá “siendo priista. Mi convicción sigue intacta y firme. Creo en lo que estoy convencido.” También se manifestó contrario a cualquier “vínculo o apoyo alguno a la oposición antipriista”. “Siempre he sido priista”. Concluyó diciendo.
Ha de ser terrible para Diódoro Carrasco, Raúl Bolaños (Cacho) Guzmán o Fernando Barrita, leer esta lección de congruencia política, cuando ellos, por menos de la desilusión de Franco, optaron por cambiar de bando, para ser candidatos a diputados de partidos antipriistas.