15 de septiembre de 2010

INTRASCENDENTES FESTEJOS DEL BICENTENARIOS

FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de septiembre de 2010.

Los festejos panistas del Bicentenario son grises e intrascendentes, como el gobierno que los promueve. Este gobierno no se identifica con la majestuosidad de la historia que celebramos, por eso, su Bicentenario es artificioso y superficial. La mediocridad y la falta de grandeza tienen un origen.

Las revoluciones tienen dos momentos. La revolución maderista fue la alternancia en el poder, mientras el movimiento contra Huerta desembocó en la gran revolución social del siglo XX mexicano. El Grito de Dolores, de 1810, fue la irrupción de las masas y la revolución social en la historia mexicana, mientras que el Abrazo de Acatempan significó el triunfo de los conservadores sobre los insurgentes. Doscientos años después, la lucha ideológica no ha cambiado. Detrás de la famosa desmitificación de los héroes y los desatinos panistas de las celebraciones, no sólo hay incompetencia; en realidad, es la revancha por la derrota de los siglos XIX y XX.

Para la derecha conservadora, el verdadero héroe de la independencia es Agustín de Iturbide. Para ellos, la fiesta debía celebrarse el 27 de septiembre y el Bicentenario en 2021. Los festejos no debían ser por la abolición de la esclavitud, la igualdad entre los mexicanos y el respeto de la ley, sino sólo por la alternancia entre el poder real español y el nuevo poder imperial criollo; ya no había virrey, pero sí emperador, seguían los fueros y quienes gobernaban eran los mismos que combatieron, torturaron y fusilaron a los insurgentes.

Esta disputa se mantuvo todo el siglo XIX y sólo concluyó cuando los conservadores descuidaron las formas y trajeron al rubio emperador austriaco y las tropas francesas. La lucha terminó con la derrota militar conservadora, el fusilamiento de sus principales líderes y el control del gobierno por Juárez y después Porfirio Díaz. La segunda parte del siglo XIX fue el inicio del mito del Padre de la Patria y el Siervo de la Nación, pero también de los desheredados como forjadores de la Nación: el Pípila, el Niño Artillero y después los Niños Héroes son el pueblo, la masa, la turba como héroes nacionales.

El siglo XX inició con una nueva lucha por la alternancia, la de Madero contra la reelección porfirista. El triunfo maderista no transformó nada. Fue sólo el cambio de una persona por otra en el poder. La verdadera revolución vino en la lucha contra Huerta, cuando aparecieron los líderes sociales, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón, sus ejércitos de desarrapados y las demandas sociales: educación, igualdad, justicia, tierra y libertad. Contra los generales sonorenses triunfantes, jacobinos y liberales, se levantó la derecha conservadora armando a Los Cristeros. Luego vino el movimiento cooperativista del cardenismo y la expropiación petrolera, contra él se conformó el actual Partido (de) Acción Nacional. Los gobiernos priistas posteriores se asumieron herederos de los liberales de la Reforma y la Revolución e institucionalizaron a Hidalgo, Morelos, Villa y Zapata como forjadores de la nación. Los panistas, a regañadientes, recuperaron la alternancia maderista y hoy es su bandera, contra los derechos sociales de la Constitución de 1917.

Los panistas en el poder no tienen nada que festejar. Van a gastar casi tres mil millones de pesos en desfiles programados con antelación -como el del 16 de septiembre-, concursos escolares, fiestas florales, exposiciones y publicidad ¡para desmitificar a los héroes de la patria!