25 de noviembre de 2008

DESIGUALDAD ECONÓMICA.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de noviembre de 2008.

La visión del gobierno federal, para impulsar el desarrollo económico del país, se ha caracterizado por la persistencia del apoyo y el impulso a las empresas privadas, como únicos motores para alcanzar el crecimiento económico. Los resultados de estas políticas no han sido benéficos para la mayoría de los habitantes del país.

Por ejemplo, durante los treinta años que van de 1940 a 1970, la economía del país de caracterizó por altos porcentajes de crecimiento del Producto Interno Bruto nacional, llegando a alcanzar cifras de hasta 11.7 por ciento durante el sexenio de Adolfo López Mateos. Sin embargo, al final de ese periodo, conocido como el “desarrollo estabilizador”, el 39.2 por ciento de los mexicanos vivían en condiciones de pobreza extrema y el 23.3 por ciento estaban catalogados como pobres. A pesar que 62.5 por ciento de los mexicanos eran considerados pobres, para ese mismo año, el Banco de México informaba que el 20 por ciento de las familias mexicanas concentraban el 56 por ciento del ingreso nacional y 10 años después ya tenían el 60 por ciento.

Con estos datos, es claro concluir la falsedad del argumento de que el crecimiento económico sostenido garantiza un incremento de los niveles de bienestar de la población en general. Esos largos años del proceso de la sustitución de importaciones o de la industrialización del país, solo tuvo como resultado la concentración del ingreso en muy pocas manos de los ricos del país.

Con la llegada de la “década pérdida”, en términos macroeconómicos, para América Latina y México, a partir del sexenio del presidente Miguel De la Madrid comienza el periodo de la privatización de las empresas paraestatales, la apertura comercial al exterior y la nueva visión de que las empresas y las inversiones financieras extranjeras eran la nueva esperanza del crecimiento económico del país. Este nuevo esquema se consolida y toma forma de política de Estado en el régimen de Carlos Salinas de Gortari, quien incluso llegó a afirmar, en su V Informe de Gobierno: “"Sin duda la estabilidad económica, la desregularización y la privatización han permitido la creación de grandes grupos financieros y empresariales... (sin estos grupos) difícilmente podríamos acometer los retos de la globalización y la competitividad y quedaríamos fuera de los mercados mundiales.”

Esta nueva apuesta al desarrollo económico nacional, basado ahora en la primacía del capital extranjero, pero también fortaleciendo al empresariado nacional, ha dado, de nueva cuenta, como resultado el crecimiento de la desigualdad en México. El gran problema es que esta política neoliberal, basada en el ya famoso Consenso de Washington, no ha producido los espectaculares crecimientos del PIB de las décadas pasadas, sino incluso ha llegado a decrecer en algunos periodos. En general, el crecimiento económico nacional no ha logrado rebasar un modesto 3 por ciento, en los mejores años de desempeño económico, desde que se instauró la política económica neoliberal hasta la fecha.

Sin embargo, lo que ha producido es una alta concentración de la riqueza en manos de muy pocas familias. Según el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en octubre de 2008, la desigualdad en el ingreso y el nivel de pobreza en México seguían siendo de los más altos en los países que integran esa organización. Nuestra desigualdad en el ingreso es 1.5 superior al promedio de la OCDE y dos veces superior al de Dinamarca. El ingreso medio del 10% de la población más pobre es inferior a mil dólares. Por otra parte, la distancia entre el ingreso de la clase media y el del sector más rico es mayor que la de cualquier otro país.

La aplicación a rajatabla del modelo neoliberal del desarrollo económico en el país, ha conducido a mantener a una mayoría de la población en situación de pobreza permanente y sin ninguna posibilidad de integrarse al proceso de crecimiento económico, mientras se puede observar el enriquecimiento constante de un pequeño sector de la población.

En este año, solo 39 hombres de negocios o familias tenían cotizadas sus empresas en la Bolsa Mexicana de Valores por un valor de 135 mil millones de dólares, equivalente a 12.3 por ciento del Producto Interno Bruto del país. Sin embargo, de ese total, solo 10 hombres o sus familias concentraba el 81 por ciento de esa riqueza privada. En promedio, cada uno de los diez más ricos de México, ganaron 836 mil 481 dólares diarios durante el último año y medio: casi 9 millones de pesos por día. Reduciendo aún más el intervalo, de los diez, Carlos Slim y familia concentran el 45.8 por ciento del total de esa riqueza, con una fortuna valuada en 61 mil 889.5 millones de dólares (La Jornada, 02 de julio de 2008).

Las políticas económicas seguidas por los diferentes gobiernos federales mexicanos se han caracterizado por definirse en la búsqueda de la acumulación privada de riqueza, pero con desigualdad entre todos los mexicanos. Se gobierna, en términos económicos, para unos pocos y a las mayorías se les atosiga con eufemismos del combate contra la pobreza.
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