FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de mayo de 2010.
En Oaxaca, más que notas periodísticas pagadas y festejos por la traición de Raúl Bolaños (Cacho) Guzmán, la alianza gabinista debiera preocuparse de las condiciones en que se dio. Raúl nunca peleó por una candidatura de mayoría, ni para presidente municipal de Oaxaca, mucho menos para una curul de mayoría en la Cámara de Diputados. El supuesto ex priista de 40 años de militancia, quiso ser ¡el primero en la lista de candidatos plurinominales de diputados locales!
Eso nos habla de su desconfianza en su propia capacidad de triunfo y de sus dudas sobre un posible triunfo de la coalición gabinista. Quiso ir a lo seguro, en sus últimos minutos en la vida política estatal. Por cierto, le va a ir muy bien, porque a los más de 80 mil pesos que debe ganar como magistrado jubilado del Tribunal Superior de Justicia del Estado, le va a sumar los más de 70 mil pesos de sus futuras dietas (algo así ganan magistrados y diputados cuando se le suman los bonos a sus sueldos nominales) como diputado plurinominal perredista. Porque diputado sí va a ser. Con los votos de Gabino tiene más que suficiente para llegar al cargo. El problema es que no va a sumarle muchos votos a Gabino Cué.
A diferencia de Diódoro Carrasco que se fue en un buen momento y aportó algo a sus nuevos jefes, don Raúl es la verdadera imagen de un cartucho quemado. La imagen que difunde el DIA y los dirigentes perredistas nos muestra a venerable abuelo, cascarrabias y ensimismado en sus recuerdos. No es un hombre de propuestas, un líder agitador de masas y mucho menos un candidato que arrastre multitudes. Por el contrario, es la verdadera imagen del burócrata retirado, que busca asirse del clavo ardiente más próximo, para seguir medrando en el presupuesto estatal. “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”, parece ser la consigna del ahora ex priista. A fin de cuentas, su historia es la senda de la traición, a sus grupos y personal.
Dejó atrás a sus camaradas y correligionarios, para conectarse a la campaña política del enemigo número del ahora deshecho “Grupo Oaxaca”. Le fue bien: fue presidente del CDE del PRI, por designación directa del candidato Heladio Ramírez López; no llegó al cargo como priista, sino como premio a su deslealtad a sus entonces correligionarios. Le siguió yendo bien, después fue Secretario General del Despacho, terminó siendo diputado federal priista y quiso ser candidato priista a gobernador del estado, sólo que se le atravesó Diódoro Carrasco y Heladio Ramírez. La muchacha de la casa estaba más que bien pagada y no había por qué hacerla señora de la casa. En premio le dieron la Notaría número 67.
El siguiente paso fue otra clásica prueba de deslealtad, ahora personal. En lugar de derrumbar barreras y romper tradiciones, en la precampaña de José Murat, don Raúl aceptó ser presidente del Tribunal Superior de Justicia, cuando asumiera el cargo el gobernador entrante. Al concluir el sexenio, no aceptó su jubilación, sino se mantuvo como magistrado, sólo porque había logrado una representación en una desconocida asociación internacional de magistrados, que le sirvió para viaticar y vacacionar por muchas partes del mundo, con cargo al presupuesto estatal y sin aportar gran cosa para la profesionalización del Tribunal.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 5 de mayo de 2010.
En Oaxaca, más que notas periodísticas pagadas y festejos por la traición de Raúl Bolaños (Cacho) Guzmán, la alianza gabinista debiera preocuparse de las condiciones en que se dio. Raúl nunca peleó por una candidatura de mayoría, ni para presidente municipal de Oaxaca, mucho menos para una curul de mayoría en la Cámara de Diputados. El supuesto ex priista de 40 años de militancia, quiso ser ¡el primero en la lista de candidatos plurinominales de diputados locales!
Eso nos habla de su desconfianza en su propia capacidad de triunfo y de sus dudas sobre un posible triunfo de la coalición gabinista. Quiso ir a lo seguro, en sus últimos minutos en la vida política estatal. Por cierto, le va a ir muy bien, porque a los más de 80 mil pesos que debe ganar como magistrado jubilado del Tribunal Superior de Justicia del Estado, le va a sumar los más de 70 mil pesos de sus futuras dietas (algo así ganan magistrados y diputados cuando se le suman los bonos a sus sueldos nominales) como diputado plurinominal perredista. Porque diputado sí va a ser. Con los votos de Gabino tiene más que suficiente para llegar al cargo. El problema es que no va a sumarle muchos votos a Gabino Cué.
A diferencia de Diódoro Carrasco que se fue en un buen momento y aportó algo a sus nuevos jefes, don Raúl es la verdadera imagen de un cartucho quemado. La imagen que difunde el DIA y los dirigentes perredistas nos muestra a venerable abuelo, cascarrabias y ensimismado en sus recuerdos. No es un hombre de propuestas, un líder agitador de masas y mucho menos un candidato que arrastre multitudes. Por el contrario, es la verdadera imagen del burócrata retirado, que busca asirse del clavo ardiente más próximo, para seguir medrando en el presupuesto estatal. “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”, parece ser la consigna del ahora ex priista. A fin de cuentas, su historia es la senda de la traición, a sus grupos y personal.
Dejó atrás a sus camaradas y correligionarios, para conectarse a la campaña política del enemigo número del ahora deshecho “Grupo Oaxaca”. Le fue bien: fue presidente del CDE del PRI, por designación directa del candidato Heladio Ramírez López; no llegó al cargo como priista, sino como premio a su deslealtad a sus entonces correligionarios. Le siguió yendo bien, después fue Secretario General del Despacho, terminó siendo diputado federal priista y quiso ser candidato priista a gobernador del estado, sólo que se le atravesó Diódoro Carrasco y Heladio Ramírez. La muchacha de la casa estaba más que bien pagada y no había por qué hacerla señora de la casa. En premio le dieron la Notaría número 67.
El siguiente paso fue otra clásica prueba de deslealtad, ahora personal. En lugar de derrumbar barreras y romper tradiciones, en la precampaña de José Murat, don Raúl aceptó ser presidente del Tribunal Superior de Justicia, cuando asumiera el cargo el gobernador entrante. Al concluir el sexenio, no aceptó su jubilación, sino se mantuvo como magistrado, sólo porque había logrado una representación en una desconocida asociación internacional de magistrados, que le sirvió para viaticar y vacacionar por muchas partes del mundo, con cargo al presupuesto estatal y sin aportar gran cosa para la profesionalización del Tribunal.
Este dechado de virtudes es la gran adquisición que pregona el DIA, Manuel Camacho y el panrredismo de Jesús Ortega. Que les haga provecho.