30 de septiembre de 2010

LOS CONSERVADORES MEXICANOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de septiembre de 2010.

Por si no lo sabían, la Jerarquía católica mexicana celebra la conmemoración de la independencia el 28, no el 16 de septiembre. Para ellos, la consumación de la Independencia fue lo importante, no el inicio. Todo se remonta al 28 de septiembre de 1821, cuando en el altar de la catedral metropolitana se leyó la Carta de Consumación de la Independencia, antes del Te Deum consagratorio. Encabezó el acto, como es de esperarse, Agustín de Iturbide.

El pasado domingo, al igual que hace 200 años, los jerarcas de la iglesia católica mexicana se hicieron eco de un mandato de la Junta Provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, para que, a partir del 27 de octubre de 1821, se realizaran en todos los rincones del país "paseos por la calle para anunciar la proclamación de la independencia". En ese entonces, se pidió que en la difusión del México independiente, las iglesias realizaran "funciones" que, en conjunto con los ayuntamientos, promovieran actos públicos para dar a conocer la determinación de la Corona Española de reconocer que, después de 300 años, "la Nación mexicana tiene voluntad propia" para, entre otras cosas, establecer relaciones amistosas con las otras naciones y España. Para conmemorar la fecha, la catedral metropolitana lució en las cuatro columnas principales del altar mayor los pendones que, hace 189 años, engalanaron la coronación de Agustín de Iturbide en ese mismo lugar. (Universal en línea, 26/IX/2010).

Después de su homilía, el cardenal Rivera Carrera anunció que, desde ese día, se realizarán actos para destacar la figura Agustín de Iturbide, cuyos restos están expuestos en la capilla del costado derecho de la Catedral, dedicada a San Felipe de Jesús. Para cumplimentar su expresión, en un último acto, bendijo una placa en honor a los héroes de la Independencia que se encuentran sepultados en el referido templo religioso. Por cierto, los únicos huesos que aún quedan ahí son los de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu, también conocido como Agustín de Iturbide o Agustín I de México, según los sinarquistas que, al día siguiente, el lunes fueron a conmemorarlo enarbolando la Bandera de las Tres Garantías, aquella de la Religión, Fueros e Independencia.

Para este otro México, la importancia de los curas Hidalgo y Morelos es superflua. No en vano, cuando los tuvieron en sus manos les arrebataron la dignidad sacerdotal, les despellejaron la cabeza y las manos, para luego entregarlos a la justicia militar, donde terminaron de asesinarlos. Si hoy vivieran y encabezaran otra revuelta, estoy convencido que volverían a sentenciarlos con el mismo rigor de antaño. Para esta derecha conservadora ni Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Francisco Javier Mina y Mariano Matamoros tuviera la mayor importancia en esa gesta heroica que concluyó con la independencia de México. Mucho menos importancia tuvo la participación de Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario, porque, además de ser insurgentes, tenían el sino maldito de ser mujeres.

Para ellos, que se heredan de generación en generación la ideología imperial, aristocrática y señorial, la lucha de las turbas plebeyas de Hidalgo y Morelos no son más que desatinos en la historia nacional. Por eso, también la nueva derecha reprocha a la historia que no nos hubiéramos rebelado en 1776, junto con los colonos ingleses de la costa Atlántica. “Pero no fue eso lo que sucedió, sino el cura Hidalgo”, dice amargamente Héctor Aguilar Camín (Milenio, 13/IX/2010).

25 de septiembre de 2010

LEY PEÑA NIETO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de septiembre de 2010.

Enrique Peña Nieto ha entendido que el poder es para ejercerlo a plenitud, si se quiere trascender; cuando no, se puede dejar en manos de segundones o se dilapida en la irresponsabilidad de actividades de otra índole. Con una pequeña reforma electoral, de sólo 25 palabras, puso en jaque a los supuestos triunfadores de las pasadas contiendas electorales estatales.

El receptor del mensaje lo entendió y puso a funcionar frenéticamente los mecanismos de difusión del gobierno mexicano. Felipe Calderón, en su calidad de dirigente de facción panista debió dictar la consigna: “Regresión antidemocrática en el Estado de México” y a ella se han ceñido los periódicos y muchos de los voceros del régimen, empezando por Héctor Aguilar Camín y Ciro Gómez Leyva. Los perredistas, desde Jesús Ortega hasta Denise Dresser y Granados Chapa, sólo son el eco de una voz que viene desde Los Pinos.

Es una campaña desproporcionada, a la realidad de los hechos. En voz de César Nava, el PAN anunció una controversia constitucional. No tendrá mayor efecto, porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya desahogó otra controversia en el mismo tenor. En 2009, la Legislatura del estado de Guanajuato, con un gobierno panista, eliminó la figura de las candidaturas comunes. Los opositores se inconformaron y fueron a la Corte. El resultado fue que, en la Acción de Inconstitucionalidad 601/2009 y su acumulada 61/2009, sentenció: “Candidaturas comunes, su expulsión del marco jurídico estatal no infringe el derecho de asociación política”. Así que, las elecciones estatales del 2011 en el Estado de México se harán con las reformas promulgadas el 21 de septiembre de este año, con la simple frase: “Artículo 12.- En los procesos electorales los partidos políticos tendrán derecho a postular candidatos, fórmulas, planillas o listas, por sí mismos o en coalición con otros partidos”.

En realidad, la reforma sólo prevé la equidad en la campaña electoral. Elimina la figura de la “candidatura común”, porque la observa inequitativa. En primer lugar, en ese esquema, el candidato suma financiamiento público y privado de acuerdo al número de partidos que lo postulan; también obtiene publicidad según la cantidad de partidos que lo apoyan. Pero además, el día de las elecciones, ve reproducido su nombre en la boleta electoral, tantas veces como el número de partidos que lo proponen. De igual forma, en la casilla electoral puede tener mayor número de representantes personales y de partidos que el de cualquier partido o coalición contendiente. En los institutos electorales, fácilmente puede tener mayoría de votos, porque la suma de los votos de los representantes partidistas puede superar a la suma de los votos institucionales de la entidad electoral.

Esto lo pudimos observar en Oaxaca, especialmente en la radio oficial: mientras Eviel Pérez Magaña tenía dos anuncios publicitarios, el candidato de la coalición opositora sumaba cuatro, uno por cada partido que lo postulaba. La suma del financiamiento superó con creces al del PRI-PVEM y, en el Instituto Estatal Electoral, la voz de mando fue la de Javier Corral, no por mejor conocimiento jurídico, sino por la mayoría simple que representaban los votos de sus partidos y el de los consejeros propuestos por ellos, desde la cámara de diputados local, en la conformación de la directiva del IEE.

En contraposición, el Congreso del Estado de México reformó la constitución para que solamente se permita la figura de las coaliciones electorales, en el argumento de que impulsarán una identificación ideológica clara, al amarrar a los candidatos a una plataforma común. Pero, quizá lo más importante, los partidos contendientes y las coaliciones sólo tendrán una mención en la boleta electoral y un solo representante común en la casillas y en los institutos electorales; también el financiamiento será unitario.

La ahora conocida como Ley Peña Nieto no prohíbe las coaliciones, pero sí expulsa las candidaturas comunes de su legislación electoral. Lo más seguro es que el PAN y el PRD chuchista irán coaligados allá, en la próxima campaña electoral (tengo dudas del PT y creo que Dante Delgado tampoco se va a jugar su futuro en el próximo sexenio federal al albur panista). La diferencia es que contenderán con reglas claras y límites definidos. En equidad de condiciones.

Ésa es la diferencia entre un equipo gubernamental con visión de futuro y una caterva de prepotentes que llegaron a la mesa puesta y nunca se preocuparon de las condiciones de futuro. Para empezar, en Oaxaca nunca se debieron empatar las elecciones municipales y las estatales; para continuar, las elecciones se ganan con reglas claras, justas y una estructura electoral que compite para ganar las elecciones y no sólo para ganar dinero de las elecciones.

22 de septiembre de 2010

CALLES OAXAQUEÑAS ABANDONADAS


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de septiembre de 2010.

No hay nada peor que una administración de ineptos, en un periodo de transición gubernamental. Mucho menos cuando la preocupación central es tapar los hoyos administrativos, ante el inminente arribo de un gobierno contrario, al menos de palabra. Eso ocurre en las obras públicas, tanto del gobierno estatal como del municipal.

Según la Agrupación de Profesionales del Desarrollo Urbano, 32 kilómetros de calles citadinas requieren mantenimiento preventivo; 30 kilómetros, correctivo; 16 kilómetros, intensivo y, en 15 kilómetros es necesaria su rehabilitación total, con refuerzos estructurales. (Tiempo, 3/IX/2010) El dato técnico lo padecemos diariamente. No hay una sola calle, salvo las encementadas recientemente, sin una serie de hoyancos. Lo peor del caso es que las barrancas rebasaron el asfalto y han aflorado las piedras de la base de las calles; además, algunos vecinos, de buena fe, han rellenado los hoyos con tierra y cascajo. Esto ha ocasionado que muchos vehículos ya traen los parabrisas estrellados, por la lluvia de piedras que levantan los camiones pesados y de pasajeros que transitan por las calles de la ciudad.

A nadie del gobierno le preocupa el estado de las calles de la ciudad y de los municipios conurbados. Tal pareciera que todos los responsables de las obras públicas estuvieran ansiando el cambio de administración, para descargar la responsabilidad en otros. Eso se infiere de las declaraciones de Armando González Bernabé, secretario de Obras Públicas, cuando afirma que “no se podrán realizar trabajos eficientes de bacheo y repavimentación hasta que se termine la temporada de lluvias, para que el asfalto pueda tener condiciones idóneas de secado y se adhiera a la superficie”. (Tiempo, 10/IX/2010)
Como la temporada de lluvias concluye casi con el final del periodo gubernamental estatal, este flamante funcionario estará más preocupado en empacar sus pertenencias personales y en revisar con su director administrativo el blanqueo de las actas administrativas de la entrega-recepción, que en el arreglo de las calles. Por lo demás, el contrato de empresas privadas ya no les puede redituar beneficio alguno, porque corren el riesgo de que, con el empalme con la nueva administración, algunos de los contratistas hable de la mecánica de la corrupción y entregue pruebas tangibles del ya famosísimo “ten por ciento” de cada obra.

Por su parte, en Obras Públicas municipales “nadan de a muertito”, quizá aplicando la máxima popular de que “en boca cerrada no entran moscas” o porque no sepan exactamente a quien competa la responsabilidad. En el municipio capitalino hay una Coordinación General de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Ecología, donde cobra Raúl Antonio Corzo Jiménez; una Dirección General de Desarrollo Urbano y Ecología a cargo de René de Jesús Martínez P. Vasconcelos y la Dirección General de Obras Públicas, donde suponemos despacha Ernesto Valle Jiménez. Una verdadera maraña burocrática que, nos imaginamos, les impide actuar con eficiencia y eficacia, al menos para saber que PEMEX siempre dona el asfalto, el municipio tenía o tiene una planta procesadora del material y cuenta o contaba con maquinaria, trasporte y una plantilla de trabajadores para el bacheo y pavimentación de calles.

Enredados en la corrupción y la negligencia, nos van a dejar con las calles llenas de zanjas y barrancas, mientras huyen a disfrutar del producto de los años de Hidalgo, aquellos donde cada quien se lleva algo.

18 de septiembre de 2010

FIN DE FIESTAS DEL BICENTENARIO

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 18 de septiembre de 2010.

Para los panistas, concluyeron los festejos oficiales del Bicentenario. En la soledad de sus conciencias y en sus reuniones clandestinas, habrán de esperar otros años más, para celebrar el 27 de septiembre de 2021, el día de Agustín de Iturbide. En esa espera, dejaron pasar una gran oportunidad: la de encontrarse con la historia popular. Esa negación los llevó a impulsar solamente una serie de festejos llenos de vacía parafernalia, efectos especiales y dudoso patriotismo, al son de la aguada tonadita de Aleks Syntek (o Jaime López, según se crea), con sus horrendas percusiones gruperas, su sonsonete mariachesco y su infaltable grito de borracho patriotero.

Para no celebrar el levantamiento popular de 1810, la derecha en el poder –político, económico y televisivo- nos llegó a marear con programas televisivos y películas para desmitificar a los héroes, las pantallotas gigantes para reproducir discursos gastados a ritmo del Huapango de Moncayo, los desfiles alegóricos con sabor a medio tiempo de Super Bowl, Desfile de las Rosas en Pasadena, California y el juego de luces lasser para el populacho de las barriadas defeñas. El show nos costó –a todos los mexicanos- casi 3 mil millones de pesos. De esa inmensa suma, solo la ceremonia del Grito y la parafernalia de luces consumieron 580 millones de pesos, que materialmente ardieron y se convirtieron en humo fatuo.

Que gran diferencia con la celebración del Centenario de la Independencia, en la época del oaxaqueño Porfirio Díaz. Aquello fue otra cosa, tuvo clase, solemnidad republicana y verdadera monumentalidad. Identificado con la celebración, el gobierno quiso perdurar el hecho, por eso se impulsaron las grandes obras en el Distrito Federal, que, en su monumentalidad, hoy todavía admiramos: se construyó el Paseo de la Reforma, buscando emular los Campos Elíseos de París; se inauguró la Columna de la Independencia, para tener un lugar digno para el descanso y rememoración de los héroes de la independencia; se construyeron el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de Correos, el Manicomio General de la Castañeda, las obras del desagüe y una multitud de obras más pequeñas. En muchos de los estados se impulsó la creación de los teatros monumentales, en Oaxaca se inauguró el actual Teatro Macedonio Alcalá. Esa dinámica constructiva impulso a las naciones extranjeras a enviar regalos a la República Mexicana, como el reloj chino de Bucareli o la estatua del barón Von Humboldt de Isabel la Católica y Uruguay. La celebración no sólo fue en Palacio Nacional, hubo miles de banquetes, bailes de salón, fiestas populares. Por todas partes se sentía el Centenario como hecho muy importante para todos los mexicanos.

Un siglo más tarde, y pese a los casi tres mil millones de pesos malgastados, el Bicentenario se quedó en proyectos fracasados, primeras piedras millonarias e inconclusas, en síntesis, un Bicentenario sin monumento que inaugurar y con un largo historial de dispendios, ineptitudes e improvisaciones oficiales.

El fracaso anunciado inició en la administración de Vicente Fox, quizá el único panista serio en definir sus odios ideológicos. No olvidemos que desterró a Benito Juárez de Los Pinos y declaró que su familia había sido “cristera” de corazón. En ese embrollo personal, le encargó al perredista Cuauhtémoc Cárdenas la coordinación de los festejos del Bicentenario en 2006; sin recursos y sin atención presidencial, renunció cinco meses después.

El presidente Calderón propuso, en enero de 2007, al historiador Enrique Krauze, pero nunca se concretó su nombramiento. En marzo de ese año designó al entonces titular de Conaculta, Sergio Vela, como coordinador ejecutivo. En septiembre de 2007, anunció a Rafael Tovar y de Teresa como coordinador de la conmemoración, pero renunció en octubre de 2008, dejando el cargo en manos del doctor José Manuel Villalpando, Director del Instituto de Estudios de las Revoluciones Mexicanas. Villalpando anunció que habría mil 200 proyectos para conmemorar el Bicentenario, entre monumentos, libros y actos culturales; en febrero de 2010, el presidente Calderón duplicó la apuesta: serían 2 mil 300. Unos meses después, pocos días antes del festejo, el presidente cambió la adscripción burocrática de Villalpando, pasándolo de la secretaría de Gobernación a la de de Educación Pública, donde el nuevo jefe de las celebraciones los bajó a todos de sus sueños guajiros, al anunciar oficialmente que se habían realizado 42 acciones y faltan quedaban 40 por concretarse. De miles de acciones anunciadas, el festejo Bicentenario se redujo a 82 acciones federales.

La causa es simple: mala administración, falta de claridad y distorsión ideológica del gobierno federal. No se puede celebrar una fiesta, con la que no hay identificación. Es el drama del panismo en el poder y es la orfandad gubernamental de muchísimos mexicanos.

15 de septiembre de 2010

INTRASCENDENTES FESTEJOS DEL BICENTENARIOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de septiembre de 2010.

Los festejos panistas del Bicentenario son grises e intrascendentes, como el gobierno que los promueve. Este gobierno no se identifica con la majestuosidad de la historia que celebramos, por eso, su Bicentenario es artificioso y superficial. La mediocridad y la falta de grandeza tienen un origen.

Las revoluciones tienen dos momentos. La revolución maderista fue la alternancia en el poder, mientras el movimiento contra Huerta desembocó en la gran revolución social del siglo XX mexicano. El Grito de Dolores, de 1810, fue la irrupción de las masas y la revolución social en la historia mexicana, mientras que el Abrazo de Acatempan significó el triunfo de los conservadores sobre los insurgentes. Doscientos años después, la lucha ideológica no ha cambiado. Detrás de la famosa desmitificación de los héroes y los desatinos panistas de las celebraciones, no sólo hay incompetencia; en realidad, es la revancha por la derrota de los siglos XIX y XX.

Para la derecha conservadora, el verdadero héroe de la independencia es Agustín de Iturbide. Para ellos, la fiesta debía celebrarse el 27 de septiembre y el Bicentenario en 2021. Los festejos no debían ser por la abolición de la esclavitud, la igualdad entre los mexicanos y el respeto de la ley, sino sólo por la alternancia entre el poder real español y el nuevo poder imperial criollo; ya no había virrey, pero sí emperador, seguían los fueros y quienes gobernaban eran los mismos que combatieron, torturaron y fusilaron a los insurgentes.

Esta disputa se mantuvo todo el siglo XIX y sólo concluyó cuando los conservadores descuidaron las formas y trajeron al rubio emperador austriaco y las tropas francesas. La lucha terminó con la derrota militar conservadora, el fusilamiento de sus principales líderes y el control del gobierno por Juárez y después Porfirio Díaz. La segunda parte del siglo XIX fue el inicio del mito del Padre de la Patria y el Siervo de la Nación, pero también de los desheredados como forjadores de la Nación: el Pípila, el Niño Artillero y después los Niños Héroes son el pueblo, la masa, la turba como héroes nacionales.

El siglo XX inició con una nueva lucha por la alternancia, la de Madero contra la reelección porfirista. El triunfo maderista no transformó nada. Fue sólo el cambio de una persona por otra en el poder. La verdadera revolución vino en la lucha contra Huerta, cuando aparecieron los líderes sociales, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón, sus ejércitos de desarrapados y las demandas sociales: educación, igualdad, justicia, tierra y libertad. Contra los generales sonorenses triunfantes, jacobinos y liberales, se levantó la derecha conservadora armando a Los Cristeros. Luego vino el movimiento cooperativista del cardenismo y la expropiación petrolera, contra él se conformó el actual Partido (de) Acción Nacional. Los gobiernos priistas posteriores se asumieron herederos de los liberales de la Reforma y la Revolución e institucionalizaron a Hidalgo, Morelos, Villa y Zapata como forjadores de la nación. Los panistas, a regañadientes, recuperaron la alternancia maderista y hoy es su bandera, contra los derechos sociales de la Constitución de 1917.

Los panistas en el poder no tienen nada que festejar. Van a gastar casi tres mil millones de pesos en desfiles programados con antelación -como el del 16 de septiembre-, concursos escolares, fiestas florales, exposiciones y publicidad ¡para desmitificar a los héroes de la patria!

13 de septiembre de 2010

POBRES Y RICOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 11 de septiembre de 2010.

El bajo desempeño económico del estado de Oaxaca arroja resultados desastrosos en los índices sociales, como el de marginación. Según el Consejo Nacional de Población, en 2000, Oaxaca ocupaba el primer lugar en pobreza del país. La situación es constante con respecto a las siete entidades ubicadas en el grupo de alto grado de marginación, donde ocupamos el primer lugar en 1970 y en 1980, en 1990 ascendimos al segundo lugar y de 1995 a 2000 en el tercer sitio; en 30 años, Oaxaca escaló dos lugares, para quedar sólo por encima de los estados de Chiapas y Guerrero. Otro de los resultados es que las actividades económicas no generan empleos suficientes para absorber la gran oferta de mano de obra, generando una creciente emigración hacia los estados del Centro y Norte del país, y hacia Estados Unidos.

La desigualdad regional, entre estados, se refleja en el dispar crecimiento del Producto Interno Bruto. En 2001, por ejemplo, el PIB nacional creció a una tasa anual de 0.2%, pero sólo ocho entidades aportaron el 62% del total, mientras el restante 38% lo generaron los demás estados. Oaxaca participó sólo con el 1.5%, muy lejos del 22.5% del Distrito Federal, el 10.1% del estado de México, el 7% de Nuevo León o el 6.6% de Jalisco. En el sector agropecuario, silvicultura y pesca, Oaxaca aportó sólo el 4.2% y en el sector industrial el 1.2% del PIB. Una bajísima aportación económica.

El generador de esta dramática situación es el impulso –a raja tabla- de una política económica basada exclusivamente en la empresa con apropiación privada del excedente, que, si bien impulsa el crecimiento del Producto Interno Bruto, también ha producido una alta concentración de la riqueza en manos de muy pocas familias y muy pocas personas, es decir, no garantiza la igualdad económica, ni la posibilidad de mejores niveles de bienestar de la población en general, aunque sí el excesivo enriquecimiento de un sector muy reducido de la población. En 2008, sólo diez personas o familias concentraban el 81% de la riqueza conjunta de los 39 hombres de negocios o familias que cotizaban en la Bolsa Mexicana de Valores. En promedio, cada uno de los diez participantes habría obtenido un ingreso de casi 9 millones de pesos por día. A la cabeza de los diez, y de los 39, figura Carlos Slim Helú y familia, quienes detentaban una riqueza estimada en 61 mil 889.5 millones de dólares. (La Jornada, 2/vii/2008).

Según el informe de la OCDE, en octubre de 2008, la desigualdad en el ingreso y el nivel de pobreza en México seguía siendo de los más altos de los países integrantes de esa organización. La desigualdad en el ingreso es 1.5 superior al promedio de la OCDE y dos veces superior al de Dinamarca. El ingreso medio del 10% de la población más pobre es inferior a mil dólares. Por otra parte, la distancia entre el ingreso de la clase media y el del sector más rico es mayor a la de cualquier otro país.

Aunque esta situación se ha visto reflejada en el estado de Oaxaca, la diferencia, con el resto del país, consiste en que, si bien a nivel nacional las condiciones socioeconómicas, culturales e históricas, quizá estén dadas para la acumulación de la riqueza, mediante la apropiación privada e individual de los excedentes de la producción, en Oaxaca, las condiciones son totalmente diferentes. Es precisamente la aplicación del modelo de desarrollo económico capitalista del país lo que nos conduce a contar con una mayoría de la población en situación de pobreza permanente y sin ninguna posibilidad de integrarse al proceso de crecimiento económico, tan anunciado y buscado por los gobiernos federal o estatal.

Mientras en el país se puede observar el enriquecimiento constante de un pequeño sector de la población, en Oaxaca, la inexistencia del ahorro interno, la carencia de esta visión empresarial privada y el propio desarrollo histórico totalmente diferente del resto del país, impide la creación de un núcleo empresarial dinámico, agresivo y creador, pero también ha fomentado el círculo vicioso de permanente crecimiento de la miseria y la pobreza en la mayoría de las regiones de la entidad. Con las actuales políticas económicas, si en el país hay acumulación de riqueza con desigualdad, en Oaxaca vivimos en la acumulación de la miseria y la pobreza con desigualdad.

8 de septiembre de 2010

INCAPACIDAD ADMINISTRATIVA MUNICIPAL

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 8 de septiembre de 2010.

La ciudad de Oaxaca nunca ha estado en peores condiciones como ahora. El problema, para quienes vivimos aquí, lo genera la incapacidad administrativa y la falta de oficio político de los burócratas de gobierno, ya sea del municipal o estatal. El gobierno municipal constitucional encaró los problemas con ganas y buena voluntad, la desviación se generó cuando, por cuestiones de política partidista, se eligió a un sustituto sólo para tratar de cooptar a una supuesta ala panista disidente. Ni los panistas corrieron en masa a las filas priistas ni se ganó una buena administración pública municipal.

En lugar de solucionar los problemas del municipio, el encargado de la presidencia municipal se dedica a la disipación y el entretenimiento. Hace unas pocas semanas, cuando la ciudad se encontraba inundada de basura, Miguel Ángel Bustamante Underwood fue fotografiado en traje de baño y descansando en las entonces soleadas playas de Puerto Escondido. Mientras la ciudad trinaba y el responsable estatal del problema se enredaba en la negociación para el encuentro de los dos gobernadores, el presidente municipal estaba de vacaciones. En realidad no tiene la culpa. Ni tiene formación política de servicio, ni tampoco vocación para la administración pública. Por eso, a cada rato brincan los problemas y no hay nadie para resolverlos.

Fuera de las calles céntricas recién pavimentadas, todas las demás son un verdadero asco para transitar. Los baches dejaron de ser problema, porque ahora son verdaderas barrancas. Observar las calles citadinas es una verdadera remembranza del paisaje lunar, pero también nos trae a la memoria las imágenes de las ciudades bombardeadas de las películas de guerra. Nadie se preocupa de arreglar las calles, a pesar de que, hasta donde sabemos, la ciudad tiene cuadrillas de trabajadores para efectuar los trabajos de bacheo, es más, contaba o cuenta con un parque de maquinaria especializada para tal efecto. Además, desde el establecimiento de la refinería en Salina Cruz, hasta principio del sexenio pasado, todos los gobiernos estatales han firmado un convenio con PEMEX para que otorgue gratuitamente el asfalto requerido para la pavimentación de las ciudades oaxaqueñas, especialmente la de Oaxaca; para cumplir con su parte, se estableció aquí una planta para procesar el material.

Eran los tiempos cuando los gobiernos buscaban la mecánica adecuada para abaratar los costos; aún no llegaban los administradores gubernamentales interesados en privatizar las obras y dejarlas en manos de los contratistas, pensando solamente en el diez por ciento correspondiente. Estoy seguro que el encargado de la presidencia municipal ni sabe de la existencia de estos acuerdos, ni está interesado en ordenar la movilización de los trabajadores municipales, ni le interesa la opinión de sus conciudadanos.

Tampoco se interesa mucho por el problema de la basura. Todos los meses se recrudece el problema. Un poco por el abandono de los responsables del gobierno estatal, pero en mucho por el desinterés del gobierno municipal. En este asunto se requiere de trabajo político para desactivar los muchos intereses involucrados. Eso, por cierto, no lo pueden hacer los inútiles del gobierno estatal, alguien del gobierno municipal debía retomar el hilo y plantear alternativas políticas viables, porque la solución administrativa ya está encaminada, como lo acaba de reseñar Salvador Flores en su nota de ayer.

4 de septiembre de 2010

UN SIGLO DE EXPERIMENTOS ECONÓMICOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 4 de septiembre de 2010.

Durante el siglo pasado, prevalecieron tres visiones para alcanzar el desarrollo nacional. Primero, hasta la década de los 40, los gobiernos legitimados en la Revolución Mexicana plantearon como estrategia la destrucción del latifundio agrario, la creación de una inmensa red de campesinos y agricultores y, en el caso del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, a través del fortalecimiento de los ejidos colectivos y la colectivización de la tierra. Junto con ello, se crearon las grandes industrias estatales y las instancias financieras para apuntalar el desarrollo.

Un segundo momento comenzó a partir de 1940, con énfasis a partir de 1946, cuando la visión cambió, para impulsar la política del desarrollo industrial empresarial privado, dejando a un lado el apoyo para las organizaciones sociales, la colectivización y las cuestiones agrarias. También fue abandonada la estrategia de los ferrocarriles, para impulsar el uso de los automotores y la construcción de las nuevas carreteras para unir al país.

Fue también el inicio del período del desarrollo estabilizador, con altos niveles de crecimiento para el país; sin embargo, se podía observar la relativa debilidad de los empresarios nacionales y el escaso ahorro interno que permitiera impulsar la creación de las empresas privadas. Por eso, el gobierno debió asumir también parte de la responsabilidad para impulsar el desarrollo privado, creando las empresas estratégicas para dotar al país con la infraestructura productiva y los servicios. La empresa pública fue pensada, desde un inicio, como coadyuvadora para impulsar la acumulación de capital de los empresarios privados; también fueron creadas empresas estatales, en aquellas áreas donde había una manifiesta incapacidad del empresariado mexicano como detonador del desarrollo económico o en los sectores estratégicos para la soberanía de la nación, como en el caso del petróleo, las telecomunicaciones, la electricidad o los ferrocarriles.

El proceso se conoció como la de economía mixta, porque existían tres sectores de la economía: el social, el paraestatal y el privado. Los tres fueron los responsables de impulsar el desarrollo durante el periodo de 1940 hasta la década de los 80, con la destrucción del sistema mundial del socialismo real y el triunfo de la economía de mercado impulsada por Margaret Tatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos.

En México, la caída de los precios del petróleo, el constante incremento de precios de los productos industrializados y las tecnologías de punta nos llevaron a la década perdida de la economía. El decrecimiento económico impulsó el endeudamiento creciente. Las altas tasas de inflación y procesos de deflación nos llevaron a casi declarar la moratoria de pagos. Como en otros países latinoamericanos, estos procesos dieron pauta al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial para impulsar una política de reestructuración de las economías nacionales, la privatización de las empresas estatales y al reestablecimiento de las empresas privadas como único icono, meta y fin del desarrollo económico nacional. Al mismo tiempo, se impulsó la idea del adelgazamiento gubernamental, para limitar al Estado al papel de garante de la seguridad de los ciudadanos, a dictar y hacer valer las leyes. Fue el inició del tercer momento, que continúa hasta hoy, con el modelo neoliberal de crecimiento.

En México comenzó con el arribo de Miguel de la Madrid a la presidencia de la República, con un nuevo grupo político, para quienes la Revolución y sus aspectos sociales sólo eran parte del pasado remoto. Con una profunda recesión económica el régimen negoció la deuda pública y privada externa, y, a partir de 1983, aplicó un severo programa de ajuste, para controlar la inflación e impulsar el crecimiento económico con un modelo de desarrollo basado en la exportación, sin regulación estatal, menos estatificado, basado en las reglas del mercado y donde la inversión privada fuera el motor de la acumulación de capital.

El proceso se consolidó con Carlos Salinas de Gortari. Con una nueva crisis económica, el gobierno impulsó diversas medidas económicas para orientar el crecimiento hacia la apertura comercial al mercado externo y el aumento de la producción manufacturera, pero disminuyó la actividad del sector primario, al impulsar la actividad económica hacia lugares considerados óptimos por la disponibilidad de recursos y la utilización de las ventajas comparativas, como el bajo precio la fuerza de mano de obra y la cercanía con el mercado estadounidense. En este sexenio se vendieron todas las empresas públicas y paraestatales, y se firmó el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica. Después de él siguieron el gobierno de Zedillo y los panistas con el poder sólo para consolidar la política económica de desarrollo para unos pocos y dádivas asistenciales para la mayoría: el neoliberalismo como política de Estado. En mucho, López Portillo tuvo razón al afirmar que el suyo, fue el último gobierno de la Revolución. Todas las metas sociales de la Revolución Mexicana han sido puestas en duda y se ha propuesto su rectificación.

2 de septiembre de 2010

ERRORES PRESIDENCIALES

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 1 de septiembre de 2010.

El panismo en el poder se ha caracterizado por ser un gobierno derrochador, ineficaz e ineficiente. El gobierno de Felipe Calderón comenzó mal y todo parece indicar que terminará peor.

El desaseo electoral de Fox lo llevó a entrar a hurtadillas al Congreso, para recibir la investidura presidencial, en un atropellado y fugaz acto. Su más cercano contendiente y sus allegados, jamás le han reconocido su legitimidad. Por eso, quiso legitimarse con una campaña policiaco-militar contra el narcotráfico. Su único gran problema es que se aventó, sin conocer la naturaleza real del problema. El resultado es una guerra perdida de antemano, dicen los conocedores del tema. La opinión de los especialistas es que el narcotráfico se combate con una estructura de inteligencia gubernamental, con leyes y reglamentos para detener las finanzas ilegales y con políticas de desarrollo para producir más empleos y buenos salarios; después debían venir las políticas represivas y policiacas. Hoy está cosechando miles de muertos, secuestros y una inseguridad galopante en todo el territorio nacional.

Su siguiente dificultad fue que la percepción pública identificaba al gobierno con la incapacidad administrativa y volvió los ojos hacia el pasado inmediato. Las encuestas dan muchas posibilidades de triunfo al priista Enrique Peña Nieto. Enredado en sus fobias políticas, el Presidente autorizó a su mozo de estoques para aliarse con la supuesta izquierda mexicana. No le fue mal, ganaron en tres importantes estados, pero el costo político es brutal. Su partido, el PAN perdió identidad y se ha convertido en un batidillo de intereses personales y en oficina de reclutamiento de resentidos y buscadores de chamba. Sin embargo, lo peor fue la ruptura con sus aliados priistas.

El año pasado, la administración calderonista necesitaba dinero. Para tenerlo, pactó con los priistas el acuerdo político de no hacer alianzas electorales: cada partido debía ir a las elecciones estatales con sus propias fuerzas. Los panistas incluso firmaron un documento comercial para avalar sus dichos. Meses después desconocieron la firma y César Nava armó la ya famosa alianza del agua y el aceite, que ganó Oaxaca, Puebla y Sinaloa. En realidad, ganaron perdiendo, porque, ahora sí, el PRI se asumió como verdadera oposición. A partir de julio, arreciaron las críticas contra la inseguridad y la guerra perdida. Es más, los precandidatos priistas dejaron de acudir a los llamados presidenciales.

La siguiente batalla se dará en la Cámara de Diputados, por el presupuesto federal. Los priistas ya anunciaron que regresarán el IVA al 15% habitual, pero también quieren que Calderón vuelva a hacer el ridículo de presentar su informe en el circo del Congreso; quieren, también, que el gobierno invierta el presupuesto en tiempo y forma, y ¡reduzca el gasto personal y salarial de los funcionarios públicos federales!

Como van las cosas, la victoria del 2010 le va a acortar el periodo presidencial a Felipe Calderón y su sexenio va a ser el segundo perdido en la historia panista. A estas alturas, me imagino que Calderón desea volver a firmar el convenio repudiado con los priistas, su problema es que todos los actores políticos están convencidos que la firma de los panistas vale menos que la tinta con que se estampa. Este gobierno terminará como empezó: vilipendiado, rechazado y estigmatizado.