29 de diciembre de 2010

DE POLÍTICA Y POLÍTICOS OAXAQUEÑOS

Uno de los grandes problemas oaxaqueños, es que nuestros dirigentes sociales están “hechos al vapor”. Asumieron la política como forma de vida personal y no como medio para servir a la comunidad. En la búsqueda de satisfactores económicos para vivir, los dirigentes se encontraron la Política, ésa que se define como el arte de la conducción de pueblos hacia metas superiores de organización social. Por eso, sus acciones políticas están determinadas por el interés pragmático personal y sus formas de acción están marcadas por el voluntarismo personal. No tienen visión de Estado, sólo aspiraciones futuras personales y a partir de las parcelas, antes políticas, ahora administrativas.

Sin visión de futuro, los dirigentes sociales nunca se preocuparon por su formación personal. En la mayoría de los casos, vincularon la desidia con las luchas estudiantiles y muchos suplieron la dedicación académica con las formas porriles, como método de aprobación escolar. Nunca pensaron en la excelencia académica, como forma de manifestar la rebeldía. Por el contrario, muchos se caracterizaron por el conflicto escolar, como medio para obtener subvenciones económicas, supuestamente para impulsar programas estudiantiles vinculados a actividades sociales. Nunca dieron resultados a las comunidades, pero sí aprendieron la mecánica de la subvención administrativa, como método de financiamiento para la agitación política. Ése fue el camino de la desviación hacia la búsqueda de prebendas personales, disfrazadas con el lenguaje de la lucha social.

Casi sin ninguna formación teórica, salvo la que dan los folletines y los panfletos, los dirigentes sociales caen, casi siempre, en el pragmatismo y el oportunismo. Se guían por el “olfato político” y no por el estudio serio de la coyuntura del momento actual, como alguna vez lo definió Antonio Gramsci. Iban por posiciones políticas, y ahora administrativas, que reditúan en ganancias económicas y no por la suprema pasión de la Política, como forma de transformación social. A estas dirigencias políticas, les vienen a la mano las luchas intestinas por el dinero público, que conduce a las alianzas pragmáticas de partidos, en contraposición a las alianzas históricas para modificar el curso de la historia. Eso hace la gran diferencia entre un Vladimir Ilich Lenin, el revolucionario ruso que planteó la alianza obrero-campesina, con su contraparte mexicana, Jesús Ortega, que aceptó la alianza del PRD con el PAN, sólo para arrebatar el poder al PRI y no como alternativa histórica.

Sin preparación académica, los dirigentes sociales oaxaqueños que hoy se encuentran con el dilema de presentar un título académico para seguir en la administración estatal, se acercan al clavo ardiente de la discusión entre saberes y conocimientos. No comprenden que el primer concepto define las experiencias de vida que capacitan al ser humano para desenvolverse en su entorno natural, mientras, el segundo, se refiere a metodologías, técnicas y procesos basados en una lógica de comprobación por indicadores definidos con antelación. No son visiones excluyentes, pero sí caminos paralelos de adquisición de habilidades para el desempeño en la vida diaria.

La disyuntiva saberes o conocimientos, títulos profesionales o experiencia cotidiana, sólo conduce al laberinto del interés personal o al callejón sin salida del desprecio de la teoría por privilegiar la práctica. Una vieja discusión política que creíamos superada en el siglo pasado.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 29 de diciembre de 2010.

22 de diciembre de 2010

ÉTICA Y PROFESIÓN

La renuncia de dos secretarios del gobierno está generando una breve, pero sustanciosa discusión. En el siglo XIX y principios del XX, un mexicano y un alemán creyeron haber cerrado la polémica, pero, como algunos oaxaqueños no leen historia y mucho menos de la ciencia, desconocen sus propuestas. En México, el indio zapoteco, Benito Juárez, comprendió que su fortaleza no estaba en ser pastor de ovejas toda su vida y arribó a Oaxaca, una noche oscura, para estudiar castellano y ser uno de los primeros alumnos en titularse como abogado. Por su parte, Max Weber definió, como característica esencial de la administración pública occidental, la existencia de una burocracia altamente profesionalizada y con conocimientos técnicos.

Weber nunca adujo, como Leopoldo de Gyves, el privilegio del “compromiso social y la trayectoria política” como norma para formar parte de la burocracia. Por el contrario, privilegió el conocimiento y la preparación académica universitaria, como rasgo distintivo de la racionalidad política. Es uno de los padres fundadores de la sociología política y la económica. Sí estudió y se tituló, eso lo distancia de los oaxaqueños que hoy opinan que un título no hace la diferencia.

Retomo el caso de De Gyves, para ejemplificar el caso específico del privilegio del interés personal, por sobre el interés colectivo. Un título profesional, cuando se tienen las mismas oportunidades, muestra el interés, la voluntad y el compromiso personal para superar obstáculos, adquirir conocimientos y una ética de congruencia personal. Lo contrario: faltar a clases, desobligarse del estudio, no concluir con el compromiso escolar, implica molicie, inconstancia, anteponer la astucia por sobre la inteligencia y privilegiar el egoísmo por sobre la Ética de la integridad. De Gyves ha aplicado lo segundo. Cuando perdió una elección, allá por 1981, encabezó protestas y marchas, hasta lograr torcer la legalidad electoral; en una clara componenda política, le entregaron la presidencia municipal. Veinte años después, volvió a aplicar la fórmula. La cámara de diputados, de entonces, lo acusó de no comprobar poco más de sesenta millones de pesos. Nunca intentó hacerlo. Con una huelga de hambre, logró el archivo de su caso.

Por su parte, un mixe, ex asesor del EZLN, Adelfo Regino, se propone componerle la plana al Gran Mexicano, Benito Juárez. Aduce que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo discrimina a los indígenas, porque ellos no tienen oportunidades de titularse. Me permito ponerle mi caso, sólo porque es el que mejor conozco. Hasta los seis años, fui monolingüe de zapoteco. Comencé a hablar español en la primaria. Desde los quince años estudié con una beca gubernamental. Me titulé como profesor, después como licenciado en sociología, luego maestro en planificación del desarrollo y, hace poco, obtuve el doctorado en ciencias políticas por la UNAM. Nunca he pagado un centavo para estudiar, siempre he concursado por una beca. Soy orgullosamente zapoteco del Istmo y creo que tenemos la misma capacidad para producir ciencia, tecnología, arte y cultura, como los demás pueblos del mundo. No somos menos, ni minusválidos mentales. Pedir un mundo aparte, por razón de lengua, es considerarnos, en la práctica, seres inferiores. En el fondo, la propuesta de Regino es parte de la colonización ideológica, contra la que dice luchar.

De Gyves y Regino quieren el mundo al revés, donde los astutos manden y la moral, la que da moras, prevalezca sobre la Ética.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 22 de diciembre de 2010.

20 de diciembre de 2010

DESARROLLANDO LAS REGIONES OAXAQUEÑAS

El estado de Oaxaca es una de las entidades con mayores índices de marginación y los más bajos de desarrollo humano. Eso dificulta su reproducción sociocultural, su continuidad histórica y nos obliga a vivir en el círculo vicioso de la pobreza y la marginación.

Esta situación tiene orígenes diversos. Destacan las causas internas, como la baja productividad agrícola, el inadecuado uso de sus recursos naturales, el bajo nivel educativo, cultura sexual reproductiva tradicional y la falta de infraestructura productiva y social. Entre las causas externas están las constantes crisis económicas nacionales, la expoliación económica, la política fiscal y monetaria del gobierno federal, la apertura comercial producto de los tratados de libre comercio, los conflictos agrarios y el escaso apoyo técnico y financiero por parte de las instituciones encargadas de ellas.

Las amenazas externas no sólo impulsan el atraso y el abandono, sino parecen condenar a los pueblos a mantenerse eternamente en este círculo vicioso. Cualquier avance, ya sea económico, educativo, social o productivo, parece ser mejor aprovechado por el círculo vicioso de la miseria y la marginación y no para una espiral virtuosa del desarrollo de las comunidades y sus habitantes. Así, por ejemplo, los ingresos por la emigración se ven drenados hacia los centros de abastecimiento comercial de la ciudad de Oaxaca, a través de la compra de materiales de construcción y auto transportes; de aquí fluyen a Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal. Los avances educativos se reflejan, pero en la expectativa de los jóvenes egresados de las escuelas para dejar de trabajar en el campo y dirigir su atención hacia las ciudades, otras regiones del país o a Estados Unidos.

Romper este esquema implica una gran capacidad de imaginación creadora, tanto de quienes acuden desde fuera de la comunidad, como de quienes viven en los municipios. Se trata de aprovechar las capacidades internas y las oportunidades del entorno. En ese sentido, la sinergia organizativa comunal y la posibilidad del trabajo colectivo debe ser la base para lograr mejores condiciones productivas y alcanzar la autosuficiencia, en una primera etapa, para después pasar a la acumulación financiera y proponer el establecimiento de industrias y agroindustrias en las zonas rurales, como medio para impulsar el ingreso a la globalidad, desde la perspectiva empresarial productiva, eficiente y competitiva, pero, en aquellas regiones con propiedad comunal o ejidal, basada en la apropiación colectiva de los excedentes obtenidos.

Este proceso implica la participación comunitaria e individual en todos y cada uno de los procesos de la construcción de la vida colectiva, para que los resultados obtenidos sean producto de la apropiación de cada uno de los individuos y las organizaciones del proceso de desarrollo propuesto, y el compromiso de cumplir los objetivos, las metas y las acciones establecidas. El compromiso debe ser de los actores sociales, convertidos en verdaderos sujetos sociales del desarrollo, para hacer realidad la sociedad más justa y equitativa que todos deseamos tener.

Cada uno de los actores sociales, cansados del burocratismo, quiere ver concretados los programas propuestos. Ya no quieren ser considerados menores de edad, sino contar con los apoyos reales para desarrollar sus capacidades y potencialidades. La gente de las comunidades requiere que los programas públicos atiendan a la capacitación, la organización, la economía, la cultura, la administración comunitaria, el medio ambiente y la infraestructura social básica; dejar atrás las visiones paternalistas, subsidiarias, asistenciales, y, por el contrario, impulsar la infraestructura productiva, otorgar financiamiento y dejarles impulsar sus propias propuestas de crecimiento, no sólo las económicas, sino también las sociales, culturales, políticas y ecológicas.

En las zonas rurales y urbanas se debe invertir y no simplemente gastar asistiendo a los pobres; deben ser transformados de beneficiarios a verdaderos emprendedores; revalorar al campo como el espacio donde sus habitantes están estrechamente vinculados con su entorno, viven su problemática y día con día construyen opciones para resolver sus problemas. Visto así, el reto es impulsar la capacidad para la generación de riqueza, pero buscando la equidad. Nada mejor que el impulso de las actividades empresariales, pero con apropiación colectiva de los excedentes, es decir, aprovechar las relaciones sociales solidarias y de reciprocidad, para impulsar las organizaciones productivas comunitarias. Alcanzar ese punto es el camino más viable y válido para combatir la ancestral pobreza de la mayoría de las regiones oaxaqueñas.

Nuestros pueblos han permanecido y se han desenvuelto, pese a las adversidades, porque cuentan con una estructura social altamente solidaria que les ha permitido sobrevivir a las adversidades históricas. Estas redes sociales se han concretado en un capital social de complejas interrelaciones que van desde los sistemas de cargos, la cooperación inter-pares, los compadrazgos y el valor de la palabra empeñada. El primer punto de atención para el científico social es, pues, el capital social en las comunidades.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 18 de diciembre de 2010.

15 de diciembre de 2010

OAXACA: SIMULACIONES Y TORCEDURAS DE LA LEY

No dudo que el gobernador Gabino Cué tenga las mejores intenciones del mundo. Incluso puedo aceptar que tiene un verdadero proyecto de cambio para Oaxaca. Así lo manifestó durante su pasada campaña electoral y tiene el derecho a la duda ciudadana, además de un bono electoral que puede durar todo el año siguiente.

El problema de Oaxaca es que llegó al cargo en medio de un batidillo político y no necesariamente impulsado por los mejores oaxaqueños. El grupo que se formó alrededor, del entonces candidato opositor, estaba marcado por el encono y la ambición del poder, como medio para obtener recursos económicos para vivir. No tenían proyectos de cambio, ni intención de servir a la comunidad. Eran –son- liderazgos personalistas y con ambiciones meramente personales. Vivían de los mendrugos del poder, hasta que apareció Gabino Cué, con su propio tejido de intereses.

Al asumir los cargos administrativos, nos demuestran cotidianamente lo que son y entrampan el proyecto personal del Gobernador. Los dislates de los primeros días, son la muestra más palpable de que no estaban preparados, ni capacitados, para el tamaño de la responsabilidad asumida. Ahí están quienes no cumplen con el requisito legal que, juntos, con su barullo, hicieron llegar a la Cámara de Diputados. Pero también están quienes desconocen la mecánica de la política y se asumieron santones de la herencia política.

Una de las consideraciones paradigmáticas del nuevo régimen, fue la capacidad profesional de los miembros del gabinete. El régimen anterior se había caracterizado por la entronización de sus miembros, sólo avalados por la amistad y la complicidad con el Gobernador. Fueron innumerables los funcionarios con títulos, sin aval escolar. Más que llamativos fueron los casos de la entonces secretaria de Desarrollo Rural, Lilia Mendoza, que en el régimen anterior se ostentó profesora y en el de Ruiz se licenció; lo mismo ocurrió con Bulmaro Rito Salinas que, de supuesto periodista, de repente se licenció en Ciencia de la Comunicación, sin que se le conociera escrito alguno, ni asistencia a ninguna universidad, ni siquiera las “patitos”, de presencia virtual. Pero también tuvimos, al menos, una subprocuradora de la Procuraduría General de Justicia, doña Cholita Quintana, sin título profesional, en abierta violación a la ley de esa institución y terminó siendo subsecretaria de la Contraloría.

Los resultados de la parodia los tenemos a la vista. Como nunca, el estado vivió la simulación. Sin entender la estadísticas, los funcionarios anunciaban grandes avances; hubo varios que, amparados en esa irrealidad aspiraron, incluso, a la gubernatura por la vía priista. La respuesta ciudadana también fue simple y llana: como nunca antes, la gente votó contra esa simulación y contra la corrupción, como método de gobierno.

Por eso debe preocuparle al Gobierno actual la repetición del esquema. Ya vivimos el caso de la funcionaria que obligó a torcer la ley, recientemente promulgada. El caso de la secretaria general de Gobierno fue visible, por el rango del cargo, pero entre sus subsecretarios hay otro sin título alguno. Ojalá ningún ciudadano solicite, dentro de unas semanas, los números de las cédulas profesionales de todos los funcionarios del gabinete legal, el ampliado y de los subsecretarios del régimen actual, porque, entonces, caeremos en la realidad jurídica de cambiar la ley, para adaptarla a la realidad social.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 15 de diciembre de 2010.

11 de diciembre de 2010

POLÍTICAS PÚBLICAS EQUIVOCADAS

La planeación psicótica del desarrollo estatal ha creado una dicotomía entre la realidad social y las propuestas gubernamentales. El choque cultural ha producido a una situación de aparente desidia ciudadana en las regiones de Oaxaca. Como no hay claridad sobre la idea del desarrollo, tampoco se canalizan recursos para incidir en la creación de una infraestructura productiva, acorde con los objetivos marcados por los planes estatales de desarrollo. En realidad, en las zonas rurales, como en todo el estado, se ha canalizado casi todo el recurso federal y estatal fundamentalmente para actividades de asistencia social y, otra parte importante, para la infraestructura social básica y se ha dejado de lado la infraestructura productiva.

La inversión pública, tanto federal como estatal, está encaminada a la creación de infraestructuras social básica, porque permite bajar los índices de marginación e incrementar los de desarrollo humano, aunque no necesariamente repercuta en crear las mejores condiciones sociales y mejorar los niveles de bienestar de las familias. En otras palabras, se bajan o incrementan los índices estadísticos, pero no mejoran las condiciones de vida de las personas. Por ejemplo, se han creado muchas escuelas, los índices educativos han crecido y se han mejorado los índices de desarrollo humano. Sin embargo, el incremento del nivel educativo no ha mejorado la productividad agrícola en la zona y mucho menos ha inducido a la creación de empresas con altos niveles tecnológicos y buenos salarios; en mucho lugares, el proceso educativo ha inducido a la emigración de los jóvenes, porque ha detonado aspiraciones personales imposibles de cumplir en las condiciones actuales de las zonas rurales e indígenas.

También se observa el decremento de los índices de natalidad y mortalidad, ascendiendo los municipios en la lista del desarrollo humano. Sin embargo, en esas zonas se observa cotidianamente la desnutrición infantil y la proliferación de las enfermedades endémicas, precisamente las enfermedades de la pobreza.

Hay millones de pesos invertidos en programas asistenciales, pero las casas se siguen construyendo de la manera tradicional; aunque ahora muchas tienen piso de cemento, se siguen usando como bodegas y, en algunos lugares, como corral familiar. Los programas, como Oportunidades y Procampo, dan recursos económicos a las personas y sirven para incrementar en forma mínima el Producto Interno Bruto municipal y sacar a las personas del límite de la pobreza o la pobreza extrema, pero ese dinero no les alcanza para impulsar sus capacidades y generar las mecánicas de la autosuficiencia económica, salvo el caso de la obligatoriedad de la asistencia a las escuelas, para conseguir una beca, porque ahí obtienen nuevas capacidades; sin embargo, el problema es que la educación no está enfocada a desarrollar las potencialidades de las regiones y todo el conocimiento adquirido se pierde en la emigración o en la ocupación en áreas laborales diferentes a las estudiadas.

Aunque en los planes estatales de desarrollo se enarbola la bondad de la visión empresarial privada, en la práctica no se establecen las condiciones adecuadas para generar camadas de empresarios en las escuelas superiores, ni se establece la mecánica para crear la infraestructura financiera que impulse la creación de micro y pequeñas empresas, ni mucho menos para el apalancamiento de medianas y grandes empresas. A lo más, en el estado se ha generado un proceso de atracción de cadenas comerciales, con capital completamente foráneo, en las ciudades más pobladas de la entidad.

Los programas destinados al desarrollo rural tampoco están pensados para ser aplicados en la realidad socio-económica estatal. Por ejemplo, el programa Alianza para el Campo está enfocado a apoyar a los agricultores que tienen más recursos. El 50% del total del costo de un proyecto productivo lo otorgan el estado y la federación, pero el otro 50% lo aporta el productor. En el caso de la adquisición de un tractor, el programa sólo les da 90 mil pesos y ellos deben aportar poco más de 400 mil pesos, donde se incluyen la compra de los implementos. Lo mismo ocurre en la adquisición de ganado porcino y ovino, porque, a partir de 2008, el programa no aporta recursos, sino solamente el apalancamiento para obtener crédito bancario. En realidad, Alianza para el Campo está enfocado a un sector muy reducido de la población, aquellos que ya tienen recursos económicos y no necesariamente impulsa y apoya el desarrollo económico de los pobres de Oaxaca.

Con esas condiciones, el gobierno estatal sólo ha consolidado un modelo de desarrollo que engendra pobreza y marginación, con desigualdad social.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 11 de diciembre de 2010.

8 de diciembre de 2010

DESATINOS POLÍTICOS OAXAQUEÑOS

Desafortunadamente, la nueva etapa política de Oaxaca comienza como cualquiera de las anteriores. Tenemos un gobierno que no termina de comprender el tamaño de las expectativas que generó y una oposición sin proyecto, ni voluntad de elaborarlo.

El nuevo gobierno llegó con el compromiso del cambio. Se montó sobre las olas del hartazgo ciudadano por la corrupción, el abandono y la desidia del anterior gobierno. La gente quería nuevos rostros, otras formas de hacer gobierno, para tener paz social, sin plantones, marchas, bloqueos y para tener empleo y bienestar social. Paz y progreso les ofreció el gobierno del cambio. El problema es que la administración comenzó enredada.

Primero. Los responsables de la consulta popular entregaron un pomposo documento denominado “Programa Preliminar de Gobierno”, cuando no existe Plan Estatal de Desarrollo. Sin Plan, no puede haber Programa, salvo que se quiera caer en el absurdo de programar obras de acuerdo al capricho del jefecillo de la hora inmediata. Fue tan inocuo e intrascendente el documento, que terminó en el desván de los recuerdos.

Segundo. El Gabinete, que se iba a integrar por personas con capacidad académica y conocimiento de la materia, se entrampó en las cuotas partidistas. El concepto de “gobierno de coalición” se confundió con el de la “administración coaligada”. En realidad son ideas diferentes. El gobierno de coalición implica compromisos y obligaciones compartidas, mientras la administración coaligada implica el reparto del poder en cuotas partidistas. El resultado va a ser un gobierno sin cohesión administrativa ni definición ideológica. Los problemas ya comenzaron, porque en ese esquema de reparto no llegaron los mejores, sino los cuadros más viciados, sin siquiera formación profesional.

Tercero. En realidad, el Gobierno no tiene rumbo preciso para concretar la idea del cambio. Las propuestas vertidas, hasta hoy, son una repetición del viejo discurso gubernamental, independientemente del partido de origen: democracia, libertad, igualdad, participación ciudadana. Son buenos conceptos y aspiraciones nobles, pero no hay claridad de cómo alcanzarlos. En la práctica, se repiten los viejos esquemas. En la distribución de cargos hay reciclaje, amiguismos y parentela. En las políticas públicas se habla de más asistencialismo, impulso a las empresas privadas y concreción de magnas obras impulsadas por ¡los ex gobernadores priistas!

Por el lado de la oposición, quedaron varados en dos momentos: siguen identificando al Gobernador como el Jefe de las Instituciones y no comprenden que ser oposición implica un proyecto alternativo de sociedad y de gobierno. Identifican la “oposición responsables” con decir sí, a todas las propuestas fundamentales del Ejecutivo. Por eso, los diputados federales se asumieron como mayordomos del Gobernador, cuando acudió a San Lázaro a negociar el presupuesto. Ahí perdieron la gran oportunidad de explicarle a la sociedad qué los diferencia del gobierno entrante y cuáles son sus coincidencias.

El error persiste en la dirigencia del PRI y entre los diputados locales. Varios meses después de tomar posesión del cargo, la dirigencia no aclara qué sociedad busca y cuál es su visión de futuro. Estoy casi seguro que los diputados aprobarán el Presupuesto de Egresos propuesto por el Gobernador, sin siquiera observar que va incluido ahí un nuevo impuesto, que la ciudadanía y los priistas repudiaron ampliamente: el, ahora, impuesto estatal de la tenencia vehicular.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 8 de diciembre de 2010.

4 de diciembre de 2010

LA VISIÓN SOCIAL EN EL DESARROLLO OAXAQUEÑO.

Uno de nuestros problemas, al inicio del siglo XXI, es la persistencia de la inequidad, el desequilibrio y la desigual distribución de la riqueza en el país y en Oaxaca. Aquí conviven áreas muy desarrolladas, rodeadas de un mar de comunidades muy marginadas, atrasadas y empobrecidas. En los Valles Centrales de Oaxaca coexiste un centro metropolitano, con todo el confort de los países desarrollados, junto a colonias marginadas y, desde los cerros de la periferia, los vecinos de los municipios colindantes observan, hechizados por la magia de la ilusión, las engañosas luces del desarrollo turístico y de servicios de la ciudad de Oaxaca.

Cómo avanzar si, desde el mismo proceso de conceptuar la realidad, su explicación, hasta la mecánica para superar las dificultades, han generado enredos conceptuales y equivocaciones administrativas.

A fines de la década de los sesenta, cuando en Oaxaca se iniciaba el proceso de la planificación para el desarrollo, el ingeniero Sergio de la Peña abrió un seminario sobre desarrollo de la comunidad con los siguientes claros y contundentes conceptos sobre el desarrollo: “Yo propondría que se entendiese por desarrollo, el lograr que existan igualdad de oportunidades para todas las personas de una comunidad, de una sociedad… Muy frecuentemente se hace referencia al desarrollo, como un problema de aumento o aceleración del crecimiento del ingreso por persona, por habitante, por habitante ocupado, etc. Bueno, esos son en realidad indicadores, no es obviamente el desarrollo”.

A pesar que, en 1968, quienes iniciaban el Plan Oaxaca para la planificación del desarrollo estatal tenían muy claro que los datos económicos no eran necesariamente el desarrollo tan buscado, con el tiempo esa claridad se fue perdiendo. Después, el principal problema fue el enfoque: se partió de la base de la economía y las abstracciones generadas por esta ciencia, cuando de lo que se trataba era observar a quienes viven en el mundo concreto, entender sus relaciones y, a partir de su realidad, plantear las alternativas de transformación. “Primero la gente”, dice Michael M. Cernea y aclara que el fin último de todo proyecto es el bienestar de la gente, a partir de sus propias formas organizativas.

Entender el proceso que le ha permitido a la gente de las pequeñas comunidades y a los marginados de las ciudades vivir y reproducirse durante milenios y sobrevivir a la posmodernización del mercado mundial, es el gran reto de las ciencias sociales; pero, también, aplicar las experiencias para la producción teórica y para retroalimentar el saber social de nuestras ciencias.

En realidad, la capacidad de resistencia de las sociedades ha sido subvalorada, pero, en la práctica, muchos de los esfuerzos de los grupos y las ideas dominantes por cambiar sus estilos, hábitos de vida y formas de organización social se han estrellado en el muro callado de una resistencia mal entendida como sumisión, cuando, cotidianamente, los oprimidos continúan practicando los modos de acción y desarrollando las relaciones que los estratos dominantes pretenden modificar o cambiar. Ése es el sentido de la resiliencia que debemos aprovechar.

Reconocer, analizar, sintetizar y generalizar lo propio, buscando encontrar sus características universales, es el gran reto de las ciencias sociales de América Latina y de México, especialmente. En nuestro caso, acercarnos a las comunidades y abrevar de su experiencia para crear y recrear el conocimiento científico social, exige el paso por lo concreto del territorio, para hablar de la dimensión regional del conocimiento y del desarrollo regional, como punto de partida para comprender el espacio como base de los planteamientos, hasta llegar a la particularidad de lo local, de las relaciones sociales ahí concentradas, como punto de partida para el análisis y la acción.

Desde esta perspectiva, el planteamiento del desarrollo local, con énfasis en la participación colectiva, nos debe llevar a la construcción de una teoría basada en lo social, a partir de actores sociales con posibilidades de convertirse en sujetos sociales, viviendo en sistemas sociales solidarios y con altísimas tasas de capital social. Ésta es una verdadera alternativa de desarrollo. Sólo así estaremos hablando de la sociología del desarrollo, que según Cernea: “…ofrece el argumento teórico para elaborar un modelo diferente de proyectos en el cual los protagonistas sociales constituyen el elemento central, el núcleo alrededor del cual todos los demás recursos deben ordenarse para la acción…”

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 4 de diciembre de 2010.

1 de diciembre de 2010

FIN DE SEXENIO OAXAQUEÑO

Nunca había visto un gobierno tan vilipendiado, en su fase final, como el de Ulises Ruiz Ortiz. En realidad, el gobierno dejó de existir en noviembre de 2006 y, desde entonces, sus integrantes se dedicaron solamente a administrar los ingresos federales y estatales. Es más, si regresamos en el tiempo, observamos que los dos primeros años fueron, en la práctica, un cogobierno, con un secretario General de Gobierno en funciones de vice gobernador ejecutivo, mientras el titular planeaba y planeaba… la candidatura presidencial de Roberto Madrazo. Sin gobernanza, sin operadores capaces y sin voluntad personal, el final tenía que ser el actual: desprestigio, acusaciones de corrupción, indolencia, abandono, la destrucción del aparato político priista y un deseo generalizado de ¡ya!, el que venga, con tal de terminar con este horror.

La experiencia que nos deja el régimen saliente, es que el gobernador no puede transferir funciones, mientras se dedica a otros rubros, ajenos a su acción principal. Oaxaca ya no es el territorio desorganizado, que se podía gobernar a control remoto, desde la placidez del Distrito Federal; tampoco puede ser el rancho, manejado por el caporal en turno. La pobreza y la falta de empleos son generadoras de una alta inestabilidad política, que sólo puede ser controlada y conducida con ingenio, dedicación política y aplicación administrativa. Lo contrario conduce a los fracasos personales, las crisis políticas y la destrucción del control político estatal.

Fue tal la falta de gobierno, que los ciudadanos vivimos casi en estado de sitio. Era muy difícil transitar por la ciudad, por los constantes bloqueos en los principales entronques. “La Borrachita” le decimos al IEEPO y “La Cantina” a la carretera de enfrente, porque ahí llegan los profes a tomar las oficinas. Ni qué decir de las carreteras estatales, donde nunca hay de libre tránsito. Tampoco hubo previsión en la obra pública. Las calles de la ciudad de Oaxaca y los municipios colindantes son ejemplo de la desatención urbana. Pero eso sí, las obras que podían ser infladas, recibieron prioridad para ser otorgadas, en contratos hechos por invitación, a los amigos, parientes, socios y prestanombres.

El que termina, sí fue, como dijera Vicente Fox, un gobierno de empresarios y para empresarios. La cereza del gran pastel sexenal fueron los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS). Una excelente forma de endeudar al gobierno estatal, sin que aparezca como tal en los libros contables. Es, también, una forma legal de seguir “ordeñando” las finanzas oaxaqueñas, durante varios lustros más. El modelito es simple. El gobierno oaxaqueño contrató con un empresario la construcción de la Ciudad Administrativa y, con otros, la Ciudad Judicial. Los terrenos son del gobierno, pero los edificios de los empresarios. Mensualmente, el gobierno les paga millonarias sumas. El problema radica en que, al parecer, algunos funcionarios del gobierno saliente son socios o dueños, a trasmano, de las empresas a quienes les paga el gobierno y les seguirán pagando los dos próximos gobiernos que sigan. Un verdadero atraco, pero legal. Con esto ratifico lo que siempre manifesté en mis escritos: fue un mal gobierno, con pésimos administradores, pero excelentes empresarios y negociantes.

Al final, nos quedamos con la impresión de que el gobierno produjo una camada de nuevos ricos, muy ricos, pero la mayoría de los oaxaqueños siguen siendo pobres, muy pobres y muchos de ellos viviendo en la miseria.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 1 de diciembre de 2010.