28 de mayo de 2010

PANUCHOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 26 de mayo de 2010.

La semana pasada, el escritor Carlos Fuentes confirmó lo que siempre hemos sabido: el PAN no está hecho para gobernar. Es un partido que nació a contrapelo de la historia del siglo XX mexicano. Fue creado para luchar contra la visión cardenista de la Revolución Mexicana y se nutrió de lo más granado del clericalismo y las clases medias altas conservadoras.

En mucho tiene razón Fuentes cuando dice que el PAN “llegó descalzo al poder, y por eso ahí están los resultados.” En su origen fue creado por intelectuales, burócratas de las empresas financieras y burócratas de medio pelo del propio gobierno. Sus adversarios, por el contrario, estaban creando un partido de masas, basado en las estructuras totalitarias de los comunistas soviéticos y los fascistas italianos. El resultado, también lo conocemos: el PRM de los cuatro sectores y el PRI trisectorial se asentaron en el poder durante setenta años, con un gobierno de “dictablanda” o de “dictadura casi perfecta”, según Mario Vargas Llosa. Fue necesario que llegara la “quinta columna” al poder priista, en la persona de Ernesto Zedillo, y un palurdo inconsciente, Vicente Fox, para que se desfondara el proyecto del partido hegemónico con mayoría electoral absoluta.

El panismo sigue siendo, como lo describió Fuentes, “un partido que nunca ha tenido una base popular, de clase media, católico, minoritario, pero que nunca ha aspirado a tener la base del PRI”. En el entorno nacional ha funcionado, porque ése es el esquema diseñado por los neoliberales educados en Estados Unidos y que gobiernan al país desde 1986. Se buscaba copiar el bipartidismo norteamericano, por eso, los panistas y los priistas neoliberales identifican a la democracia con la alternancia en el poder. Para ellos, la democracia es el cambio de rostros, de nombres en la alta burocracia, pero sin tocar, para nada, la estructura socioeconómica de la inequidad y la injusticia. Fox, Calderón o cualquier otro, pueden llegar al poder federal, siempre y cuando conserven las normas económicas que permiten la riqueza monopólica de Carlos Slim, las tropelías legales de Harp Helú y Roberto Hernández en Banamex o las locuras extralegales de Ricardo Salinas Pliego en TV Azteca.

El asunto cambia en los estados, como Oaxaca. Sin industrias ni empresas, abandonado el campo y con poblaciones indígenas o mestizas empobrecidas y marginadas, el gobierno es el supremo empleador y generador de riquezas mal habidas. Por eso, en la política se concentran las disputas personales y los conflictos sociales. Hasta hoy, en Oaxaca no hemos visto un conflicto por mercados disputados o patentes industriales pirateados. No, aquí lo común son los tránsfugas de partidos en busca de nominaciones diputadiles, de preferencia plurinominales. Es el caso sintomático de Flavio Sosa que, de vago en gestoría, paso a dirigente perredista y luego a animador panista en la campaña de Vicente Fox; pasó como “Don Flavio” en las barricadas verbales de la panista secretaría de Gobernación y termina como candidato a diputado plurinominal del PT, en la alianza impulsada desde la panista presidencia de la República.

El PAN no tiene cuadros en los estados, por eso debe echar mano de candidatos de otros partidos, como Gabino Cue, porque los “Libretones” o los “panistas de abolengo”, juntos, no hacen un buen verano electoral, mucho menos tienen enjundia para gobernar. Por eso las malas cuentas del gobierno federal y por eso, también, ya preparan la nueva alternancia en el Poder Ejecutivo federal.