FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de mayo de 2010.
Para el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), el objetivo básico del desarrollo es ampliar las oportunidades abiertas a la gente para vivir una vida saludable, creativa y con los medios adecuados para participar en su entorno social. Para alcanzar este proceso, la libertad de las personas es el centro de la atención, porque amplía las posibilidades de elección individual y potencia las capacidades fundamentales para concretar las posibilidades humanas para alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos, y tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso.
Desde esta perspectiva, el concepto tiene dos vertientes: por un lado, se refiere a la magnitud de las posibilidades alcanzada a partir de las acciones abiertas para que las personas decidan –el nivel de libertad alcanzado- y, por el otro, el proceso de expansión de las opciones entre las que puede decidir la gente -la formación de capacidades humanas. Se busca integrar el total de las potencialidades humanas, incluso las de las generaciones futuras, al revisar la sostenibilidad futura de las bases económicas de las libertades presentes, en el sentido de la preservación del ambiente y la sustentabilidad del desarrollo; pero va más allá de la disponibilidad de recursos, al implicar la capacidad individual y colectiva de las personas de plantearse metas, persistir en sus iniciativas, concretar sus proyectos y conformar su sociedad con su activa participación.
Por eso, en el concepto de desarrollo humano tiene un importante papel la noción de igualdad de oportunidades. No es sólo la búsqueda de ciertas capacidades básicas de las personas, sino que el potencial de libertad y opciones a escoger sea similar entre todos. No se requiere igualar los resultados -tener activos, ingresos, consumo o satisfacción idénticos o que sus acciones o estados se igualen- sino las posibilidades de ser o actuar, es decir, alcanzar la igualdad de oportunidades. De lograrse, estas condiciones permitirán a las personas superar las dificultades o privilegios del nacimiento o desvincularse de las barreras y problemas de género, por el simple hecho de haber nacido mujer o las dificultades de lograr oportunidades por cuestiones étnicas.
En esta concepción, se enfatizan las capacidades para vivir una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y obtener un ingreso, como base para alcanzar otras oportunidades de elección. Lo importante es el funcionamiento, no el bien en sí; por eso, el interés no reside tanto en saber la utilidad que una persona le da a su tiempo de vida, si se dedica a trabajar o al ocio; no es tan importante saber si el individuo transforma el conocimiento adquirido para ser más o menos productivo o si sus ingresos se convierten en riqueza física, ahorro financiero o se consume por completo. Lo destacable son los funcionamientos entre los cuales pudo elegir y pudo haber logrado; así se vinculan estrechamente las ideas de oportunidad y libertad. En el núcleo del concepto de desarrollo humano se encuentran las personas y sus oportunidades, no la riqueza poseída, el ingreso devengado, las mercancías y servicios consumidos o sus percepciones de bienestar.
La teoría del capital humano
Estrechamente vinculado con el concepto de desarrollo humano se encuentra el término “capital humano”, entendido como todas aquellas destrezas, habilidades, conocimientos, experiencias, capacidades, etc., susceptibles de acumularse y que aumentan la productividad de un individuo; la acumulación se obtiene con la inversión de tiempo y de recursos monetarios. Según esta definición, tanto el nivel de educación como el estado de salud, son formas de capital humano, ya que a mayores niveles alcanzados, un individuo tiene mayor capital humano y es más productivo.
Para la teoría del capital humano, las diferencias en grados de instrucción, experiencia, habilidad, etc., explican la variedad de los niveles de ingreso observadas entre los individuos que efectúan ciertas actividades. Por tanto, para que un sistema de mercado induzca a algunas personas a llevar a cabo las ocupaciones más costosas, es necesario compensarlas con ingresos más altos.Esta teoría se basa en el principio de los diferenciales compensatorios o diferencias igualatorias y sus orígenes pueden rastrearse desde la obra La riqueza de las naciones, de Adam Smith, donde observó mayores complicaciones y costos de algunas ocupaciones, con respecto a otras, haciendo su pago más alto que las demás.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de mayo de 2010.
Para el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), el objetivo básico del desarrollo es ampliar las oportunidades abiertas a la gente para vivir una vida saludable, creativa y con los medios adecuados para participar en su entorno social. Para alcanzar este proceso, la libertad de las personas es el centro de la atención, porque amplía las posibilidades de elección individual y potencia las capacidades fundamentales para concretar las posibilidades humanas para alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos, y tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso.
Desde esta perspectiva, el concepto tiene dos vertientes: por un lado, se refiere a la magnitud de las posibilidades alcanzada a partir de las acciones abiertas para que las personas decidan –el nivel de libertad alcanzado- y, por el otro, el proceso de expansión de las opciones entre las que puede decidir la gente -la formación de capacidades humanas. Se busca integrar el total de las potencialidades humanas, incluso las de las generaciones futuras, al revisar la sostenibilidad futura de las bases económicas de las libertades presentes, en el sentido de la preservación del ambiente y la sustentabilidad del desarrollo; pero va más allá de la disponibilidad de recursos, al implicar la capacidad individual y colectiva de las personas de plantearse metas, persistir en sus iniciativas, concretar sus proyectos y conformar su sociedad con su activa participación.
Por eso, en el concepto de desarrollo humano tiene un importante papel la noción de igualdad de oportunidades. No es sólo la búsqueda de ciertas capacidades básicas de las personas, sino que el potencial de libertad y opciones a escoger sea similar entre todos. No se requiere igualar los resultados -tener activos, ingresos, consumo o satisfacción idénticos o que sus acciones o estados se igualen- sino las posibilidades de ser o actuar, es decir, alcanzar la igualdad de oportunidades. De lograrse, estas condiciones permitirán a las personas superar las dificultades o privilegios del nacimiento o desvincularse de las barreras y problemas de género, por el simple hecho de haber nacido mujer o las dificultades de lograr oportunidades por cuestiones étnicas.
En esta concepción, se enfatizan las capacidades para vivir una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y obtener un ingreso, como base para alcanzar otras oportunidades de elección. Lo importante es el funcionamiento, no el bien en sí; por eso, el interés no reside tanto en saber la utilidad que una persona le da a su tiempo de vida, si se dedica a trabajar o al ocio; no es tan importante saber si el individuo transforma el conocimiento adquirido para ser más o menos productivo o si sus ingresos se convierten en riqueza física, ahorro financiero o se consume por completo. Lo destacable son los funcionamientos entre los cuales pudo elegir y pudo haber logrado; así se vinculan estrechamente las ideas de oportunidad y libertad. En el núcleo del concepto de desarrollo humano se encuentran las personas y sus oportunidades, no la riqueza poseída, el ingreso devengado, las mercancías y servicios consumidos o sus percepciones de bienestar.
La teoría del capital humano
Estrechamente vinculado con el concepto de desarrollo humano se encuentra el término “capital humano”, entendido como todas aquellas destrezas, habilidades, conocimientos, experiencias, capacidades, etc., susceptibles de acumularse y que aumentan la productividad de un individuo; la acumulación se obtiene con la inversión de tiempo y de recursos monetarios. Según esta definición, tanto el nivel de educación como el estado de salud, son formas de capital humano, ya que a mayores niveles alcanzados, un individuo tiene mayor capital humano y es más productivo.
Para la teoría del capital humano, las diferencias en grados de instrucción, experiencia, habilidad, etc., explican la variedad de los niveles de ingreso observadas entre los individuos que efectúan ciertas actividades. Por tanto, para que un sistema de mercado induzca a algunas personas a llevar a cabo las ocupaciones más costosas, es necesario compensarlas con ingresos más altos.Esta teoría se basa en el principio de los diferenciales compensatorios o diferencias igualatorias y sus orígenes pueden rastrearse desde la obra La riqueza de las naciones, de Adam Smith, donde observó mayores complicaciones y costos de algunas ocupaciones, con respecto a otras, haciendo su pago más alto que las demás.