FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de mayo de 2010.
El domingo pasado, como muchas familias oaxaqueñas, fuimos al cine. Pero este día nos ocurrió algo novedoso y excepcional. Estábamos formados en la taquilla, cuando oí a mi hija saludar afectuosamente a una persona formada atrás de nosotros. Volví la cara y me encontré con Eviel Pérez Magaña y su hija mayor.
En lo personal, no lo había saludado en ningún acto de campaña, porque no he acudido a ninguno. Nadie me había invitado y, como no soy afecto a acudir a fiestas donde no se requiere mi presencia, he optado por la actitud de ser un ciudadano más. Pero el hombre que me encontré en el cine me saludó con afecto, junto con un cálido estrechón de mano. Estrechó a mi esposa y le dio un beso en la mejilla y nos dijo que venía del Istmo, de una apretada gira, donde lo recibieron con el calor y la alegría tropical de las istmeñas. Yo le estaba diciendo que así son los istmeños, cuando observé a otra familia acercarse a nuestro corrillo. Así que le dije: “Bueno, Candidato, creo que la campaña continúa aquí, en el cine…”, mientras avanzábamos en la fila. Él saludo a los recién llegados y luego a otros jóvenes que se acercaron.
Como aún era temprano para la función, Eviel, su esposa y sus tres hijos se sentaron en una de las mesas del lobby. Como cualquier vecino oaxaqueño, se puso a platicar con sus hijos, mientras era interrumpido constantemente por jóvenes y conocidos que se acercaban a saludarlo. Le decían y les decía algunas frases y se retiraban alegremente. No hubo abrazos apretados, ni nadie se quedó a acompañarlo, quizá porque no había por ahí ningún funcionario gubernamental, sino solamente oaxaqueños en plan familiar.
Nosotros nos fuimos a sentar en una banca, donde los observábamos y oíamos los comentarios de la gente. La sorpresa fue ver a un político, de los vuelos de Eviel, actuar como una persona común y corriente. No lo rodeaba una nube de “guaruras”, es más, no había uno solo en todo el perímetro del cine. Tampoco estaba ahí la famosa “Burbuja” que, dicen los periodistas, lo tienen copado, no le permiten casi respirar y toman decisiones en su nombre. El que estaba sentado en esa mesa, rodeado de desconocidos y al que se acercaban a saludar, era un hombre sencillo, afectuoso, vestido con una camisa blanca, mientras su esposa y sus hijos llevaban blusas y camisas con el logotipo “Sigue a Eviel”.
Al poco rato nos formamos en la cola y… no, tampoco había secretario particular para apartar el lugar o para decirle a alguien que el hombre importante pasaba por delante. Coincidimos en la sala de cine y nos dedicamos al atracón de palomitas y refrescos. A mí me quedaba en la mente las opiniones que escuché de quienes lo veían en el lobby: “Es un hombre sencillo...”. “Este hombre tiene la conciencia tranquila, donde que no necesita que lo cuiden…”
Para mí, fue una faceta diferente, que me permitió entender el mensaje de Facebook (http://www.facebook.com/pages/Eviel-Perez-Magana) que mi hija me abrió al día siguiente. Textualmente dice, respetando la ortografía original:
“Griss Cuevas tengo un sobrino de 4 años, el cual a puesto mucha atención a sus spots por tv y hoy al pasar por el centro escucho q usted estaba ahí, dude un poco en bajarme y saludarlo, pensé q no me dejarían acercarme, pero fue todo lo contrario, me sorprendió q al escuchar a mi sobrino gritarle usted se abrió paso y muy buena onda ... nos saludo y nos invito a acompañarlo en su recorrido, espero le vaya muy bien en sus siguientes recorridos y seria un gusto poderlo acompañar, por q como usted bien dice "juntos TRANSFORMAREMOS Oaxaca" :) Felicidades”.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 12 de mayo de 2010.
El domingo pasado, como muchas familias oaxaqueñas, fuimos al cine. Pero este día nos ocurrió algo novedoso y excepcional. Estábamos formados en la taquilla, cuando oí a mi hija saludar afectuosamente a una persona formada atrás de nosotros. Volví la cara y me encontré con Eviel Pérez Magaña y su hija mayor.
En lo personal, no lo había saludado en ningún acto de campaña, porque no he acudido a ninguno. Nadie me había invitado y, como no soy afecto a acudir a fiestas donde no se requiere mi presencia, he optado por la actitud de ser un ciudadano más. Pero el hombre que me encontré en el cine me saludó con afecto, junto con un cálido estrechón de mano. Estrechó a mi esposa y le dio un beso en la mejilla y nos dijo que venía del Istmo, de una apretada gira, donde lo recibieron con el calor y la alegría tropical de las istmeñas. Yo le estaba diciendo que así son los istmeños, cuando observé a otra familia acercarse a nuestro corrillo. Así que le dije: “Bueno, Candidato, creo que la campaña continúa aquí, en el cine…”, mientras avanzábamos en la fila. Él saludo a los recién llegados y luego a otros jóvenes que se acercaron.
Como aún era temprano para la función, Eviel, su esposa y sus tres hijos se sentaron en una de las mesas del lobby. Como cualquier vecino oaxaqueño, se puso a platicar con sus hijos, mientras era interrumpido constantemente por jóvenes y conocidos que se acercaban a saludarlo. Le decían y les decía algunas frases y se retiraban alegremente. No hubo abrazos apretados, ni nadie se quedó a acompañarlo, quizá porque no había por ahí ningún funcionario gubernamental, sino solamente oaxaqueños en plan familiar.
Nosotros nos fuimos a sentar en una banca, donde los observábamos y oíamos los comentarios de la gente. La sorpresa fue ver a un político, de los vuelos de Eviel, actuar como una persona común y corriente. No lo rodeaba una nube de “guaruras”, es más, no había uno solo en todo el perímetro del cine. Tampoco estaba ahí la famosa “Burbuja” que, dicen los periodistas, lo tienen copado, no le permiten casi respirar y toman decisiones en su nombre. El que estaba sentado en esa mesa, rodeado de desconocidos y al que se acercaban a saludar, era un hombre sencillo, afectuoso, vestido con una camisa blanca, mientras su esposa y sus hijos llevaban blusas y camisas con el logotipo “Sigue a Eviel”.
Al poco rato nos formamos en la cola y… no, tampoco había secretario particular para apartar el lugar o para decirle a alguien que el hombre importante pasaba por delante. Coincidimos en la sala de cine y nos dedicamos al atracón de palomitas y refrescos. A mí me quedaba en la mente las opiniones que escuché de quienes lo veían en el lobby: “Es un hombre sencillo...”. “Este hombre tiene la conciencia tranquila, donde que no necesita que lo cuiden…”
Para mí, fue una faceta diferente, que me permitió entender el mensaje de Facebook (http://www.facebook.com/pages/Eviel-Perez-Magana) que mi hija me abrió al día siguiente. Textualmente dice, respetando la ortografía original:
“Griss Cuevas tengo un sobrino de 4 años, el cual a puesto mucha atención a sus spots por tv y hoy al pasar por el centro escucho q usted estaba ahí, dude un poco en bajarme y saludarlo, pensé q no me dejarían acercarme, pero fue todo lo contrario, me sorprendió q al escuchar a mi sobrino gritarle usted se abrió paso y muy buena onda ... nos saludo y nos invito a acompañarlo en su recorrido, espero le vaya muy bien en sus siguientes recorridos y seria un gusto poderlo acompañar, por q como usted bien dice "juntos TRANSFORMAREMOS Oaxaca" :) Felicidades”.