FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 28 de agosto de 2010.
Una de las características más reiteradas de la política del desarrollo del país ha sido el marcado, persistente y reiterado impulso a la empresa privada, como única vía para el crecimiento económico. Sólo han obtenido más miseria y más marginación, pero eso sí, muy pocos ricos, pero excesivamente ricos.
Durante el siglo pasado, cuando predominaron los gobiernos legitimados en la Revolución Mexicana, una primera etapa de abierto apoyo a la empresa privada se observa de 1940 a 1970. Con Manuel Ávila Camacho (1940-1946) se reorganizó Nacional Financiera para apoyar el proceso de industrialización y se revitalizó el aparato productivo del Estado, para favorecer a la iniciativa privada del país. La misma política siguió Miguel Alemán, cuando el gobierno impulsó a las empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras. Con Adolfo Ruiz Cortines, si bien se restringió al máximo el gasto público por los problemas inflacionarios, se mantuvo la línea para favorecer a la iniciativa privada, sin tener objetivos claros y específicos, salvo la acumulación privada de capital.
Si bien el periodo de 1940 a 1970 se caracterizó por altos porcentajes de crecimiento del Producto Interno Bruto, no se mejoró la calidad de vida de la población. Por ejemplo, de 1940 a 1946, la economía se incrementó en un 9.7% anual, durante la gestión de Ruiz Cortines fue de 10% y en la Adolfo López Mateos de 11.7%; sin embargo, en 1970 vivían en condiciones de pobreza extrema el 39.2% de la población del país y el 23.3% en la pobreza. En contraste, para ese mismo año, el Banco de México informaba que sólo el 20% de las familias con mayores ingresos concentraban el 56% del ingreso nacional y 10 años después concentraban el 60%. Con estos datos, se puede afirmar la falacia del supuesto del crecimiento sostenido como garante del crecimiento armonioso entre las regiones del país y para beneficio de las mayorías, pues, desde entonces, hay una tendencia a la concentración del ingreso en el país.
Una segunda etapa del proyecto de desarrollo económico del país se observa en el periodo 1970-1995, cuando, si bien se crearon empresas públicas, fueron para apalancar los proyectos privados. En los sexenios de los presidentes Echeverría y José López Portillo se buscó redefinir la política de desarrollo del país, incrementando el número de industrias paraestatales. Se produjo un proceso de crecimiento monopólico estatal, pero también se auspició la creación de empresas privadas. Durante el gobierno de López Portillo, el descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros, el incremento de la plataforma de extracción y el aumento del precio del petróleo en el mercado internacional, permitieron impulsar una política de creciente endeudamiento, para acelerar la industrialización del país.
Hoy, es claro que el gobierno buscaba impulsar la industrialización del país y un crecimiento sostenido para mejorar los índices de crecimiento económico, pero no para resolver los problemas sociales antiguos y los generados por ese proceso. Por eso, precisamente, fue en esa época de crisis económica, cuando se inauguró la política de los topes salariales, fijados a partir de incrementos inferiores a las tasas de inflación; así comenzó, también, el largo y profundo deterioro de los salarios reales, situación que prevalece hasta el día de hoy. Los topes salariales significaron márgenes de ganancia empresariales en ascenso, incrementados también por una política cambiaria de mini deslizamiento, sobrevaluando la moneda y favoreciendo el abaratamiento de los bienes de consumo.
En la práctica, no hubo una política real de desarrollo social, como demagógicamente se planteaba en el Plan Global de Desarrollo lopezportillista; por el contrario, se buscaba la industrialización, el crecimiento económico, pro con el incremento de las tasas de ganancias empresariales. Los resultados obtenidos fueron una elevada inflación, el aumento de la deuda externa, el desempleo y la agudización de la concentración del ingreso. Al finalizar el sexenio, junto con América Latina, México entró en “la década perdida” en materia económica, registrando tasas negativas de crecimiento (-4. 2% en 1983, -3.8% en 1986), la fuga de capitales por la devaluación del peso, la caída de los precios petroleros y la disminución del turismo por la recesión en Estados Unidos.
La respuesta fue la receta neoliberal de todos los gobiernos posteriores, incluyendo el actual. Nadie pensó que las recetas provocaban la enfermedad de la pobreza y la miseria. Nadie volvió los ojos hacia las estructuras sociales, solidarias y de reciprocidad, que realmente podían salvar la situación.
30 de agosto de 2010
25 de agosto de 2010
ARREGLO POLÍTICO OAXAQUEÑO
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de agosto de 2010.
El arreglo político se veía desde la semana pasada. El martes, junto con la convocatoria a los foros para el Plan Estatal de Desarrollo, el gobernador electo dejó ver las hojas de olivo ya entrelazadas. Sayra Cruz, reportera de este diario, anoto que Gabino Cué reconoció la existencia de graves problemas en la entidad y convocó “al gobernador Ulises Ruiz Ortiz ‘a no tirar la toalla’ y responder a su encomienda constitucional hasta el 1 de diciembre”.
La perla de las declaraciones fue cuando dijo: “Oaxaca es un estado maravilloso, con las herramientas que nos dejen, con talento e inteligencia estamos trabajando, buscando la participación de la sociedad, de todos los sectores para que intervengan”. Ya no se veía el encono electoral, ni el coraje por la muralla administrativa de la entrega-recepción hasta noviembre; ahora el político reconocía al gobierno saliente “las herramientas” elaboradas y que, obviamente, recibía como armas para resolver los retos de la siguiente etapa administrativa.
En realidad, ninguna de los dos gobernadores debió tensar tanto la relación diplomática gubernamental. El equipo que se va, camina contra el tiempo; el que llega tiene todo el futuro por delante. Eso lo comprendió Ernesto Zedillo, hace diez años, quizá porque lo había preparado de antemano. Recordemos que, en ese entonces, ordenó a la secretaría de Hacienda entregar una bolsa de recursos económicos al equipo entrante para montar su oficina de transición y les facilitó toda la información sobre los proyectos en proceso. Eso fue posible porque el equipo foxista nunca habló de rendición de cuentas como sinónimo de juicios penales, ni animaron la imaginación popular con la imagen del gobernante saliente entre los barrotes de la cárcel.
EL lunes, a mediodía, Ulises Ruiz y Gabino Cué se encontraron en la Ciudad Administrativa, “en un marco institucional de respeto y cordialidad”, dice el comunicado oficial y lo ratifica la fotografía oficial reproducida en este periódico. A nadie le debe extrañar el encuentro y sus resultados. Es más, los gobernadores estaban tardando en impulsarla. No me queda la menor duda que la causa principal es la ya próxima discusión del presupuesto federal en la Cámara de Diputados federal. Ahí los priistas tienen la llave oficial, aunque las ganzúas las lleva en la cintura el gobierno federal. El nuevo gobierno requiere del carro completo de los diputados federales priistas, para legalizar las carretadas de dinero que Felipe Calderón, ahora sí, impulsará para Oaxaca.
Por lo demás, el encuentro para la foto ya se dio y, administrativamente no tendrá grandes repercusiones, porque todas las obras en proceso, que se llevan la mayor parte del presupuesto estatal, se pueden conocer en la Internet; otra gran parte es gasto administrativo del IEEPO y ése ya está presupuestado con antelación.
La ventaja de esta reunión es para los oaxaqueños, porque anuncia el cese de las hostilidades entre los grupos políticos priistas que inducían a la confrontación, pero también la descalificación de los radicales del equipo entrante y sus tácticas de confrontación para tensar la cuerda entre los actuales gobernadores oaxaqueños. A partir de la foto, disminuirán drásticamente los plantones, las marchas, los bloqueos y, espero, los asesinatos entre los triquis; aunque no desaparecerán, porque de algún lado tienen que sacar para “su gasto” los “luchadores sociales” de la ahora “izquierda” institucionalizada.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 25 de agosto de 2010.
El arreglo político se veía desde la semana pasada. El martes, junto con la convocatoria a los foros para el Plan Estatal de Desarrollo, el gobernador electo dejó ver las hojas de olivo ya entrelazadas. Sayra Cruz, reportera de este diario, anoto que Gabino Cué reconoció la existencia de graves problemas en la entidad y convocó “al gobernador Ulises Ruiz Ortiz ‘a no tirar la toalla’ y responder a su encomienda constitucional hasta el 1 de diciembre”.
La perla de las declaraciones fue cuando dijo: “Oaxaca es un estado maravilloso, con las herramientas que nos dejen, con talento e inteligencia estamos trabajando, buscando la participación de la sociedad, de todos los sectores para que intervengan”. Ya no se veía el encono electoral, ni el coraje por la muralla administrativa de la entrega-recepción hasta noviembre; ahora el político reconocía al gobierno saliente “las herramientas” elaboradas y que, obviamente, recibía como armas para resolver los retos de la siguiente etapa administrativa.
En realidad, ninguna de los dos gobernadores debió tensar tanto la relación diplomática gubernamental. El equipo que se va, camina contra el tiempo; el que llega tiene todo el futuro por delante. Eso lo comprendió Ernesto Zedillo, hace diez años, quizá porque lo había preparado de antemano. Recordemos que, en ese entonces, ordenó a la secretaría de Hacienda entregar una bolsa de recursos económicos al equipo entrante para montar su oficina de transición y les facilitó toda la información sobre los proyectos en proceso. Eso fue posible porque el equipo foxista nunca habló de rendición de cuentas como sinónimo de juicios penales, ni animaron la imaginación popular con la imagen del gobernante saliente entre los barrotes de la cárcel.
EL lunes, a mediodía, Ulises Ruiz y Gabino Cué se encontraron en la Ciudad Administrativa, “en un marco institucional de respeto y cordialidad”, dice el comunicado oficial y lo ratifica la fotografía oficial reproducida en este periódico. A nadie le debe extrañar el encuentro y sus resultados. Es más, los gobernadores estaban tardando en impulsarla. No me queda la menor duda que la causa principal es la ya próxima discusión del presupuesto federal en la Cámara de Diputados federal. Ahí los priistas tienen la llave oficial, aunque las ganzúas las lleva en la cintura el gobierno federal. El nuevo gobierno requiere del carro completo de los diputados federales priistas, para legalizar las carretadas de dinero que Felipe Calderón, ahora sí, impulsará para Oaxaca.
Por lo demás, el encuentro para la foto ya se dio y, administrativamente no tendrá grandes repercusiones, porque todas las obras en proceso, que se llevan la mayor parte del presupuesto estatal, se pueden conocer en la Internet; otra gran parte es gasto administrativo del IEEPO y ése ya está presupuestado con antelación.
La ventaja de esta reunión es para los oaxaqueños, porque anuncia el cese de las hostilidades entre los grupos políticos priistas que inducían a la confrontación, pero también la descalificación de los radicales del equipo entrante y sus tácticas de confrontación para tensar la cuerda entre los actuales gobernadores oaxaqueños. A partir de la foto, disminuirán drásticamente los plantones, las marchas, los bloqueos y, espero, los asesinatos entre los triquis; aunque no desaparecerán, porque de algún lado tienen que sacar para “su gasto” los “luchadores sociales” de la ahora “izquierda” institucionalizada.
21 de agosto de 2010
EL DESARROLLO
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 21 de agosto de 2010.
Uno de los grandes retos del estado de Oaxaca, como del país en general, es encontrar un modelo de desarrollo que mejore sustancialmente los actuales niveles de bienestar, porque no son los óptimos, ni los deseables. Esto se puede observar claramente en la descripción estadística de los índices de marginación, de desarrollo humano y los demás elementos proporcionados por los censos, los informes de las dependencias gubernamentales y las encuestas levantadas por las propias oficinas gubernamentales. Sin embargo, las explicaciones han dado pie a las múltiples consideraciones que he descrito en mis últimos artículos sabatinos.
Su revisión nos conduce a concluir que el concepto “desarrollo” es un sustantivo, para describir procesos y no metas a alcanzar. La confusión ha llevado a adjetivarlo, enredando su comprensión y distorsionando sus alcances. Entendido como proceso, es evidente la necesidad de la participación social para concretar sus expectativas; en ese proceso participativo, los actores sociales, en tanto entes individuales, pueden convertirse, a su vez, en sujetos sociales, cuando logran capitalizar, en su propio beneficio, sus experiencias, sus conocimientos y sus habilidades. Se convierten, de actores sociales a sujetos sociales, mediante la organización y la participación consciente e integrada. Para algunos autores, como Violeta Ruiz, este proceso implica el paso de un ejercicio de ciudadanía subsidiada a la ciudadanía emancipada, que supone priorizar la igualdad y participación política. Implica sujetos activos, con decisión propia, distantes de la recepción pasiva del asistencialismo vigente en las políticas públicas actuales.
En general, los cuatro conceptos que he explicado en mis artículos pasados, tienen dos niveles de análisis que intentan conducir a un mismo fin. Las visiones del desarrollo sustentable y humano parten de niveles analíticos generales y remarcan los aspectos genéricos de todo el proceso, mientras la perspectiva regional y la local, priorizan el ámbito territorial como método para impulsar el desarrollo, en el sentido propuesto por Javier Delgadillo del territorio como elemento integrador de agentes, mercados y políticas públicas, al mismo tiempo de ser el objetivo del desarrollo económico deseado; así, el territorio da soporte a la vida colectiva en todas sus expresiones. Ambos niveles buscan mejores condiciones para el desempeño de las actividades y las condiciones de vida humana.
Sin embargo, a pesar de haber desechado manifiestamente al crecimiento económico como meta para alcanzar mejores condiciones de vida, en la práctica, las cuatro corrientes se basan en la búsqueda de mejores condiciones de producción, de mejorar la economía, mediante el incremento del Producto Interno Bruto, como plataforma para un mundo mejor. Así, la economía sigue siendo la base de todo el discurso sobre el desarrollo, olvidando que es el ser humano y sus relaciones sociales el centro, el motor y el fin último de toda actividad humana, incluyendo el proceso de desarrollo.
Al poner los indicadores económicos en el centro de la atención, desvían el foco del proceso de desarrollo de su objetivo central: las personas y las condiciones adecuadas para que vivan con bienestar. En esa desviación, se ha identificado al desarrollo con la tecnología o con la estadística del Producto Interno Bruto y, en el peor de los casos, se ha caído en la confusión de que unos pocos ricos son la justificación suficiente para cantar las loas a un modelo claramente equivocado, como lo es el económico seguido por los últimos gobiernos mexicanos —y oaxaqueños—, con su colofón de políticas públicas asistenciales, como Oportunidades, Vivir mejor o el Procampo, entre otros, que reparten las migajas del banquete de los grandes empresarios beneficiados por el régimen.
En realidad, el proceso de desarrollo debía ser un círculo virtuoso, cuyo origen es el ser humano, se impulsa por las mejores condiciones de vida y concluye en él; por eso, debe estar basado en las relaciones sociales que los integrantes de una sociedad determinada crean y les sirve como marco para crear las condiciones materiales y culturales para vivir, reproducirse, recrearse y gobernarse.
Todo lo producido: ciencia, arte, tecnología, estructuras administrativas y políticas, cultura, religión, estructuras sociales y económicas, dinero y riqueza social, son producto del trabajo humano y las relaciones sociales que se producen en el interactuar humano. Por eso, es la relación social, la forma como se organiza la sociedad, la base que explica y sobre la que se organizan y crean los conglomerados humanos, y debía ser el basamento y la plataforma de cualquier proceso que se quiera detonar, entre ellos, el proceso de desarrollo. Partir de otros supuestos, sólo ha llevado al círculo vicioso del subdesarrollo o, lo que es lo mismo, al perverso circuito de la pobreza, la miseria y la marginación social, como lo viven muchos oaxaqueños todos los días.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 21 de agosto de 2010.
Uno de los grandes retos del estado de Oaxaca, como del país en general, es encontrar un modelo de desarrollo que mejore sustancialmente los actuales niveles de bienestar, porque no son los óptimos, ni los deseables. Esto se puede observar claramente en la descripción estadística de los índices de marginación, de desarrollo humano y los demás elementos proporcionados por los censos, los informes de las dependencias gubernamentales y las encuestas levantadas por las propias oficinas gubernamentales. Sin embargo, las explicaciones han dado pie a las múltiples consideraciones que he descrito en mis últimos artículos sabatinos.
Su revisión nos conduce a concluir que el concepto “desarrollo” es un sustantivo, para describir procesos y no metas a alcanzar. La confusión ha llevado a adjetivarlo, enredando su comprensión y distorsionando sus alcances. Entendido como proceso, es evidente la necesidad de la participación social para concretar sus expectativas; en ese proceso participativo, los actores sociales, en tanto entes individuales, pueden convertirse, a su vez, en sujetos sociales, cuando logran capitalizar, en su propio beneficio, sus experiencias, sus conocimientos y sus habilidades. Se convierten, de actores sociales a sujetos sociales, mediante la organización y la participación consciente e integrada. Para algunos autores, como Violeta Ruiz, este proceso implica el paso de un ejercicio de ciudadanía subsidiada a la ciudadanía emancipada, que supone priorizar la igualdad y participación política. Implica sujetos activos, con decisión propia, distantes de la recepción pasiva del asistencialismo vigente en las políticas públicas actuales.
En general, los cuatro conceptos que he explicado en mis artículos pasados, tienen dos niveles de análisis que intentan conducir a un mismo fin. Las visiones del desarrollo sustentable y humano parten de niveles analíticos generales y remarcan los aspectos genéricos de todo el proceso, mientras la perspectiva regional y la local, priorizan el ámbito territorial como método para impulsar el desarrollo, en el sentido propuesto por Javier Delgadillo del territorio como elemento integrador de agentes, mercados y políticas públicas, al mismo tiempo de ser el objetivo del desarrollo económico deseado; así, el territorio da soporte a la vida colectiva en todas sus expresiones. Ambos niveles buscan mejores condiciones para el desempeño de las actividades y las condiciones de vida humana.
Sin embargo, a pesar de haber desechado manifiestamente al crecimiento económico como meta para alcanzar mejores condiciones de vida, en la práctica, las cuatro corrientes se basan en la búsqueda de mejores condiciones de producción, de mejorar la economía, mediante el incremento del Producto Interno Bruto, como plataforma para un mundo mejor. Así, la economía sigue siendo la base de todo el discurso sobre el desarrollo, olvidando que es el ser humano y sus relaciones sociales el centro, el motor y el fin último de toda actividad humana, incluyendo el proceso de desarrollo.
Al poner los indicadores económicos en el centro de la atención, desvían el foco del proceso de desarrollo de su objetivo central: las personas y las condiciones adecuadas para que vivan con bienestar. En esa desviación, se ha identificado al desarrollo con la tecnología o con la estadística del Producto Interno Bruto y, en el peor de los casos, se ha caído en la confusión de que unos pocos ricos son la justificación suficiente para cantar las loas a un modelo claramente equivocado, como lo es el económico seguido por los últimos gobiernos mexicanos —y oaxaqueños—, con su colofón de políticas públicas asistenciales, como Oportunidades, Vivir mejor o el Procampo, entre otros, que reparten las migajas del banquete de los grandes empresarios beneficiados por el régimen.
En realidad, el proceso de desarrollo debía ser un círculo virtuoso, cuyo origen es el ser humano, se impulsa por las mejores condiciones de vida y concluye en él; por eso, debe estar basado en las relaciones sociales que los integrantes de una sociedad determinada crean y les sirve como marco para crear las condiciones materiales y culturales para vivir, reproducirse, recrearse y gobernarse.
Todo lo producido: ciencia, arte, tecnología, estructuras administrativas y políticas, cultura, religión, estructuras sociales y económicas, dinero y riqueza social, son producto del trabajo humano y las relaciones sociales que se producen en el interactuar humano. Por eso, es la relación social, la forma como se organiza la sociedad, la base que explica y sobre la que se organizan y crean los conglomerados humanos, y debía ser el basamento y la plataforma de cualquier proceso que se quiera detonar, entre ellos, el proceso de desarrollo. Partir de otros supuestos, sólo ha llevado al círculo vicioso del subdesarrollo o, lo que es lo mismo, al perverso circuito de la pobreza, la miseria y la marginación social, como lo viven muchos oaxaqueños todos los días.
18 de agosto de 2010
INCREMENTO DE TARIFAS DEL TRANSPORTE URBANO
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 18 de agosto de 2010.
No hay nada peor, que el servicio de transporte urbano oaxaqueño. Tienen malos conductores, pésimas unidades y las más altas tarifas del país. Ayer se estrenaron con una nueva característica: brincarse la ley, para convertirse en grupo de presión de facto.
Como lo ha documentado Misael Sánchez, reportero de este diario, los concesionarios han exigido un incremento de 55.5%, pasando de cobrar $4.50 a $7.00. Sus argumentos son muchos, desde el incremento del costo de las gasolinas, hasta un supuesto acuerdo con el ex candidato priista, de intercambiar apoyo en especie en la campaña pasada por la aceptación del incremento propuesto. Hasta ayer, el gobierno no había aceptado ningún incremento. Los dueños de los camiones se fueron, como se dice en el argot popular, “por la libre”. Indicaron a sus choferes cobrar los siete pesos propuestos, violando toda la norma legal vigente; pero, además, los instruyeron con una estrategia de los taxistas oaxaqueños: en caso de ser detenidas las unidades por las autoridades de tránsito, deben juntarse todos e impedir el traslado o en su caso, ir a su rescate en grupo y por los medios que fueran necesarios.
En la práctica, los camioneros se han puesto fuera de la ley. No es una actitud nueva. La han tomado de la vida cotidiana oaxaqueña. Le ha funcionado a los grupos de presión de la ahora “izquierda institucionalizada”, también a los radicales del magisterio que la llevaron a su máxima expresión en 2006. Desde entonces, en Oaxaca no hay ley que valga, cuando hay una presión política de un grupo movilizado. Dicho de otra manera, el gobierno estatal dejó de cumplir la función de hacer cumplir la ley, para dedicarse sólo a la aplicación del presupuesto económico estatal.
El problema estriba en que los empresarios del transporte no han cumplido ninguna de las condiciones establecidas para aprobar el pasado incremento. Si se recuerda, entonces prometieron cambiar las unidades y capacitar a sus choferes para prestar un mejor servicio. Hasta hoy, el servicio de transporte urbano está infestado de unidades viejas. Los choferes son unos verdaderos barbajanes que han cambiado la carreta y el machete, por un autobús y la impunidad de ser parte de un gremio todopoderoso. Cada semana nos enteramos de un muerto por un autobús del transporte urbano. Dice la conseja popular que los choferes tienen la indicación de no dejar viva a la víctima; si observan que se mueve, deben regresar para rematarla, porque es más caro enviar a una persona al hospital y pagar de por vida sus discapacidades, que cubrir los costos legales por un asesinato imprudencial.
En realidad, nadie puede negarse el posible incremento del transporte, sin embargo, hasta donde sabemos, la secretaria de Hacienda federal ha establecido el incremento de la inflación anual en menos del 5%. Por otra parte, por poner un ejemplo, en el Distrito Federal, la concentración urbana más grande del país y donde millones de personas se mueven en el transporte público, en las negociaciones del incremento del año pasado, el gobierno les autorizó un incremento de 25%, pasando las tarifas de $2.00 a $2.50. ¿De dónde, entonces, los empresarios del transporte toman el dato para plantear el bárbaro incremento propuesto? o ¿éste será el nuevo frente de lucha, para cobrar venganzas y tensar el trato político entre las autoridades salientes y las entrantes?
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 18 de agosto de 2010.
No hay nada peor, que el servicio de transporte urbano oaxaqueño. Tienen malos conductores, pésimas unidades y las más altas tarifas del país. Ayer se estrenaron con una nueva característica: brincarse la ley, para convertirse en grupo de presión de facto.
Como lo ha documentado Misael Sánchez, reportero de este diario, los concesionarios han exigido un incremento de 55.5%, pasando de cobrar $4.50 a $7.00. Sus argumentos son muchos, desde el incremento del costo de las gasolinas, hasta un supuesto acuerdo con el ex candidato priista, de intercambiar apoyo en especie en la campaña pasada por la aceptación del incremento propuesto. Hasta ayer, el gobierno no había aceptado ningún incremento. Los dueños de los camiones se fueron, como se dice en el argot popular, “por la libre”. Indicaron a sus choferes cobrar los siete pesos propuestos, violando toda la norma legal vigente; pero, además, los instruyeron con una estrategia de los taxistas oaxaqueños: en caso de ser detenidas las unidades por las autoridades de tránsito, deben juntarse todos e impedir el traslado o en su caso, ir a su rescate en grupo y por los medios que fueran necesarios.
En la práctica, los camioneros se han puesto fuera de la ley. No es una actitud nueva. La han tomado de la vida cotidiana oaxaqueña. Le ha funcionado a los grupos de presión de la ahora “izquierda institucionalizada”, también a los radicales del magisterio que la llevaron a su máxima expresión en 2006. Desde entonces, en Oaxaca no hay ley que valga, cuando hay una presión política de un grupo movilizado. Dicho de otra manera, el gobierno estatal dejó de cumplir la función de hacer cumplir la ley, para dedicarse sólo a la aplicación del presupuesto económico estatal.
El problema estriba en que los empresarios del transporte no han cumplido ninguna de las condiciones establecidas para aprobar el pasado incremento. Si se recuerda, entonces prometieron cambiar las unidades y capacitar a sus choferes para prestar un mejor servicio. Hasta hoy, el servicio de transporte urbano está infestado de unidades viejas. Los choferes son unos verdaderos barbajanes que han cambiado la carreta y el machete, por un autobús y la impunidad de ser parte de un gremio todopoderoso. Cada semana nos enteramos de un muerto por un autobús del transporte urbano. Dice la conseja popular que los choferes tienen la indicación de no dejar viva a la víctima; si observan que se mueve, deben regresar para rematarla, porque es más caro enviar a una persona al hospital y pagar de por vida sus discapacidades, que cubrir los costos legales por un asesinato imprudencial.
En realidad, nadie puede negarse el posible incremento del transporte, sin embargo, hasta donde sabemos, la secretaria de Hacienda federal ha establecido el incremento de la inflación anual en menos del 5%. Por otra parte, por poner un ejemplo, en el Distrito Federal, la concentración urbana más grande del país y donde millones de personas se mueven en el transporte público, en las negociaciones del incremento del año pasado, el gobierno les autorizó un incremento de 25%, pasando las tarifas de $2.00 a $2.50. ¿De dónde, entonces, los empresarios del transporte toman el dato para plantear el bárbaro incremento propuesto? o ¿éste será el nuevo frente de lucha, para cobrar venganzas y tensar el trato político entre las autoridades salientes y las entrantes?
16 de agosto de 2010
LAS ALTERNATIVAS DEL DESARROLLO LOCAL
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 14 de agosto de 2010.
Según Katalyn Kolosy, hay dos perspectivas diferentes acerca del desarrollo local: la primera responde a una visión centralizada, que otorga el protagonismo a las administraciones locales y las empresas privadas, la segunda, centra sus esfuerzos en una concepción solidaria y descentralizada del desarrollo local y considera a la sociedad civil y a las organizaciones del tercer sector, como los principales actores del proceso.
La concepción centralizada del desarrollo local.
Cuando en la década de los ochenta, el modelo económico keynesiano mostró sus limitaciones, se plantearon dos posibles soluciones. La primera asumió las propuestas del control de la inflación, la estabilidad de la moneda y la reducción del déficit público a través del control salarial, la desregulación de los mercados, el impulso de la competitividad y la contención del gasto público; limitaba al mínimo la intervención del Estado y presentaba al mercado como el árbitro de la vida económica y de la sociedad en general. La macroeconomía era el centro y todo lo relativo al ámbito local, a pesar de ser el lugar de aplicación de estos acuerdos, quedaba fuera del contexto. Como es sabido, los resultados no fueron los esperados y comenzaron a surgir voces para reclamar acciones complementarias de la actuación macroeconómica.
En respuesta, aparecieron las iniciativas de desarrollo local, buscando integrar las economías locales con los mercados internacionales, mediante el principio de competencia. En ese esquema, los territorios compiten entre sí para estar presentes en el panorama central económico y asumen, como únicos criterios en la gestión de sus recursos, la competencia y calidad, enmarcando la propuesta del desarrollo local a la medida del modelo global neoliberal. Ahí, las estrategias de desarrollo local se debaten entre el reconocimiento de la importancia de lo cualitativo y sostenible y la necesidad de hacer el territorio más competitivo y atractivo para la inversión, mediante el impulso de los mecanismos de creación y difusión de innovaciones: centros de investigación, centros de calidad, cámaras y redes de empresarios, a la vez que se le da prioridad a lo empresarial, sobre los restantes agentes sociales con posibilidades de lograr el desarrollo territorial. En el caso mexicano, el mejor ejemplo de esta propuesta lo presentó el gobierno de Vicente Fox, con el programa Microrregiones.
El desarrollo local descentralizado y solidario.
En oposición a la idea de una economía de competencia, ganancia acendrada y egoísmo social, se plantea la visión de la economía social y solidaria, impulsada por un gran número de movimientos sociales, con el denominador común de hacer efectiva su vocación de transformación social, a través de relaciones sociales de solidaridad en las actividades económicas.
Esta nueva forma de entender el desarrollo local se basa en la idea de que cuando se emprende una iniciativa empresarial, junto al objetivo de creación de riqueza deben sumarse otros, en el mismo plano de igualdad, como la promoción del territorio, el desarrollo comunitario, la articulación de la cohesión social y el mantenimiento de los capitales vinculados al ser humano: social, cultural y humano. Desde esta perspectiva, el desarrollo local encuentra todo su sentido en el ámbito comunitario. Su objetivo no es generar recursos para transferirlos de un territorio a otro, de una nación a otra o de una firma nacional a una matriz corporativa remota, sino facilitar el nacimiento y consolidación de proyectos locales con carácter creativo y redistributivo, buscando asegurar la sustentabilidad de la vida.
Esta idea fue la asumida en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo sostenible, en Río de Janeiro en 1992, concretada en el Programa 21. Para asegurar que el desarrollo no depende sólo de expertos, líderes o mandatarios políticos, sino incluye a todos, la Cumbre de Río hace referencia explícita a la necesaria inclusión en estos procesos de colectivos tradicionalmente marginados, entre otros: 1. Otorgamiento de poder a las mujeres mediante su plena participación en los procesos de adopción de decisiones. 2. Respeto de la integridad cultural y de los derechos de las poblaciones indígenas y sus comunidades. 3 Promoción o creación de mecanismos populares para que las comunidades puedan compartir su experiencia y sus conocimientos. 4 Aumento de la participación de las comunidades en la gestión sostenible y la protección de los recursos naturales locales para aumentar su capacidad productiva. 5. Creación de una red de centros de aprendizaje comunitarios para aumentar la capacidad pertinente y promover el desarrollo sostenible.
Este modelo alternativo reclama la activa participación de todos los ciudadanos en la definición de las políticas locales. Apuesta por la democracia participativa, donde la ciudadanía se corresponsabiliza de la planificación, la gestión y la evaluación de las estrategias adoptadas para el desarrollo de su entorno más próximo. Así, el desarrollo local tiende a ser un proceso participativo donde todos los actores de un territorio establecen vínculos recíprocos y se auto-organizan para generar dinámicas productivas cuya rentabilidad sea integral.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 14 de agosto de 2010.
Según Katalyn Kolosy, hay dos perspectivas diferentes acerca del desarrollo local: la primera responde a una visión centralizada, que otorga el protagonismo a las administraciones locales y las empresas privadas, la segunda, centra sus esfuerzos en una concepción solidaria y descentralizada del desarrollo local y considera a la sociedad civil y a las organizaciones del tercer sector, como los principales actores del proceso.
La concepción centralizada del desarrollo local.
Cuando en la década de los ochenta, el modelo económico keynesiano mostró sus limitaciones, se plantearon dos posibles soluciones. La primera asumió las propuestas del control de la inflación, la estabilidad de la moneda y la reducción del déficit público a través del control salarial, la desregulación de los mercados, el impulso de la competitividad y la contención del gasto público; limitaba al mínimo la intervención del Estado y presentaba al mercado como el árbitro de la vida económica y de la sociedad en general. La macroeconomía era el centro y todo lo relativo al ámbito local, a pesar de ser el lugar de aplicación de estos acuerdos, quedaba fuera del contexto. Como es sabido, los resultados no fueron los esperados y comenzaron a surgir voces para reclamar acciones complementarias de la actuación macroeconómica.
En respuesta, aparecieron las iniciativas de desarrollo local, buscando integrar las economías locales con los mercados internacionales, mediante el principio de competencia. En ese esquema, los territorios compiten entre sí para estar presentes en el panorama central económico y asumen, como únicos criterios en la gestión de sus recursos, la competencia y calidad, enmarcando la propuesta del desarrollo local a la medida del modelo global neoliberal. Ahí, las estrategias de desarrollo local se debaten entre el reconocimiento de la importancia de lo cualitativo y sostenible y la necesidad de hacer el territorio más competitivo y atractivo para la inversión, mediante el impulso de los mecanismos de creación y difusión de innovaciones: centros de investigación, centros de calidad, cámaras y redes de empresarios, a la vez que se le da prioridad a lo empresarial, sobre los restantes agentes sociales con posibilidades de lograr el desarrollo territorial. En el caso mexicano, el mejor ejemplo de esta propuesta lo presentó el gobierno de Vicente Fox, con el programa Microrregiones.
El desarrollo local descentralizado y solidario.
En oposición a la idea de una economía de competencia, ganancia acendrada y egoísmo social, se plantea la visión de la economía social y solidaria, impulsada por un gran número de movimientos sociales, con el denominador común de hacer efectiva su vocación de transformación social, a través de relaciones sociales de solidaridad en las actividades económicas.
Esta nueva forma de entender el desarrollo local se basa en la idea de que cuando se emprende una iniciativa empresarial, junto al objetivo de creación de riqueza deben sumarse otros, en el mismo plano de igualdad, como la promoción del territorio, el desarrollo comunitario, la articulación de la cohesión social y el mantenimiento de los capitales vinculados al ser humano: social, cultural y humano. Desde esta perspectiva, el desarrollo local encuentra todo su sentido en el ámbito comunitario. Su objetivo no es generar recursos para transferirlos de un territorio a otro, de una nación a otra o de una firma nacional a una matriz corporativa remota, sino facilitar el nacimiento y consolidación de proyectos locales con carácter creativo y redistributivo, buscando asegurar la sustentabilidad de la vida.
Esta idea fue la asumida en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo sostenible, en Río de Janeiro en 1992, concretada en el Programa 21. Para asegurar que el desarrollo no depende sólo de expertos, líderes o mandatarios políticos, sino incluye a todos, la Cumbre de Río hace referencia explícita a la necesaria inclusión en estos procesos de colectivos tradicionalmente marginados, entre otros: 1. Otorgamiento de poder a las mujeres mediante su plena participación en los procesos de adopción de decisiones. 2. Respeto de la integridad cultural y de los derechos de las poblaciones indígenas y sus comunidades. 3 Promoción o creación de mecanismos populares para que las comunidades puedan compartir su experiencia y sus conocimientos. 4 Aumento de la participación de las comunidades en la gestión sostenible y la protección de los recursos naturales locales para aumentar su capacidad productiva. 5. Creación de una red de centros de aprendizaje comunitarios para aumentar la capacidad pertinente y promover el desarrollo sostenible.
Este modelo alternativo reclama la activa participación de todos los ciudadanos en la definición de las políticas locales. Apuesta por la democracia participativa, donde la ciudadanía se corresponsabiliza de la planificación, la gestión y la evaluación de las estrategias adoptadas para el desarrollo de su entorno más próximo. Así, el desarrollo local tiende a ser un proceso participativo donde todos los actores de un territorio establecen vínculos recíprocos y se auto-organizan para generar dinámicas productivas cuya rentabilidad sea integral.
11 de agosto de 2010
¿CELEBRACIÓN BICENTENARIA?
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 11 de agosto de 2010.
En poco más de un mes, los mexicanos celebraremos los 200 años del grito de la independencia. Fue la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando don Miguel Hidalgo y Costilla convocó al pueblo a “coger gachupines”, para ser libres e independientes. Así comenzó la gesta que concluyó once años después, con la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México. Nacía una nación conservadora, pero con matriz liberal; monárquica, pero en cuna republicana; centralista, pero con espíritu federalista. Era, pues, un verdadero nido de contradicciones.
Doscientos años después, seguimos casi igual. Somos una república liberal, pero gobernada por un partido conservador, el PAN; una república, con marqueses disfrazados de pareja ex presidencial guanajuatense y diez familias multimillonarias; federalista, pero donde mandan los procónsules en las delegaciones federales del gobierno panista. Somos una nación independiente, pero nuestros gobernantes quisieran retroceder el reloj para tomar la revancha contra los liberales, las revoluciones y la modernidad. Al menos eso demuestran con su falta de entusiasmo para festejar, con dignidad, el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución.
Por el contrario, en 1910, el gobierno del presidente Porfirio Díaz estaba en una febril actividad. Se trataba de mostrarle al mundo que México entraba de lleno a la modernidad y el progreso. Se importaba la Bella Época parisiense y europea, para mostrar el mestizaje y los adelantos urbanos. Así se abrió el Paseo de la Reforma para unir el Centro Histórico del Distrito Federal con el Alcázar de Chapultepec; se construyeron vías para unir los pueblos aledaños con el centro administrativo del país. Pero también se trataba de engrandecer a la ciudad de México y se construyeron los grandes edificios: el Palacio de las Bellas Artes, el edifico de Correos, el de Comunicaciones y se iniciaron los trabajos del nuevo Palacio Legislativo, que terminó siendo el Monumento a la Revolución. Eran grandes obras para conmemorar un gran acontecimiento.
100 años después, nada queda del ímpetu de la conmemoración. Se creó una comisión del bicentenario y del centenario, que ha tenido ya cuatro directivas y sus resultados se reducen a una sarta de conmemoraciones escolares y a renombrar actos anuales tradicionales con el tema del bicentenario. El no tener acciones espectaculares, como en el porfiriato, no impide al gobierno federal destinar miles de millones de pesos para una supuesta celebración. Como no hay acciones paradigmáticas, el gobierno panista decretó el secreto para los gastos; sólo se harán públicos 15 años después. Nadie sabrá en qué se gastó el dinero de los supuestos festejos. Pero eso sí, sólo para la tarde, la noche del 15 de septiembre y la mañana del 16 de septiembre se dilapidará la suma de 580 millones de pesos en escenografía lasser, fuegos pirotécnicos y el desfile militar. Cientos de millones de pesos quemados en la futilidad panista A eso se reduce la imaginación de la administración federal sobre la relevancia de los ideales de patria y libertad.
Quizá tienen razón. Sólo los indios y los liberales nos sentimos orgullosos de Hidalgo, Morelos, Allende y Aldama, como de Villa y Zapata. Los conservadores siguen añorando al rey, los virreyes, Iturbide y los fueros. En realidad, no tiene nada que festejar y sí, mucho por añorar.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 11 de agosto de 2010.
En poco más de un mes, los mexicanos celebraremos los 200 años del grito de la independencia. Fue la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando don Miguel Hidalgo y Costilla convocó al pueblo a “coger gachupines”, para ser libres e independientes. Así comenzó la gesta que concluyó once años después, con la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México. Nacía una nación conservadora, pero con matriz liberal; monárquica, pero en cuna republicana; centralista, pero con espíritu federalista. Era, pues, un verdadero nido de contradicciones.
Doscientos años después, seguimos casi igual. Somos una república liberal, pero gobernada por un partido conservador, el PAN; una república, con marqueses disfrazados de pareja ex presidencial guanajuatense y diez familias multimillonarias; federalista, pero donde mandan los procónsules en las delegaciones federales del gobierno panista. Somos una nación independiente, pero nuestros gobernantes quisieran retroceder el reloj para tomar la revancha contra los liberales, las revoluciones y la modernidad. Al menos eso demuestran con su falta de entusiasmo para festejar, con dignidad, el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución.
Por el contrario, en 1910, el gobierno del presidente Porfirio Díaz estaba en una febril actividad. Se trataba de mostrarle al mundo que México entraba de lleno a la modernidad y el progreso. Se importaba la Bella Época parisiense y europea, para mostrar el mestizaje y los adelantos urbanos. Así se abrió el Paseo de la Reforma para unir el Centro Histórico del Distrito Federal con el Alcázar de Chapultepec; se construyeron vías para unir los pueblos aledaños con el centro administrativo del país. Pero también se trataba de engrandecer a la ciudad de México y se construyeron los grandes edificios: el Palacio de las Bellas Artes, el edifico de Correos, el de Comunicaciones y se iniciaron los trabajos del nuevo Palacio Legislativo, que terminó siendo el Monumento a la Revolución. Eran grandes obras para conmemorar un gran acontecimiento.
100 años después, nada queda del ímpetu de la conmemoración. Se creó una comisión del bicentenario y del centenario, que ha tenido ya cuatro directivas y sus resultados se reducen a una sarta de conmemoraciones escolares y a renombrar actos anuales tradicionales con el tema del bicentenario. El no tener acciones espectaculares, como en el porfiriato, no impide al gobierno federal destinar miles de millones de pesos para una supuesta celebración. Como no hay acciones paradigmáticas, el gobierno panista decretó el secreto para los gastos; sólo se harán públicos 15 años después. Nadie sabrá en qué se gastó el dinero de los supuestos festejos. Pero eso sí, sólo para la tarde, la noche del 15 de septiembre y la mañana del 16 de septiembre se dilapidará la suma de 580 millones de pesos en escenografía lasser, fuegos pirotécnicos y el desfile militar. Cientos de millones de pesos quemados en la futilidad panista A eso se reduce la imaginación de la administración federal sobre la relevancia de los ideales de patria y libertad.
Quizá tienen razón. Sólo los indios y los liberales nos sentimos orgullosos de Hidalgo, Morelos, Allende y Aldama, como de Villa y Zapata. Los conservadores siguen añorando al rey, los virreyes, Iturbide y los fueros. En realidad, no tiene nada que festejar y sí, mucho por añorar.
7 de agosto de 2010
EL DESARROLLO LOCAL
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 7 de agosto de 2010.
Si consideramos al concepto desarrollo como polisémico y con claras implicaciones sociales, ecológicas, políticas, culturales y económicas, un nuevo modelo, pensado para la gente, debe tener como base las relaciones solidarias y equitativas de los seres humanos entre sí y en la autopercepción de las personas como seres ecodependientes.
Algunos autores consideran al desarrollo con tres principios básicos: a) es un proceso centrado en las personas y sus vidas, no a los objetos; debe situarse en una escala humana, basarse en la autosuficiencia, en la vida armónica de las personas y en la superación de las dicotomías que empobrecen y limitan las posibilidades de desarrollo real; b) Busca reestablecer el equilibrio armónico entre los sistemas urbanos y los sistemas rurales; y c) percibe al lugar concreto, lo local, como ámbito natural de transformación social, donde viven, trabajan, se relacionan e interactúan los seres humanos.
Una concepción del desarrollo local autosostenible implica la formación y el fortalecimiento de sujetos sociales conscientes de su identidad individual y comunitaria, e implicados en el respeto de los procesos y realidades locales (ecológicas, sociales y humanas). Se trata de iniciar un viaje que conduce desde lo grande a lo pequeño; de lo distante a lo cercano; del despilfarro a la autolimitación responsable; de la falta de consideración de los otros a las relaciones equitativas; del antropocentrismo a la inclusión dentro de la ética de los restantes miembros de la comunidad biótica; de lo meramente cuantitativo a lo cualitativo; de lo exógeno a lo endógeno.
Por eso, el desarrollo local ha pasado a ser un tema central en las preocupaciones de las organizaciones sociales, los gobiernos locales, las empresas y las ONG. La promoción del desarrollo local se presenta como una iniciativa estratégica para superar la defensa de intereses sectoriales y fragmentados, al buscar la creación de amplios espacios de participación del conjunto de las personas y posibilitar el avance hacia un modelo de desarrollo endógeno, integral y sostenible.
Desde esa perspectiva, el desarrollo local es un proceso de prácticas institucionales participativas que, partiendo de las fortalezas y oportunidades de un territorio determinado (en función de los recursos naturales, económicos, sociales, culturales y políticos), conducen a mejorar los ingresos y calidad de vida de su población de manera sostenible y con niveles crecientes de equidad. Conciben al territorio, no como un espacio físico objetivamente existente, sino como una construcción social, como un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan a múltiples agentes públicos y privados.
Algunas cuestiones sustantivas, con consenso en relación al desarrollo local, son:
1. Tiene un claro sentido de sustentabilidad en lo económico, lo social y lo ambiental, al buscar el bienestar de las actuales generaciones sin afectar el futuro de las próximas.
2. No está desvinculado de lo global. Suelen darse funcionalidades entre ambos niveles, especialmente a favor de lo global.
3. Para el diseño y ejecución de políticas públicas, la articulación del ámbito local o municipal con los niveles regional y nacional aparece como un requisito ineludible.
4. Los Estados nacionales han descentralizado hacia los niveles locales nuevas competencias, pero la mayoría de las veces sin los recursos financieros correspondientes y sin promover las capacidades, tanto institucional como de gestión, en los municipios, especialmente los más pequeños.
5. A nivel local, es posible: a) diagnosticar con mayor precisión los problemas, b) ejercer un mayor control para el seguimiento de las políticas, c) coordinar y concretar mejor las actividades de los diversos organismos sectoriales y de instituciones sociales, d) propiciar y generar la participación de la población, e) consolidar prácticas democráticas como la elección mayoritaria, la concertación, la negociación, la participación social y el control sobre los gobernantes locales.
6. El modelo y métodos de gestión institucional más apropiados es el de la gestión asociada entre el Estado y las organizaciones sociales y comunitarias.
Desde esta perspectiva, contribuir al desarrollo local tiene que ver con: a) planificar participativamente, b) controlar los actos de gobierno, y c) dar cuenta de los actos de gobierno.
El desarrollo local implica pasar del enfoque tradicional de la promoción prioritaria de grandes empresas, cuyos objetivos se definen en contextos muy lejanos, para reforzar un modelo de vida basado en una economía de lo próximo, haciendo a las comunidades menos vulnerables. Por eso, la propuesta del desarrollo local incluye: una mayor proximidad de la producción de los bienes necesarios, mediante su transformación cercana al lugar de producción y su comercialización directa; la valoración del papel de los agentes locales en la diversificación de la economía local; la valorización de las actividades diversas como superación de la hiperespecialización, creadora de sociedades dependientes; y la creación de economías en red que, a partir del trabajo local, se enlazan u organizan, creando un nuevo sistema global.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 7 de agosto de 2010.
Si consideramos al concepto desarrollo como polisémico y con claras implicaciones sociales, ecológicas, políticas, culturales y económicas, un nuevo modelo, pensado para la gente, debe tener como base las relaciones solidarias y equitativas de los seres humanos entre sí y en la autopercepción de las personas como seres ecodependientes.
Algunos autores consideran al desarrollo con tres principios básicos: a) es un proceso centrado en las personas y sus vidas, no a los objetos; debe situarse en una escala humana, basarse en la autosuficiencia, en la vida armónica de las personas y en la superación de las dicotomías que empobrecen y limitan las posibilidades de desarrollo real; b) Busca reestablecer el equilibrio armónico entre los sistemas urbanos y los sistemas rurales; y c) percibe al lugar concreto, lo local, como ámbito natural de transformación social, donde viven, trabajan, se relacionan e interactúan los seres humanos.
Una concepción del desarrollo local autosostenible implica la formación y el fortalecimiento de sujetos sociales conscientes de su identidad individual y comunitaria, e implicados en el respeto de los procesos y realidades locales (ecológicas, sociales y humanas). Se trata de iniciar un viaje que conduce desde lo grande a lo pequeño; de lo distante a lo cercano; del despilfarro a la autolimitación responsable; de la falta de consideración de los otros a las relaciones equitativas; del antropocentrismo a la inclusión dentro de la ética de los restantes miembros de la comunidad biótica; de lo meramente cuantitativo a lo cualitativo; de lo exógeno a lo endógeno.
Por eso, el desarrollo local ha pasado a ser un tema central en las preocupaciones de las organizaciones sociales, los gobiernos locales, las empresas y las ONG. La promoción del desarrollo local se presenta como una iniciativa estratégica para superar la defensa de intereses sectoriales y fragmentados, al buscar la creación de amplios espacios de participación del conjunto de las personas y posibilitar el avance hacia un modelo de desarrollo endógeno, integral y sostenible.
Desde esa perspectiva, el desarrollo local es un proceso de prácticas institucionales participativas que, partiendo de las fortalezas y oportunidades de un territorio determinado (en función de los recursos naturales, económicos, sociales, culturales y políticos), conducen a mejorar los ingresos y calidad de vida de su población de manera sostenible y con niveles crecientes de equidad. Conciben al territorio, no como un espacio físico objetivamente existente, sino como una construcción social, como un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan a múltiples agentes públicos y privados.
Algunas cuestiones sustantivas, con consenso en relación al desarrollo local, son:
1. Tiene un claro sentido de sustentabilidad en lo económico, lo social y lo ambiental, al buscar el bienestar de las actuales generaciones sin afectar el futuro de las próximas.
2. No está desvinculado de lo global. Suelen darse funcionalidades entre ambos niveles, especialmente a favor de lo global.
3. Para el diseño y ejecución de políticas públicas, la articulación del ámbito local o municipal con los niveles regional y nacional aparece como un requisito ineludible.
4. Los Estados nacionales han descentralizado hacia los niveles locales nuevas competencias, pero la mayoría de las veces sin los recursos financieros correspondientes y sin promover las capacidades, tanto institucional como de gestión, en los municipios, especialmente los más pequeños.
5. A nivel local, es posible: a) diagnosticar con mayor precisión los problemas, b) ejercer un mayor control para el seguimiento de las políticas, c) coordinar y concretar mejor las actividades de los diversos organismos sectoriales y de instituciones sociales, d) propiciar y generar la participación de la población, e) consolidar prácticas democráticas como la elección mayoritaria, la concertación, la negociación, la participación social y el control sobre los gobernantes locales.
6. El modelo y métodos de gestión institucional más apropiados es el de la gestión asociada entre el Estado y las organizaciones sociales y comunitarias.
Desde esta perspectiva, contribuir al desarrollo local tiene que ver con: a) planificar participativamente, b) controlar los actos de gobierno, y c) dar cuenta de los actos de gobierno.
El desarrollo local implica pasar del enfoque tradicional de la promoción prioritaria de grandes empresas, cuyos objetivos se definen en contextos muy lejanos, para reforzar un modelo de vida basado en una economía de lo próximo, haciendo a las comunidades menos vulnerables. Por eso, la propuesta del desarrollo local incluye: una mayor proximidad de la producción de los bienes necesarios, mediante su transformación cercana al lugar de producción y su comercialización directa; la valoración del papel de los agentes locales en la diversificación de la economía local; la valorización de las actividades diversas como superación de la hiperespecialización, creadora de sociedades dependientes; y la creación de economías en red que, a partir del trabajo local, se enlazan u organizan, creando un nuevo sistema global.
CUENTAS MUNICIPALES PENDIENTES
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
En realidad, no hay nada raro en la declaración del presidente de la Comisión Permanente de Vigilancia de la Cámara de Diputados local, al anunciar que solamente 33 presidentes municipales, de los 152 con regímenes de partidos políticos, han comprobado los recursos que les fueron asignados.
La mayoría de los municipios tienen fundamentalmente cuatro fuentes de ingresos. Los ingresos propios, generados por los impuestos, multas y servicios municipales. Los Fondos 3 y 4 del Ramo 33, dedicados a la construcción de infraestructura física básica y para los servicios de la policía municipal y los servicios financieros. Por último, el Ramo 28, para los gastos de la administración municipal. Los más difíciles de comprobar son los Fondos del Ramo 33, porque son recursos asignados por la federación, con apertura programática y un esquema técnico de comprobación claramente establecidos. Esto genera que los municipios más pequeños y aquellos sin una estructura administrativa profesional, tengan muchas dificultades para su comprobación. En muchos de los casos, el atraso se debe al engaño a que sometidos por las empresas contratistas privadas, que llegan a los municipios al cobijo de alguna recomendación, cobran el anticipo y no vuelven a regresar al lugar.
Por otra parte, las disposiciones administrativas de los últimos gobiernos para controlar y transparentar el gasto municipal, se han vuelto un verdadero cuello de botella para la comprobación de los recursos, especialmente en los municipios de usos y costumbres, donde no cuentan con una estructura administrativa profesional. Muchos presidentes municipales no comprueban en tiempo y forma, porque no cuentan con asesoría y seguimiento puntual por parte del gobierno estatal. En la mayoría de los casos, el apoyo gubernamental es suplido por la recomendación de los funcionarios encargados del proceso, para que las autoridades municipales contraten a empresas privadas, especializadas –y amañadas con ellos- en las comprobaciones.
En general, la mayoría de las autoridades municipales, especialmente los de usos y costumbres, hacen buen uso de los recursos recibidos. El gran problema reside en los municipios con competencia de partidos políticos. Primero, por la cantidad que se les asignan y, segundo, porque han aprendido que, cuando politizan el asunto de la comprobación, logran evitar este trámite. Ésa ha sido la experiencia en el municipio de Juchitán de Zaragoza, donde, al menos dos ex presidentes municipales emanados del PRD-COCEI, han hecho huelgas de hambre y los gobiernos estatales los han eximido de la comprobación. Y no hablamos de minucias, sino de aproximadamente 100 millones de pesos entre los dos.
Estoy seguro que, a principios del próximo año, la mayoría de las autoridades municipales, especialmente los de usos y costumbres, habrán de comprobar los recursos administrados. Quedarán pendientes fundamentalmente algunos de los municipios donde se eligen por el régimen de partidos políticos; pero, como muchos de ellos serán afines a la filiación política del nuevo régimen, tampoco llegará la sangre al río. Cuando mucho llamarán a cuentas a los del PRI, pero será a los más desobligados o a aquellos que creyeron en el canto de las sirenas de invertir los recursos públicos en campañas políticas, apostando a recompensas futuras que, ahora, nunca llegarán, pero dejan vacíos administrativos por comprobar.
Publicado en el periódico Tiempo de Oaxaca, el 4 de agosto de 2010.
En realidad, no hay nada raro en la declaración del presidente de la Comisión Permanente de Vigilancia de la Cámara de Diputados local, al anunciar que solamente 33 presidentes municipales, de los 152 con regímenes de partidos políticos, han comprobado los recursos que les fueron asignados.
La mayoría de los municipios tienen fundamentalmente cuatro fuentes de ingresos. Los ingresos propios, generados por los impuestos, multas y servicios municipales. Los Fondos 3 y 4 del Ramo 33, dedicados a la construcción de infraestructura física básica y para los servicios de la policía municipal y los servicios financieros. Por último, el Ramo 28, para los gastos de la administración municipal. Los más difíciles de comprobar son los Fondos del Ramo 33, porque son recursos asignados por la federación, con apertura programática y un esquema técnico de comprobación claramente establecidos. Esto genera que los municipios más pequeños y aquellos sin una estructura administrativa profesional, tengan muchas dificultades para su comprobación. En muchos de los casos, el atraso se debe al engaño a que sometidos por las empresas contratistas privadas, que llegan a los municipios al cobijo de alguna recomendación, cobran el anticipo y no vuelven a regresar al lugar.
Por otra parte, las disposiciones administrativas de los últimos gobiernos para controlar y transparentar el gasto municipal, se han vuelto un verdadero cuello de botella para la comprobación de los recursos, especialmente en los municipios de usos y costumbres, donde no cuentan con una estructura administrativa profesional. Muchos presidentes municipales no comprueban en tiempo y forma, porque no cuentan con asesoría y seguimiento puntual por parte del gobierno estatal. En la mayoría de los casos, el apoyo gubernamental es suplido por la recomendación de los funcionarios encargados del proceso, para que las autoridades municipales contraten a empresas privadas, especializadas –y amañadas con ellos- en las comprobaciones.
En general, la mayoría de las autoridades municipales, especialmente los de usos y costumbres, hacen buen uso de los recursos recibidos. El gran problema reside en los municipios con competencia de partidos políticos. Primero, por la cantidad que se les asignan y, segundo, porque han aprendido que, cuando politizan el asunto de la comprobación, logran evitar este trámite. Ésa ha sido la experiencia en el municipio de Juchitán de Zaragoza, donde, al menos dos ex presidentes municipales emanados del PRD-COCEI, han hecho huelgas de hambre y los gobiernos estatales los han eximido de la comprobación. Y no hablamos de minucias, sino de aproximadamente 100 millones de pesos entre los dos.
Estoy seguro que, a principios del próximo año, la mayoría de las autoridades municipales, especialmente los de usos y costumbres, habrán de comprobar los recursos administrados. Quedarán pendientes fundamentalmente algunos de los municipios donde se eligen por el régimen de partidos políticos; pero, como muchos de ellos serán afines a la filiación política del nuevo régimen, tampoco llegará la sangre al río. Cuando mucho llamarán a cuentas a los del PRI, pero será a los más desobligados o a aquellos que creyeron en el canto de las sirenas de invertir los recursos públicos en campañas políticas, apostando a recompensas futuras que, ahora, nunca llegarán, pero dejan vacíos administrativos por comprobar.
2 de agosto de 2010
LOCALIDAD Y DESARROLLO
FELIPE MARTÍNEZ LÓPEZ
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 31 de julio de 2010.
La Agenda 21, que asumió la Organización de las Naciones Unidas, tiene su base en la consideración de lo local como foco del desarrollo. El espacio local es la condensación de la espacialidad y la territorialidad propuesta por la regionalización y donde se originan las relaciones y posibilidades de la región. Es el punto más pequeño de lo regional, pero también de cualquier propuesta de desarrollo. Por eso, cualquier alternativa de desarrollo debe tomarlo como punto de partida, por ser el escenario más concreto de la realidad social.
Si bien la cercanía física y la relación constante propicia el debate, la tensión y los conflictos, inevitables y necesarios, también abre la posibilidad de ampliar el ejercicio de la negociación y el consenso. Así, el municipio se constituye en un campo sociopolítico de deliberación y resolución de intereses y conflictos que surgen desde el contexto local, porque en función del gobierno municipal y de los recursos económicos, los actores políticos y sociales crean expectativas y esperanzas de beneficio, que pueden producir enfrentamientos entre los actores de los proyectos de desarrollo local, pero también imaginativas propuestas de avance y concreción, algunas de alcance municipal y otras comunal o barrial.
Por la concreción, lo local es el escenario de los conflictos, pero también es el espacio propicio para la generación de otras formas de organización y para la participación del conjunto de la ciudadanía en la economía, la política, la sociedad y la cultura. Por eso, lo cotidiano, lo real de cada lugar, cada municipio, cada localidad, es el verdadero punto de partida para avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo.
La proximidad física en el ámbito de lo local dificulta a las personas ampararse en una ficticia neutralidad y evitar el compromiso. Asumir las propias verdades, defender las posiciones personales cara a cara, comprometerse a cumplir lo ofrecido y hacerlo, son las virtudes de la cercanía y la relación continua. La compleja red de interacciones en lo local, es decir, la comunicación y solidaridad ejercida en el entorno más próximo, es el eje central de la fuerza que impulsa el verdadero desarrollo. Constituye la base de la cultura popular que identifica a cada pueblo y que le permite fortalecer su autosuficiencia y autoestima. Para las personas, el ámbito local es, potencialmente, un lugar de invención, una fuente generadora de la información necesaria para la vida cotidiana, un marco físico en el que soñar un futuro; es un espacio para la transformación y se conecta con lo territorial en la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Sin embargo, la autosuficiencia de las comunidades no debe confundirse con el aislamiento o el localismo. Por el contrario, el ámbito local adquiere su verdadera dimensión como parte de un espacio más amplio, con el cual las personas pueden establecer interrelaciones que refuerzan los lazos con su propio marco local. Por eso, es el espacio privilegiado para generar respuestas específicas al proceso global, a partir de la acción de las personas. El trabajo en el ámbito local requiere tejer múltiples relaciones con las escalas más amplias: la región, la nación y el mundo. Las experiencias locales se inscriben en un contexto más amplio y adquieren dimensión política a través de la generación de propuestas alternativas, para potenciar la dimensión comunitaria sobre la individual y fragmentaria.
El reto actual de las autoridades locales, tanto las municipales como de las agencias municipales y colonias, es moverse en un entorno donde las tensiones son inevitables, a partir de un mercado global con reglas definidas de actuación y una realidad local con pretensiones de alcanzar las mayores cotas posibles de autosuficiencia y de bienestar. En ese proceso, lo local deja de ser una entidad cerrada y, de forma creciente, experimenta los impactos de la economía global.
Publicado en el periódico Tiempo, de Oaxaca, Oax., el 31 de julio de 2010.
La Agenda 21, que asumió la Organización de las Naciones Unidas, tiene su base en la consideración de lo local como foco del desarrollo. El espacio local es la condensación de la espacialidad y la territorialidad propuesta por la regionalización y donde se originan las relaciones y posibilidades de la región. Es el punto más pequeño de lo regional, pero también de cualquier propuesta de desarrollo. Por eso, cualquier alternativa de desarrollo debe tomarlo como punto de partida, por ser el escenario más concreto de la realidad social.
Si bien la cercanía física y la relación constante propicia el debate, la tensión y los conflictos, inevitables y necesarios, también abre la posibilidad de ampliar el ejercicio de la negociación y el consenso. Así, el municipio se constituye en un campo sociopolítico de deliberación y resolución de intereses y conflictos que surgen desde el contexto local, porque en función del gobierno municipal y de los recursos económicos, los actores políticos y sociales crean expectativas y esperanzas de beneficio, que pueden producir enfrentamientos entre los actores de los proyectos de desarrollo local, pero también imaginativas propuestas de avance y concreción, algunas de alcance municipal y otras comunal o barrial.
Por la concreción, lo local es el escenario de los conflictos, pero también es el espacio propicio para la generación de otras formas de organización y para la participación del conjunto de la ciudadanía en la economía, la política, la sociedad y la cultura. Por eso, lo cotidiano, lo real de cada lugar, cada municipio, cada localidad, es el verdadero punto de partida para avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo.
La proximidad física en el ámbito de lo local dificulta a las personas ampararse en una ficticia neutralidad y evitar el compromiso. Asumir las propias verdades, defender las posiciones personales cara a cara, comprometerse a cumplir lo ofrecido y hacerlo, son las virtudes de la cercanía y la relación continua. La compleja red de interacciones en lo local, es decir, la comunicación y solidaridad ejercida en el entorno más próximo, es el eje central de la fuerza que impulsa el verdadero desarrollo. Constituye la base de la cultura popular que identifica a cada pueblo y que le permite fortalecer su autosuficiencia y autoestima. Para las personas, el ámbito local es, potencialmente, un lugar de invención, una fuente generadora de la información necesaria para la vida cotidiana, un marco físico en el que soñar un futuro; es un espacio para la transformación y se conecta con lo territorial en la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Sin embargo, la autosuficiencia de las comunidades no debe confundirse con el aislamiento o el localismo. Por el contrario, el ámbito local adquiere su verdadera dimensión como parte de un espacio más amplio, con el cual las personas pueden establecer interrelaciones que refuerzan los lazos con su propio marco local. Por eso, es el espacio privilegiado para generar respuestas específicas al proceso global, a partir de la acción de las personas. El trabajo en el ámbito local requiere tejer múltiples relaciones con las escalas más amplias: la región, la nación y el mundo. Las experiencias locales se inscriben en un contexto más amplio y adquieren dimensión política a través de la generación de propuestas alternativas, para potenciar la dimensión comunitaria sobre la individual y fragmentaria.
El reto actual de las autoridades locales, tanto las municipales como de las agencias municipales y colonias, es moverse en un entorno donde las tensiones son inevitables, a partir de un mercado global con reglas definidas de actuación y una realidad local con pretensiones de alcanzar las mayores cotas posibles de autosuficiencia y de bienestar. En ese proceso, lo local deja de ser una entidad cerrada y, de forma creciente, experimenta los impactos de la economía global.
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