FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 1 de septiembre de 2010.
El panismo en el poder se ha caracterizado por ser un gobierno derrochador, ineficaz e ineficiente. El gobierno de Felipe Calderón comenzó mal y todo parece indicar que terminará peor.
El desaseo electoral de Fox lo llevó a entrar a hurtadillas al Congreso, para recibir la investidura presidencial, en un atropellado y fugaz acto. Su más cercano contendiente y sus allegados, jamás le han reconocido su legitimidad. Por eso, quiso legitimarse con una campaña policiaco-militar contra el narcotráfico. Su único gran problema es que se aventó, sin conocer la naturaleza real del problema. El resultado es una guerra perdida de antemano, dicen los conocedores del tema. La opinión de los especialistas es que el narcotráfico se combate con una estructura de inteligencia gubernamental, con leyes y reglamentos para detener las finanzas ilegales y con políticas de desarrollo para producir más empleos y buenos salarios; después debían venir las políticas represivas y policiacas. Hoy está cosechando miles de muertos, secuestros y una inseguridad galopante en todo el territorio nacional.
Su siguiente dificultad fue que la percepción pública identificaba al gobierno con la incapacidad administrativa y volvió los ojos hacia el pasado inmediato. Las encuestas dan muchas posibilidades de triunfo al priista Enrique Peña Nieto. Enredado en sus fobias políticas, el Presidente autorizó a su mozo de estoques para aliarse con la supuesta izquierda mexicana. No le fue mal, ganaron en tres importantes estados, pero el costo político es brutal. Su partido, el PAN perdió identidad y se ha convertido en un batidillo de intereses personales y en oficina de reclutamiento de resentidos y buscadores de chamba. Sin embargo, lo peor fue la ruptura con sus aliados priistas.
El año pasado, la administración calderonista necesitaba dinero. Para tenerlo, pactó con los priistas el acuerdo político de no hacer alianzas electorales: cada partido debía ir a las elecciones estatales con sus propias fuerzas. Los panistas incluso firmaron un documento comercial para avalar sus dichos. Meses después desconocieron la firma y César Nava armó la ya famosa alianza del agua y el aceite, que ganó Oaxaca, Puebla y Sinaloa. En realidad, ganaron perdiendo, porque, ahora sí, el PRI se asumió como verdadera oposición. A partir de julio, arreciaron las críticas contra la inseguridad y la guerra perdida. Es más, los precandidatos priistas dejaron de acudir a los llamados presidenciales.
La siguiente batalla se dará en la Cámara de Diputados, por el presupuesto federal. Los priistas ya anunciaron que regresarán el IVA al 15% habitual, pero también quieren que Calderón vuelva a hacer el ridículo de presentar su informe en el circo del Congreso; quieren, también, que el gobierno invierta el presupuesto en tiempo y forma, y ¡reduzca el gasto personal y salarial de los funcionarios públicos federales!
Como van las cosas, la victoria del 2010 le va a acortar el periodo presidencial a Felipe Calderón y su sexenio va a ser el segundo perdido en la historia panista. A estas alturas, me imagino que Calderón desea volver a firmar el convenio repudiado con los priistas, su problema es que todos los actores políticos están convencidos que la firma de los panistas vale menos que la tinta con que se estampa. Este gobierno terminará como empezó: vilipendiado, rechazado y estigmatizado.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 1 de septiembre de 2010.
El panismo en el poder se ha caracterizado por ser un gobierno derrochador, ineficaz e ineficiente. El gobierno de Felipe Calderón comenzó mal y todo parece indicar que terminará peor.
El desaseo electoral de Fox lo llevó a entrar a hurtadillas al Congreso, para recibir la investidura presidencial, en un atropellado y fugaz acto. Su más cercano contendiente y sus allegados, jamás le han reconocido su legitimidad. Por eso, quiso legitimarse con una campaña policiaco-militar contra el narcotráfico. Su único gran problema es que se aventó, sin conocer la naturaleza real del problema. El resultado es una guerra perdida de antemano, dicen los conocedores del tema. La opinión de los especialistas es que el narcotráfico se combate con una estructura de inteligencia gubernamental, con leyes y reglamentos para detener las finanzas ilegales y con políticas de desarrollo para producir más empleos y buenos salarios; después debían venir las políticas represivas y policiacas. Hoy está cosechando miles de muertos, secuestros y una inseguridad galopante en todo el territorio nacional.
Su siguiente dificultad fue que la percepción pública identificaba al gobierno con la incapacidad administrativa y volvió los ojos hacia el pasado inmediato. Las encuestas dan muchas posibilidades de triunfo al priista Enrique Peña Nieto. Enredado en sus fobias políticas, el Presidente autorizó a su mozo de estoques para aliarse con la supuesta izquierda mexicana. No le fue mal, ganaron en tres importantes estados, pero el costo político es brutal. Su partido, el PAN perdió identidad y se ha convertido en un batidillo de intereses personales y en oficina de reclutamiento de resentidos y buscadores de chamba. Sin embargo, lo peor fue la ruptura con sus aliados priistas.
El año pasado, la administración calderonista necesitaba dinero. Para tenerlo, pactó con los priistas el acuerdo político de no hacer alianzas electorales: cada partido debía ir a las elecciones estatales con sus propias fuerzas. Los panistas incluso firmaron un documento comercial para avalar sus dichos. Meses después desconocieron la firma y César Nava armó la ya famosa alianza del agua y el aceite, que ganó Oaxaca, Puebla y Sinaloa. En realidad, ganaron perdiendo, porque, ahora sí, el PRI se asumió como verdadera oposición. A partir de julio, arreciaron las críticas contra la inseguridad y la guerra perdida. Es más, los precandidatos priistas dejaron de acudir a los llamados presidenciales.
La siguiente batalla se dará en la Cámara de Diputados, por el presupuesto federal. Los priistas ya anunciaron que regresarán el IVA al 15% habitual, pero también quieren que Calderón vuelva a hacer el ridículo de presentar su informe en el circo del Congreso; quieren, también, que el gobierno invierta el presupuesto en tiempo y forma, y ¡reduzca el gasto personal y salarial de los funcionarios públicos federales!
Como van las cosas, la victoria del 2010 le va a acortar el periodo presidencial a Felipe Calderón y su sexenio va a ser el segundo perdido en la historia panista. A estas alturas, me imagino que Calderón desea volver a firmar el convenio repudiado con los priistas, su problema es que todos los actores políticos están convencidos que la firma de los panistas vale menos que la tinta con que se estampa. Este gobierno terminará como empezó: vilipendiado, rechazado y estigmatizado.