28 de noviembre de 2008

PANISMO DESCENDENTE.


FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ.

Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 28 de noviembre de 2008.

El demudado rostro del presidente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, al presentar al ex secretario particular de Felipe Calderón y virtual coordinador de la próxima campaña electoral federal, César Nava, es la prueba más palpable de la crisis existencial del panismo en el gobierno. Su rictus de impotencia e inseguridad se acentuó cuando, en la televisión nacional, César Nava anunció, sin ningún recato y adelantándose a los tiempos y las formas, su próxima candidatura a diputado federal y la coordinación de la menguada fracción parlamentaria panista siguiente.

Lo que parecía ser un reacomodo para ajustar las estrategias de gobernabilidad del gobierno federal, salta de su soporte lógico al observar los cambios ocurridos en el gabinete presidencial. La debacle panista, producida por la intromisión de los intereses y los negocios personales, la inmadurez política-administrativa de sus principales cuadros, el conflicto con el radicalismo clerical derechista y la reiterada indisposición para aprender los vericuetos de la política real, indujo a Felipe Calderón a buscar otras posibilidades de recomposición interna para posicionar a su corriente. Sin embargo, la muerte de Juan Camilo Mouriño le cerró la puerta para entrar a los senderos de la negociación y la consolidación de fuerzas, bajo la perspectiva de una promesa de futuro. Sin Mouriño, el PAN no sólo se quedó sin Delfín, sino también está demostrando su incapacidad de auto regeneración. Cortada de tajo la posibilidad de la sucesión heredada, el panismo regresa al aquelarre del retorno de los brujos.

Esta es la lectura del llamado presidencial a Fernando Gómez Mont para dirigir la secretaría de Gobernación y su convocatoria a Luis Felipe Bravo Mena para ocupar la Secretaría Particular. No son hombres del Presidente y pertenecen a otros establos políticos con proyectos divergentes a la camarilla gobernante. Lo que pareciera ser una conjunción de fuerzas, en la práctica se está convirtiendo en la peor muestra de debilidad presidencial y reveladora de la desesperación al ver diluirse el control de las redes reales del ejercicio del poder. Los reacomodos están mostrando a una presidencia espantada por el vaticinio de las encuestas, con el PRI controlando la Cámara de Diputados federal y dirigiendo al Senado de la República, para impulsar el cobro de la factura de la alternancia en el poder.

Mientras eso ocurre en el Distrito Federal, en Oaxaca los panistas se aprestan a apostarle a la vida fácil. Juegan a impulsar a su directiva estatal al ya conocido Carlos Moreno Alcántara, el famoso “Libretón”. Un hombre que, de la nada, llegó a candidato a diputado local, en aquellos tiempos cuando nadie quería ser candidato panista a cargo alguno. El Libretón se caracterizó por no hacer campaña política. Su única propaganda se redujo a unas hojas fotocopiadas pegadas en algunas calles, de algunas colonias de la ciudad. Es más, según algunos de sus amigos, no gastó un solo centavo de su bolsillo, pero pidió prestados 30 mil pesos, tope auto impuesto a su campaña y con el que llegó a la legislatura local. Los votantes de Oaxaca, en esa ocasión, votaron contra el PRI y el Libretón ganó.

En unos días más lo veremos dirigir al panismo local, si los amarres de sus padrinos en las delegaciones federales se concretan. Es lógico esperar que el PAN tenga como futuro inmediato el abandono, la desidia y la apuesta en la suerte. Pareciera ser que su destino, nacional y local, está más que cantada.