FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 8 de septiembre de 2010.
La ciudad de Oaxaca nunca ha estado en peores condiciones como ahora. El problema, para quienes vivimos aquí, lo genera la incapacidad administrativa y la falta de oficio político de los burócratas de gobierno, ya sea del municipal o estatal. El gobierno municipal constitucional encaró los problemas con ganas y buena voluntad, la desviación se generó cuando, por cuestiones de política partidista, se eligió a un sustituto sólo para tratar de cooptar a una supuesta ala panista disidente. Ni los panistas corrieron en masa a las filas priistas ni se ganó una buena administración pública municipal.
En lugar de solucionar los problemas del municipio, el encargado de la presidencia municipal se dedica a la disipación y el entretenimiento. Hace unas pocas semanas, cuando la ciudad se encontraba inundada de basura, Miguel Ángel Bustamante Underwood fue fotografiado en traje de baño y descansando en las entonces soleadas playas de Puerto Escondido. Mientras la ciudad trinaba y el responsable estatal del problema se enredaba en la negociación para el encuentro de los dos gobernadores, el presidente municipal estaba de vacaciones. En realidad no tiene la culpa. Ni tiene formación política de servicio, ni tampoco vocación para la administración pública. Por eso, a cada rato brincan los problemas y no hay nadie para resolverlos.
Fuera de las calles céntricas recién pavimentadas, todas las demás son un verdadero asco para transitar. Los baches dejaron de ser problema, porque ahora son verdaderas barrancas. Observar las calles citadinas es una verdadera remembranza del paisaje lunar, pero también nos trae a la memoria las imágenes de las ciudades bombardeadas de las películas de guerra. Nadie se preocupa de arreglar las calles, a pesar de que, hasta donde sabemos, la ciudad tiene cuadrillas de trabajadores para efectuar los trabajos de bacheo, es más, contaba o cuenta con un parque de maquinaria especializada para tal efecto. Además, desde el establecimiento de la refinería en Salina Cruz, hasta principio del sexenio pasado, todos los gobiernos estatales han firmado un convenio con PEMEX para que otorgue gratuitamente el asfalto requerido para la pavimentación de las ciudades oaxaqueñas, especialmente la de Oaxaca; para cumplir con su parte, se estableció aquí una planta para procesar el material.
Eran los tiempos cuando los gobiernos buscaban la mecánica adecuada para abaratar los costos; aún no llegaban los administradores gubernamentales interesados en privatizar las obras y dejarlas en manos de los contratistas, pensando solamente en el diez por ciento correspondiente. Estoy seguro que el encargado de la presidencia municipal ni sabe de la existencia de estos acuerdos, ni está interesado en ordenar la movilización de los trabajadores municipales, ni le interesa la opinión de sus conciudadanos.
Tampoco se interesa mucho por el problema de la basura. Todos los meses se recrudece el problema. Un poco por el abandono de los responsables del gobierno estatal, pero en mucho por el desinterés del gobierno municipal. En este asunto se requiere de trabajo político para desactivar los muchos intereses involucrados. Eso, por cierto, no lo pueden hacer los inútiles del gobierno estatal, alguien del gobierno municipal debía retomar el hilo y plantear alternativas políticas viables, porque la solución administrativa ya está encaminada, como lo acaba de reseñar Salvador Flores en su nota de ayer.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 8 de septiembre de 2010.
La ciudad de Oaxaca nunca ha estado en peores condiciones como ahora. El problema, para quienes vivimos aquí, lo genera la incapacidad administrativa y la falta de oficio político de los burócratas de gobierno, ya sea del municipal o estatal. El gobierno municipal constitucional encaró los problemas con ganas y buena voluntad, la desviación se generó cuando, por cuestiones de política partidista, se eligió a un sustituto sólo para tratar de cooptar a una supuesta ala panista disidente. Ni los panistas corrieron en masa a las filas priistas ni se ganó una buena administración pública municipal.
En lugar de solucionar los problemas del municipio, el encargado de la presidencia municipal se dedica a la disipación y el entretenimiento. Hace unas pocas semanas, cuando la ciudad se encontraba inundada de basura, Miguel Ángel Bustamante Underwood fue fotografiado en traje de baño y descansando en las entonces soleadas playas de Puerto Escondido. Mientras la ciudad trinaba y el responsable estatal del problema se enredaba en la negociación para el encuentro de los dos gobernadores, el presidente municipal estaba de vacaciones. En realidad no tiene la culpa. Ni tiene formación política de servicio, ni tampoco vocación para la administración pública. Por eso, a cada rato brincan los problemas y no hay nadie para resolverlos.
Fuera de las calles céntricas recién pavimentadas, todas las demás son un verdadero asco para transitar. Los baches dejaron de ser problema, porque ahora son verdaderas barrancas. Observar las calles citadinas es una verdadera remembranza del paisaje lunar, pero también nos trae a la memoria las imágenes de las ciudades bombardeadas de las películas de guerra. Nadie se preocupa de arreglar las calles, a pesar de que, hasta donde sabemos, la ciudad tiene cuadrillas de trabajadores para efectuar los trabajos de bacheo, es más, contaba o cuenta con un parque de maquinaria especializada para tal efecto. Además, desde el establecimiento de la refinería en Salina Cruz, hasta principio del sexenio pasado, todos los gobiernos estatales han firmado un convenio con PEMEX para que otorgue gratuitamente el asfalto requerido para la pavimentación de las ciudades oaxaqueñas, especialmente la de Oaxaca; para cumplir con su parte, se estableció aquí una planta para procesar el material.
Eran los tiempos cuando los gobiernos buscaban la mecánica adecuada para abaratar los costos; aún no llegaban los administradores gubernamentales interesados en privatizar las obras y dejarlas en manos de los contratistas, pensando solamente en el diez por ciento correspondiente. Estoy seguro que el encargado de la presidencia municipal ni sabe de la existencia de estos acuerdos, ni está interesado en ordenar la movilización de los trabajadores municipales, ni le interesa la opinión de sus conciudadanos.
Tampoco se interesa mucho por el problema de la basura. Todos los meses se recrudece el problema. Un poco por el abandono de los responsables del gobierno estatal, pero en mucho por el desinterés del gobierno municipal. En este asunto se requiere de trabajo político para desactivar los muchos intereses involucrados. Eso, por cierto, no lo pueden hacer los inútiles del gobierno estatal, alguien del gobierno municipal debía retomar el hilo y plantear alternativas políticas viables, porque la solución administrativa ya está encaminada, como lo acaba de reseñar Salvador Flores en su nota de ayer.