FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 30 de noviembre de 2008.
La desigualdad económica entre regiones es así, debido al dispar crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en cada entidad. En un documentado trabajo, Ana Luz Soto Ramos, ha descrito que, si bien el PIB nacional, en términos reales, creció a una tasa anual de 0.2% en 2001, ocho entidades aportaron de manera conjunta el 62% del total. El restante 38% lo generaron las demás entidades; entre ellas, el estado de Oaxaca participó sólo con el 1.5%, muy lejos del 22.5% del Distrito Federal, el 10.1% del Estado de México, el 7% de Nuevo León o el 6.6% de Jalisco.
En el caso del PIB del sector agropecuario, silvicultura y pesca, para ese mismo año, Jalisco participó con el 10.5% del total, Veracruz el 7.7%, Michoacán el 6.9%: mientras que Oaxaca y Guanajuato sólo aportaron el 4.2% respectivamente. En el sector industrial, ocho entidades contribuyeron de manera conjunta con el 62.7%, entre ellos el Distrito Federal con 18. 4%, el Estado de México con 13.2%, Nuevo León con 7.4%, Jalisco con 6.4%, mientras que estados como Guerrero y Oaxaca, sólo participaron con el 1.2%. En el sector servicios, las entidades que más aportaron fueron el Distrito Federal con 25.5%, el Estado de México con 9.3%, Nuevo León con 7.1% y Jalisco, 6.4%, mientras Oaxaca, Yucatán, Querétaro y San Luis Potosí sólo aportaron el 1.5%, respectivamente.
El bajo desempeño económico del estado arroja resultados desastrosos en los índices sociales, como el de marginación. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), con base en el IX Censo General de Población y Vivienda, el estado de Oaxaca ocupa el primer lugar en pobreza del país. Esta situación se repite, con respecto a las siete entidades ubicabas en el grupo de alto grado de marginación, donde Oaxaca ocupó el primer lugar en 1970, en 1980 y en 1990 ascendió al segundo lugar y de 1995 a 2000 se situó en el tercer sitio. En 30 años Oaxaca escaló dos lugares, para situarse sólo por encima de los estados de Chiapas y Guerrero.
Visto así, Oaxaca se ha caracterizado por mantener un marcado grado de desarrollo desigual y bajo crecimiento económico. Las actividades económicas estatales no generan empleos suficientes para absorber en totalidad la oferta de mano de obra, por lo que hay una creciente emigración hacia los estados del Centro y Norte del país, y, actualmente, a Estados Unidos. Además, el sector primario estatal no ha logrado salir del círculo vicioso de la agricultura de subsistencia y de temporal. Estas bajas tasas de crecimiento económico del PIB, la baja participación en el PIB nacional y el alto grado de marginación, constante desde hace 30 años, muestran la necesidad de redimensionar los factores que inducen a la pobreza, la marginación y la desigualdad, para plantear una nueva alternativa de desarrollo que se base en la realidad socioeconómica y cultural del estado, para impulsar un proceso de desarrollo acorde a esas condiciones sociales estatales.
En general, podemos afirmar que el impulso a la economía basada en la empresa con apropiación privada del excedente, que sintetiza la visión empresarial del desarrollo nacional, si bien ha producido crecimiento del Producto Interno Bruto del país, también ha producido una alta concentración de la riqueza en manos de muy pocas familias, y muy pocas personas. No garantiza, pues, la igualdad económica, ni la posibilidad de mejores niveles de bienestar de la población en general, aunque sí el excesivo enriquecimiento de un sector muy reducido de la población.
Aunque esta situación se ha visto reflejada en el Estado de Oaxaca, la diferencia, con el resto del país, consiste en que, si bien a nivel nacional las condiciones socioeconómicas, culturales e históricas, quizá estén dadas para impulsar un modelo de desarrollo basado en la apropiación privada e individual de los excedentes de la producción, en Oaxaca las condiciones son totalmente diferentes. Es precisamente la aplicación a rajatabla del modelo de desarrollo económico capitalista del país, la que nos ha conducido a contar con una mayoría de la población en situación de pobreza permanente y sin ninguna posibilidad de integrarse al proceso de crecimiento económico, tan anunciado y buscado por los regímenes políticos de la entidad y del país.
Por eso, mientras en el país se puede observar el enriquecimiento constante de un pequeño sector de la población, en Oaxaca, la inexistencia del ahorro interno, la carencia de esta visión empresarial privada y el propio desarrollo histórico totalmente diferente del resto del país, ha imposibilitado la conjunción de visiones y la coordinación con las políticas nacionales de desarrollo, lo que ha conducido a un estado permanente de miseria y pobreza de la mayoría de la población estatal.
En nuestro estado, como en general en el Sureste del país, la persistencia de la miseria y pobreza con desigualdad, es la diferencia con el resto de México, donde hay acumulación de riqueza con desigualdad.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 30 de noviembre de 2008.
La desigualdad económica entre regiones es así, debido al dispar crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en cada entidad. En un documentado trabajo, Ana Luz Soto Ramos, ha descrito que, si bien el PIB nacional, en términos reales, creció a una tasa anual de 0.2% en 2001, ocho entidades aportaron de manera conjunta el 62% del total. El restante 38% lo generaron las demás entidades; entre ellas, el estado de Oaxaca participó sólo con el 1.5%, muy lejos del 22.5% del Distrito Federal, el 10.1% del Estado de México, el 7% de Nuevo León o el 6.6% de Jalisco.
En el caso del PIB del sector agropecuario, silvicultura y pesca, para ese mismo año, Jalisco participó con el 10.5% del total, Veracruz el 7.7%, Michoacán el 6.9%: mientras que Oaxaca y Guanajuato sólo aportaron el 4.2% respectivamente. En el sector industrial, ocho entidades contribuyeron de manera conjunta con el 62.7%, entre ellos el Distrito Federal con 18. 4%, el Estado de México con 13.2%, Nuevo León con 7.4%, Jalisco con 6.4%, mientras que estados como Guerrero y Oaxaca, sólo participaron con el 1.2%. En el sector servicios, las entidades que más aportaron fueron el Distrito Federal con 25.5%, el Estado de México con 9.3%, Nuevo León con 7.1% y Jalisco, 6.4%, mientras Oaxaca, Yucatán, Querétaro y San Luis Potosí sólo aportaron el 1.5%, respectivamente.
El bajo desempeño económico del estado arroja resultados desastrosos en los índices sociales, como el de marginación. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), con base en el IX Censo General de Población y Vivienda, el estado de Oaxaca ocupa el primer lugar en pobreza del país. Esta situación se repite, con respecto a las siete entidades ubicabas en el grupo de alto grado de marginación, donde Oaxaca ocupó el primer lugar en 1970, en 1980 y en 1990 ascendió al segundo lugar y de 1995 a 2000 se situó en el tercer sitio. En 30 años Oaxaca escaló dos lugares, para situarse sólo por encima de los estados de Chiapas y Guerrero.
Visto así, Oaxaca se ha caracterizado por mantener un marcado grado de desarrollo desigual y bajo crecimiento económico. Las actividades económicas estatales no generan empleos suficientes para absorber en totalidad la oferta de mano de obra, por lo que hay una creciente emigración hacia los estados del Centro y Norte del país, y, actualmente, a Estados Unidos. Además, el sector primario estatal no ha logrado salir del círculo vicioso de la agricultura de subsistencia y de temporal. Estas bajas tasas de crecimiento económico del PIB, la baja participación en el PIB nacional y el alto grado de marginación, constante desde hace 30 años, muestran la necesidad de redimensionar los factores que inducen a la pobreza, la marginación y la desigualdad, para plantear una nueva alternativa de desarrollo que se base en la realidad socioeconómica y cultural del estado, para impulsar un proceso de desarrollo acorde a esas condiciones sociales estatales.
En general, podemos afirmar que el impulso a la economía basada en la empresa con apropiación privada del excedente, que sintetiza la visión empresarial del desarrollo nacional, si bien ha producido crecimiento del Producto Interno Bruto del país, también ha producido una alta concentración de la riqueza en manos de muy pocas familias, y muy pocas personas. No garantiza, pues, la igualdad económica, ni la posibilidad de mejores niveles de bienestar de la población en general, aunque sí el excesivo enriquecimiento de un sector muy reducido de la población.
Aunque esta situación se ha visto reflejada en el Estado de Oaxaca, la diferencia, con el resto del país, consiste en que, si bien a nivel nacional las condiciones socioeconómicas, culturales e históricas, quizá estén dadas para impulsar un modelo de desarrollo basado en la apropiación privada e individual de los excedentes de la producción, en Oaxaca las condiciones son totalmente diferentes. Es precisamente la aplicación a rajatabla del modelo de desarrollo económico capitalista del país, la que nos ha conducido a contar con una mayoría de la población en situación de pobreza permanente y sin ninguna posibilidad de integrarse al proceso de crecimiento económico, tan anunciado y buscado por los regímenes políticos de la entidad y del país.
Por eso, mientras en el país se puede observar el enriquecimiento constante de un pequeño sector de la población, en Oaxaca, la inexistencia del ahorro interno, la carencia de esta visión empresarial privada y el propio desarrollo histórico totalmente diferente del resto del país, ha imposibilitado la conjunción de visiones y la coordinación con las políticas nacionales de desarrollo, lo que ha conducido a un estado permanente de miseria y pobreza de la mayoría de la población estatal.
En nuestro estado, como en general en el Sureste del país, la persistencia de la miseria y pobreza con desigualdad, es la diferencia con el resto de México, donde hay acumulación de riqueza con desigualdad.